viernes, 10 de agosto de 2012

Oppiano Licario (II)


CAPÍTULO II

Tenemos a Cemí en Upsalon (la universidad donde estudiaba Leyes) esperando por una nota en la que obtiene sobresaliente. De lejos ve venir a Lucía, muy tensa. Ella le dice, llorosa, que está embarazada y que quiere conseguir un pasaje para ir a Francia y ver a Fronesis. Además, añade, que teme que no lo volverá a ver, preocupación que Cemí y Foción ya habían compartido.

Cemí consigue el dinero para el viaje a través de Foción (quien se lo pide a su padre. Recordemos que el padre de Foción era médico y que estaba afectado por un cuadro de psicosis). Lucía le dijo: “–Ojalá que Dios haga que te lo agradezca siempre” (192)

Cemí sueña que Fronesis es asesinado por unos diablos en París.

A continuación, Lezama pasa a hablar de Fronesis. Nos dice que después del atentado que había ocurrido en el restaurante donde él acostumbraba a ir, no lo habían abierto. Por ello, Fronesis compraba algunos alimentos y comía en su casa. Se apegaba mucho a las costumbres que adquiría. De pronto, llaman a la puerta de su apartamento. Era Mahomed, el amigo de Galeb y le dice que éste vendrá más tarde para no levantar sospechas y que también le hará una invitación.

Al llegar Galeb le hace una convidada para una excursión a Tupek del Oeste, a la cual irían Margaret y Champollion. Galeb empieza todo un discurso y a través de él, Fronesis piensa que tenía una:

velada socarronería sensual que expresaba inevitablemente sus apetitos clandestinos, era su naturaleza. Su alusión a la medianoche entregado a una fiesta mora, encubría el fervor anticipado del disfrute de los cuerpos. ¿Lo haría como sutil espuma venenosa que ascendía a sus palabras? ¿Cómo una muestra de cinismo saludable?...Las zonas viciosas de su carácter ocupaban de tal modo la esencia de su ser, que si lo suponemos en un coro de peregrinos… (196)

Mahomed desea que Fronesis le hable de Cuba: “La magia de lo que le oímos consiste en que nos presenta el perderse como un regresar y el regresar como un perderse, en eso consiste la enorme importancia que para nosotros tiene el verlo y oírlo” (197). Al poco tiempo, Galeb se retira, molesto por la mayor atención que Fronesis le brinda a Mahomed.

Fronesis le dice a Mahomed “Creo que ya yo he hablado lo suficiente. Ahora…me gustaría oírle algo de su circunstancia y de sus adivinaciones, pues para mi, alguien que pertenece al mundo árabe, vive adivinando, es decir, adivina la realidad que se le entrega” (199)

La narración de Mahomed es muy interesante.

Mahomed le cuenta que su padre era médico y egiptólogo. Que trabajaba en Ukra (un balneario ubicado cerca de la capital de Tupek del Oeste). Que  era muy apreciado por todas las personas que trataba. Su madre Aischa “…era la hija de un lapidario que también formaba parte de una dinastía de conocedores de piedras preciosas durante varias generaciones!”, actividad que también aprende Mahomed.
Durante más de veinte años llevaron un matrimonio muy unido “…aquellos dos seres parecían que trabajaban en un taller de artesanos donde ellos solos rindiesen la labor de un coro. Todo lo que estaba más allá del cuerpo, en ellos había coincidido en la llama unitiva que esclarece” (201). Mahomed resalta que esa unión de sus padres había sido esencial para él. La acción médica del padre de Mahomed era realizada en conjunto con la madre:

él captaba en sus pacientes el tránsito del cuerpo a la imagen pero que Aischa…captaba la imagen como corpus misterium, es decir, la imagen que entraba en su espejo, salía después con peso, número y medida. Mi padre lograba volatilizar el fragmento dañado del cuerpo, porque mi madre había logrado el contorno de la sombra, la mancha había logrado relieve en la identidad del hacia adentro y del seguirlo con la mirada” (204)

Luego, se relatan una serie de casos muy atrayentes donde se entiende lo que Mahomed quiere decir en relación al trabajo de sus padres. Su madre había fallecido años atrás. Mohamed dice que para él su madre nunca estuvo ausente y que para su padre tampoco pues seguía realizando su trabajo como si la presencia de la madre fuese real.

Tiempo después su padre se casa con la que había sido la mejor amiga de su madre desde la infancia. La presencia de la madrastra representaba la corporeidad de su madre. Nace su media hermana Aischa quien pasa a ser como su madre en una especie de sucesión intemporal. Después, cuando le relataba a Fronesis su incursión en la lucha política de su país, llegó Galeb, borracho y en una crisis de celos, los acusa de homosexuales. Mahomed le dio dos cachetadas y lo acompañó a su casa.

CAPÍTULO III

Aquí se narra la excursión a Ukra. Mahomed no pudo ir con ellos pues la conspiración en que se hallaba contra el gobierno de Tupek del Oeste se había acentuado. Aun así, Mahomed les dijo que estaría por la zona pero disfrazado.

