jueves, 2 de agosto de 2012

DESCUBRIENDO LA NARRATIVA VENEZOLANA DEL SIGLO XXI



LAS GUERRAS ÍNTIMAS (2011). Roberto Martínez Bachrich (Valencia, 1977)

Roberto Martínez  B. es poeta, narrador, ensayista y profesor de la Escuela de Letras de la Universidad Central de Venezuela. No cree, a pesar de lo que se ha dicho, que actualmente exista un boom en la narrativa venezolana. Dice "Es, simplemente, un capítulo más de una tradición que siempre ha estado viva" (Martínez B, Nos gusta quejarnos 1)

Afirma que no tiene una relación profunda con los autores narrativos nacionales, sino que son aspectos particulares los que han llamado su atención. Y en relación a nuestra literatura agrega que “ Nos gusta quejarnos de la ausencia de literatura, y también de `la literatura que no sirve’. Es una cosa de cómo miramos”

En relación a Las Guerras Íntimas dice Martínez B. que                                        “me siento menos inseguro. Justamente por ese largo trabajo de redefinición y reescritura. Tal vez no sean cuentos extraordinarios. Pero creo, digamos, que hay diez textos con los cuales estoy hasta cierto punto conforme” (1)

Efectivamente se trata de un conjunto de diez relatos  que abordan temas variados que parecen surgir  de la vida cotidiana pero que toman un giro que le dan calidad e interés desde el punto de vista narrativo. Todos están narrados en primera persona.

Los relatos incluyen:

“Grieta”

Narra la relación de dos parejas vecinas que se reunían asiduamente. En una ocasión Enma y Carlos les anuncian a Marion y al narrador que van a divorciarse, lo cual los afecta mucho. Paralelamente se narra la grieta de una pared común y el sonido del ascensor del edificio que parece aumentarla más. Enma y Carlos concluyen su divorcio. Carlos se irá cuando lo liquiden en su trabajo.  Efectúan el divorcio vía México (por ser más rápido), pero resulta que la relación de Marion y el narrador tampoco va bien (tienen 3 meses sin relaciones íntimas). Un día el narrador se encuentra a Carlos y este le dice que no lo van a liquidar todavía. Ese mismo día, el narrador llega a su apartamento, Marion no está. Encuentra un sobre en el piso que viene de México lo que nos hace suponer que Marion le está pidiendo el divorcio.

Nunca son necesarias las flechas calientes en corazones silenciados

“Los colores oscuros”

Dos hermanos (Valeska y Vladimir) quedan huérfanos al morir sus padres trágicamente en un accidente. Son acogidos por la única tía materna que tienen, Tania, quien era “…histérica, solterona, sin hijos”. La tía los cría, al parecer con mucha rudeza “Y nos educó con mano dura, durísima. Con ese necio y rígido método propio de cierta educación europea del primera mitad del siglo pasado. La tía Tania siempre fue un poco bruta, la pobre. No como mamá” (15). Ya más crecidos, los hermanos deciden emprender un viaje a México. Desde allí, comienzan a llamar  a su tía para hacerla partícipe de una cantidad de terribles circunstancias que llevan a cabo y que la hacen enfurecer. En una ocasión, Valeska llama a su tía para darle cuenta de un supuesto asesinato donde se encuentra envuelto el hermano. La tía la insulta y le dice que “…es el castigo de Dios por su amorío con mi padre. Lo más extraño que ha podido suceder en este mundo es que mi tía haya admitido abiertamente su romance con papá, y que lo haya dicho así, con la voz entera, sin llantos ni histerias” (21). Valeska piensa que su tía está bebiendo y que eso es una mala noticia.  La tía Tania al poco se suicida. Los hermanos regresan al país y retoman su vida felices y contentos (todo lo que le contaban a la tía Tania era un invento), incluso con holgura económica entre la herencia de sus padres y la de la tía Tania “Es difícil creer que haya tanto silencio en el apartamento, tanta paz. Mi madre siempre nos decía –y éramos muy pequeños pero ambos lo recordamos- aquello de que el que persevera vence. Mi madre sí que era una sabía” (23).

Este relato parece ser la lucha entre el mal contra el mal y el vencedor fue el mal.

