viernes, 21 de julio de 2023

Transatlántico

 

Transatlántico (1953) es una novela que fue escrita por el autor Witold Gombrowicz (Polonia, 1904-Francia, 1969).

La primera vez que escuché hablar de este escritor estaba haciendo la maestría de literatura latinoamericana en la Universidad Simón Bolívar (USB), aunque no recuerdo el contexto en que fue mencionado. Sé que no fue un autor que hubiésemos estudiado. Supe que había vivido muchos años en la Argentina, después de haber llegado allí en el barco polaco Chrobry.







Barco polaco Chrobry: 29 de julio de 1939


Transatlántico me llega por vía digital y me encuentro con una historia que, en alguna medida, debe tener mucho contenido autobiográfico además de estar llena de contradicciones y certezas que raya en un continuo absurdo. El protagonista principal es el propio narrador quien se presenta con el nombre de Witold Gombrowicz.

Durante la lectura de esta novela dos autores pasaron por mi mente muy probablemente por la temática del absurdo: Frank Kafka (República Checa, 1883- Austria, 1924) y Samuel Beckett (Irlanda, 1906- Francia, 1989).

Transatlántico se inicia con la llegada de un barco a la Argentina procedente de Polonia, al parecer con diplomáticos y escritores. Están allí solo un par de días pero el protagonista y narrador decide quedarse poco después de enterarse del inicio de la Segunda Guerra Mundial. Tal vez, Gombrowicz no se imaginó que permanecería más de veinte años en el país suramericano.

Inicialmente el protagonista busca empleo a través de un paisano. Luego hace contacto con la embajada de Polonia y empieza así una historia enrevesada que, aún así no deja de tener sentidos directos y otros subliminales que pudieran dar origen a interpretaciones múltiples.

Una historia central tiene que ver con un argentino, millonario, que va a una fiesta en la embajada y hace contacto con el narrador. El millonario es un homosexual que se moría, literalmente, por hombres mucho más jóvenes que él. El hombre, llamado Gonzalo, queda atraído por un joven (Ignacy) que se hallaba con su padre (Tomasz Kobrzycki). Tanto el padre como el hijo eran polacos y militares.  El padre, al darse cuenta de lo que ocurría, reta a duelo a Gonzalo. Pero el narrador y otros conocidos que también resultan ser de una locura total acuerdan no colocar balas en las armas, sólo pólvora. Durante el duelo, un grupo de perros ataca a Ignacy y Gonzalo lo salva por lo cual el padre le queda agradecido.

Posterior a lo anterior Gonzalo invita a su casa al narrador, al padre y a Ignacy con la intención de seducirlo, cosa que aparentemente va a lograr. El padre se da cuenta y planea matar a su hijo como forma de liberarlo. A su vez, Gonzalo planea, junto con un joven llamado Horario, que el mismo Ignacy mate a su padre después de una especie de “entrenamiento” (algo como un   acto reflejo) al que es sometido por Horacio y Gonzalo. Gonzalo piensa que Ignacy caería en sus brazos como forma de huir de la cárcel por haber matado al padre. No obstante, estos pensados asesinatos no son llevados a cabo en la novela pero quedan como motivos de reflexión sobre la relación padre-hijo, autoridad-sumisión, conservadurismo-liberalidad.

Resulta evidente la exposición del tema de la homosexualidad pero no solo de Gonzalo si no la del mismo Gombrowicz.

Transatlántico también relata la forma de ser de los polacos y los pensamientos que tienen en relación al tema de la guerra que se está desarrollando en Europa.

El estilo narrativo de Gombrowicz es bien particular. Usa muchas mayúsculas, reiteraciones, contradicciones entre lo que se afirma para ser negado de inmediato y de seguida vuelto a afirmar. Por momentos, se siente como si uno estuviera presenciando una obra de teatro con sus altas y emotivas pronunciaciones.   

El mismo Gombrowicz afirma en el prólogo para la edición polaca de Transatlántico (1957)  que “Transatlántico…no es otra cosa sino yo mismo, “mi vibración”, mi desahogo, mi existencia”.


