jueves, 24 de marzo de 2011
Seis cuentos de Yukio Mishima
Ojeando la biblioteca de una amiga, me topo con un libro de Yukio Mishima, (Tokio, 14/1/1925- 25/11/1970) titulado Muerte en el Estío y otros cuentos. Está editado por Monte Ávila, en el año de 1.969 y sus páginas parecen a punto de deshacerse. Son 42 años -pienso. Lo pido prestado. He leído varias novelas del escritor japonés, suficientes como para declarar su gran calidad narrativa y literaria. Sus cuentos son realmente excelentes. Reseño ahora sólo 6 aunque son 8 más una obra de teatro.
"El corazón humano es sorprendentemente mudable."
Y.M.
Los pañales
Relata la historia de una joven pareja, en la cual él era un actor muy agraciado y bastante superficial y ella una joven, Toshiko, extremadamente sensible y etérea. Tenían un hijo recién nacido. Habían tenido una experiencia que a ella había impactado mucho. Resulta que un día contrataron a una mujer para que cuidara a su hijo mientras ellos salían. La mujer, parecía muy gorda y ninguno de la pareja se percató que lo que tenía era un embarazo avanzado. De hecho, la mujer pare en el suelo del cuarto del hijo. El esposo de Toshiko lo que hace es quitar rápidamente la lujosa alfombra y coloca una manta en el piso. El recién nacido es cubierto con papeles de periódico. Toshiko, en un momento que su esposo no la ve, le quita los periódicos y lo cubre con una franela de su hijo y coloca al niño en un sillón. Lo cierto es que para el esposo de Toshiko la historia le resulta cómica mientras que en ella deja una profunda huella pensando que la forma como nació el niño le augura un destino muy infeliz y que, probablemente dentro de veinte años se encontraría con su propio hijo (educado y refinado) y lo mataría de una puñalada. Otra noche que Toshiko y su esposo salieron, éste la envió de vuelta a casa en un taxi pues a él se le presentó un compromiso "urgente". Toshiko estaba desencantada y mientras iba en el taxi decidió bajarse y caminar un poco llena de pensamientos lúgubres. Llega a un parque y de lejos ve acostado en un banco a un hombre joven, dormido, greñoso cubierto con periódicos. Ella se va acercando y de pronto, el hombre se despierta y la toma violentamente por un brazo. Toshiko pensó que, en ese momento se cumpliría la escena que había visualizado veinte años después y decidió que ella ocuparía el lugar de su hijo.
La perla
La señora Sasaki cumple 43 años y decide celebrarlo muy íntimamente con cuatro amigas. Integraban la sociedad "Guardemos nuestras edades en secreto". La señora Sasaki se coloca un anillo de perla que le combinaba con el color de su vestido. Llegan sus amigas, las señoras Azuma, Kasuga (grandes amigas), Yamamoto y Matsumura (no se la llevaban bien) y empiezan a compartir animadamente y de pronto a la señora Sasaki se le sale la perla del anillo. Para seguir con la reunión lo coloca sobre la mesa donde está la exquisita torta y se quita el aro.
Después de repartir la torta y hallándose todas comiendo su trozo, la señora Sasaki se recuerda de la perla y se dirige a la mesa pero no la encuentra. Se pone a buscarla desenfrenadamente. Sus amigas le preguntan qué ocurre y a ella no le queda más que contar lo que sucede. Se crea así un ambiente extraño y, de pronto, la señora Azuma dice que ella se lo tragó accidentalmente y la reunión prosigue como si nada.
Al terminar la reunión, la señora Azuma y Kasuga se marchan juntas en el carro de la primera y las señoras Yamamoto y Matsamura en un taxi. Se desarrolla así las siguientes conversaciones: la señora Azuma le dice a Kasuga que sabe que ella se tragó la perla pero que había dicho que era ella para no hacerla pasar un mal momento. Kasuga piensa que ella no se la tragó pero que ha podido haber sucedido y que de ser así, la señora Azuma se echaba la pena pública de que se pensara que en uno ó dos días la evacuaría. Kasuga, quien era una mujer bastante tímida decide que esto no puede quedarse así y que lo mejor será comprar una perla y devolverla ese mismo día. Por otro lado, en el taxi, cuando la señora Matsamura abre su bolso para retocarse, ve la perla en el fondo de su cartera, se asombra sobremanera pero decide no mencionar el hecho a la señora Yamamoto quien, en ese momento miraba a través de la ventana. La señora Matsamura, mujer de indudable conciencia moral piensa que se halla en una situación embarazosa. Decide bajarse del taxi y comprar una perla y devolverla a la señora Sasaki. Lo hace y llama a la señora Yamamoto, quien ya había llegado a su casa para que la acompañe a devolverla. La señora Yamamoto se queda desconcertada pero la acompaña. Ellas llegan primero a casa de la señora Sasaki. La señora Matsamura le dice que encontró la perla en el bolsillo de su chaqueta. La señora Sasaki la acepta y luego se da cuenta de que es muy grande para el anillo. Una hora más tarde llegan la señoras Kasuga y Azuma y la primera le dice a la señora Sasaki que se encontró la perla entre los pliegues de su faja. La señora Sasaki la acepta sin mencionar la visita anterior y se da cuenta que es muy pequeña para el anillo pero opta por no mencionar nada al respecto.
