domingo, 31 de marzo de 2013

María Auxiliadora Álvarez

María Auxiliadora Álvarez














María Auxiliadora Álvarez:, (Caracas, 1956). Poeta, traductora, artista plástico. Estudió Letras Hispánicas en EstadosUnidos y Artes Plásticas en Colombia y Venezuela. Ha dado clases en varias universidades norteamericanas y en México. Ha hecho crítica          literaria y cultural, y expuesto en diferentes ocasiones su trabajo plástico. Es miembro del Consejo de Latin American Studies Association (Sección Venezuela).

Actualmente es profesora de literatura en Miami University (Ohio, Estados Unidos). 

Su obra poética se da a conocer en España “primero a través de la antología Diez de ultramar, de Ramón Cote, que publicara Visor, y después por los poemas recogidos en Las ínsulas extrañas  (Fidalgo).

Entre algunos reconocimientos obtenidos, tenemos: el Premio de Poesía del Consejo Municipal de Cali (1974), el Premio Fundarte de Poesía (Caracas, 1990), y el Internacional Award María Pia Gratton (USA, 1999). 

Obras publicadas: Mis pies en el origen (1978), Cuerpo (1985), Ca(z)a (1990), Inmóvil (1996), Pompeya (2003), El eterno aprendiz y Resplandor (2006), Las nadas y las noches. Antología (que reúne casi toda la obra poética de Álvarez, 2009), Lugar de pasaje (Antología, 2009), Paréntesis del estupor (2009).

María Auxiliadora Álvarez es, probablemente, la poeta venezolana más conocida en Latinoamérica y en España. El hecho de que viva, desde hace varios años en los Estados Unidos y su relación con México tal vez ha influido en ello, aparte, por supuesto, de su evidente calidad poética y la temática que aborda.

 Cuerpo

        1

hubiera podido reunirlo
el dinero doctora
vaca amarga castrada que me agrede
para tener mejor asistencia
su ojo más detenido
si el embarazo durara varios años
a medida que me hubiera ido inflamando
cada arcada
                             cada pelo que cayese
cada estría
lo hubiera ido guardando
recordando
                        su baba
bata blanca sanguinaria
porque yo trabajo mucho
vaca baba bata blanca corrosiva que me agrede
lo hubiera ido reuniendo
                               desde niña
de haber tenido alguna pequeña inflamación
                                                   que lo indicara
a medida que usted fuera estudiando
yo lo estuviera contando


abajo
al centro de mis cuclillas
donde ahora usted lo busca
su baba blanca castrada
no se le hubiera ensuciado
con mis fragmentos acuosos
hijo carnicero órgano semental
hubiera podido reunirlo
el dinero doctora
porque yo trabajo mucho
bata amarga                      vaca blanca


Este poema es un lamento, es un reclamo hacia una doctora (“vaca amarga castrada que me agrede”/) que la “atiende” durante su embarazo o más precisamente, durante el parto. Reclamo explícito sobre una falta adecuada –humana- de atención médica por no tener dinero con que pagar.                                                                                                                              
                                                                                                                                         


                   4                                                                                                                                 

usted nunca ha parido

no conoce

el filo de los machetes

no ha sentido

las culebras de río

nunca ha bailado
en un charco de sangre querida
doctor
no meta la mano tan adentro
que ahí tengo los machetes
que tengo una niña dormida

y usted nunca ha pasado

una noche en la culebra

usted no conoce el río
Poema sobre un cuerpo doliente en el proceso de parto. Continúa, al igual que el poema anterior, la dura queja al médico “doctor”  (o médica) que la atiende por su insensibilidad “usted nunca ha parido//no conoce/el filo de los machetes/no ha sentido/las culebras de río”/
Resulta claro que, en estos poemas de Cuerpo se “siente” “la tensión violenta entre la frialdad profesional de la medicina y la autodeterminación  de la mujer en gestación… El lenguaje es fuerte, sin titubeos”  (Machado).