“Como olvidar las perdices muertas” o “El irrespeto hacia la mujer ajena”

Se trata de un pintor de apellido Rodríguez. Su área era la de los retratos. Ésta vez pintaba a la familia de los marqueses de Tordera (recomendado por la duquesa de Blanes) y le quedaba pendiente la marquesa, llamada Lucía, con la que, al parecer, había entablado una relación amorosa. Un día el marqués lo invito a cazar perdices lo que no fue del agrado de Rodríguez pues no tenía afición por la caza. Rodríguez “…había tratado de zafarse de la invitación: él nunca había ido de caza, no tenía puntería y le daba una enorme lástima hacer sufrir a un pájaro”. El marqués alegó que “…si era hábil con los pinceles también lo sería con el rifle: las manos son las manos, el arte es el arte, le reveló sentencioso, la precisión del pintor y la del cazador no estaban lejos la una de la otra” (27). Resulta que el marqués le dispara a Rodríguez y lo deja en el campo. Era su venganza por la relación que tuvo con su esposa.

“Aguas perdidas, aguas encontradas”

El narrador y su amigo Ricardo (ambos adolescentes) van a Choroní. Les encanta el mar, especialmente acampar en Choroní: “Choroní era una especie de lugar sagrado en el que la diversión era una garantía”. Esa garantía incluía bebidas, sexo y drogas.
No obstante, el narrador destaca que iba a Choroní porque este era “…un lugar privilegiado…el asunto era estar allí, no con quién…No son muchos los lugares en el mundo a los que se va por el lugar mismo…” (33-4)
El narrador y Ricardo se encuentran a unos hermanos, Javier y Luisana y hacen buenas migas. Al narrador le llama la atención Luisana pero no siente deseos de entablar ninguna relación particular pero Ricardo si desea tener algo con ella. Un día, amanece el mar picado y Ricardo invita a el narrador y a Luisana “Vamos a que nos revuelque una ola” (40). El narrador se niega, relata el por qué no le llama la atención esa experiencia pero al final accede.
El narrador casi se iba ahogando. Esta sección del relato es excelente.
Realmente estuvo a punto de morir, cosa de la que ni Ricardo ni Luisana se dieron cuenta. Cuando logró salir, los encontró echados en la arena y él se recostó sobre las piernas de Luisana.

“…era un asunto vital y una elección decisiva…”

“…es lógico evadir a los monstruos, es natural no querer hablar de ellos, no respirarlos”

“Densidad de las mesas”

Este texto se inicia con un interesante párrafo sobre la memoria. Sabemos que la memoria es una función del cerebro y del intelecto. Pensar en la memoria nos trae a colación las palabras: recuerdo, olvido, rememoración y las patologías relacionadas con la pérdida de la memoria, con la incapacidad de olvidar lo cual también puede ser muy frustrante. El párrafo dice así: “La memoria –se sabe- es un bosque terriblemente frondoso que esconde demasiados dragones. Y lo peor es que todos echan fuego por la boca”.

Relata la historia de una fobia a las mesas que acaba con el matrimonio del narrador y también con su vida. Al parecer, el origen de la fobia tiene que ver con la muerte de la madre, en la casa, al caerle accidentalmente una mesa encima “Acepto, reconozco y asumo, por tanto, no haber olvidado el hecho de que a mi madre la mató una mesa…la mesa se desplomó y la aplastó. Fue espantoso ver a mi padre y a mi tío sacar el cadáver…” (47). El narrador tiene pesadillas continuas con mesas que intentan asesinarlo en su apartamento.

Como ya dije, el narrador termina divorciado de Irene y varias de la peripecias que describe es con la señora de servicio llamada Pancha.

“Wave”

En este relato, dos jóvenes deciden vivir una aventura engañando sin piedad a sus progenitores: “Somos jóvenes e inconscientes, Verónica y yo, y siempre hemos estado orgullosos de ello. Será por eso que no nos costó ningún trabajo mentirle a nuestros padres” (57).
Verónica le aseguró a la mamá de él que bajo ninguna circunstancia irían a la playa y él, por su parte, le aseguró al padre de ella lo mismo. Era la época de la amenaza del huracán Sabrina. Pero resulta que sí, que irían a las playas de Falcón vía Los Médanos. Él soñaba con tener sexo con Verónica. También engañaron a los guardias que querían impedirles el paso ante el anunciado huracán aludiendo que sólo iban a buscar a un familiar que no podía valerse por sí mismo. El aviso del  huracán no les generaba miedo.
Otra costumbre que tenían los jóvenes era que una decisión la tomaba uno y otra el otro siendo algo que respetaban irrestrictamente. Lo cierto es que terminaron ahogados. La última decisión le tocaba a él. Pensó “Paso”, pero ya no había tiempo para comunicárselo a Verónica.