Es de hacer notar que: “Fronesis había cobrado por Mahomed una confianza serena y fuerte, Galeb, por el contrario, una desconfianza maligna,…” (222-3)

Margaret se mostraba bastante arisca con Cidi y en franca alianza con Fronesis, ello causó que en varias ocasiones tuvieran un agrio intercambio de palabras y que Champollion interviniese a favor de la joven llegando a amenazar a Cidi con golpearlo en la cabeza.

Durante la estadía en Ukra, Cidi se mostraba en una actitud particular con Fronesis hacia quien se sentía muy atraído. Para Fronesis era obvia la homosexualidad de Galeb pero no llegaba a comprender esa situación en la medida que él se sentía completamente heterosexual. Sin embargo, una noche después de una cena muy tensa y en la cual Fronesis les refería sobre la importancia que tenía para los cubanos el momento de la comida “La mayoría de los pueblos al comer, sobre todo los europeos, parece que fuerzan o exageran una división entre el hombre y la naturaleza, pero el cubano parece que al comer incorpora la naturaleza…” (225) y el del baño, llegó el momento de acostarse. Por razones de espacio Fronesis y Cidi tuvieron que hacerlo en la misma cama. Primero se acostó Fronesis y al rato Cidi. Ambos desnudos que, según entiendo, era parte de sus hábitos.

Antes de que Fronesis se fuera a dormir también hace referencia a la expresión empleada en Cuba, se la comió  y al verbo templar para referirse “…al cumplimiento del acto sexual…” (226)

Ya en el cuarto, Cidi aprovechó la ocasión para intentar seducir a Fronesis quien lo rechazó violentamente saliendo de la habitación con sus ropas: “La decisión de Galeb iba a producir en Fronesis una gran vaciedad. Se le había engendrado un perplejo, no un atolondrarse, pero en aquel vacío se iban a levantar para Fronesis las más opuestas claridades” (244). Algo le sucedió. Fronesis recordó a Foción y todas las peripecias que este hacía para conquistarlo pero a pesar de eso Foción nunca había intentado franquear los límites de su cuerpo: “…pero nunca lo había mortificado con una alusión sexualizada hacia su persona” (246). Por otra parte, “…Fronesis adivinaba en el fervor que siempre le había demostrado Foción, algo muy semejante a esa delicadeza esencial de su espíritu” (245). Luego, Fronesis tuvo un sueño erótico con Foción y, en dicho sueño no lo rechazaba. Cuando Fronesis se despertó vio que ninguno de sus acompañantes estaba. De pronto, se quitó la ropa y se masturbó, entrando en un estado de duda sobre su propia sexualidad.

CAPÍTULO IV

“Otra visita de Oppiano Licario”

Como recordaremos,  en Paradiso, Oppiano Licario es un personaje ilustre, un auténtico erudito. Había conocido a Alberto (tío de José Cemí) y fue quien estuvo con el padre de Cemí en el momento que este falleció. El padre le pidió que cuidara de su hijo y que lo guiara intelectualmente.

Oppiano conoce a Cemí ya casi al final de Paradiso y no mucho tiempo después, fallece. En este capítulo aparece nuevamente con su “vida” aunque lo sabemos muerto: “…pero sus relaciones con la vida serían inextinguibles a través de Cemí” (257)

Se menciona que Cemí sueña con Licario, que está presente en su vida:

Percibía la impulsión misteriosa de Licario, de la que ya tan sólo quedaba como una nebulosa sin principio ni fin, pues cada día precisaba más el secreto de esa vida, que había vivido en la muerte, y que ya muerto era dueño de fabulosos recursos para tocar la aldaba y seguir conversando (257)  

Licario narra una serie de historias muy interesantes, entre ellas, la de un ingeniero inglés. 

Éste contaba que una banda de Mongolia estaba secuestrando a ingenieros de la firma de Liverpool donde trabajaba y luego pedían rescate, que la Compañía se figuraba que los ingenieros eran cómplices. Así que él les dijo a sus jefes que si lo secuestraban y llegaba alguna carta con su firma que no lo creyeran. Fue secuestrado. No firmó cartas y lo iban a matar pero antes debía cavar su propia fosa. Lo hizo. Mientras tanto le dijo al jefe del grupo secuestrador que: “…cuanto más hondo es el hueco mayor es el placer” (261).

Esa frase, de claro contenido sexual,  hizo reír al jefe y eso fue motivo para que no fuera asesinado.

Licario menciona a San Dionisio, a San Benito, a quien llama el Varón de Dios y afirma que es el “…patriarca de los monjes de Occidente,…” (261). También menciona a San Buenaventura y dice que: “…estudia las relaciones entre el paraíso terrestre y el celeste” (265).

San Dionisio 
San Benito











San Buenaventura














Hay aquí frases ingeniosas:

-Engañar –decía Licario- sin tomar precauciones, es como el mal gusto, en el momento en que todavía no hemos pasado, por astucia, del buen al mal gusto –aunque él sabía que tampoco le interesaba el mal gusto provocado, sino el gusto en la tierra desconocida (254-5)

Volcar nuestra fe en el otro, esa fe que sólo tenemos despedazada, errante o conjuntiva en nosotros mismos, es una participación en el Verbo, pues sólo podemos tocar una palabra en su centro por una fe hipertélica (algo que va más allá de su propia necesidad u objetivo. Rebasa su finalidad, una decoración), monstruosa, en las metamorfosis del leyente a través de la secularidad" (258) 

(El término secular, se relaciona con el siglo, con lo laico, con lo temporal). 