            9

mamá es un animal negro
manso
extenso
huele
a aguas estancadas
cría
batracios dulces
en las encías
no come
no duerme
no ríe
es un espacio oscuro
que recorro con la lengua
y me sabe a semen
a sangre
a agua de renacuajo
mamá es un animal quieto
amarrado
hinchado
habitual
muerto
Aquí, el yo lírico se expresa desde el nivel del feto contenido en el vientre materno. Dice. “mamá es un animal negro”/ Se trata de una madre muy pobre, posiblemente en condiciones de extrema pobreza que “cría batracios dulces/en las encías [además] no come/no duerme/no ríe/ [simplemente es]…un espacio oscuro/”. El feto-hijo la recorre “con la lengua/ y me sabe a semen/a sangre/a agua de renacuajo.”/ Concluye el feto que su madre “es un animal… muerto.” //
      
Desconocimiento
¿El agua de qué hora
lava la herida
de la primera luz del día?
El desconocimiento golpea
como un martillo de sangre (
Dos poemas de…)

El poema de un no saber. No saber de qué hora es el agua que “lava la herida/de la primera luz del día?”/ y, sí, la poeta concluye con una afirmación que podría ser aplicada a muchas circunstancias de la vida marcadas por el desconocimiento, por la ignorancia aunque se trate de una ignorancia insignificante “El desconocimiento golpea/como un martillo de sangre”//

                   *

En el lugar de la noche

Escondida estuvo la noche
¿cómo era su oscuridad?
no quedó ni una sombra

¿Qué quedó en el lugar de la noche
que no conocimos?

un día sobre un día
Éste. (Dos poemas de …)
Poema que significa, muy literariamente, que en el lugar de la noche lo que queda es “un día sobre un día/ Éste//.

Ca(z)a (1990)
      22 

mi esposo que vive enterrado
tanto le da la vida como la muerte


yo y los niños vamos a veces
corremos en su superficie
EEEE le gritamos
                                       con las bocas pegadas a la tierra


SAAAL queremos verte
ven a ver este sol           estas personas           estos animales
estamos alegres


Lo oscuro de él no saluda
o se pone triste con la mano
o hace señas para que vayamos


Sal solos de ti 

Un poema sobre la nostalgia y sobre la muerte




ADORNO



una niña adorna con su cabeza



la pequeña flor muerta

(Sentido aroma, 1994)


Una “pequeña flor muerta” es adornada con la cabeza de una niña. Es así y no al revés, lo cual también sería triste aunque menos…

Citaré dos poemas de Álvarez  que pertenecen al poemario  Paréntesis del estupor y fueron tomados de la página electrónica de Las Malas juntas.

El hueso de la apuesta

   el regreso de la excavación trae los cartílagos rotos
                                                        El hueso de la apuesta /
                                     es una tela corta colgando en tiras


mas en la distancia se siguen contando los granos secos
                                                                        de la harina
                                                                    /que no alcanza

-el enfermo no atendido en el paisaje desierto- La sed
                                                       que no aplaca pero ofrenda
                                                                                 / Su sequedad


Creo que este es un poema sobre la pobreza “más en la distancia se siguen contando los granos secos/de la harina/ que no alcanza”//. También (otra vez) la falta de atención de un enfermo y “La sed /que no aplaca pero ofrenda/Su sequedad”//

----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

piedras de reposo

todo lo que quiero decirte hijo es que atravieses el sufrimiento

Si llegas a su orilla si su orilla te llega Entra en su noche
                                                                 /y déjate hundir

Que su sorbo te beba que su espuma te agobie Déjate ir
                                                                             /Déjate ir

Todo lo que quiero decirte hijo Es que del otro lado del sufrimiento

                                                                              /Hay otra orilla

encontrarás allí grandes lajas Una de ellas lleva tu forma tallada

con tu antigua huella labrada Donde cabrás exacto

                                                               /y con anchura



no son tumbas hijo Son piedras de reposo



con sus pequeños soles grabados

                                /y sus rendijas


Se trata de una recomendación a su hijo sobre la actitud que debiera tener si pasa por un sufrimiento. El sufrimiento viene a ser un río.  No le pide que huya del mismo sino que, por el contrario, le “dice”: “Entra en su noche/ y déjate hundir”/. Agrega que “del otro lado del sufrimiento/ Hay otra orilla”/ en la cual encontrará “grandes lajas”, es decir, piedras, una de las cuales estará tallada para él y añadeno son tumbas hijo Son piedras de reposo”/. El mensaje final es –parece- que no hay que huirle al sufrimiento sino vivirlo pues al término del mismo seremos más fuertes, más sólidos como seres humanos.


