martes, 4 de mayo de 2021

Desde el Jardín

La primera vez que leí Desde el Jardín (1971) del escritor Jerzy Kosinsky (Polonia, 1933-EEUU, 1991) fue en mi adolescencia.

Recientemente hallé esta novela en un librero de viejo. Los recuerdos se me agolparon y decidí adquirirla para su relectura. Ese proceso, el de la relectura, implica una nueva experiencia de lectura.

Desde el Jardín es una novela corta, de apenas 177 páginas y el ejemplar que conseguí fue editado por Pomaire.

Esta novela fue llevada al cine en 1980 y protagonizada por el actor británico Peter Sellers (1925-1980). Mi memoria evoca una extraordinaria caracterización de Sellers en el papel de Chance.

Desde el Jardín narra la vida de Chance, el cual, desde niño había sido “adoptado” por un anciano adinerado. Chance vivió en la casa del anciano hasta el fallecimiento de éste. Su única función había sido el cuido del jardín. Era el jardinero. Su relación con la persona de limpieza de la casa siempre fue muy básica y, su vida exterior, prácticamente inexistente. Hay algo en la novela que nos hace pensar que Chance podía padecer de cierto grado de retraso mental. No sabía leer ni escribir (lo que, seguramente, nadie intentó enseñarle).

Su relación con el mundo estaba mediada por la televisión. Lo que Chance sabía o no del mundo, de otras personas, de situaciones de la vida, siempre fue por lo visto en la televisión. Encontrarse en circunstancias que nunca antes hubiera presenciado por ese medio lo dejaban como paralizado, como neutralizado, sin patrón de referencia.

Cuando el anciano fallece, se presentan en la casa sus abogados y resulta que no hallan ninguna prueba de la existencia de Chance en la misma: ni que hubiese vivido toda su vida en esa casa, ni que trabajaba ahí. No tenía carnet de identidad, tampoco constancia de que alguna vez hubiera recibido algún tipo de salario.

Los abogados le dicen a Chance que debe marcharse de la casa y éste lo hace llevándose solo una maleta con ropa y trajes que habían pertenecido al anciano.

Un simple accidente vial produce que Chance sea llevado a casa de la familia Rand (gente de una gran posición económica). Dicha familia estaba formada por el anciano (y enfermo) Sr. Rand y su joven esposa EE (la cual se enamora de Chance).

Una serie de malentendidos o sobreentendidos hace que a Chance lo llamen Chauncey Gardiner y que llegue a conocer al presidente de los Estados Unidos. En una conversación que mantienen en la que el presidente le habla sobre la economía norteamericana que se hallaba en depresión para la época, Chance solo hace referencia de lo que él conoce: cómo es la vida de un jardín, las fases de envejecimiento de plantas y árboles, su rejuvenecimiento, su florecer, etc.:

“ –Y usted, señor Gardiner, ¿qué opina de la mala época por la que atraviesa la Calle? (referencia a Wall Street, donde se encuentra el centro financiero de los Estados Unidos).

Chance se estremeció. Sintió como si le hubieran arrancado de pronto las raíces de su pensamiento de la tierra húmeda y las hubieran lanzado, hechas una maraña, al aire inhóspito. Finalmente dijo: -En todo jardín hay una época de crecimiento. Existen la primavera y el verano, pero también el otoño y el invierno, a los que suceden nuevamente la primavera y el verano. Mientras no se hayan seccionado las raíces todo está bien y seguirá estando bien.

Levantó los ojos. Rand lo estaba mirando y asentía con la cabeza. Sus palabras parecían haber agradado al Presidente.

Debo reconocer, señor Gardiner –dijo el Presidente-, que hace mucho, mucho tiempo que no escucho una observación tan alentadora y optimista como la que acaba de hacer” (pág. 72).

Este tipo de respuestas hacen percibir a Chance como un hombre muy conocedor de la economía. Pero Chance no es responsable de la imagen que se crea de él: básicamente son los medios de comunicación (la prensa y la televisión) que le construyen una imagen que no tiene ningún asidero.

Al final, Chance termina siendo considerado para la vicepresidencia de los Estados Unidos. La novela finaliza en que, habiendo sido invitado a una recepción, Chance sale al jardín que había en los alrededores del lugar y parece reencontrarse con sí mismo:

“Atravesó el vestíbulo. Por una de las ventanas abiertas entraba el aire helado. Chance empujó la pesada puerta de vidrio y salió al jardín: tensas ramas plenas de nuevos vástagos, gráciles tallos cargados de pequeños retoños se elevaban al cielo. El jardín estaba en calma, sumido aún en el reposo. El viento arrastró unas ligeras nubecillas y la luna brilló en todo su esplendor. De tanto en tanto, se oía el susurro de las ramas que, sacudidas ligeramente, dejaban caer pequeñas gotas de agua. Un soplo de brisa descendió sobre el follaje y buscó abrigo entre sus húmedas hojas. Ni un solo pensamiento turbó la mente de Chance. La paz reinaba en su corazón” (págs. 176-177).

Desde el Jardín, en forma general, toca los siguientes aspectos: la importancia de la sociabilidad del ser humano desde sus primeros años de vida; la influencia de la televisión como medio que puede dirigir o influir intensamente en nuestras vidas (hoy en día, tal vez, no estaríamos hablando de la televisión sino de las computadoras, por ejemplo); el tema de la interpretación de lo dicho o lo no dicho e, incluso, del silencio y otro elemento sería el de la gran capacidad que tienen los medios para la creación o potenciación de la imagen de una persona (en positivo o en negativo).

Creo que la lectura de esta novela es elemental para comprender la influencia y el poder de los medios de comunicación en nuestras sociedades.  

 

Escrito y publicado por Libia Kancev.

Caracas, 4 de mayo de 2021.