CAPÍTULO V

Cemí quiso saber de la vida de la familia de Oppiano y se dirigió a Espada 615. Lo atendió el mayordomo quien le dijo no saber dónde vivía la familia de Oppiano, aún así, lo condujo al que había sido su apartamento que ahora era ocupado por el hermano del mayordomo quien se dedicaba a la cría de arañas para utilizar su tela más la yagruma como anticoagulante.
Araña cubana 
Yagruma











El mayordomo le regaló un dracma siciliano que Oppiano le había obsequiado. La moneda  tenía por una cara la figura de Minerva y por la otra la de Pegaso.
Figura de Minerva
Figura de Pegaso














De Espada 615, Cemí se dirigió a la funeraria donde habían velado a Oppiano pero le dijeron que fuera una semana después. Al día siguiente, fue a la biblioteca que estaba en el Castillo de la Fuerza (fortaleza colonial de La Habana, la más antigua de América). Allí, Isabel de Bobadilla esperaba las cartas de su esposo, Hernando de Soto, quien ya había muerto en tierras de Florida. En la torre cilíndrica del Vigía se encuentra La Giraldilla, estatuilla de bronce de Isabel, obra del escultor cubano (s. XVI), Jerónimo Martínez Pinzón).

Castillo de la  Fuerza
Antes de llegar al Castillo, Cemí se encontró con Ynaca Eco. Al parecer, ella también lo estaba buscando y le cuenta de sus capacidades para “ver” a las personas. Ynaca le dice que Oppiano quería que ellos se conocieran:

No se asuste, pues Licario me decía con frecuencia: él tiene lo que a nosotros nos falta. Después añadía: yo lo he conocido demasiado tarde, la muerte está cerca, pero tú debes conocerlo en la juventud de los dos. Pero nunca me dijo qué era lo que nos faltaba y qué era lo que usted tenía. Conocerlo a él, será tú mejor fuente de conocimiento, me repetía (294)

La Giraldilla (Isabel de Bobadilla)
Ynaca le cuenta a Cemí que Oppiano le hacía leer a Santa Teresa y a San Juan de la Cruz pero que, a su vez, le señalaba que su guía en lo espiritual debía ser Miguel de Molinos (1628-1696. Escritor místico y teólogo español). 

Miguel de Molinos














En este capítulo se da una conversación bastante densa entre Cemí e Ynaca: sobre esa capacidad de “ver” que ella poseía, sobre la instrucción que le dio su hermano, sobre el tiempo, el espacio, la imago.

Cemí dice (en lo que entiendo que viene a significar, a borrar las diferencias del “…aquí y ahora, del antes creado y del después increado” (310-11)

Dios que nos da las dos dimensiones, lo increado, la futuridad, y lo creado que es el pasado, la instantaneidad coincidente de lo increado y de lo creado es lo que llamamos presente. Lo increado creador actúa como turbación, cerramos los ojos y ya están volando los puntos de la imago. La suma de esos puntos forma el espacio imago y lo convierte en continuo temporal (el movimiento actúa sobre ese continuo temporal. Dicho movimiento suma los puntos imago, los circulariza y rota y los somete a la polaridad, esta produce linealidad y fuerza de atracción. Esos 3 elementos son necesarios para que se produzca el continuo temporal). Observe que ese proceso no es más que lo increado futuridad buscando la instantaneidad presente (310)

Continúa Cemí:

Al lograrse ese continuo temporal, las dos dimensiones del tiempo, pasado y futuro, desaparecen. La linealidad y la fuerza de atracción buscan la línea divisoria entre lo increado y lo configurado, o lo que es lo mismo, los puntos de la imago al actuar en el continuo temporal borran  las diferencias  del aquí y ahora, del antes creado y del después increado (310-11)

Las dos citas anteriores pueden soñar muy confusas y de hecho su lectura requiere relecturas e incluso lecturas directas de todo el capítulo. Sin embargo, puedo decir que Lezama nos habla (a través de Cemí) de lo que para él sería el pasado, el futuro y el presente. Cómo se articulan los instantes, en relación al tiempo que es continuo, introduciendo allí el concepto de la imagen. Cada vez que leo estas citas, pienso que el concepto de devenir está explicado allí,

Se dirigieron a la casa de Ynaca. Ella le relata cómo Oppiano la ayuda a mejorar sus capacidades para “ver” a las personas. Tuvieron un diálogo intenso sobre la imago. Finalmente Ynaca Eco le entrega a Cemí la única obra de Oppiano titulada: Súmula, nunca infusa, de excepciones morfológicas.

Luego, Ynaca se recordó de su esposo, el arquitecto Abatón Awalobit que salía de viaje. Se encontraron y se lo presentó a Cemí.

El arquitecto iba a un congreso en París y Cemí le dijo que buscara por allá a Fronesis, que valía la pena que lo conociera. Cemí recuerda, aunque no lo había visto antes, las peripecias de Adalberto Küller (que era el nombre original de Abatón en Paradiso) Lezama narra una idea. Como si Adalberto Küller no tuviera mayor resonancia para la vida de Cemí y viceversa pero al final, Küller actuaría como una especie de “medio de contacto” entre Cemí y Fronesis.