El cielo de más arriba

lo más puntual de los árboles es su propósito de desordenar el cielo de abajo
                                                                              [para hacerlo parecer
                                                                            / huidizo y descuidado 

el llanto de la cabra camino al matadero es un alto relieve sin nicho
                                                                                              [en el vacío:
como la piedra puntiaguda de una enfermedad en la familia o de un hijo
                       [que desgarra a una mujer joven (o no tan joven) Para nacer
                                                                        /sin poder Para volver de África 

el cielo de más arriba sin embargo brilla como ninguno:
          [vuelan las ovejas del hambre en el azul de cadmio 
de la estera Como viejos relámpagos arrastrando en peso
                                                        [La bóveda del firmamento

No sé qué decir de este poema: pero lo dejo aquí porque tiene “algo” que me gusta. Esa imagen  ”lo más puntual de los árboles es su propósito de desordenar el cielo de abajo”/ “como la piedra puntiaguda de una enfermedad en la familia o de un hijo”/ Y este verso: “el cielo de más arriba sin embargo brilla como ninguno:/…Como viejos relámpagos arrastrando en peso/[la bóveda del firmamento”//

El eterno aprendiz

Quizá en el silencio haya luz
un resquicio de iluminación necesaria
una aquiescencia

el misterio tiene su paciencia
su fuerza
sus gemidos antiguos
quizá el hueso del misterio sea uno

su hueso tallado
su memoria solitaria

uno
el escribiente de lo desconocido
el alumno del oído
el hijo del ojo
leyendo sus apuntes
estudiando sus memorias

uno
el eterno aprendiz
el dedo contable
enhebrando hilos invisibles
para trenzar el desconocimiento

(El eterno aprendiz, 2006)

Un poema sobre la vida, sobre el silencio y la luzQuizá en el silencio haya luz”/ el misterio y  la memoria, el desconocimiento. Siempre seremos eternos aprendices “uno/el eterno aprendiz/el dedo contable/enhebrando hilos invisibles
para trenzar el desconocimiento//.

Como podemos apreciar en estos poemas seleccionados, el universo temático de Álvarez, incluye aspectos como, el cuerpo, la queja hacia la atención médica, la pobreza, la noche, el día, la nostalgia, la muerte, el desconocimiento. Por un momento apreciamos un cierto cambio en “la expresión” de la poeta. Pasa de un “estilo” como más doliente y “agresivo” (en sus primeros poemas) a uno más sereno y reflexivo en los posteriores.

El "estilo" de su escritura poética, en cuanto a la forma, irradia libertad. Ausencia de signos de puntuación, uso de mayúsculas que, pensamos, quieren recalcar, mensajes centrales; utilización amplia del "espacio" escritural, que, tal vez, sea producto de su formación como artista plástico, no obstante, percibimos un ritmo monocorde cuyas lecturas podrían ser múltiples.


Me gusta la poesía de María Auxiliadora Álvarez.



Textos citados


Por Libia Kancev D.

Caracas, 30 de marzo de 2013.

 

miércoles, 27 de marzo de 2013

NUBE





Te veo hoy, te vi ayer.
Pregunto, cómo estás,
dices –con sorpresa-
cada día mejor, y agregas tímidamente,
                 [desde que te conocí.

Mi corazón se estremece como ola que golpea roca.

Tomamos un té, saboreamos un tres leches.
Nos preguntamos por nuestras vidas, por lo cotidiano.

La poesía surge como azar esperado. Te escucho.
                                  [Me escuchas. 

Pedimos de nuestras propias cosechas
y, relucientes, surgen poemas de amor escritos la noche anterior,
bajo el insomnio que da la felicidad,
que te hace reír sin objeto,
que te hace andar en las nubes.

Mi corazón está estremecido como ola que golpea roca.




Libia Kancev D.

lunes, 25 de marzo de 2013

Yolanda Pantin y Armando Rojas Guardia

Armando Rojas Guardia 
Yolanda Pantin 















Yolanda Pantin: (Caracas, 1954). Vive su infancia y adolescencia en Turmero. En 1972 se traslada a Caracas y empieza la carrera de Letras en la Universidad Católica Andrés Bello. En 1979 se integra al grupo Calicanto dirigido por Antonia Palacios. 
En 1981, junto con Alberto Martínez, Miguel Márquez, Igor Barreto, Rafael Castillo Zapata y Armando Rojas Guardia, se separa de Calicanto y forma el grupo Tráfico que, en su momento, significó una violenta ruptura y cuestionamiento a las poéticas dominantes en el país.  Tráfico propugnaba una poesía diurna, de la calle, coloquial,  desprejuiciada y desmitificadora. 

