Pablo Rojas Guardia |
Nietzsche
En el primer poemario del poeta, ensayista, cronista y crítico literario venezolano, Pablo Rojas Guardia (1909-1978), titulado Poemas sonámbulos, publicado en 1931 en México, aparece un poema intitulado “Ha Llovido” que citamos:
Ha llovido en la tarde.
Unas tras otras, las gotas
suicidaron su pureza en el patio.
Ahora, una sola aferrada a la reja
luce su equilibrio blanco.
¡Qué destino tan grande,
nos sostiene la Tarde!
Y se ha rogado con todas las fuerzas
que no haga viento.
¡Pobre la tarde blanca
se va a romper! (Rojas Guardia, P.
54)
Podemos observar en “Ha Llovido” la expresión del uno por
el todo. Después de la lluvia, la
imagen de una gota de agua (“una sola
aferrada a la reja”) de la cual pende el destino y la posibilidad de
destrucción de la Tarde por lo cual se ruega que no haya viento: “Y se ha rogado con todas las fuerzas/ que no
haga viento./¡Pobre la tarde blanca/ se va a romper!”
Ahora bien, Armando Rojas Guardia, hijo de Pablo y de
Mercedes Álvarez Gómez (1919-1973), reconocido como una de las voces
fundamentales de la poesía venezolana contemporánea, así como destacado
ensayista, escribió un poema titulado “XVI”, aparecido en su poemario La Nada vigilante (1994) que dice así:
XVI
El tedio es una gota, tras la lluvia,
aferrada a la verja, sostenida
por su propio equilibrio transparente.
Pudiera caer al piso y disolverse
pero prefiere temblar junto al vacío
para secarse, mansa, bajo el hierro
de donde pende íngrima en la noche.
El aburrimiento me concede
el temblor solitario de esa gota
y que no sople el viento y se mantenga
en perfecta acrobacia sobre el suelo.
El tedio nada pide, nada quiere,
sino colgar sin más en el abismo,
sabiéndose inasible pero al borde
de un metal oxidado: este poema.
(tomado de
Gutiérrez, 227)
Por cierto, queremos
agradecer al Prof. y poeta, Arturo
Gutiérrez Plaza por habernos informado sobre la existencia del poema “XVI”,
tras la escucha de “Ha Llovido”.
En “XVI”, una gota
de agua de lluvia representa el tedio, (la pequeñez de una gota de agua
representa todo un sentimiento: el tedio), “aferrada
a la verja” y apenas sostenida por la transparencia de su equilibrio. La
gota, antes de caer y disolverse, opta por “temblar
junto al vacío/para secarse, mansa, bajo el hierro”/ Esa gota, su “temblor solitario”, le es ofrecido al
aburrimiento del poeta quien pide que “no
sople el viento” pues el tedio, el aburrimiento “nada pide, nada quiere,/sino colgar sin más en el abismo,/ sabiéndose
inasible pero al borde/ de un metal oxidado…”/
Resulta palmario
las coincidencias que presentan “Ha
Llovido” (1931) y” XVI” (1994).
Existen diferencias
en la expresión: en “Ha Llovido” el uso de signos de admiración acentúan el
sentimiento del yo lírico, es decir, lo exaltan, mientras que “XVI” presenta
una cadencia más monocorde que coincide con la representación del tedio y/o
aburrimiento del poeta.
Existen otros
puntos de contacto entre Pablo Rojas Guardia y su hijo como, por ejemplo, la fe
cristiana de ambos, elemento que podemos detectar a través de un rápido
análisis de sus poéticas. Sin embargo, en
una entrevista realizada a Armando, en 2006, le hicieron una pregunta que puede
explicarnos más sobre este aspecto de la vida religiosa de padre e hijo:
–Se dice que su vocación de poeta comienza con la religión ¿Fue su vocación poética lo que lo llevó a la religión o la religión lo que lo llevó a la poesía?
El hecho de que Armando Rojas Guardia lleve los dos apellidos de su padre y no lleve el de su madre, se debió, según se ha dicho ,a una sugerencia de su padre, argumentando que Rojas Álvarez era muy largo, punto al que, al parecer, su madre no se opuso.