CAPÍTULO VI

No hay que ser nunca un pobre diablo (Talleyrand).

En este capítulo, la ciudad se prepara para la llegada de un ciclón, que, por cierto, tenía un  aire festivo y sensual:
Malecón habanero
En las pocetas del malecón, adolescentes impulsados por el día de excepción, abandonaban sus ropas sin importarles la certeza de su recuperación y lucían su abullonada geometría. Una esbeltez sin provocaciones que era contemplada con avidez disimulada…El comienzo del ciclón venía a sustituir entre nosotros a las antiguas faloroscopias (exhibiciones fálicas) sicilianas (322)

Cemí no quería desprenderse de los escritos de Licario. La letra era de trazos muy uniformes y parecía ser la primera escritura de una sincronización muy adecuada entre la ideación y los signos…Era un manuscrito de unas doscientas páginas…tenía que ser un texto sagrado. Licario lo había segregado de su cuerpo como la sudoración mortal, como esa gota que inadvertidamente cae del ojo y suma la osteína, lo amniótico, la urea y lo salobre y nos trueca en un instante en pez y en ave, como si la incesante contemplación del ojo del pez  y del ave, nos llevase a sumergir en las aguas o a flotar en el aire (324)

Unas vecinas de Cemí le piden que cuide de su perro en vista que ellas están atemorizadas y se irán al interior mientras pasa el ciclón. Cemí entra  a su casa y guarda, en su cuarto estudio, sobre una mesa y dentro de una caja china, los papeles que le había entregado Ynaca. Luego, encuentra un mensaje de ésta pidiéndole que vaya de nuevo a su casa.  Él acude y  tienen relaciones sexuales. De las mismas se vislumbra que Ynaca queda embarazada.

Cuando Cemí regresa a su casa, se va fijando en las marcas dejadas por el ciclón “…se fijó en las paredes donde se marcaba la altura alcanzada por el ras de mar, un poco más de medio metro. El suelo estaba manchado de una arena ennegrecida por el fango, diminutos fragmentos de caracoles,…” (344). Al entrar escuchó los ladridos del perro “…oyó en esos ladridos el golpe seco del badajo funerario” (345). Resulta que el perro había saltado a la mesa, abierto el cofre y las páginas del texto de Licario yacían en el agua que colmaba el piso. Cemí se sintió conmocionado, dentro de la caja apenas quedaban  unas pocas hojas donde había escrito un poema y “…comenzó a besarlo” (345). De pronto, su madre lo llamó para que fuera a tomarse una taza de chocolate caliente con galletas de María.

CAPÍTULO VII

Lucía se encuentra con Fronesis. Para la fecha su embarazo era evidente. Él la recibe con alegría. 

Recordemos que Fronesis había pasado por una especie de duda dolorosa sobre su sexualidad cuando Cidi intentó seducirlo y después cuando tiene un sueño erótico con Foción. Así que la presencia de Lucía lo fortalecía, lo arrancaba de “…esa encrucijada, una realidad que rechazaba, una ensoñación que lo dejaba en un lastimero estado de vaciedad” (347). Se van unos días a Fiurol y se hospedan en un hotelito por donde se hallaba el esposo de Ynaca Eco, Gabriel Abatón Awalobit, que, como sabemos, no es el nombre que tiene en Paradiso. Resulta que Licario lo había bautizado así “Gabriel, el anunciador de la sobrenaturaleza; Abatón, el inaccesible, y Awalobit, el sánscrito. Avalokitewara, el que lleva un loto en la mano, que es, desde luego, Ynaca Eco Licario” (360).  Queda en el ambiente que Gabriel era impotente y que esa era una condición necesaria para que Licario hubiera unido a Gabriel y a Ynaca.

Al ponerle ese nombre, relata Gabriel que Licario le había dicho que hasta que no lo asumiera no le presentaría a su hermana.

Gabriel se encuentra con la pareja y le habla de Cemí, de Oppiano, de Foción. Días después, Fronesis ve, desde la orilla del río que quedaba cerca del hotel, a Champollion, a Margaret, a Cidi Galeb y a Adel Husan quien era el jefe de la policía de Tupek del Oeste y vigilaba a Cidi por sus actividades políticas. Pero Fronesis también ve a Ynaca. Decide alquilar un bote e ir a conocerla. Ynaca lo recibió como si lo estuviera esperando. Ella le habla de Licario y lo lleva a visitar ciertas zonas que eran muy importantes para su hermano. Ynaca le dice que ella y su hermano buscaban el nexus de las excepciones morfológicas, que formaba parte del rostro de lo invisible. Ellos también tienen relaciones y ella le cuenta que las tuvo con Cemí y que él le había sembrado la semilla.