Entre las obras de esta poeta y editora, se encuentran: Casa o lobo 1981, Correo del corazón 1985, La canción fría 1989,  El cielo de París 1989, Poemas del escritor 1989,  Los bajos sentimientos 1993, La quietud 1998, La épica del padre, 2002. Poemas huérfanos 2002, El hueso pélvico 2002, País, 2007.   

Augustos, En El Valle...

Augustos, en el valle, los muros columnados.
No claudicarán del roble en la senda y en los
pasos. Ni una sombra entre los dientes, por ellos,
el cristal. No se rinden siquiera del árbol y
las ramas. Penden del filo el héroe, las lanzas,
la gloria en los cabellos. El oro, los belfos y
el que ruge de los años erguido hasta
la muerte.

Poema de “los muros columnados” que no se rendirán ante el árbol más fuerte ni sus ramas. Pienso que en esos muros hay un grafiti que muestra a héroes de la Independencia.

Conversación En Un Automercado


Yo he hecho de todo
en esta vida
mil amores de años
con Alberto
Abogado
Ejercí como abogado
Tengo dos hijos
sanos
qué más puedo pedir
No viajo
le tengo miedo a los aviones
Además
viajar con el marido de una
cuesta demasiado

Poema que, a simple vista, parece trivial: una vida rutinaria pero feliz: la plenitud de un hogar y con la pareja pero, más temprano que tarde, aparecen los miedos que le impiden viajar. Se evidencia que tal plenitud con la pareja no era tal “viajar con el marido de una/ cuesta demasiado”. ¿A qué se refiere exactamente?.

Conversación En Un Baño

Por costumbre
se acuesta en la cama
a esperar a su marido
que llega siempre tarde
da las buenas noches
bosteza
Ella se va al baño
aplaca la furia
con su mano maestra
recostada en la toalla
cuando él entra y pregunta:
¿Qué haces aquí?
¡Nada!, responde.

El marido, que llega tarde a casa, muestra que no tiene ningún entusiasmo por estar con ella, cuando ella lo espera “por costumbre”…/…en la cama”, es decir, en ella también hay cierto fastidio pero no por ello ausencia de deseo. El poema muestra a la mujer, en un ejercicio de auto satisfacción sexual y la falta de comunicación y sinceridad en esta pareja.

Destrucciones

Eran las siete y media de la noche
cuando la selección de España goleaba
por quinta vez a Dinamarca
En realidad no era muy importante
sólo que mi hijo/ de nueve años
estaba feliz
Ya habíamos apostado/ en mi contra
tres puntos a uno
Entonces
sonó el teléfono
No sé qué decir/ perdóname
Fue todo muy breve
El niño grita gol/ sobre mi oído

La evocación de un compartir con el hijo (un juego de fútbol). La llamada (¿de la pareja?) que cancela el encuentro, por otro lado, el niño grita de alegría cuando el yo lírico sucumbe en la tristeza.

Vitral de mujer sola

Se sabe de una mujer que está sola
porque camina como una mujer que está sola
se sabe que no espera a nadie
porque camina como una mujer que no espera a nadie
esto es
se mueve irregularmente y de vez en cuando se mira los zapatos
Se sabe de las mujeres que están solas
cuando tocan un botón por largo tiempo
Las mujeres solas no inspiran piedad
ni dan miedo
si alguien se cruza con ellas en mitad de la vereda
se aparta por miedo a ser contagiado
Las mujeres solas miran el paisaje
y se diría que son amantes
de las aceras / de los entresuelos/ de las alcantarillas/ del
                                                                            [subsuelo
de los subterfugios
Las mujeres solas están sobre la tierra como estar sobre los árboles
les da igual porque para ellas es lo mismo
Las mujeres solas recitan parlamentos
estoy sola
y esto quiere decir que está con ella
para no decir que está con nadie
tanto se considera una mujer sola

Las mujeres solas hacen el amor amorosamente
algo les duele
y luego todo es más bien triste o colérico o simplemente amor
Estas mujeres se alumbran con linternas
van al detalle
saben dónde se encuentra cada cosa
porque temen seguir perdiendo
y ya han perdido o ganado demasiado
Ellas no lo saben
porque van del llanto a la alegría
y a veces piensan en la muerte
también planean un largo viaje e imaginan encuentros posibles
administran el dinero
compran legumbres
trabajan de 8 a 8
Si tienen hijos hacen de madres
son tiernas y delicadas
aunque muchas veces se alteren
un pensamiento recurrente es
ya no puedo ni un minuto más
Las mujeres solas tienen infinidad de miedos
terrores francamente nocturnos
los sueños de tales mujeres son
terremotos catástrofes sociales