Escrito y publicado por Libia Kancev

Caracas, 21 de julio de 2023

 

martes, 11 de julio de 2023

El viento conoce mi nombre



“Esta es una historia trágica, pero que no renuncia a la esperanza, a que el coraje y la bondad se impongan”

Isabel Allende

El viento conoce mi nombre (2023) es la más reciente novela de la escritora chilena Isabel Allende (Perú, 1942). La leí en formato digital.

Hace cerca de cuarenta años cayó en mis manos la novela La casa de los espíritus (1982) de Allende que me gustó mucho y que por el estilo me hacía recordar un poco a Cien años de soledad (1967) de Gabriel García Márquez (Colombia, 1927-México, 2014).  Sucesivamente también leí De amor y de sombra (1984), Eva Luna (1987), Cuentos de Eva Luna (1989), El plan infinito (1991) y Paula (1994).

Posterior a estas lecturas y estando en una librería (ya desaparecida) que se hallaba situada cerca de mi casa, llegué a tener en mis manos, la siguiente novela de Allende para la época, intitulada Afrodita (1997). La ojeé pero me produjo una sensación extraña, algo así  como que aquello no era literatura. No logro explicarme por qué sentí lo que sentí. Tal vez suene muy radical pero no volví a tener en mis manos una novela de esta autora. Literalmente mi interés por sus novelas se desvaneció a pesar de que escuchaba, con frecuencia, sobre sus nuevas publicaciones y el alto nivel de ventas que lograba.  Según Google “(Isabel Allende)…es considerada como la escritora viva más leída del mundo de la lengua española”.

Isabel Allende obtuvo, en 2010, el Premio Nacional de Literatura de Chile. Con anterioridad había sido postulada para ese premio, sin embargo, llegó a tener  varios detractores, entre ellos, el excelente (y rudo) escritor chileno, ya fallecido, Roberto Bolaño (Chile, 1953- España, 2003) quien afirmó “Me parece una mala escritora simple y llanamente, y llamarla escritora es darle cancha. Ni siquiera creo que Isabel Allende sea escritora, es una escribidora” (Tercera Domingo, 19 de mayo de 2002, pág. 49).

Lo anterior me sirve de preámbulo para explicar un poco el por qué desde hace muchísimos años no había leído, ni tenía interés en leer ninguna novela de Isabel Allende.

La lectura de El viento conoce mi nombre fue casi un acto de azar. Buscaba algo que leer y que fuera relativamente corto y recibí, por un excelente grupo de Whatsapp, llamado Lecturas para reflexionar esta novela y decidí leerla.

El viento conoce mi nombre tiene, como tema principal, el de la migración, en especial, desde países de Centroamérica (y México) hacia los EE.UU. Las razones de dicha migración son múltiples: pobreza, la violencia, el tema de las pandillas, de las guerrillas... También resalta los problemas que surgen por estos desplazamientos ilegales, sobre todo la separación de padres e hijos que se dan (los padres son deportados a sus países) y los niños son llevados a una especie de “hogares” de acogida hasta que su situación migratoria quede establecida.

Esta cruel política de separación de padres e hijos migrantes (ilegales) en los EE.UU. fue puesta en práctica durante el gobierno de Barack Obama (2014) y en el de Donald Trump en 2018.

Al parecer, hay familias que no vuelven a encontrarse con las consecuencias que eso conlleva. Como agravante, la vida en esos hogares no está exenta de peligros, entre ellos, el del abuso sexual.

Alrededor de este drama social surgen agrupaciones de voluntariados que se encargan de representar a los niños: trabajadores sociales, psicólogos, abogados, enfrentándose a un sistema legal, al parecer, poco abierto a solucionar o agilizar procesos que requieren de premura.

Dentro de los protagonistas de El viento conoce mi nombre se encuentran Samuel Adler cuya historia da inicio a la novela en el año en que los nazis invaden Austria antes del inicio de la Segunda Guerra Mundial. Un grupo de personas se encargan de sacar a muchos niños judíos hacia Londres, entre ellos a Samuel quien tenía 5 años. Sus padres murieron en campos de concentración nazis. Samuel pasó su infancia y su adolescencia en Londres hasta que emigró a EE.UU., donde conoce a Nadine LeBlanc con quien se casa.