CAPÍTULO VIII

Fronesis le escribe a Cemí y le cuenta que “conocí, por lo profundo a Ynaca. Realizó a cabalidad el ideal paulino de la cópula, me dijo que ya tú le habías sembrado la semilla”. Éste agrega que “…si ya con tú amistad con Licario realizaste la unión de la imagen con el conocimiento,…tú cópula con Ynaca llevaba la imagen al palacio de Elena de Troya unida a las mordidas arenas de la Sibila de Cumas(379)

Sibila de Cumas
Es de hacer notar que la Sibila de Cumas (o Deifoba: deidad o forma de Dios), es un personaje femenino de la mitología griega y romana, natural de Eritrea (actual Litri, en Turquía). Su padre fue Teodoro y su madre una ninfa. Nació en una gruta (como todas las sibilas) del monte Córico. Tenía el don de la profecía y hacía sus predicciones en versos (hexámetros). Esta sibila es la más importante de todas. Pasó la mayor parte de su vida en Cumas (Italia).

Debo recalcar que este capítulo es de suma complejidad, en realidad como otros del texto, pues Fronesis se extiende en una difícil explicación sobre la cópula con Ynaca, su relación con la imagen, lo estelar, el conocimiento, todos conceptos manejados por Lezama de manera poco común. Por ahora, prefiero, como lectora, sólo referirme a lo que se me hace más claro. 

Más adelante, aparece el nombre de Arthur McCornack, un rico norteamericano que había sufrido una horrible experiencia con la muerte de su familia, quemada. Pero ahora vive en París, tiene una importante cuadra de caballos y Vivino (Vivo: personaje de Paradiso y conocedor de la familia Cemí) trabajaba con él. Fronesis, junto con Lucía, Champollion, Margaret, Ynaca y su esposo van de excursión a la granja de McCornack. Vivo, aunque no había conocido a Fronesis en Cuba, le pregunta si, por casualidad conocía a José Cemí, que él había trabajado para su familia en Cuba y se sentía muy ligado a ellos. De seguido, Fronesis hace todo un análisis sobre lo que ocurre con personas que, oriundas de un país, se trasladan por diversas circunstancias a vivir en otro. Él dice que es como si todo el primer país se instalara en el segundo.

(En el párrafo anterior, notamos una contradicción. Fronesis, al mencionar a Champollion, le dice a Cemí que cree que no lo conoce pero en el capítulo I, se menciona que Fronesis conoce a Champollion por Cemí.).

A los pocos días, Cemí le responde a Fronesis. Le habla de la pérdida del libro de Licario, de su angustia al respecto y le envía las cuatro páginas sobrevivientes del texto “…que deben formar parte de un poema, que te remito para su posible reconstrucción” (388). En la novela hay una nota que señala que en el texto original, está vacío, es decir que no hay tal poema.

A continuación se describe la presencia de Abatón e Ynaca en la casa de Champollion y Margaret. Estos pretendían vender algún cuadro a expensas de los primeros, para ello, Champollion le colocaba a la pintura una especie de tótem (representado por falos). Ello se debía a que muchos de sus clientes era homosexuales y ello le permitía atraer su atención aunque en sí el cuadro no tuviera mayor valor. No obstante, Abatón e Ynaca se mostraron absolutamente indiferentes ante las pinturas. Al poco tiempo llegaron Cidi y Mahomed. Cidi estaba bebido y tuvo una actitud inadecuada y ello motivó a Margaret que lo amenazara con sacarlo de la casa. Luego llegaron Lucía y Fronesis que se mostraron sorprendidos por la presencia especialmente de Cidi pero, de entrada, Ricardo Fronesis aclaró que venía para despedirse.

Margaret sigue intentando reacomodar el encuentro y de pronto se dirige a Ynaca Eco, ofreciéndole ginebra con limón. A partir de aquí habla Ynaca para pedir que la llamaran Ecohé “…que tanto recuerda a Evohé” (393). Así la llamaba Licario. Por otra parte, hace toda una descripción de la fuerza de esa palabra y sus implicaciones mitológicas con Baco, Júpiter, Io y Prometeo. Después Ynaca invita a Lucía y a Margaret a “reojar” algo de la ciudad:

Digo reojar para sugerir una doble visión de nuestro paseo. Vamos a ver qué podemos encontrar por las calles que nos haga repensar y enseñar de nuevo a la Orplid (¿probablemente la Atlántida?), la ciudad que hay que reconstruir. Así,…provocaremos al menos la chispa de cómo nos van a ver a nosotros al paso de los milenios” (394-5)

Ynaca las lleva a visitar a una viejecita que estaba en un monasterio y les habla sobre el futuro que sería mejor para Lucía que para Margaret.

Al quedarse los hombres solos, Fronesis les dice cosas muy duras sobre lo que ellos (intentando exceptuar a Mahomed) representan para él. Prácticamente nada “No deseo la menor posibilidad tangencial con vuestro mundo, ni siquiera me despido, pues como muertos no podéis contestar a mi despedida” (397-8).

Luego Fronesis va en busca de Ynaca y de Lucía y estuvo a punto de que le cayera una viga que se desprendió del techo del lugar “…recibió un tironeo hacia una camareta lateral”.  Un adolescente que estaba allí fue quien lo haló. En el fondo de la pieza donde se hallaba había una inscripción que decía “Fábrica de metáforas y hospital de imágenes. Abajo…la frase que le había oído muchas veces a Cemí: Sólo lo difícil es estimulante”. La famosa frase lezamiana que parece haber impulsado toda su literatura.

