domingo, 21 de agosto de 2011

DOS POEMAS COMO PRELUDIO DEL GRAN LEZAMA LIMA


"La cultura de la psique se ha ido empobreciendo mucho. Lo que hay es cultura de la physis, de la física. Se conoce más la técnica de los elementos de cultura mecanicista que la cultura del psiquismo. Para un lector antiguo el procedimiento era inverso, porque la técnica casi no existía. Usted sabe que el Imperio romano se perdió -como ha dicho alguien-por falta de técnica"

Tomado de una entrevista realizada a José Lezama L. en La Habana por el poeta Gabriel Jiménez I. hace 36 años.








AH, QUE TÚ ESCAPES

Ah, que tú escapes en el instante

en el que ya habías alcanzado tu 

definición mejor.

Ah, mi amiga, que tú no querías creer


las preguntas de esa estrella recién cortada,
que va mojando sus puntas en otra estrella enemiga.
Ah, si pudiera ser cierto que a la hora del baño,
cuando en una misma agua discursiva
se bañan el inmóvil paisaje y los animales más finos:
antílopes, serpientes de pasos breves, de pasos evaporados,
parecen entre sueños, sin ansias levantar
los más extensos cabellos y el agua más recordada.
Ah, mi amiga, si en el puro mármol de los adioses
hubieras dejado la estatua que nos podía acompañar,
pues el viento, el viento gracioso,
se extiende como un gato para dejarse definir.


 





Deseoso es aquel que huye de su madre.


Despedirse es cultivar un rocío para unirlo con la secularidad de la 


saliva.



La hondura del deseo no va por el secuestro del fruto.



Deseoso es dejar de ver a su madre.



Es la ausencia del sucedido de un día que se prolonga



y es la noche que esa ausencia se va ahondando como un cuchillo.



Es esa ausencia se abre una torre, en esa torre baila un fuego hueco.



y así se ensancha y la ausencia de la madre es un mar en calma.



Pero el huidizo no ve el cuchillo que le pregunta,



es la madre, de los postigos asegurados, de quien se huye.



Lo descendido en vieja sangre suena vacío.



La sangre es fría cuando desciende y cuando se esparce circulizada.



la madre es fría y está cumplida.



Si es por la muerte, su peso es doble y ya no nos suelta.



No es por las puertas donde se asoma nuestro abandono.


Es por un claro donde la madre sigue marchando, pero ya no nos 


sigue.


Es por un claro, allí se ciega y bien nos deja.





Ay del que no marcha esa marcha donde la madre ya no le sigue, ay.



No es desconocerse, el conocerse sigue furioso como en sus días,



pero el seguirlo sería quemarse dos en un árbol,



y ella apetece mirar el árbol como una piedra,



como una piedra con la inscripción de ancianos juegos.



Nuestro deseo no es alcanzar o incorporar un fruto ácido.



El deseoso es el huidizo.



Y de los cabezazos con nuestras madres cae el planeta centro de mesa



y ¿de dónde huimos, si no es de nuestras madres de quien huimos



que nunca quieren recomenzar el mismo naipe, la misma


noche de igual ijada descomunal?



José Lezama L. (La Habana, 19/12/1.910 - 9/8/1.976)



Caracas, 18 de agosto de 2011.

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