Una mujer sola reconoce a otra mujer sola de forma inmediata
llevan el mismo cuello airado
lo cual no quiere decir que no quieran a nadie más que a sí
mismas
esto es completamente falso
lo cierto es que la casa de una mujer sola
está abierta a su antojo
Una mujer sola
no puede curar su soledad
porque nada está enfermo
se remedia lo curable
una gripe o un dolor de estómago
La mujer que piense que su soledad es curable
no es una mujer sola
es un estado transitivo entre dos soledades infinitamente más
peligrosas
Una mujer sola es una mujer acompañada
aunque de este hecho no se percate más que el zapato al que mira
con detenimiento
o el botón
que parece representar algo verdaderamente importante
como de hecho lo es
como los árboles o el cielo
sólo que el privilegio que deriva de semejante atención
es más bien propio de las almas atemperadas al siguiente fuego:
id contigo
para estar con vosotros.

(Correo del corazón)

La poeta expresa que se sabe que una mujer está sola, es decir, que no tiene pareja, por la forma en que camina lo que nos permite saber también “…que no espera a nadie”. Una mujer que está sola “se mueve irregularmente y de vez en cuando se mira los zapatos”/ también se sabe “cuando tocan un botón por largo tiempo”/ las mujeres solas provocan rechazo y se diría que son amantes de los objetos de la calle. Para las mujeres solas, es lo mismo estar en la tierra que en los árboles y dicen que están solas para decir que están con ellas mismas “para no decir que está(n) con nadie/tanto se considera una mujer sola” Las mujeres solas se  hacen el amor “…amorosamente…/y luego todo es más bien triste o colérico amor”/. Son detallistas porque no quieren perder más nada. Son muchas las actividades que las mujeres solas hacen y tienen “un pensamiento recurrente…/ya no puedo ni un minuto más”/. También tienen infinidad de miedos y sueños terribles. Dice la poeta que cuando una mujer sola piense “que su soledad es curable”/ no es una mujer sola/ es un estado transitivo entre dos soledades infinitamente más/ peligrosas”/ finalmente la soledad de una mujer sola, es conocida por los objetos que la rodean. El poema concluye con que eso es un privilegio”… más bien propio de las almas atemperadas al siguiente fuego:/ “id contigo/ para estar con vosotros”/


“…yo sí creo que como poeta, he tenido la experiencia de que la escritura lírica, la escritura poética, me lleva a tocar, a bordear ese ámbito de lo sagrado que trasciende la vida cotidiana”  

Armando Rojas Guardia (Caracas, 1949). Filósofo egresado de la Universidad Católica Andrés Bello. En 1969, ingresa al “Seminario Instituto Pignatelli de Los Teques, de donde emergió, en 1971, sin ordenarse como sacerdote pero ya definitivamente entregado a otro sacerdocio: el de la palabra 
escrita y ganada para la aventura y el esplendor literarios” (Conviviumpress).

En 1981, funda el Grupo Tráfico, que reivindicaba una poesía coloquial, urbana, desprejuiciada y desmitificadora. El conflicto entre su condición homosexual y su profunda fe católica imprime tensión existencial a su obra. Su producción poética incluye: Del mismo amor ardiendo (1979), Yo que supe de la vieja herida (1985), Poemas de Quebrada de la Virgen (1985), Hacia la noche viva (1989), Antología poética (1993), La Nada vigilante (1994), El esplendor y la espera (2000)  y Patria y otros poemas (2008).

Entre sus ensayos se cuentan: El Dios de la intemperie (1985), El calidoscopio de Hermes (1989), Diario merideño (1991), El principio de incertidumbre (1996), Crónica de la memoria (1999), entre otros.

En una entrevista que le fuera hecha en 2006, le hicieron una pregunta, cuya respuesta nos permite comprender un aspecto muy importante en la vida de este poeta y que, en mayor o menor grado, se refleja en sus obras. La interrogante fue: -¿Cómo se le describiría usted a sus lectores? ¿Quién es Armando Rojas Guardia?  El poeta respondió:

