LAS GUERRAS ÍNTIMAS (2011). Roberto Martínez Bachrich (Valencia, 1977)
Roberto
Martínez B. es poeta, narrador,
ensayista y profesor de la Escuela de Letras de la Universidad Central de
Venezuela. No cree, a pesar de lo que se ha dicho, que actualmente exista un
boom en la narrativa venezolana. Dice "Es,
simplemente, un capítulo más de una tradición que siempre ha estado viva" (Martínez
B, Nos gusta quejarnos 1)
Afirma que no tiene una relación profunda con
los autores narrativos nacionales, sino que son aspectos particulares los que
han llamado su atención. Y en relación a nuestra literatura agrega que “ Nos gusta quejarnos de la ausencia de
literatura, y también de `la literatura que no sirve’. Es una cosa de cómo
miramos”
En
relación a Las Guerras Íntimas dice
Martínez B. que “me
siento menos inseguro. Justamente por ese largo trabajo de redefinición y
reescritura. Tal vez no sean cuentos extraordinarios. Pero creo, digamos, que
hay diez textos con los cuales estoy hasta cierto punto conforme” (1)
Efectivamente
se trata de un conjunto de diez relatos
que abordan temas variados que parecen surgir de la vida cotidiana pero que toman un giro
que le dan calidad e interés desde el punto de vista narrativo. Todos están
narrados en primera persona.
Los
relatos incluyen:
“Grieta”
Narra
la relación de dos parejas vecinas que se reunían asiduamente. En una ocasión
Enma y Carlos les anuncian a Marion y al narrador que van a divorciarse, lo
cual los afecta mucho. Paralelamente se narra la grieta de una pared común y el
sonido del ascensor del edificio que parece aumentarla más. Enma y Carlos
concluyen su divorcio. Carlos se irá cuando lo liquiden en su trabajo. Efectúan el divorcio vía México (por ser más
rápido), pero resulta que la relación de Marion y el narrador tampoco va bien
(tienen 3 meses sin relaciones íntimas). Un día el narrador se encuentra a
Carlos y este le dice que no lo van a liquidar todavía. Ese mismo día, el
narrador llega a su apartamento, Marion no está. Encuentra un sobre en el piso
que viene de México lo que nos hace suponer que Marion le está pidiendo el
divorcio.
Nunca son necesarias las flechas calientes en corazones
silenciados
“Los
colores oscuros”
Dos
hermanos (Valeska y Vladimir) quedan huérfanos al morir sus padres trágicamente
en un accidente. Son acogidos por la única tía materna que tienen, Tania, quien
era “…histérica, solterona, sin hijos”. La tía los cría, al parecer con mucha
rudeza “Y nos educó con mano dura, durísima. Con ese necio y rígido método
propio de cierta educación europea del primera mitad del siglo pasado. La tía
Tania siempre fue un poco bruta, la pobre. No como mamá” (15). Ya más crecidos,
los hermanos deciden emprender un viaje a México. Desde allí, comienzan a
llamar a su tía para hacerla partícipe
de una cantidad de terribles circunstancias que llevan a cabo y que la hacen
enfurecer. En una ocasión, Valeska llama a su tía para darle cuenta de un
supuesto asesinato donde se encuentra envuelto el hermano. La tía la insulta y le
dice que “…es el castigo de Dios por su amorío con mi padre. Lo más extraño que
ha podido suceder en este mundo es que mi tía haya admitido abiertamente su
romance con papá, y que lo haya dicho así, con la voz entera, sin llantos ni
histerias” (21). Valeska piensa que su tía está bebiendo y que eso es una mala
noticia. La tía Tania al poco se suicida.
Los hermanos regresan al país y retoman su vida felices y contentos (todo lo
que le contaban a la tía Tania era un invento), incluso con holgura económica
entre la herencia de sus padres y la de la tía Tania “Es difícil creer que haya
tanto silencio en el apartamento, tanta paz. Mi madre siempre nos decía –y
éramos muy pequeños pero ambos lo recordamos- aquello de que el que persevera
vence. Mi madre sí que era una sabía” (23).
Este
relato parece ser la lucha entre el mal contra el mal y el vencedor fue el mal.
“Como
olvidar las perdices muertas” o “El irrespeto hacia la mujer ajena”
Se
trata de un pintor de apellido Rodríguez. Su área era la de los retratos. Ésta
vez pintaba a la familia de los marqueses de Tordera (recomendado por la
duquesa de Blanes) y le quedaba pendiente la marquesa, llamada Lucía, con la
que, al parecer, había entablado una relación amorosa. Un día el marqués lo
invito a cazar perdices lo que no fue del agrado de Rodríguez pues no tenía
afición por la caza. Rodríguez “…había tratado de zafarse de la invitación: él
nunca había ido de caza, no tenía puntería y le daba una enorme lástima hacer
sufrir a un pájaro”. El marqués alegó que “…si era hábil con los pinceles
también lo sería con el rifle: las manos son las manos, el arte es el arte, le
reveló sentencioso, la precisión del pintor y la del cazador no estaban lejos
la una de la otra” (27). Resulta que el marqués le dispara a Rodríguez y lo
deja en el campo. Era su venganza por la relación que tuvo con su esposa.