Este cuento, narrado en el mejor estilo kafkiano, pone en evidencia las singularidades de la condición humana. Resulta que la Sra. Azuma realmente pensó que su amiga Kasuga se había tragado la perla pues, por un instante le vio un semblante que le hizo pensar eso. Azuma pretende quedar como "muy buena" ante Kasuga y, no obstante, deja que la señora Kasuga haga el gasto de comprar la perla.
La señora Matsamura, reflexionando sobre los acontecimientos de la reunión se percató que ella no había abierto su bolso en ningún momento de la reunión y llegó a la conclusión que sólo la señora Yamamoto podía haberlo hecho conociendo ella a sus otras amigas. La señora Matsamura va a casa de la Yamamoto y la confronta. Efectivamente fue la señora Yamamoto quien encontró la perla y la puso en el bolso de Matsamura. En su reclamo Matsamura la increpa sobre su actitud y Yamamoto le dice: tú tampoco eres sincera. No me dijiste en el taxi que habías encontrado la perla. Yo la vi a través del reflejo del cristal de la ventana. La señora Yamamoto empieza a llorar viéndose descubierta por Matsamura y de repente la señora Yamamoto toma la perla que la señora Matsamura había dejado sobre la mesa y se la traga con un té de Ceilán que se había servido y que ya estaba frío.
Lo cierto es que, finalmente, la vieja y sólida amistad de las señoras Azuma y Kasuga queda resentida, mientras que las señoras Matsamura y Yamamoto lloraron juntas, entrelazaron sus dedos y juraron ser las mejores amigas. Por su parte la señora Sasaki mandó a arreglar el aro de su anillo para que le pudieran colocar dos perlas y nunca dijo nada al respecto.
El termo o el miedo que indica la filiación sanguínea.
Este cuento trata sobre un joven empresario japonés -Kawase- que tuvo que viajar a Los Ángeles por seis meses por razones de trabajo y que decidió quedarse unos días más en San Francisco. Estaba casado con Kimiko y tenían un hijo pequeño de nombre Shigeru.
Estando en su hotel, decide leer, por enésima vez, una carta que Kimiko le había enviado. Ella le menciona que Shigeru le tiene miedo a los termos y que, tal vez sea por el ruido que hacen "...el termo pierde aire alrededor del corcho y hace ruidos como si fuera un anciano quejoso." Luego de releer la carta, Kawase sale del hotel para caminar un poco y se encuentra repentinamente con una mujer que parece reconocerlo. La mujer va con una niña como de cinco ó seis años. Él no la identifica al instante aunque sabe que es japonesa a pesar de su vestimenta muy a la moda occidental. La recuerda, se trata de una geisha con la que años atrás había tenido una relación bastante intensa. Asaka (o Perfume Tenue -su nombre como geisha) se encontraba en San Francisco pues su "protector" iba a montar allí un restaurante japonés y ella sería la encargada.
Kawase, Asaka y su hija Hamako van a tomar algo y Kawase evoca los momentos que había vivido con ella y el por qué habían dejado de verse. A Kawase le cae bien la niña y van juntos a dar un paseo en un trolley. Durante las reminiscencias de Kawase, él recuerda que Asaka le había dicho: "Creo que voy a tener un hijo. Un hijo tuyo". Posterior a esa confesión no habían vuelto a verse. Pronto, Asaka le comenta que cuando Hamako estaba pequeña le tenía miedo a los termos. Kasawe quedó muy impresionado de ese comentario e hizo que Asaka se lo repitiera. Ella dijo: "Lo que sucede es que cuando Hamako tenía año y medio, le aterrorizaban los termos. Cuando contienen té producen un ruido burbujeante muy especial alrededor del corcho que la paralizaba de miedo. Kasawe agregó: " -Los niños se asustan de las cosas más inverosímiles."