“Los gatos negros”

Relata la historia de 4 compañeros y amigos de la Universidad que se graduaron de odontólogos: Martha, Marcos, Luigi y el narrador. Realmente a todos les gustaba Martha pero quien la conquistó fue Marcos. Todos consiguieron empleo rápidamente y se veían una vez por semana en la habitación de Martha y Marcos que se habían ido a vivir juntos. Martha era fanática de los gatos y tenía dos a quienes les puso nombres de emperadores romanos. Después de un tiempo, Martha deja a Marcos (y a los gatos) sin ninguna explicación.

Luego Martha se aparece en el apartamento del narrador diciéndole que ella lo quería. El narrador siente escrúpulos por Marcos pero se queda con Martha quien empieza a llevar gatos negros al apartamento. Marcos se alejó de sus amigos excepto de Luigi quien siempre lo visitaba y a la nueva pareja también. El narrador, no obstante, cada cierto tiempo se sentía culpable “Pero las sombras nunca saben guardar bien los afectos. Y llegó el día. Mi herida amistad con Marcos volvía a agitar el tizón para convertirlo en oscura llama, en quemadura impostergable que me cobraría las culpas” (68) Al final, Martha deja al narrador (y a los gatos negros) y todo hace suponer que se va con Luigi.

“El otro mar”

Es una historia que se desarrolla en Marsala (municipio perteneciente a la provincia de Trápani, en la costa occidental de Sicilia, Italia). Los personajes incluyen a la abuela materna, cuyo esposo había muerto en la guerra contra Libia, la madre del narrador, gravemente enferma, la tía Julia, mujer luchadora y conspiradora y al narrador (que había nacido poco antes de los años 30). La tía trabajaba en un viñedo. Llegó la época de Mussolini y con él el terrible fascismo. Entonces la vida les cambió.

Descubierta una reunión secreta donde participaba la tía Julia, mataron a sangre fría a uno de sus compañeros. La tía Julia cayó en un fuerte estado depresivo del que nunca logró salir. Resultó que la tía estaba embarazada y el narrador sospecha que el padre de su prima Mara era ese compañero asesinado.

Al final, la abuela decidió emigrar a Venezuela (como ya lo habían hecho otros amigos). De Marsala pasaron a Cagliari, capital de Cerdeña, luego a Lisboa. Allí la tía Julia empeoró pero se negó a retrasar el viaje. Cruzaron el Atlántico. La tía Julia murió en Caracas. Para la fecha nuestro narrador tenía nueve años. Después la familia logra establecerse en la isla de Margarita. La abuela trabaja como costurera y logra sacar a la familia adelante. Mara está en la universidad. El narrador se casa y tiene tres hijos. Nunca abandonó la esperanza de volver a Marsala,

"Blanco”

Se trata de un relato de enfermeras. La enfermera Leticia Blanco, cuarentona, y muy eficiente en su trabajo, le había hecho un préstamo monetario a su compañera de trabajo Verónica Méndez para la compra de un apartamento. Al parecer, Verónica estaba rehuyéndole a Leticia para no tocar el tema de la devolución del dinero. Un día se encontraron y Leticia le recordó la deuda: “…lo importante era que no se olvidara de la deuda y no se estuviera escondiendo” (90). Cuando Leticia se marchó, Verónica no pudo evitar de calificar a Leticia, delante de sus otras compañeras,  de “gran tacaña”. Esa misma noche Leticia se mata en un accidente de tránsito. Quedó descuartizada. Fue un golpe muy duro para su familia y compañeras de trabajo quienes asistieron al velorio y al entierro. Verónica no asistió y, aunque tenía el dinero para haberle pagado a su compañera y, en este caso a sus familiares, decidió hacerse la desentendida. En un amanecer en el trabajo, Verónica se cambiaba de ropa, empezó a sentirse extrañada de que su compañera de turno no hubiese llegado ya. Resulta que tuvo la visión de su compañera Leticia vestida de enfermera y sin cabeza. Cayó en una severa crisis de pánico. Posterior a eso, Verónica fue a la casa del hermano de Leticia y le canceló la deuda del apartamento y también los invitó a una misa que ella le había mandado a hacer.
Verónica dejó su trabajo alegando trastornos psiquiátricos cuyo posible origen se negó a explicar.

“Sifilíticos e integrados”

Trata de una pareja de amigos de años, Mayra y el narrador. Ambos son dejados por sus parejas, Julián y Eugenia respectivamente. Mayra y el narrador se hayan muy afectados aparte de que a Mayra le detectan un herpes genital y al narrador unos piojos púbicos. En un momento dado, piensan en vengarse pero luego optan por dejarlo así.

Textos citados
  •        Martínez Bachrich, Roberto. Las guerras íntimas, Lugar Común: Caracas. 2011.



c             Caracas, 2 de agosto de 2012.

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