viernes, 17 de enero de 2014

La Extraña de S. Márai





“El mar no es capaz de sufrir…Entonces, ¿con qué finalidad fue creado?”

“Sólo la razón es capaz de doler”

“Un texto ajeno [el procedente del mar]…Una lengua monótona. Puede que carezca incluso de conjugación verbal. Es sólo ritmo…Dice algo, sin duda, pero tal vez no haya que percibirlo con el oído y la razón…Algún día tendría que librarse de eso: del vocabulario limitado de la razón, de unos centenares de miles de conceptos que guardan celosamente un secreto, incapaces de abarcarlo y de expresarlo del todo. Pero, ¿por qué sigo insistiendo con la razón?...aquí de poco me sirve…”

“Los muertos no tienen sexo”

La Extraña

Ésta es la más reciente novela que he leído de Sándor Márai (1900-1989). Una vez más, el escritor húngaro demuestra la solidez de su escritura.

La novela consta de cinco partes, cuyos títulos son: 38 grados centígrados, ¿El señor Askenasi? ¿De Ostrava?, Ridículo. Por una mujer, Un mentiroso y El diálogo.

La extraña (1934) está narrada en distintos tiempos verbales, en donde el final es lo más cercano al presente. Aparte del manejo temporal, Márai exhibe, con maestría, dominio de lo psicológico y de lo filosófico en el ser humano.

Un profesor de la Escuela de Estudios Orientales,  residente en París, hace un “viaje de descanso” por sugerencia de amigos, después de haber dejado a su esposa Anna, tras quince años de matrimonio, y a su hija. La antesala de esta separación está dada por el hecho de haber conocido a una mujer llamada Eliz. Eliz era bailarina y  muy poco dada a los convencionalismos. Llevaba un estilo de vida muy diferente al de él, situación que,  se convierte en una experiencia muy gratificante para el profesor.

La  relación de Eliz con el profesor no es, para nada, un asunto privado sino que se ve sometida a las críticas de la época, tema sobre el que el profesor reflexiona con detalle y muy filosóficamente durante buena parte de la narración. No nos queda claro si es realmente “amor” lo que se produce entre Eliz y el profesor pues, un buen día, éste la deja sin pena ni gloria y prácticamente nunca más la vuelve a ver. ¿A fin de cuentas qué es el amor?

El tema de “lo privado” y el de los convencionalismos son dos de los primeros aspectos que toca Márai. 

Hay otro punto que es el de “la sensación, que tiene el profesor, de que ha olvidado algo” y la existencia de una pregunta que trata de formularse y no logra. Por supuesto, si no se puede construir la interrogante el camino de la respuesta será inexistente, lo cual no significa que la angustia generada se atenúe.

El profesor hace el viaje a una isla del Mar Adriático, previo a haber pasado varios días en Alemania. Se hospeda en un hotel venido a menos, El Argentina, bastante lleno y bajo unas condiciones climáticas particulares. De hecho, el primer capítulo de la novela se titula “38 grados centígrados: “A esa hora el calor era tan punzante y pegajoso que todo cuerpo parecía un lastre cubierto de impurezas…Para aquella estación del año, la temperatura era sin duda excepcional, incluso en aquel rincón meridional, sofocante y de clima casi tropical del Adriático” (11-12).

El  profesor, de apellido Askenasi: “Un hombre con gafas, algo calvo, sin afeitar y pálido como un enfermo del corazón…” (18) ve a una mujer mientras se dirige a su habitación, pensando en prepararse para regresar a París pues ha recibido una llamada urgente. La escena, narrada por Márai, podría definirse como típicamente cinematográfica y parece ser  el desencadenante de una terrible experiencia que produce en Askenasi una revelación: la formulación de esa pregunta que no hallaba y lo conduce al camino de una respuesta que él mismo desarrolla. Lo anterior confirma ese conocido planteamiento psicoanalítico de que cuando se va a un análisis creemos que es el analista el que sabe. Resulta que las respuestas están en nosotros. Somos quienes realmente sabemos pero no sabemos que sabemos.

La mujer de la escena resulta ser la extraña.

El profesor Askenasi, hombre de amplísima cultura y plenamente dedicado a la literatura y, por ende, a los libros, piensa sobre “esa pregunta” una y otra vez. Según lo que podemos comprender, el destinatario de la pregunta es Dios y el profesor, al salir del hotel, bastante alterado física y emocionalmente, se dirige a una isla cercana, se desnuda con una especie de ritual e inicia una conversación con Dios: “…ahora que por fin estaba solo podría hablar con Él en privado, en aquel lugar íntimo, aislado acústicamente, donde nadie los oiría, solos en aquel pequeño y entrañable universo” (143). El tema tiene que ver con el disfrute del acto sexual, con la bondad, con el amor, con el erotismo, con las imposiciones sociales que impiden un gozo auténtico y mayor. En fin, la pregunta es sobre ese goce que Askenasi piensa como algo que tiene que ver con el cuerpo (aunque duda):

Acabó de desvestirse y dio unos pasos enteramente desnudo…A la luz de la luna se contempló el cuerpo despojado de todo oropel y galanura, y vio que desprendía una extraña luminiscencia, como una figura del museo de cera. Se miró las piernas delgadas y torcidas, la barriga incipiente, los brazos chupados, y se encogió de hombros. `Qué penoso –pensó. No vale la pena. No se trataba de esto`…-Es imposible que sólo se tratara de esto… (142).

Askenasi se siente decepcionado y engañado por Dios.  

El título, La Extraña, no es directo, nada lineal con respecto a los diversos temas abordados aquí. La extraña, la mujer que ocupaba la habitación 42 del hotel y a la cual Askenasi sigue, bajo una sensación de “haber vivido aquello con anterioridad” y de que la mujer se le está insinuando y a la cual asesina (eso pensamos). ¿La mujer se insinúa a Askenasi o es lo que él cree percibir? No lo sabemos pero lo que le ocurre con esa mujer es un “disparador”, el impulso (y acto) necesario para que la interrogante tanto tiempo buscada llegue a su mente y busque a quien desea formulársela. Como hemos escrito antes, ese destinatario es el mismísimo Dios.

Mientras leía esta novela de Márai pensé, en distintos momentos, que Freud hubiera podido hacer una gran disección de la misma, que los temas centrales hubiesen sido motivo para que escribiera algo al respecto, ello podría dar una idea de lo que esta novela encierra en sí misma.

Sin duda, La Extraña es una novela que contiene, por adelantado, una invitación para su re-lectura como otras novelas de Márai. Ello no significa que se traten de "novelas complicadas", sino de novelas con un contenido que invita a una permanente reflexión, reflexión que, a su vez, abre un auténtico abanico de opciones.

Texto citado

Márai, S. La Extraña. Ediciones Salamandra. Barcelona, España. 2008.



Publicado por Libia Kancev.


Caracas, 17 de enero de 2014.