Kasawe regresa a Japón. Kimiko, Shigeru y varios empleados de su empresa lo reciben en el aeropuerto. Kasawe ve a Kimiko contenta y eso le resulta molesto. Llegan a casa y se da una celebración por su llegada. Shigeru se está durmiendo y Kimiko lo lleva a acostar. Kasawe recuerda lo del miedo a los termos y le dice a Kimiko que lo busque y que traiga a Shigeru. Ella le dice que está dormido ya y ante su insistencia uno de los compañeros de trabajo le reitera lo mismo (Kasawe siente celos en ese momento). Finaliza la reunión hacia la una de la mañana. Kimiko está lavando la vajilla. Kasawe se acerca y le dice que por qué no hizo lo que le pedía. Ella responde que el termo se rompió. ¿Quién lo rompió? -pregunta él. Ella, en forma muy tímida le responde: fuí yo. A Kasawe le vino a la memoria, con claridad absoluta que él, de pequeño, le tenía miedo a los termos. Así, deducimos que Hamako también era su hija.
Patriotismo
Este cuento que Mishima tituló Patriotismo bien ha podido ser llamado por muchos, Locura compartida, Amor Sublime o Un Seppuku perfectamente descrito. En cualquier caso, los antecedentes culturales y ancestrales del pueblo japonés habrán de ser tomados en cuenta. En Patriotismo se narra una historia acaecida el 28 de febrero de 1.936 cuando el teniente Shinji Takeyama, del Batallón de Transportes, de 31 años de edad se suicida junto con su esposa Reiko, de veintitrés años.
Shinji y Reiko habían contraído matrimonio dieciocho meses antes. Se habían casado muy enamorados y sus relaciones íntimas eran muy satisfactorias lo que no hacia más que unirlos cada día. La primera noche de bodas, Shinji le habló a Reiko sobre sus responsabilidades y compromisos como militar. Ella comprendió.
El 26 de febrero del mismo año, se dio una rebelión militar donde estaban involucrados varios compañeros de armas y amigos de Shinji. Él fue comisionado para llevar a cabo la orden de fusilamiento de sus compañeros que ya habían sido capturados. Este hecho y el impacto moral que significó para él el hecho de ver enfrentados a compañeros de las Fuerzas Imperiales, constituyeron suficientes razones para decidir suicidarse practicándose el llamdo seppuku. Shinji habló con Reiko sobre su plan y ella manifestó estar de acuerdo. Juntos, serenamente, realizaron los preparativos. Shinji quería suicidarse él primero y que ella lo siguiera después. Así lo hicieron, no sin antes escribir sus respectivas cartas de despedida. La de Shinji contenía una sola frase: "¡Vivan las Fuerzas Imperiales!". La de Reiko: imploraba el perdón de sus padres por precederlos en el camino a la tumba y concluía con "Ha llegado el día para la mujer de un soldado".
Shinji se realiza el seppuku con su sable y Reiko con un puñal que tenía. Realmente Mishima no deja, en Patriotismo, espacio para el despliegue de la imaginación. Su descripción es precisa y detallada. Auténticamente dramática. Recordemos que el seppuku fue la forma que eligió para morir Mishima.
El Sacerdote y su amor
Cuento pleno de hermosura, narra la historia de un anciano Sacerdote del Templo de Shiga. Sabio asceta de gran virtud, quien, en las postrimerías de su vida, habiendo abandonado el Mundo Fluctuante y a punto de alcanzar la llamada Tierra Pura(según las enseñanzas de Buda) se enamora de una dama de la Corte del Distrito Kyögoku, que ostentaba el título de Gran Concubina Imperial.
El Sacerdote, tras años de meditación pensaba que "el mundo era un montón de basura" y que "Los placeres no eran sino sueños vacíos", sentía "...piedad por los hombres que aún habitan el mundo de las desilusiones y se sacuden en las olas del deseo carnal."
El Sacerdote, para quien las mujeres sólo eran meros seres materiales, cae en un intenso conflicto moral y religioso ante un sentimiento que lo deja literalmente petrificado; que lo hace pensar que el mundo se ha vengado de él con saña terrible; que todo cuanto había creído inexpugnable se derrumbaba frente a él. Se dedica así a orar pero las sombras opacas de los pensamientos impuros caían sobre él; tiene la sensación de haber sido sumergido en un veneno sutil y poderoso que había alterado su espíritu; pensaba que en el momento de haber visto, por casualidad, a aquella dama, algo oculto y al acecho en su interior se había revelado finalmente y que eso era el propio mundo.
Por otra parte, la dama en cuestión, se había dado cuenta de los efectos que había causado sobre el anciano y se sintió halagada en especial porque se trataba de un hombre de virtud conocida, no obstante, pronto lo olvidó hasta que a sus oídos llegaron los comentarios sobre el estado en que se encontraba el Sacerdote. Por supuesto que para ella nada podía haber entre ellos. Ella, desde hacia mucho tiempo se mantenía alejada de las tentaciones de muchos de los hombres que la rodeaban y también de los placeres materiales que, por otro lado había disfrutado ampliamente. Su objetivo era también poder llegar a la llamada Tierra Pura.