El adolescente comenzó a decir:

Tengo que vivir al lado de una posesa para despertar y ennoblecer de nuevo a la poesía. El más poderoso recurso que el hombre tiene ha ido perdiendo significación profunda, de conocimiento, de magia, de salud, para convertirse en una grosería de lo inmediato…para mí no hay nada más que cuerpo e imagen. Y lo único que puede captarlo es la poesía y por eso me desespero ante la inferioridad que la recorre en los tiempos que sufrimos y lloramos…Hay que llevar la poesía a la gran dificultad, a la gran victoria que partiendo de las potencias oscuras venza lo intermedio en el hombre…-Hay que volver al enigma –comenzó a decirle a Fronesis-, en el sentido griego, es decir partiendo de las  semejanzas llegar a las cosas más encapotadas. Hay que volver a definir a Dios partiendo de la poesía. Ya usted recordará:

Qué es el uno, qué es el tres.
Y estos tres si los contares si los contares,
Aunque son nones, son pares.” (402-404)

El adolescente continua hablándole sobre cómo hay que revitalizar a la poesía en lo que bien pudiera constituir el arte poética de Lezama. El adolescente, quien parecía un mago, termina con una frase que Fronesis reconoce, con alegría, pues pertenece a Cemí: “Es una estupidez al revés, una locura lúcida que raya el diamante y después diviniza el polvillo desprendido por la piedra” (405). Fronesis se despide.

CAPÍTULO IX

En este capítulo se nos habla de Foción quien había desaparecido después que un rayo fulminó al álamo alrededor del cual giraba incesantemente en Paradiso, cuando se hallaba recluido en un hospital por una crisis de aparente locura.  

Se menciona que cuando él supo que Fronesis se había marchado a París quiso ir tras él pero al enterarse, por Cemí, de que Lucía estaba embarazada, aportó el dinero para el pasaje: “Tuvo la suprema nobleza de cerrarse la última puerta que le quedaba para no caer de nuevo en la locura” (406). Aún así, seguía soñando con Fronesis.

Iba a diario al malecón. En uno de esos días, vio a un grupo de jóvenes que se tiraban al acantilado por unas monedas. El que los comandaba era un negro a quien le decían el Tinto y era un excelente nadador. Súbitamente Foción se quitó la ropa y, en calzoncillos se tiró al agua. El Tinto se despreocupó cuando se dio cuenta que Foción no iba en busca de monedas pero no pudo dejar de observar su gran capacidad como nadador. Mientras Foción nadaba evocaba a Fronesis “Cuando se tiró al agua lo hizo con el propósito de imitar la salida de un barco e irse en busca de Fronesis” (410).  Fue tan intenso su pensar que hasta tuvo una erección y luego cayó en una especie de lasitud. Foción siguió en el mar y fue alcanzado por un tiburón que le arrancó medio brazo. El Tinto, quien tenía un brazo inutilizado por una experiencia similar, fue en su auxilio y logró sacarlo del agua.

Después de lo anterior y sin solución de continuidad, Lezama nos narra una escena donde Fronesis, urgido por la necesidad de los recuerdos, evoca una ocasión donde tuvo que ir a Casablanca para  sacar su partida de inscripción. Hizo ese viaje en lancha,  cuando fue a cancelar su pasaje no lograba conseguir sus monedas (luego alguien pagó por él). Durante el regreso, recuerda que el hombre que dirigía la lancha empezó a hablar extrañamente  y  sintió que el hombre siempre estuvo dirigiéndose a él. En esa travesía recordó a Foción: “Le pareció que se prolongaba como el espíritu de lo extenso, una invasión de humo esparcido en colores. No aparecía Foción como dramatis personae, pero cubría toda la escena, como el estado que precede a la aparición de un fantasma” (420). El conductor de la lancha continuaba hablando como en sueños, decía: “Perder la madre y recuperarla…lo perdido…se encuentra en todas las esquinas, pero nadie percibe ese misterio…lo perdido que no nos sobresalte…No tienen a la madre, pero eso les permite las metamorfosis más incesantes, la persona que no la tiene no se fija. Vive varias vidas y tiene en vida el don icárico del vuelo” (420)

Luego Fronesis se halló frente al Castillo de la Fuerza que para él era el centro de la imantación de La Habana. Había una romería, una fiesta nupcial, la unión de Hernando de Soto y su esposa acto que sería celebrado por Vasco Porcallo de Figueroa que, al parecer tenía las “virtud” de gran preñador.

Después se narra el encuentro de Fronesis con Editabunda, viejecita que se hallaba en estado de gracia en un convento dominico en París. Ynaca ya la había visitado con Margaret y Lucía. Fronesis no tuvo mayores inconvenientes para verla. Editabunda, “…en cuanto vio a Fronesis mostró su alegría y una espera que se cumplía” (424). Esta le habló de Licario  y le dijo “…pero tú volverás a caminar los caminos que él (Licario) recorrió y lo que tú hagas será la reconstrucción de aquel libro suyo Súmula, nunca infusa, de excepciones morfológicas…“ (424-5) que ya sabemos que se perdió en un ciclón, cosa que Cemí lamentó profundamente. Le dice que a través del poema que Cemí le envió él deberá reconstruir el libro pues se trata de un libro sagrado, primero porque se ha perdido y segundo porque “…lo perdido busca su vacío primordial, se sacriliza” (425).