 Lo primero que se me viene a la mente cuando pienso en alguna caracterización posible de mi persona o de mi personalidad literaria, diría que soy un creyente. No hay en mí, pasión mayor. Ni estética, ni filosófica, ni sensual, ni práctica, que la de ser cristiano. Intento que mi obra literaria refleje esa condición. Tanto en mi poesía como en mis ensayos, existe ese reflejo. Por otra parte, considero que mi opción por la fe cristiana no es convencional ni es una elección fácil o facilitona. Yo tengo profundas diferencias con respecto a las posturas y opiniones de la institucionalidad católica. De modo que, siento un desapego crítico con respecto a muchos aspectos de esa institucionalidad. De todas formas como poeta no me reduzco sólo a ser un poeta que quiere ser cristiano, como ensayista tampoco. No reduzco toda la complejidad de mi vocación literaria al simple componente cristiano-católico, pero creo que ese componente es fundamental (Rojas Guardia “Escribo para intensificar mi experiencia vital…)

Su universo temático, al menos el detectado en los poemas aquí tratados, incluye: lo religioso cristiano, lo homoerótico, el amor, la muerte, sobre la construcción del poema,  recuerdos familiares.

Falta de mérito

Si yo fuera capaz de entrar por fin
en esa pulcritud del aire inmóvil
que he llamado silencio en el poema;
si yo fuera capaz de nombrar árbol
como esta tarde el árbol se mostraba
a sí mismo en la quietud del parque;
si yo fuera capaz de parecerme
al objeto real de mi escritura
(al agua misma cuando escribo agua,
al vaso limpio cuando escribo vaso);
y si fuera posible merecerte,
cosa que ultrajo en tu mudez precisa
al hacerte sonar en mi palabra,
yo entraría en la luz de lo que digo.

(Del mismo amor ardiendo)

Hermosísimo poema. Expresa una falta de capacidad, una falta de mérito para decirse en el poema, pero lo cierto es que lo consigue de la manera más bella posible. Llama al silencio requerido para escribir un  poema “pulcritud del aire inmóvil”. Si él fuera capaz de tantas cosas, hasta de la posibilidad de merecerse un amor “que ultrajo en tu mudez precisa/al hacerte sonar en mi palabra,…/ sencillamente “entraría en la luz de lo que digo”. Se trata de lo que se desea para la construcción del poema pero, a la vez, es un poema de amor.


Yo que supe de la vieja herida

Yo que supe de la vieja herida
cuya sangre embriaga: la saeta,
la terquedad silente del flechazo
traspasándome la llaga en la oficina
o al subir el autobús, o al suspirar
la modorra de la siesta: llaga virgen
donde el vino de la ingle se derrama,
y todo porque el fasto de tu vello
y el brillo de tus lentes
y tu aire atildado, distraído,
insinuaban erecciones imprevistas,
incómodos boleros del deseo,

yo que tuve, a través de este error, la inteligencia
de entender un poco al niño ciego,
al hijo de Ares y Afrodita
que, importuno,
solicita –cuando nadie espera–
su visita tenaz, su ardua entrevista,
y me dejé resbalar hasta el infierno
donde no me aguardaba ya ninguna Eurídice,
pero fue igual porque gemí –long-play demente–
con la voz de Francesca en mis entrañas,
yerto como Dante junto a las confesiones
de mi propio deseo castigado,
y lo mismo sentí el gran huracán, el semen álgido,
tanta tromba sonora por mis sótanos
porque sin ningún Virgilio tutor te imaginaba
durmiendo solitario en lecho grande,
¡mi ciclón genital, irredimible!
–salvo en la almohada de la noche íngrima–
(ya ves en qué Orfeo pedestre me trocabas
a fuerza de negarte hasta en los sueños:
a la mañana siguiente la pasta de dientes y la ducha
colocaban a Francesca otra vez en la oficina
y el Hades olía a café, mero y trivial, de desayuno),
ahora sólo entreabro la puerta del poema:

entérate del poder que convocaste
para dilapidarlo sin orgullo,
échale una ojeada, desde aquí,
al adobado vino, al polvo enamorado
cuyas magnificencias te aguardaban
y hoy son apenas el neón enfermo de esta luz,
el roce minucioso de mi lápiz,
este papel mugriento donde atisbo
una sintaxis monótona de días
en los que iré a los cines (por supuesto, solo)
a ver cómo se besan los amantes.

(Yo que supe de la vieja herida)

Este poema es, sin duda, un poema de amor homoerótico que, por otra parte, parece expresar la primera experiencia en ese sentido “y todo porque el fasto de tu vello/  y el brillo de tus lentes/ y tu aire atildado…” no obstante, si bien para el yo lírico, constituyó una experiencia placentera, también lo fue de culpa, además, experiencia emocionalmente dolorosa por lo que de truncada tuvo.