“Aguas
perdidas, aguas encontradas”
El
narrador y su amigo Ricardo (ambos adolescentes) van a Choroní. Les encanta el
mar, especialmente acampar en Choroní: “Choroní era una especie de lugar sagrado
en el que la diversión era una garantía”. Esa garantía incluía bebidas, sexo y
drogas.
No
obstante, el narrador destaca que iba a Choroní porque este era “…un lugar
privilegiado…el asunto era estar allí, no con quién…No son muchos los lugares
en el mundo a los que se va por el lugar mismo…” (33-4)
El
narrador y Ricardo se encuentran a unos hermanos, Javier y Luisana y hacen
buenas migas. Al narrador le llama la atención Luisana pero no siente deseos de
entablar ninguna relación particular pero Ricardo si desea tener algo con ella.
Un día, amanece el mar picado y Ricardo invita a el narrador y a Luisana “Vamos
a que nos revuelque una ola” (40). El narrador se niega, relata el por qué no
le llama la atención esa experiencia pero al final accede.
El
narrador casi se iba ahogando. Esta sección del relato es excelente.
Realmente
estuvo a punto de morir, cosa de la que ni Ricardo ni Luisana se dieron cuenta.
Cuando logró salir, los encontró echados en la arena y él se recostó sobre las
piernas de Luisana.
“…era un asunto vital y una elección decisiva…”
“…es lógico evadir a los monstruos, es natural no querer
hablar de ellos, no respirarlos”
“Densidad
de las mesas”
Este
texto se inicia con un interesante párrafo sobre la memoria. Sabemos que la
memoria es una función del cerebro y del intelecto. Pensar en la memoria nos
trae a colación las palabras: recuerdo, olvido, rememoración y las patologías
relacionadas con la pérdida de la memoria, con la incapacidad de olvidar lo
cual también puede ser muy frustrante. El párrafo dice así: “La memoria –se
sabe- es un bosque terriblemente frondoso que esconde demasiados dragones. Y lo
peor es que todos echan fuego por la boca”.
Relata
la historia de una fobia a las mesas que acaba con el matrimonio del
narrador y también con su vida. Al parecer, el origen de la fobia tiene que ver
con la muerte de la madre, en la casa, al caerle accidentalmente una mesa
encima “Acepto, reconozco y asumo, por tanto, no haber olvidado el hecho de que
a mi madre la mató una mesa…la mesa se desplomó y la aplastó. Fue espantoso ver
a mi padre y a mi tío sacar el cadáver…” (47). El narrador tiene pesadillas
continuas con mesas que intentan asesinarlo en su apartamento.
Como
ya dije, el narrador termina divorciado de Irene y varias de la peripecias que
describe es con la señora de servicio llamada Pancha.
“Wave”
En
este relato, dos jóvenes deciden vivir una aventura engañando sin piedad a sus
progenitores: “Somos jóvenes e inconscientes, Verónica y yo, y siempre hemos
estado orgullosos de ello. Será por eso que no nos costó ningún trabajo
mentirle a nuestros padres” (57).
Verónica
le aseguró a la mamá de él que bajo ninguna circunstancia irían a la playa y
él, por su parte, le aseguró al padre de ella lo mismo. Era la época de la
amenaza del huracán Sabrina. Pero resulta que sí, que irían a las playas de
Falcón vía Los Médanos. Él soñaba con tener sexo con Verónica. También
engañaron a los guardias que querían impedirles el paso ante el anunciado huracán
aludiendo que sólo iban a buscar a un familiar que no podía valerse por sí
mismo. El aviso del huracán no les
generaba miedo.
Otra
costumbre que tenían los jóvenes era que una decisión la tomaba uno y otra el
otro siendo algo que respetaban irrestrictamente. Lo cierto es que terminaron
ahogados. La última decisión le tocaba a él. Pensó “Paso”, pero ya no había
tiempo para comunicárselo a Verónica.
“Los
gatos negros”
Relata
la historia de 4 compañeros y amigos de la Universidad que se graduaron de
odontólogos: Martha, Marcos, Luigi y el narrador. Realmente a todos les gustaba
Martha pero quien la conquistó fue Marcos. Todos consiguieron empleo
rápidamente y se veían una vez por semana en la habitación de Martha y Marcos
que se habían ido a vivir juntos. Martha era fanática de los gatos y tenía dos
a quienes les puso nombres de emperadores romanos. Después de un tiempo, Martha
deja a Marcos (y a los gatos) sin ninguna explicación.
