jueves, 30 de junio de 2011

El corazón es un cazador solitario



"Se hallaba tan vacía que no podía sentir ni pensar en nada"
"...una libertad real y grande, cuyo logro sólo sería posible gracias al sentido de la justicia presente en el alma humana."
"...usted está tratando de alimentar el cerdo por el culo."
C.M.

El corazón es un cazador solitario (1.936-37), primera novela de la escritora norteamericana Carson McCullers. Novela bien escrita, con pleno dominio de los temas que quería tratar. Varios, entre ellos, la exclusión racial al sur de los Estados Unidos. La pobreza. Las irracionalidades del capitalismo contra las bondades del socialismo y, tema inevitablemente recurrente, el tema del amor.

Dentro de los protagonistas destacan Mick Kelly, una joven de 12 ó 13 años, perteneciente a una familia blanca y pobre. Mick es una muchacha rebelde, prácticamente encargada del cuido de sus dos hermanos menores, Ralph y Bubber (George); amante de la música clásica (Mozart y Beethoven) y con aspiraciones de tener un violín, un piano. "...La música era ella...y era su verdadero yo."  "Más adelante, cuando tuviera veinte años, sería una compositora famosa en el mundo entero. Tendría su propia orquesta sinfónica..."                                                                                                                                      

También estaba Jhon Singer un sordomudo que vivía con otro sordomudo griego llamado Spiro Antonapoulos. Tenían diez años viviendo juntos hasta que Antonapoulos es internado, a solicitud de un familiar, en un asilo fuera del pueblo donde habitaban. Singer se opone con todas sus fuerzas pero al final no puede cambiar la situación, no obstante, Singer nunca olvidaba a Antonapulos, lo visitaba, le llevaba regalos que casi siempre éste recibía con indiferencia. Singer, después de la ida de su compañero alquila una habitación en la casa donde vivía Mick. Singer era un hombre muy apreciado, considerado, amable y llegó ha convertirse en un hombre vital para Mick y otros personajes.                                                                        
Por otra parte, Biff Brannon, dueño del  Café Nueva York. Estaba casado con Alice. Mantenían el café abierto las 24 horas del día. Biff era un buen hombre, muy observador y tenía especial consideración con personas que tuvieran algún defecto físico, brindándoles siempre un trago. Alice muere posterior a una operación de emergencia (tenía un gran tumor abdominal) y Biff retoma su vida de una manera que nos hace pensar que, en realidad, no era feliz con Alice. Más adelante nos damos cuenta que Biff se siente atraído por Mick pero ello no pasó de allí. Biff también apreciaba mucho a Singer aunque siempre le pareció que tenía algo extraño que él no llegaba a precisar.                                                                                                 
Otro personaje a destacar es Jake Blount, un hombre blanco, muy aficionado a la bebida, inteligente, lector. Jake, cuando llega al pueblo donde transcurre la novela, se pasa casi dos semanas metido en el Café Nueva York, bebiendo y hablando sin parar. Biff le había fiado todo ese tiempo. A Biff le llamaba mucho la atención Jake, consideraba que era un hombre singular. Biff nunca llegó a desentrañar quién era Jake. Jake era socialista y no perdía tiempo para exponer sus ideas a quien quisiera escucharlo o no sobre las injusticias y la burda explotación capitalista. Al final de la novela Jake se va del pueblo, creyendo haber matado a un joven negro en una pelea en el parque de diversiones donde trabajaba.                                                             