10

El sabor del agua después de gustar la picadura
holandesa de mi pipa.
El rojo asoleado del capó de un automóvil
donde canta la salud del siglo XX

El poeta se refiere a una sensación después de otra “el sabor del agua”. Luego, hace gala de un elemento de la modernidad de ese siglo donde nació El rojo asoleado del capó de un automóvil”

La terca, muda, compacta verticalidad de la pared
-sacramento de la paciencia de las cosas
soportando, día tras día, el desorden de mi cuarto.

La pared como elemento compacto y hasta “sacramento de la paciencia” que soporta todo.

Los tristísimos ojos de Charles Baudelaire
-fotografiados ahí, sobre la mesa-
mendigos aún de la hermosura.

Se refiere a una foto de Baudelaire, a sus ojos que todavía expresan tristeza “mendigos aún de la hermosura”

La silueta del gato visto anoche
jadeante y sigilosa como la luna de Edith Piaf.
La torpeza de aquel piano –tres apartamentos más abajo-
donde las manos de alguna pálida vecina ensayaban a Chopin
(bendito seas, Señor, en esta tarde cargada de misiles,
porque resuenan fragantes todavía la tos almidonada
y el frac y el malabar y la lavanda musical de Federico).

Expresa recuerdos recientes utilizando la intertextualidad con Edith Piaf y Chopin y bendice a Dios “bendito seas, Señor”, en especial, por éste último.

Aquel epicúreo rectángulo de sombra bajo el porche.
El color de la trinitaria en el crepúsculo
recordándome otra tarde en Nicaragua
en que bebí morado líquido (un jugo casual de pitahaya).

La risa de Miguel, para saber que existe el Paraíso
en la franja tropical de la memoria.
Haría falta también nombrar el cuento múltiple
de lo que me hace más sabio a su contacto:
el 3er, movimiento de la 9a. de Beethoven,
el cósmico juguete que son los dedos de Thelonius
tocando “Round Midnight”, un solo lentísimo de Parker
-por ejemplo, “Lover Man”- en la mañana
cuando el abrazo se demora, insiste, recomienza,
aquel poema de Ezra Pound, el que termina: "...la aurora entra en el cuarto,
con pasitos menudos,
como una dorada Pavlova...",
ciertas páginas calientes de Lezama
en que huele a malecón, las olas rompen
e incluso el mar tiene un color de daikirí,
aquella última secuencia de la película de Chaplin
(la ex ciega y el mendigo se consuelan
de su imposible amor, con la mirada).

Enumeraría igualmente esos instantes
inocentes, su gloriosa mansedumbre
que no vistió, desde luego, a Salomón:
el momento más justo del acorde,
la simetría sedante del paisaje,
la esbeltez japonesa de la curva,
la gravidez sonora del volumen,
la santa promiscuidad de los colores:

me refiero a Tus poemas menudos dibujando
la infinita secuencia de la anécdota
que le cuenta a mi muerte Scherezada
en la penúltima, horrenda, bella noche. (La Parada Poética)

(A Miguel Márquez)

Continúan las reminiscencias “El color de la trinitaria en el crepúsculo/ recordándome otra tarde en Nicaragua…/ la risa de Miguel (a quien dedica este poema) y le permite saber “…que existe el Paraíso/en la franja tropical de la memoria”. Siguen Beethoven, el pianista  norteamericano Thelonius Monk, Charlie Parker y Pound (quien ha  metaforizado  a Pavlova en un poema), Lezama Lima “ciertas páginas calientes de Lezama/en que huele a malecón, las olas rompen…”; Chaplin, y continúa con Salomón –personaje bíblico, creador del Templo de Jerusalén y autor de varios textos de la Biblia-, Sherezada. Al final, el poeta se dirige a Miguel, evoca los poemas de éste, donde, al parecer  “habla” de la muerte.

“10” es, entonces, un poema de múltiples reminiscencias, con una palmaria intertextualidad que trae a colación a músicos, actores, a Dios, a Salomón pero que termina siendo un poema que trata de la muerte.

Llueve afuera

Quién lo iba a decir:
que la luz sosegadora,
la que ordena este mundo
y lo rescata para siempre
de las aguas brumosas, primordiales,
consista en esta mínima
habitación de hotel
donde te miro intacto
sobre la superficie de las sábanas,
Moisés salvado entre los juncos
para mis ojos asombrados,
no sé si paternales o infantiles
pero insomnes:
reencontrarte
en la noche grumosa de septiembre
como un árbol lunar bajo el relente
–no te inundan las sombras, te resguardan–
respirando dormido, apenas cierto
por el neón que se enciende
y se apaga al final de la avenida
hasta ofrendar tu desnudez
a la resurrección del alba.