Luego
Martha se aparece en el apartamento del narrador diciéndole que ella lo quería.
El narrador siente escrúpulos por Marcos pero se queda con Martha quien empieza
a llevar gatos negros al apartamento. Marcos se alejó de sus amigos excepto de
Luigi quien siempre lo visitaba y a la nueva pareja también. El narrador, no
obstante, cada cierto tiempo se sentía culpable “Pero las sombras nunca saben
guardar bien los afectos. Y llegó el día. Mi herida amistad con Marcos volvía a
agitar el tizón para convertirlo en oscura llama, en quemadura impostergable
que me cobraría las culpas” (68) Al final, Martha deja al narrador (y a los
gatos negros) y todo hace suponer que se va con Luigi.
“El
otro mar”
Es
una historia que se desarrolla en Marsala (municipio perteneciente a la
provincia de Trápani, en la costa occidental de Sicilia, Italia). Los
personajes incluyen a la abuela materna, cuyo esposo había muerto en la guerra
contra Libia, la madre del narrador, gravemente enferma, la tía Julia, mujer
luchadora y conspiradora y al narrador (que había nacido poco antes de los años
30). La tía trabajaba en un viñedo. Llegó la época de Mussolini y con él el
terrible fascismo. Entonces la vida les cambió.
Descubierta
una reunión secreta donde participaba la tía Julia, mataron a sangre fría a uno
de sus compañeros. La tía Julia cayó en un fuerte estado depresivo del que
nunca logró salir. Resultó que la tía estaba embarazada y el narrador sospecha
que el padre de su prima Mara era ese compañero asesinado.
Al
final, la abuela decidió emigrar a Venezuela (como ya lo habían hecho otros
amigos). De Marsala pasaron a Cagliari, capital de Cerdeña, luego a Lisboa.
Allí la tía Julia empeoró pero se negó a retrasar el viaje. Cruzaron el
Atlántico. La tía Julia murió en Caracas. Para la fecha nuestro narrador tenía
nueve años. Después la familia logra establecerse en la isla de Margarita. La abuela
trabaja como costurera y logra sacar a la familia adelante. Mara está en la
universidad. El narrador se casa y tiene tres hijos. Nunca abandonó la
esperanza de volver a Marsala,
"Blanco”
Se trata de un relato de
enfermeras. La enfermera Leticia Blanco, cuarentona, y muy eficiente en su
trabajo, le había hecho un préstamo monetario a su compañera de trabajo
Verónica Méndez para la compra de un apartamento. Al parecer, Verónica estaba
rehuyéndole a Leticia para no tocar el tema de la devolución del dinero. Un día
se encontraron y Leticia le recordó la deuda: “…lo importante era que no se
olvidara de la deuda y no se estuviera escondiendo” (90). Cuando Leticia se
marchó, Verónica no pudo evitar de calificar a Leticia, delante de sus otras
compañeras, de “gran tacaña”. Esa misma
noche Leticia se mata en un accidente de tránsito. Quedó descuartizada. Fue un
golpe muy duro para su familia y compañeras de trabajo quienes asistieron al
velorio y al entierro. Verónica no asistió y, aunque tenía el dinero para
haberle pagado a su compañera y, en este caso a sus familiares, decidió hacerse
la desentendida. En un amanecer en el trabajo, Verónica se cambiaba de ropa, empezó
a sentirse extrañada de que su compañera de turno no hubiese llegado ya.
Resulta que tuvo la visión de su compañera Leticia vestida de enfermera y sin
cabeza. Cayó en una severa crisis de pánico. Posterior a eso, Verónica fue a la
casa del hermano de Leticia y le canceló la deuda del apartamento y también los
invitó a una misa que ella le había mandado a hacer.
Verónica dejó su trabajo
alegando trastornos psiquiátricos cuyo posible origen se negó a explicar.
“Sifilíticos
e integrados”
Trata
de una pareja de amigos de años, Mayra y el narrador. Ambos son dejados por sus
parejas, Julián y Eugenia respectivamente. Mayra y el narrador se hayan muy
afectados aparte de que a Mayra le detectan un herpes genital y al narrador
unos piojos púbicos. En un momento dado, piensan en vengarse pero luego optan
por dejarlo así.
Textos citados
- Martínez Bachrich, Roberto. Las guerras íntimas, Lugar Común: Caracas. 2011.
- Martínez Bachrich, Roberto. “Nos gusta quejarnos de la ausencia de Literatura”. Entrev. Eduardo Cobos. El Nacional. 28 de abril 2012. Web. 21 jul. 2012. http://www.el-nacional.com/noticia/32975/21/Roberto-Martinez-Bachrich-Nos-gusta-quejarnos-de-la-ausencia-de-Literatura.html.
c Caracas, 2 de agosto de 2012.
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