Otro importante personaje, el Dr. Copeland, médico negro, abnegado hasta más no poder con sus pacientes. El Dr. Copeland vivía sólo. Su esposa había muerto muchos años atrás y sus hijos se habían marchado por diversas razones. Su única hija hembra se llamaba Portia y trabajaba como sirvienta en casa de los Kelly. El Dr. Copeland vivía obsesionado por el tema de los negros pero lo que menos toleraba era la propia actitud de los negros hacia sus opresores. Decía: "...-la raza negra sube a la cruz y es crucificada todos los viernes por impulso propio..." Portia era una excelente muchacha, estaba casada y con ellos vivía su hermano menor Williams que era un joven de carácter tranquilo, tocaba la armónica pero circunstancias de la vida que para nada dejaban de lado el hecho que fuera negro, hicieron que Willie fuera preso y allí, por una situación de maltrato brutal tuvo que sufrir la amputación de sus dos piernas. Bajo esta situación fue que lo dejaron libre con la condición de que no hiciera ningún reclamo sobre lo que había sido una agresión por parte de los guardias de la prisión. Portia visitaba asiduamente a su padre y trató que sus hermanos se reconciliasen con él. El Dr. Copeland tenía tuberculosis pulmonar. Era comunista y la situación de los negros lo hacia experimentar una furia permanente contra los blancos. Jhon Singer fue la excepción. Como dije antes, Singer se convierte en el centro de atención de varias personas. Estas personas se sentían escuchadas y respetadas por él aunque después queda claro que Singer no comprendía la mayor parte de las cosas que le comentaban. Mick, quien estaba en la escuela, tuvo que dejarla para ponerse a trabajar (se sentía muy mal por ello). Su amor por la música quedó en un plano secundario. Desarrolló un amor platónico por Singer. El Dr. Copleland y Jake, lo visitaban con frecuencia y lo consideraban un auténtico amigo. Al final, en una ocasión en que Singer va a visitar a Antonapoulus, se entera que éste había fallecido. Resulta claro que Singer estaba muy enamorado de Antonapoulus, tanto así que no llega a resistir su muerte y se suicida.

¡Respetable novela!

Carson McCullers nació en Columbia, Georgia en 1.917 y murió en Nueva York en 1.967. Tuvo una vida difícil. Los últimos diez años de su vida los pasó inmovilizada por una parálisis progresiva.

Caracas, 29 de junio de 2011.

domingo, 26 de junio de 2011

2004 en 2011


"Escribir requiere de tiempo, de espacio. Cuando no se tiene ni uno ni otro, las ideas quedan arrugadas como pasas, como avellanas. Una piel reseca adherida a una materia también reseca que ha perdido su fluido vital. Mezcla de ideas coaguladas que al final se convierten en un absceso cuya maduración se ha abortado.
La desubicación geográfica crónica, la sorpresa ante el calor, la lluvia (la lluvia que no cesa de caer sobre Caracas), la adolescencia nueva que revienta ante mi vista y que me enfrentan con la propia cuyas raíces carecen de luz, sumergidas en una oscuridad perenne en las alturas de un barrio catiense, la ausencia manejada como inexistencia, los recuerdos que se agolpan en el pensamiento como el choque de múltiples trenes. Busco un escudo protector, experta en esas artes. Estoy sola. Me aferro a los libros. Me aferro a esta pantalla esperando que se duerman los deseos que me confrontan  y que me retraen a un mundo nebuloso donde me convierto en eterna expectadora."

"La paradoja del tiempo: el reposo que no da reposo. Se impulsa para aumentar el vacío en un día nublado. El ruido de los motores. El choque impávido de la lluvia con cauchos ya cansados de un contínuo transitar. Sirenas de ambulancias que crean mayor desasosiego. Pronto empezará a caer definitivamente la tarde y con ello el día. ¿Cómo se conjugan los sentimientos con el paso del día?. Repetición de un ciclo. ¡Qué alguien me responda! Para qué es la vida. Intento asirme. Intento asirme."

"La otra noche me desperté. No había amanecido aún. Detallé mi cuarto en penumbras. En el techo hallé a la angustia. Plácida. Risueña. Estaba en un cuadro cuyo marco era de oro. La musa del insomnio se sentó en el borde de la cama y dijo, burlonamente, - perdona, me quedé dormida."

"En un entre sueño, me asaltó una visión angustiante: sobre el rostro de mi hijo caminaba un asqueroso insecto. Pensé que era el preludio de la locura. La deseché con fuerza inusitada pues no quería regresar."