Aunque no es el punto central de este escrito, citamos las reflexiones siguientes que hace Rojas Guardia sobre los inicios literarios de un escritor, con independencia del género en que se desarrolle ya que nos parecen interesantes:
–Se dice que su vocación de poeta comienza con la religión ¿Fue su vocación poética lo que lo llevó a la religión o la religión lo que lo llevó a la poesía?
Armando explicó lo
siguiente: –Yo creo que ninguna de las dos cosas. Son dos cosas
que, en mi caso, son más bien paralelas. Mi familia no era una familia que se
hubiera caracterizado por ser religiosa. Mi papá era un buscador de Dios a su
manera, creo que la tradición liberal republicana, estaba mucho en él. De modo
que también era anticlerical. Un anticlerical militante. Mi mamá era cristiana,
católica, pero tenía una idea religiosa muy simple, muy elemental. Yo creo que
era más bien católica por ósmosis cultural. De modo que mi religiosidad se la
debo fundamentalmente al colegio San Ignacio de Loyola. A los siete años
ingreso al colegio San Ignacio, paso toda mi infancia y buena parte de mi
adolescencia en el colegio, y los Jesuitas modelaron de manera definitiva, mi
religiosidad. La vocación literaria, en mí, es muy temprana, muy precoz… a los
cuatro años, una tía mía me preguntó en el jardín de su casa: –Armando,
¿cuándo seas grande vas a ser poeta?-Y yo le respondí –No, no lo
voy a ser, ya lo soy-. Tenía cuatro años de
edad. Creo que la figura paradigmática de mi padre como poeta, jugó un papel fundamental
en esa precocidad de mi vocación poética y literaria. Ahora, más adelante,
cuando yo ya me asumo como un poeta, es que esa vocación literaria y poética se
imbrica con el componente religioso. Pero son dos cosas paralelas, no se debe
lo uno a lo otro (Rojas Guardia, “Escribo para
intensificar mi experiencia vital…)
Otro punto de conexión entre el padre y el hijo, tiene que ver con ciertos trastornos emocionales que ambos confesaron, en su momento, haber padecido y padecer. Así, en el prólogo de Acero,
Signo (poemas murales), de 1937, escrito por el mismo Pablo Rojas Guardia, éste
realiza una confesión: “En el año de 1932 mi poesía -la manera como yo miro y
descubro el mundo con los ojos de mi inconsciente- sufrió un colapso… [en el
cual] mis sentidos tuvieron oportunidad de hiperestesiarse” (75), es decir, su capacidad de percepción
sensorial se agudizó. No obstante, el poeta nos relata la grave dificultad
material que tenía para escribir al no tener a su disposición un lápiz, lo que
“hubiera mantenido en equilibrio perfecto las partes que balancean la vida del
poeta –su expresión- consciencia e inconsciencia, superficie y profundidad”. Por otra parte, Rojas Guardia patentiza sentir
desesperación y una tristeza profunda lo que, explica, motivó que no escribiera
durante los años subsiguientes (75-6)
Por otra parte, en la entrevista realizada a Armando Rojas Guardia, ya citada, el poeta expresa que:
Otro aspecto a señalar, es que cada uno perteneció, en su
época, a reconocidos grupos literarios como Viernes (1936) y Tráfico (1981). Coincidencialmente,
cada uno de ellos redactó el Manifiesto de
sus respectivos grupos. En cualquier caso, consideramos interesante la
realización de un estudio profundo de la poesía de padre e hijo y otros
elementos de vida que nos permitan establecer cómo la relación consanguínea, el
compartir familiar, el reconocimiento del padre como poeta y figura pública y
sus actividades intelectuales han podido incidir en el desarrollo de la vida de
su hijo, en especial, en el ámbito poético.
Por otra parte, en la entrevista realizada a Armando Rojas Guardia, ya citada, el poeta expresa que:
En el año noventa yo sufrí una crisis
psicótica que, probablemente, -eso no está claro para mí, ni para los médicos-,
esa crisis afectó quizás, áreas del cerebro que tienen que ver con el lenguaje.