Editabunda agrega que tanto él (Fronesis) como Cemí “…alcanzarán al unirse el Eros estelar, interpretar la significación del tiempo, es decir, la penetración tan lenta como fulgurante del hombre en la imagen” (425). Editabunda sabe que Fronesis también vino a Europa para conocer a su verdadera madre y le dice que luego le dirá como hallarla en Viena.

Por otra parte le habla del curso délfico y que se lo enseñará. Previamente le comenta que Licario creía que:

1.- hay un conocimiento oracular en el que cada libro fuera una revelación.
2.- Al ser así, cada libro descifra el secreto de una vida.
3.- La primera parte del curso délfico se llama obertura palatal, cuyo fin es encontrar y desarrollar el gusto de la persona, es decir, hallar cuáles son los libros que dejan en una persona una memoria creadora que esté siempre dispuesta a devolver lo creado. Es algo que siempre nos debería acompañar.

Editabunda continua hablándole a Fronesis y dice que aunque un hombre se haya pasado su vida leyendo las mejores obras pero no ha leído El Gran Meaulnes, La Eva futura, Al revés, Mono, “…su gusto vacila como un gourmet que no hubiera probado la piña” (426) 



Le enseñó su biblioteca (tres estantes). La misma estaba hecha con madera cubana y  contenía unos dos mil libros. Fronesis alcanzó a ver, en el primer estante, Las mil y una noches y el último libro del tercer estante era el Timeo de Platón seguido de la Metafísica de Aristóteles. Ella sigue explicándole que: en el primer estante están los libros que despiertan el “paladar de curiosidad por aquello que cada cual tiene que hacer suyo, estableciendo entre él y el curso una continuidad inagotable”. Que en el segundo estante están lo que ella llama “el horno transmutativo, el estómago del conocimiento, que va desde el gusto al humus…a la materia que quiere ser creadora. Se comprueba que la materia asimilada es germinativa y la semilla asciende hasta la flor o el fruto” (427). Este horno nos revela que el “paideuma de la creación (la educación del hombre como tal) está vivo en nosotros, que la escritura cae en nosotros” (430).  

El tercer estante trata del:

espacio tiempo…Adquirir un espacio donde el hombre convierte en un cristal pineal su circunstancia, el espacio exterior o interior, como si toda interrupción o ruptura de la comunicación se rompiese para vivir nuestro verdadero enigma. Se burla también del tiempo, pues acerca la vida a la muerte y la muerte en la vida, gravita el cielo hasta la tierra y levita la tierra hasta el cielo

También nos enseña “…si en realidad merecemos la muerte como una suspensión para la resurrección” (427),  Editabunda le dice algo crucial. Que no se trata de la “acumulación, sino de encontrar las esencias que nos entregan la sucesión de las generaciones y algo que se pone por encima de lo generacional para dar un salto, pues esos estantes se renuevan constantemente”

Finalmente Editabunda lo invita a venir a diario para que vea los libros y le dejará una frases que deberá meditar: “Esas sentencias de los iniciados (sabios) trazarán en torno tuyo como un espacio que te revelan que las tres ruedas funcionan con el debido juego de sus dientes” (430).

Frases como: “Lo bello es lo más justo, la salud lo mejor, obtener lo que se ama es la más dulce prenda para el corazón” (Oráculo de Delfos).

Oráculo de Delfos
“Hemos nacido demasiado tarde para ser dioses y demasiado temprano para tener un ser” (Hölderlin).
Hölderlin

“La pereza es lo único que nos hace pensar que somos dioses venidos a menos” (Pascal).

Blas Pascal
Luego Editabunda le da un papelito donde podrá hallar a su madre, no sin antes hablarle de la importancia de una madre y su relación con sus hijos.

