sábado, 12 de febrero de 2011

Ciruela


Para que se vayan enterando, en los Estados Unidos de Norteamérica, un joven negro, Shadrack, creó el Día Nacional del Suicidio, el cual se celebraría todos los tres de enero, a partir de 1.920. Shadrack, quien participó en la Primera Guerra Mundial, peleando en Francia y, de la cual regresó discapacitado tanto física como mentalmente, pensó que todas las personas debían aprovechar tal día para morir libremente y así, que la muerte no fuese un acto azaroso sino que fuéramos nosotros quienes tuviéramos poder de decisión ante evento tan magno. No obstante, aunque Shadrack salía religiosamente todos los tres de enero a recordarle a la gente de la comunidad donde creció y vivió la ocasión, nadie le prestaba la menor atención.

La historia anterior es una de las narradas en la novela Sula (1.973), de la escritora norteamericana Chloe Anthony Wafford, nacida en 1.931 en Lorain, Ohio, de raza negra y origen modesto. El nombre literario de la misma es Toni Morrison. Además, Morrison fue galardonada con el Premio Nobel de Literatura en 1.993..

El trasfondo literario de Sula, tiene que ver con la lamentable historia del racismo en los EEUU pero hay otros elementos trascendentes. La relación de madres e hijos, la amistad, las premoniciones, la guerra, la vida y la muerte. Hay una, en especial, que quiero contar y es la siguiente: Eva Peace, mujer negra, amputada de su pierna izquierda en lo que pareció ser un acto provocado, tuvo tres hijos y crió a otros niños. Su esposo la abandonó teniendo el menor, Ralph, a quien le decían Plum (que significa ciruela) meses de nacido. Eva era una mujer de esas que podríamos llamar valiente y luchadora. No había ninguna duda que amaba a sus hijos, aún así, Eva mata a Plum, quien, al regresar de la guerra viene convertido en una auténtica piltrafa humana, hundido en el mundo del alcohol y las drogas. Ver a su hijo en ese estado resultó insoportable para Eva. Un día, posterior a abrazarlo y acunarlo como le hacía Eva de pequeño, Eva prende fuego en el cuarto de Plum y lo deja encerrado. Plum muere quemado. El dolor de Eva es muy grande pero, había tomado una decisión. Tiempo después, cuando su hija mayor, Hannah (madre de la protagonista que sirve de título a la novela), le pregunta por qué lo hizo, ella responde lo siguiente: "...-Me hizo pasar tan mal rato. Tan mal rato. No pareció tener ni ganas de nacer. Pero al final nació. Los chicos son algo especial. Tú no puedes saberlo, es así. Fue una tarea tan grande hacerlo nacer y mantenerlo vivo. Sólo para conseguir que su corazoncito siguiera latiendo y no se le taparan los pulmoncitos, y cuando volvió de esa guerra parecía como si quisiera volver a meterse dentro. Después de tanto trabajo, sólo para hacerlo salir y mantenerlo vivo, quería volver a meterse en mi vientre y, bueno..., ya no tengo sitio para él aunque pudiera hacerlo. No tenía sitio para él en mi vientre. Y él se arrastraba intentando volver a meterse dentro. Con su inutilidad y sus pensamientos de niño, sus sueños de niño y ensuciándose otra vez en los pantalones y siempre sonriente. Tenía espacio de sobra en mi corazón, pero no en mi vientre, ya no. Lo parí una vez y no podía volver a hacerlo. Era un hombre crecido, grande y viejo. Dioseapiadedemí. No podía parirlo dos veces. Me pasaba la noche aquí tumbada y él estaba abajo, en ese cuarto, pero cuando cerraba los ojos le veía...con su metro ochenta, sonriendo y subiendo calladito por la escalera para que no le oyera y abriendo la puerta, despacito para que no le oyera y metiéndose en mi cama para intentar abrirme las piernas, intentando meterse otra vez en mi vientre. Era un hombre, niña, un hombre grande y crecido. Yo no tenía tanto sitio. No paraba de soñar lo mismo. Lo soñaba y sabía que era cierto. Una noche no sería un sueño. Sería verdad y yo lo hubiera permitido; le habría dejado hacerlo si hubiera tenido sitio, pero un hombre mayor no puede seguir siendo un niño acurrucado en el vientre de su mamá: se ahogaría. Había hecho cuanto podía para que se alejara de mí y viviera su vida y fuera un hombre, pero él no quería y yo tenía que impedir que se me metiera dentro y por eso pensé en una manera para que pudiera morir como un hombre, no hecho un ovillo dentro de mi vientre, sino como un hombre...Eva no podía ver a Hannah por culpa de las lágrimas...Pero primero lo abracé fuerte. Mi dulce ciruela. Mi niñito."

Lo contenido en la cita anterior me impresiona como el desgarrador relato de una madre que entiende, con increíble inteligencia, cómo debe ser el proceso de crecimiento verdadero de su hijo varón. La prohibición del incesto como condición indispensable para que su hijo sea, en realidad, un hombre. Ella le dio las herramientas para que lo fuera, él, con su propia estructura y abonado por las vivencias malignas de la guerra sufrió una paralización para hundirse en un abismo indetenible. Por supuesto que, inconscientemente, él quería "salvarse" regresando al vientre materno. No tenía elementos de lucha, de supervivencia. La interpretación y la decisión de Eva, dura, dolorosa, castigable, juzgable, tiene, a mi entender, un fuerte sustrato psicológico que, sería innegable en el mundo de la psicología humana. Creo que valdría la pena analizarlo.

Por cierto, recuerdo ahora las palabras de una persona sobre la relación de padres e hijos. Me lo dijo con una gran sencillez y por muy obvias que parezcan, pensé que era la primera vez que escuchaba tal significancia: los padres siempre intentamos darle a nuestros hijos lo mejor de nosotros mismos y lo hacemos con la esperanza de que ellos lo tomen, lo incorporen dentro de sí. No es algo que podamos garantizar pues de ellos depende de que eso sea así..

Después de la lectura de Sula, hallada en un librero de viejo y tomada al azar, supe que Sula no sería la única novela que leería de Morrison y, en efecto, Sula sólo fue un abre boca, una entrada excelente. Así, leí sucesivamente Ojos azules (1.970, su primera novela) y Beloved (1.987). Ésta última, particularmente cruda, revela a una notable escritora, quien maneja el tema del racismo y el de la esclavitud en los Estados Unidos con maestría y extraordinaria sensibilidad. Sus historias, la mayoría sustentadas en personajes femeninos, revelan un profundo conocimiento de la vida psicológica, en especial, del tema sobre la relación entre madres e hijos. Así, se evidencia en las tres novelas mencionadas anteriormente. Morrison le da un giro a éstas relaciones que pocas veces he visto abordar con tanta claridad e inteligencia. El "paisaje" de fondo, como ya dije, es el racismo y la esclavitud pero, el tema medular, es el amor, ese que es capaz de sobrepasarnos, de doblegarnos ante nosotros mismos, incluso de enloquecernos, de hasta morir por mantener la integridad del ser amado y que, únicamente puede tener como protagonistas a la madre y a los hijos.

Toni Morrisosn ha sido para mí todo un descubrimiento y una prueba más de que leer nunca será tiempo perdido como en una ocasión me dijo una profesora de bioquímica que tuve en mi primer semestre de medicina al obsequiarme el libro Hojas de hierba de Whitman.

Caracas, febrero de 2008.

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