El hecho es que yo quedé literalmente mudo. Es decir; me costaba hilvanar una
simple conversación cotidiana con un amigo o con una amiga. Y, por supuesto,
que yo pensé que no iba a volver a escribir más nunca. Fue una crisis
enmudecedora. Para una persona que toda la vida ha considerado que la palabra
es el centro palpitante de la vida psíquica de uno, el no poder hablar y el no
poder escribir, significó, una desgarradura. Yo tarde unos diez años en
recuperar la palabra. Eso se lo debo a la dinámica misma de la vida, a la
dinámica curadora, sanadora de la vida, se lo debo también a mi propio esfuerzo
autoterapéutico. Yo
escribí durante la década de los noventa en plena crisis de la mudez, tres
libros,… (Rojas Guardia, A. “Escribo
para intensificar mi experiencia vital…)
Cabe resaltar que estas “experiencias”, produjeron efectos
distintos en el padre y en el hijo, puesto que al primero lo llevó a no
escribir y al segundo le produjo una severa mudez pero avivó el ritmo de su
escritura.
Aunque es un tema en estudio, no podemos dejar de hacer
mención sobre el hecho de que tanto el padre como el hijo escribieron poemas de
naturaleza homoerótica.
El hecho de que Armando Rojas Guardia lleve los dos apellidos de su padre y no lleve el de su madre, se debió, según se ha dicho ,a una sugerencia de su padre, argumentando que Rojas Álvarez era muy largo, punto al que, al parecer, su madre no se opuso.
Queremos hacer referencia a un texto escrito por Pablo
Rojas Guardia, llamado "Los Hijos de Colon", en donde hace mención a
los inicios literarios de su hijo, aunque el texto también trata sobre sus
propios inicios literarios. Cuenta Rojas Guardia:
El comienzo literario de tu hijo -decíame Francisco Salazar
al comentar con jovial generosidad la aparición de unos poemas de Armando Rojas
Guardia en el `Papel Literario` de El
Nacional- seguramente que ha sido menos enmarañado que el de su padre;
cuando menos, ha tenido menos tropiezos... (Rojas Guardia, "Los Hijos
de Colon" 185)
Habría que ver, con precisión, cómo fueron, realmente, los
"inicios" de ambos.
Aunque no es el punto central de este escrito, citamos las reflexiones siguientes que hace Rojas Guardia sobre los inicios literarios de un escritor, con independencia del género en que se desarrolle ya que nos parecen interesantes:
La iniciación literaria de cada quien es cosa tan
misteriosa como la repetición de un crepúsculo, cuyos colores nos recuerdan los
mismos colores de otros atardeceres, y que, sin embargo, nos embargan el ánimo
como si estuviéramos ante el despliegue de un nuevo prodigio, de otro tapiz de
magia y colorido de la inagotable fábrica de Dios. La iniciación literaria de
cada quien se rige por leyes secretas que, por los caminos sorprendentes de la
genética actual, muy pronto nos podrán entregar la sencillez de la elaboración
de sus datos; o su aparente misterio. Pero quizá Francisco se estaba refiriendo
al debut, a los primeros pasos del que muestra su inapreciable mercancía de
sueños, de vivencias o de fantasías, para que se la valoricen o para justificar
ante la propia conciencia los motivos de su creación. Esa otra y cabal
iniciación entre y para las gentes de letras y para los polifacéticos lectores
requiere de padrinos, de gentes que ya estén o anden en la empresa de la
expresión escrita; y como toda iniciación, solicita afinidades, demanda
atención y curiosidad, postula acercamientos y comprensión. Cuando el nombre de
alguien aparece por la primera vez en una publicación de cierto prestigio al
pie de un poema, de un cuento, de un ensayo, ya es hora de decir que estamos
frente a otro bailarín encadenado, tal como llamaba Nietzsche a cuantos
arriesgan su nombre en la soberana
serenidad del arte, ese gran disolvente del odio y de la tontería"
(186)
Textos citados
Gutiérrez, Arturo. Las palabras
necesarias. Muestra antológica de poesía venezolana del siglo XX. Ediciones LOM. Colección Entremares. Chile. 2009. Pág. 227.
Por Libia Kancev.
Rojas Guardia, Armando. “Escribo para intensificar mi experiencia vital, la conciencia que
yo tengo de la vida”. Arte Literal. Web 2006. 24 marzo 2013.
http://www.arteliteral.com/arteliteral_29/entrevista/entrevistaRG.htm
Rojas Guardia, Pablo. El
Rostro de la Patria y otros márgenes, atisbos y evocaciones. Editorial
Arte. Caracas, 1970. Págs. 185-186).
…, Poesías. Biblioteca Popular Venezolana,
Caracas. 1962.
Por Libia Kancev.
Caracas, 16 de marzo de 2013.
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