Samuel se hace músico, afición que tenía desde niño.

Luego se narra las experiencias de vida de Leticia Cordero quien, siendo niña, emigró con su padre desde El Salvador a EE. UU. cuando el pueblo donde vivían fue arrasado en la llamada Masacre de El Mozote. Leticia llega a casarse en tres ocasiones pero sólo su último matrimonio resultó satisfactorio aunque su esposo fallece en un accidente antes de lo cual tienen una hija. Después Leticia se dedica a trabajar limpiando casas y una de ellas incluía a la de Samuel Adler que, a la sazón, ya era un anciano, viudo y vivía solo. La pandemia de la Covid 19 también ayuda a juntarlos.

Anita Díaz, una niña salvadoreña, de 8 años, ciega, también resulta ser un personaje central. Había llegado a EE. UU. junto a su madre Marlene Andrade (que era viuda). Marlene había sido víctima de un intento de asesinato y por eso huyó con Anita. No obstante, en la frontera son separadas y Marlene es deportada. Mucho después sabemos que fue deportada erróneamente a México y que el hombre del que huía la lleva casi secuestrada a El Salvador donde la asesina en una trama donde murieron muchas otras mujeres.

Anita resulta ser una niña muy particular que nunca pierde las esperanzas de volver a reunirse con su madre aunque muestra  signos de trauma psicológico no sólo por la separación de su madre y el resto de su familia sino también por el fallecimiento de su hermanita Claudia (3 años menor que ella), que había fallecido en el suceso donde Anita queda ciega, aparte de que había sufrido dos intentos de abuso sexual tanto en El Salvador como en EE. UU.

Otros personajes incluyen a Selena Durán, una joven norteamericana pero con una bisabuela mexicana que había emigrado a EE. UU. Selena es la encargada de tratar con Anita y le toma mucho cariño. Establece contacto con un bufete de abogados, conociendo a Frank Angileri que, aunque no conocía nada de leyes migratorias, rápidamente se sensibiliza con el tema y finalmente logra que a Anita se le conceda una visa permanente en EE. UU.

Cuando Selena y Frank se conocieron ella tenía un noviazgo prolongado. Selena había postergado su boda muchas veces con Milosz pero, ella y Frank se enamoran y Selena rompe su relación con Milosz.

Las investigaciones de Frank sobre los familiares de Anita lo llevan a saber que Leticia Cordero era prima del difunto padre de Anita. Frank la contacta y le pregunta si puede hacerse cargo de la niña. Leticia habla con Samuel y este accede.

Para Samuel, tener a Anita le resulta una experiencia maravillosa, sobre todo porque nunca tuvo una buena relación con su propia hija Camile y su nieto. También su propia experiencia personal que implicó la separación de sus padres a muy temprana edad, es una gran motivación para recibir a Anita. Samuel toma interés para que Anita estudie, que aprenda música y que la niña sea evaluada por un oftalmólogo (al final de El viento conoce mi nombre, Anita había sido operada).

Frank y Selena siempre se mantienen en contacto con Anita, Leticia y Samuel.

Pienso que El viento conoce mi nombre aborda un tema importante y que, en ese sentido, cumple un objetivo como lo es dar a conocer la situación que se vive en la frontera con los migrantes provenientes de Centroamérica (y de México), la política que tuvo EE. UU. de separar a padres e hijos, las consecuencias psicológicas y sociales que eso implica, el tema del voluntariado que hace lo posible por ayudar a solventar la situación de muchos niños.

Recordando un poco la opinión que Roberto Bolaño emitió en 2002 sobre Isabel Allende, creo que hay literaturas de literaturas, diversos tipos de escritores, al igual como los hay de lectores. Después de años sin leer nada de Isabel Allende puedo decir que esta novela me resultó satisfactoria y que me ha hecho reflexionar que la literatura sirve para abrir espacios, no para cerrarlos.

 

Escrito y publicado por Libia Kancev D.

Caracas, 11 de julio de 2023