jueves, 3 de febrero de 2011

Carta a Teresa


Querida Teresa:

No vayas a pensar que cuando te dije que escribiría sobre tus pinturas era un decir. No. No soy así. Tengo que plasmar aquí el suave escalofrío que me recorrió desde que comencé a mirarlas, porque no se trató sólo que las vi sino que las miré. Paulatinamente me fui llenando de una emoción inefable pero, te aseguro, muy real.

No pude evitar evocar nuestra amistad que viene desde la niñez. Cuando yo iba a tú casa y tú a la mía. Yo decía Teresaaaaaaaaaaaaaa y literalmente te saltaba encima llena de alegría.

Sabía que pintabas pero fue hace como un mes que me invitaste a ver lo que hacías, advirtiéndome, de antemano, el intensísimo carácter subjetivo de las mismas. También agregaste que no pintabas para vender cosa que viniendo de ti no me resultó sorpresivo, aunque, como dice la frase "no sólo de pan vive el hombre".

Sabes que no sé nada de pinturas pero todos los cuadros me parecieron realmente hermosos y aún algunos de ellos, en apariencia sencillos, como las pinturas de nubes, las percibí profundas, cargadas de gran intimidad, cargadas de ti misma. No creo haber visto unas nubes mejor pintadas que esas...

Casi apenas de haber llegado a tú casa, empecé a tomar fotos de todas las pinturas que veía. Desayunamos y después de pasar un buen rato poniéndonos al día, de contarte sobre mí, de traer al presente el pasado particular y el común, nos fuimos a tú taller. Me dí el lujo de detallar casi todo lo que has pintado y lo que tienes en proyecto. Eras tú plasmada en esos espacios materiales llamados lienzos.

No te sabría decir cuál me gustó más: está el cuadro que tiene una flor (Girasol) cuyo círculo central es una cara con los ojos cerrados y cuya mitad izquierda (vista de frente) está sombreada; está tú preferido: una niña, un niño; está "Corazón" dedicado a Alí; "Papagayo", que me trajo reminiscencias de El Caribe cuando volaba papagayos; está el otro donde se ve la cara de Jesús, aunque algo me hizo pensar que ese no fue tú propósito (eso pensé); está el del recuerdo infantil con el fondo de la Escuela Miguel Antonio Caro" que, por cierto, lo puse como pantalla de mi celular, ¡¡¡imagínate si me gustó!!!; está en el que vemos a tú mamá (la señora María Cuberos de Pelayo) a quien todos sus hijos le decían "Mamaíta", ¿recuerdas? y debajo una niña(¿serías tú buscando la protección materna?).

En verdad me sentí privilegiada de haber estado allí. No logro evitar una pregunta: por qué no expones tus cuadros? (aparte de que pienso que no debe ser nada fácil montar una exposición de pinturas en este país) como me he preguntado a mí misma, por qué no he intentado publicar algo de lo que escribo?. Creo que la respuesta está en una frase de Proust que alguien me citó recientemente: "El arte verdadero no tiene que hacer tantas proclamaciones y se realiza en silencio.". Así, evoco ahora parte de una canción de Serrat que estoy segura conoces: "Nunca perseguí la gloria, ni dejar en la memoria de los hombres mi canción..."

Gracias por permitirme mirar lo que intuyo es un gran tesoro en tú vida...

Un abrazo, Libia.

Caracas, 3 de febrero de 2011.

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