(Hacia la noche viva)

Poema homoerótico, donde se describe un reencuentro, en donde esta “mínima/ habitación de hotel “se transforma en luz de vida, de dicha. No falta el nombre bíblico “Moisés salvado entre los juncos”.

YO AGUARDO AL ANIMAL DORMIDO…

Yo aguardo al animal dormido.
Mientras los otros trabajan lo discierno
moviendo sus patas livianísimas
contra mis sienes ahuecadas.
Se alimenta del ocio que me atonta.
Sus ojos son relámpagos lejanos
ardiéndome en la punta de los dedos.
Su piel es mi voz centuplicada.
Y causa sangre su pezuña fría
helándome el esfuerzo. Lo vigilo.
Mientras los otros yacen o copulan
cebo la trampa del papel
bajo la lámpara neutra, distraída.
Estudio la forma de amansarlo
con un golpe de luz sobre mi frente,
una imagen capaz de sostener
la inocencia cabal de su estatura.
Remuevo símbolos sagrados
para atraerlo al centro de esta hoja
blanca de esperarlo. Mitos sonoros
fraseados por el ritmo del lenguaje
intentan acunarlo levemente…
Pero el animal desaparece
justo en el instante de apuntarlo
con la palabra artera y su veneno.
El olor perseguido se anonada
cuando flota ese pálpito que extingue
la escritura en su límite preciso.
La idea es ya una horma para nadie.
Mi voz retrocede en la garganta.
La trampa está rota para siempre.
En la distancia frágil de la página
el animal es rastro, sólo fuga:
cuaja entonces inútil el poema.
(La nada vigilante)

Se trata de un poema que expresa la espera, la  llegada de la idea –visualizada como un animal dormido- para acuñarlo en la hoja y escribir el poema. Incluso, el poeta  remueve “símbolos sagrados/ para atraerlo al centro de esta hoja/ blanca de esperarlo”/. El poeta llega hasta a cantar mitos “…fraseados por  el ritmo del lenguaje”/ para cautivar a las palabras pero éstas no llegan y, al final “cuaja…inútil el poema”/, éste que, en definitiva nos presenta.

El  acorde

Una mínima llama ante la imagen
mientras queda en penumbras la capilla.
Aquí están los juglares. Ahora trovan
a  la quieta Señora, iluminada.
Más que canto: sintaxis de garúa.

¿Cómo era, Señor, la melodía,
ese paso del ave
esa huella del pez?

Ven, balbuceo de mi hermana
arropada, diminuta.
Surge, reproche del anciano
(en la cama sudada del asilo)
a la cruda aspereza de una silla
donde yo quería sentarlo.
Duelan, lágrimas roncas de mi padre
ante la agonía de Mercedes.
Vuelve a lucir, piel de durazno
de aquel atardecer de Macuto.

-O clemens, o pia, o dulcis
(las voces convergentes desempolvan
la exactitud de la inocencia).

¿Cómo era, Señor, aquel acorde?

Nana de la memoria.

(Rojas Guardia  Patria y otros poemas 22)

El poeta intenta rememorar un acorde, un canto a la Virgen iluminada por “una mínima llama”, enunciado en una capilla “Más que canto: sintaxis de garúa”. Luego,  se le mezclan los recuerdos: de una hermana, de su padre, internado en un asilo, y que llora ante el remembranza del sufrimiento pre mortem de la esposa (madre del poeta). Después un latinazo cristiano “-O clemens, o pia, o dulcis” (-Oh clemente, oh piadosa, oh dulce). El recuerdo del acorde no llega.


Textos citados

Rojas Guardia, Armando. Conviviumpress. Web. 24 marzo 2013. http://www.conviviumpress.com/es/authors/17/viewvideo/43/Video%201:%20Espa%C3%B1ol

…, “Escribo para intensificar mi experiencia vital, la conciencia que yo tengo de la vida”  Arte Literal. Web 2006. 24 marzo 2013. http://www.arteliteral.com/arteliteral_29/entrevista/entrevistaRG.htm

...,  Patria y otros poemas. Editorial Equinoccio. Universidad Simón Bolívar. Caracas, 2008.


Por Libia Kancev D.


Caracas, 25 de marzo de 2013.