El Sacerdote optó por meditar y concentrarse en: la Contemplación del Crisantemo; en la del Aspecto Total, en la contemplación de las Partes, sin embargo, no lograba sacar a la dama de su mente. Decidió, entonces, hacer lo contrario, es decir, escogió la dispersión como alternativa. Así, empezó a ver a la dama como Buda, con un creciente esplendor pero distante e imposible. Asume su adoración como una forma sin mácula, lo que le permite ver la Tierra Pura. El Sacerdote piensa que es importante que vea a la dama para declararle su amor y librarse de pensamientos impuros que lo atan al mundo. El anciano se dirige a la casa de la dama y se queda parado en su jardín con la esperanza de que ella lo vea y lo reciba. Está agotado y se apoya dificultosamente en su bastón. La dama lo ve pero no piensa en recibirlo sino que desea que se vaya y que es cuestión de hacerlo esperar.Ella se dice que el amor del anciano es unilateral, que no tiene nada que ver con ella.
Transcurre un día y el Sacerdote sigue allí. La dama se aterroriza al ver la profunda tristeza que baña el rostro del anciano y teme que con su actitud vaya ella a terminar en el Infierno. Pide que le digan que se arrodille en su ventana. El Sacerdote lo hace y comienza a llorar. "Entonces, en la semipenumbra del amanecer, una blanca mano emergió dulcemente del postigo. El Sacerdote... la tomó entre las suyas y se la llevó a la frente y a las mejillas...La Gran Concubina Imperial...tocó unos dedos extrañamente fríos...sintió algo húmedo y tibio...Cuando los pálidos reflejos de la luz matutina comenzaron a iluminarla a través del postigo, la ferviente fe de la dama le infundió una maravillosa inspiración. No dudó ni por un instante de que aquella mano era la de Buda.". Ante ella surgió la visión de la Tierra Pura y pensó que podía aceptar el amor del Sacerdote. Esperó a que el anciano le pidiera abrir el postigo pero no fue así. Él no dijo nada, no pidió nada. Se fue. Poco tiempo después falleció y la dama, al enterarse se dedicó a copiar en rollos, con una hermosa letra, el pensamiento de los Sutras (cada uno de los textos que reúnen, a veces en forma de aforismos cortos, las reglas del ritual y de la moral y las prescripciones relativas a la vida cotidiana, según el brahmanismo y el budismo).
Los siete puentes
Aquí se narra la historia de 3 geishas: Koyumi de 42 años. Regordeta. Usaba un Kimono estampado de hojas negras; Kanako, de 22 años. Buena bailarina. No tenía protector. Usaba un kimono de remolinos azules sobre un fondo blanco y Masako, de 22 años. Usaba un kimono de tréboles que, según la tradición era usado cuando se deseaba tener un hijo. Esa noche que se reunieron habían acordado cruzar siete puentes, guiadas por Koyumi, para que sus deseos se realizaran. Una condición esencial era que durante el trayecto no podían hablar, de hacerlo, automáticamente ya no se cumpliría el deseo de quien lo hacia. También iban acompañadas por una sirvienta de Masako llamada Mina. A Masako no le agradaba Mina pero no tenía más opción que ésta les acompañara así que le explicó lo que harían y que también podía pedir su deseo. Las tres geishas y Mina empezaron el recorrido: El primer puente era el Miyoshi(que valía por dos debido a du disposición); el tercero, el Tsukiji. Antes de cruzar este, Kanaro empezó a sentir un dolor abdominal terrible y tuvo que irse sin poder explicar nada a sus compañeras; el cuarto fue el puente Irifuna; el quinto el Akatsuki: aquí se toparon con una vieja geisha que reconoció a Koyumi y a esta le fue inevitable responderle. Masako siguió adelante, seguida de Mina, pero estaba preocupada porque no sabía bien el camino para pasar los otros puentes. Lograron llegar al sexto, llamado el Sakai. Cuando Masako vislumbró el séptimo, el Bizen, empezó a apurar el paso. Se topó con un policía que le pareció que tenía una actitud sospechosa. Así que empezó a correr desesperada pero el policía la detuvo. Así que la única que pasó los siete puentes fue Mina. Todo esto amargó mucho a Masako quien no cesaba de preguntarle a Mina que cuál había sido su deseo y esta no le respondía. La última vez que lo hizo, Masako pellizcó a Mina en el hombro con sus uñas bien afiladas y "La piel elástica y pesada repelió las uñas. Los dedos de Masako quedaron insensibles y ya no supo qué hacer con su mano."
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Por qué concluyes que en Los Pañales la mujer toma el lugar de su hijo?
ResponderEliminarHola. Pienso que Toshiko se plantea tomar el lugar de su hijo como una forma de conjurar lo que para ella bien podría ser el destino de su hijo, es decir, morir a puñaladas en manos de un hombre que nació en el piso de su casa y fue envuelto con periódicos. Un saludo,
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