"Nos hemos resignado con el hecho de que, aunque la mayor parte del tiempo en contra de nuestra voluntad, tenemos que existir, porque no nos queda otro remedio y sólo porque una y otra vez, cada día y cada minuto nos resignamos de nuevo a ello, podemos continuar." T.B.
Acabo de terminar de leer El Sobrino de Wittgenstein, una amistad (1.982) de Thomas Bernhard. Múltiples sensaciones he experimentado durante su lectura: estupor, tristeza, admiración, etc. En cualquier caso, me ha impactado. Debo decir algo en relación a la forma de escribir de Bernhard: utiliza una lógica penetrante, demoledora. La reiteración, usada sin remilgos, da una fuerza increíble a sus palabras, a sus relatos.
El Sobrino de Wittgenstein, trata, en esencia, sobre la relación de amistad mantenida entre el narrador que presumimos se trata de Bernhard y Paul Wittgenstein, sobrino del famoso filósofo, ingeniero y lingüista austriaco Ludwig Wittgenstein (Austria, 26/4/1.889, Reino Unido, 29/4/1.951). Precisa el narrador que cree que esta amistad se da porque: Paul comprendía sus ideas más descabelladas y se dejaba llevar por ellas.
El narrador inicia el relato en el año 1.977, cuando se hallaba hospitalizado en el Pabellón Hermann en Waldviertel (Austria), pabellón exclusivo para pacientes con patologías pulmonares graves. Había sido operado de un tumor torácico y estaba en condiciones muy críticas. En total estuvo allí cuatro meses a partir de junio y no murió, a pesar de los pronósticos médicos. Era un hombre con una sólida formación musical y, aparte de escribir novelas, escribía poesía y piezas de teatro. Por otro lado, en el pabellón Ludwing (Am Steinhof) para enfermos mentales, se hallaba, en uno de sus tantos ingresos, Paul Wittgenstein. Paul estaba multi diagnosticado como poseedor de una enfermedad mental, cuya categorización oscilaba entre depresión, manía, locura y demencia y había sido sometido a tratamientos de diversa índole. El narrador que, ya era un escritor que publicaba (recientemente le habían publicado una novela llamada Trastorno) lo conocía pero fue en el hospital donde, a través de una amiga común llamada Irina, estrechan una amistad que duró hasta el fallecimiento de Paul. El abreboca que estrechó la amistad de ambos fue una discusión sobre la Sinfonía Haffner interpretada por la London Philarmonic bajo la dirección de Schuricht. Dice el narrador: "...lo que me vino muy bien, porque, lo mismo que mis interlocutores, un día antes de la discusión había escuchado a Schuricht dirigir esa sinfonía en la Musikverein y había tenido la impresión de no haber escuchado nunca, en toda mi existencia musical, un concierto más perfecto."
Digresión: La Sinfonía Haffner o Sinfonía No. 35 fue escrita por Mozart en 1.782.
Paul Wittgenstein era un hombre de una gran cultura artística, no sólo musical sino general; poseedor de conocimientos absolutamente extraordinarios, en especial con las grandes obras orquestales de Mozart y de Schumann; amante de la ópera; de las carreras de autos y de la vela. También lo caracterizaba un don de observación muy agudo. Paul había sido un gran bebedor. Apenas seis años antes de su muerte fue cuando dejó de beber. Tenía muy poca afición por el dinero y despilfarró el que había heredado, tanto así, que luego había tenido que trabajar en una empresa de seguros para mantenerse y a su mujer Edith. Ambos se adoraban aún cuando estuvieron la mayor parte del tiempo de su vida de casados, separados.
Digresión: La ópera preferida de Paul era La mujer sin sombra, escrita entre 1.911-1.915 por Strauss sobre un libreto del poeta Hugo von Hofmannsthal.
El narrador hace un análisis paralelo del motivo de la locura de Paul y del motivo de su propia enfermedad pulmonar. Paralelo pero que por esos vericuetos del lenguaje se tocan, se tocan para explicar esa amistad entre esos dos hombres, aunque la misma no dejó de tener sus bemoles. Pero "oigamos" al narrador: "Paul pereció por su enfermiza sobre estimación de sí mismo y del mundo, yo también pereceré, a la corta o a la larga, por mi propia sobre estimación enfermiza de mi mismo y del mundo." Agrega que, Paul "...se enfrentó con todo y, como es natural, se vio derribado." El narrador afirma que Paul poseía una gran riqueza mental, a pesar de que la tiraba, aún así, dicha riqueza crecía ininterrumpidamente, hasta que su cabeza explotó. En una explicación casi loca pero no carente de un gran atractivo, explica: "La riqueza mental crece con mayor cuantía que la capacidad para tirarla...". Entonces se trataba de un exceso de producción ante una eliminación que, aunque alta, no lograba hacer mella sobre la primera. Agrega el narrador que, eso mismo le ocurrió a Nietsche.