Después pasamos a Cuba, con los padres de Fronesis quienes lo extrañaban mucho, en especial, su padre. Tiempo después el Dr. Fronesis se trasladó de Santa Clara a La Habana con su esposa, el cartulario, su hija Delfina, Clara, José Ramiro y su hijo Ramiro. Allí transcurrían los días jugando al ajedrez y al dominó. Un día llegó un mensajero que traía un mensaje de Lucía donde informaba que Fronesis estaba herido.  El Dr. Fronesis casi se muere y mientras era llevado donde un médico se encontró con Foción herido e hizo que lo recogieran. Llevaron a ambos a la casa del padre de Foción que aún bajo su locura, le practicó una transfusión de sangre a su hijo con la del Dr. Fronesis (el cual se alegró mucho de esta “mezcla de sangre” y de poder ayudar al amigo de su hijo, del que una vez, en Paradiso quiso alejarlo). Después el Dr. Foción suturó a su hijo y el Dr. Fronesis le dijo que le pagaría el pasaje a Foción para que fuera a París a buscar a Fronesis que estaba herido.
(El gran Meaulnes (Le Grand Meaulnes) es la única novela escrita por Alain-Fournier en 1913 en la que se relata la historia de Augustin Meaulnes buscando su amor perdido. Respondiendo a esquemas romanticistas, el protagonista impulsivo, temerario y heroico se lanza hacia lo desconocido para recuperar el mundo misterioso e inalcanzable que separa la infancia y la adultez.
Este libro está considerado una de las mejores obras de la literatura francesa de los últimos siglos y fue traducido a varios idiomas)
(La Eva futura, (también traducida como La Eva del mañana y la Eva del Futuro, en Francia: L'Eve Future) es una novela de ciencia ficción simbolista escrita por el autor francés Auguste Villiers de l'Isle-Adam. Iniciado en 1878 y publicado originalmente en 1886, la novela es conocida por popularizar el término "Androide")
CAPÍTULO X
Aquí se habla otra vez de McCornack que, al parecer, tenía una buena voz: “…y en cualquier momento lanzaba un chorrito melódico” (439). Un día, llegando a su casa, resulta que la misma se había quemado y habían muerto su esposa, sus dos hijos y su perro pequinés. Posteriormente, adquirió la costumbre de cantar en cualquier momento y circunstancia pero también  empezó a sufrir de unos ataques en los cuales caía al suelo y perdía el conocimiento y que Lezama llama asistolia. En una ocasión los vecinos lo socorrieron pues le dio la “asistolia” cerca de su casa y así se enteraron que McCornack había hecho unos muñecos de cera donde representaba a su familia.
McCornack llegó a cantar en varios teatros y tiempo después se marcha a París pues había acumulado una cierta cantidad de dinero. Compra caballos y conoce a Vivo, quien funge como administrador de McCornack:
Todos pensaban que era secretario, administrador y marido del americano. Pero, cosa rara, aunque McCornack tenía muchos amigos homosexuales, no lo era y Vivo mucho menos. Había llevado de Cuba un machismo muy subyugado y se rascaba los genitales con tal frecuencia que McCornack tuvo que llamarle la atención (444-5)
Después de esto, Lezama relata la presencia de Foción en Italia, luego en París, Inglaterra para regresar de nuevo a París. Está acompañado de su hijo Focioncillo. Visitan juntos una gran cantidad de museos con la particularidad de que a Focioncillo siempre le daban ganas de orinar: “Foción pensó que era rara la reacción de su hijo. La contemplación artística le pesaba sobre las glándulas suprarrenales. Un dibujo, un tono rosa, un azul, le producían escozor, que pronto se manifestaba en incontenibles ganas de orinar” (441).  
Se menciona el interés que tiene Foción por el libre desarrollo de su hijo “Sabía Foción en carne propia que la vigilancia engendra la culpabilidad” (443)
Una vez  lo lleva a un circo (y el recuerdo que ya de grande Focioncillo tiene de ese circo). Por cierto, después de la visita al circo, Foción le dice a su hijo, hablándole de las personas:
la mayoría bajo un abrigo de bondad ocultan la pulsera serpiente, pero pocas, muy pocas personas, se presentan como malvadas y en el fondo una pequeña maldad inocente o un engaño de delicias. Que tuviese cuidado con la gente de la primera clase y huyese siempre de ella, pero que procurase estar al lado de la gente de la otra manera, que quieren regalarnos el sano asombro (451)
McCornack daba fiestas con frecuencia donde asistían Champollion, Margaret, Cidi Galeb, Awalobit. A Ynaca no le gustaba McCornack. Ella estaba con Lucía y le enseñaba cosas (al parecer Fronesis la había dejado a su cuidado. Imaginamos que él había ido a Viena en busca de su madre con las indicaciones que le había dado Editabunda). Ynaca pensaba que McCornack era “…un hombre falso, misterioso y extravagante” (449)
Vivo era el encargado de llevar las invitaciones cuando McCornack daba una fiesta. Aprovechaba para ver a los cubanos que por una y otra circunstancia vivían en París, entre ellos, a su hermano Martincillo que se había convertido en un peluquero famoso y que había llegado a París después de haber establecido una entrañable amistad con un francés que estuvo de visita en la isla. Martincillo también tocaba la flauta. Vivo también visitaba a Sofía Keller, apodada La Poderosa, que se había hecho amante de un capitán cubano y de la relación del hijo de Sofía con Oppiano Licario. Por cierto, Oppiano intentó acercar al hijo de Sofía a Ynaca, pero Lezama dice que ella se mostraba “…lejana, indiferente y asexual” (455), además, refiriéndose a ambos, Lezama agrega que “…la más invencible castidad era la característica más profunda entre ellos” (455). Vivo también visita a un japonés de La Habana quien era dueño de una tienda llamada “El triunfo de la peonía”. Menciona a Lupita y a su hermano que también son personajes menores de Paradiso. Por último, Viso lleva una invitación a Ynaca y a su esposo pero Ynaca se muestra indiferente mientras Awalovit trata muy bien a Vivo a quien le ofrece ron y un cigarro. Ya en el párrafo final, Lezama plantea una extraña pregunta: “¿Gustaba Ynaca de McCornack?” (457) y luego agrega la relación entre Oppiano y su hermana.

París



Caracas, 10 de agosto de 2012.










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