Son muchos los temas que aborda el narrador: está una dura crítica hacia los médicos, en especial a los médicos psiquiatras. Menciona los diagnósticos erróneos de muchas enfermedades en general. De los médicos psiquiatras dice, entre otras cosas: que gozan de inmunidad ante sus errores; que usan métodos asesinos y letales; que son los verdaderos demonios de nuestra época; que son indolentes, despiadados, obtusos. Cita unas palabras de Paul después de una de sus tantas hospitalizaciones: "...con los médicos estuve en buenas relaciones mientras tuve dinero, decía, pero luego, cuando no lo tienes, te tratan a patadas, decía a menudo." Poco después, agrega el narrador: "Se les puede reprochar todo a los médicos pero en el fondo...no quieren otra cosa que mejorar el estado de sus pacientes pero el paciente tiene que hacer lo que esté de su parte, y no socavar los esfuerzos de los médicos levantándose demasiado pronto (o demasiado tarde)..." Ello parece una paradoja pero no lo es. Bernhard es certero; habla del tema de la muerte; de su experiencia como enfermo crónico, de por qué luchar y no dejarse morir de una vez; de la relación entre un sujeto sano y uno enfermo; del "rechazo" hacia éste último por un temor, consciente o no hacia la propia muerte por parte del que está "sano"; sobre los cafés literarios vieneses; sobre el recibir premios literarios; sobre el mundo de los literatos: "...en el mundo de los literatos, o sea, en el más abominable de todos los mundos, en el mundo de los literatos vieneses y en su ciénaga intelectual." ; sobre la actitud que la familia Wittgenstein tiene hacia Paul, de rechazo, de infravaloración, al igual que lo tuvo hacia Ludwig. ( Ludwig fue el "filósofo desvergonzado"; Paul el "loco desvergonzado"). La familia Wittgenstein era multimillonaria y se dedicó a la producción de armas y máquinas. Su riqueza creció, sustancialmente, durante la época del Imperio astro-húngaro y luego se estancó durante la República; sobre el desconocimiento que había en Austria de Ludwig y hasta del mismísimo Freud. Otras cosas se plantean en El Sobrino de... de gran interés...
El narrador dice que Paul casi nunca le habló de su tío Ludwig y que él no quiso preguntar. Pero que lo poco que dijo le hizo pensar que había una empatía entre estos dos hombres.
El narrador hace un interesante análisis sobre por qué Ludwig se convirtió en filósofo y Paul en loco.
Veamos: Ludwig fue un filósofo que hizo época; Paul era loco.
Ludwig también era loco Paul también era filósofo
Famoso por su filosofía Famoso por su locura
Era más filósofo Era más loco
Escribió su filosofía y reprimió Reprimió su filosofía y exhibió su locura
su locura.
Dio publicidad a su cerebro No dio publicidad a su cerebro
Publicó su cerebro Practicó su cerebro
Persona y cerebro extraordinario Persona y cerebro extraordinario.
Al parecer, para la familia Wittgenstein, ambos eran unos bufones y sólo merecieron su desprecio.
La amistad del narrador y Paul dura cerca de doce años. El narrador lo define como la persona más sensible que ha conocido. Además que, su amistad con Paul se inició : "...en el momento que había comenzado a morirse, 12 años atrás y considera que había sacado provecho de esa muerte, que la había aprovechado con todas sus posibilidades; que fue testigo; que sacó fuerzas para su propia supervivencia durante esos doce años."
Una vez Paul le dijo: "Doscientos amigos asistirán a mi entierro y tú tendrás que pronunciar un discurso ante mi tumba". Poco tiempo antes de la muerte de Paul y estando el narrador consciente de su estado pésimo, se "alejó" de él. Se ubicaba cerca de su casa pero no podía tolerar el deterioro de ese su mejor amigo, no podía soportar su tristeza. Paul murió en un Hospital de Linz. Su cuerpo reposa en el cementerio central de Viena. Lo cierto fue que al entierro de Paul sólo asitieron 8 ó 9 personas y el narrador estaba en Creta (Grecia), escribiendo una obra de teatro que le habían encargado. Finaliza el narrador: hasta hoy no he visitado su tumba.
Caracas, 23 de junio de 2011.
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