"No tan lejos, se escuchaba una voz crecida por un altavoz. ¡Levántense, es hora de levantarse!. El mendigo vestido de azul, el que lo está de verde. El que tiene la camisa amarilla, ¿me escuchan?. ¡Ha levantarse! -he dicho. Pensé que faltaba poco para formar un arcoiris".

"He caminado miles de metros dentro de este receptáculo. No siempre moverse es un avance."

"Nada
invoco
Dios horrendo
Nido de mi soledad."

"Mi ánimo oscila entre la alegría y la tristeza como un barquito de papel en altamar."

"Ahora no siento nada. Una especie de neutralidad. Si profundizo un poco me percato que mis emociones están camuflajeadas."

(La huella) "La asepsia quirúrgica se hace, mientras que la asepsia analítica, con respecto a los propios traumas y zozobras interiores es una gran estupidez."

"Una voz llorosa que aparenta serenidad
a punto de deshacerse
otra apremiante que exige compromiso
otra sutil e indagadora preparada para dar
una noticia triste
otra sorprendida como si la muerte no fuera
cosa cotidiana
otra infantil salvada de desdichas tempraneras
otra comprensiva pues el dolor no le toca el alma
Voces del mundo transitado."

"Voces lejanas me llegan como latidos irregulares."

"El insomnio me ilumina otra vez. Busco los libros como única compañía posible en esta madrugada lluviosa. Me sonrío con las locuras de Don Quijote que leo sosegadamente, encontrando frases y refranes que creía de origen reciente. También leo La caverna de Saramago. Me gusta su estilo aunque no pudiera decir por qué. Historias bien conformadas, eso, al menos."

"El niño de trece años luce molesto y triste a la vez. La repetición bucal, no de frases sino de restos de alimentos infames y la diarrea continua indican lo parasitado que está. Él también lo está de la madrastra que me aclara oronda que él no es su hijo. De la madre que a parece a posteriori exhibiendo un embarazo avanzado.                                                                                                                                                        ¿Cuántos hijos tiene?, - le pregunto con cierta irritación que no logro reprimir. Diez - contesta. Imagino que no tendrá más -agrego yo. ¿¡Yo!?, ni loca - responde con asombro de alucinada. El niño de trece años tiene dos semanas viviendo con la madrastra y su padre. La madre se lo ha dejado pues ya tiene muchos,  - me dice. Es cierto, ya son muchos  -respondo. El niño de trece años está triste y molesto a la vez."

"¿Cómo comenzar a escribir: El Deseo muerto o el Muerto deseo?".


Caracas, 26 de junio de 2011.

jueves, 23 de junio de 2011

El Sobrino de Wittgenstein. Una amistad

"Nos hemos resignado con el hecho de que, aunque la mayor parte del tiempo en contra de nuestra voluntad, tenemos que existir, porque no nos queda otro remedio y sólo porque una y otra vez, cada día y cada minuto nos resignamos de nuevo a ello, podemos continuar." T.B.

Acabo de terminar de leer El Sobrino de Wittgenstein, una amistad (1.982) de Thomas Bernhard.  Múltiples sensaciones he experimentado durante su lectura: estupor, tristeza, admiración, etc. En cualquier caso, me ha impactado. Debo decir algo en relación a la forma de escribir de Bernhard: utiliza una lógica penetrante, demoledora. La reiteración, usada sin remilgos, da una fuerza increíble a sus palabras, a sus relatos.

El Sobrino de Wittgenstein, trata, en esencia, sobre la relación de amistad mantenida entre el narrador que presumimos se trata de Bernhard y Paul Wittgenstein, sobrino del famoso filósofo, ingeniero y lingüista austriaco Ludwig Wittgenstein (Austria, 26/4/1.889, Reino Unido, 29/4/1.951). Precisa el narrador que cree que esta amistad se da porque: Paul comprendía sus ideas más descabelladas y se dejaba llevar por ellas.

El narrador inicia el relato en el año 1.977, cuando se hallaba hospitalizado en el Pabellón Hermann en Waldviertel (Austria),  pabellón exclusivo para pacientes con patologías pulmonares graves. Había sido operado de un tumor torácico y estaba en condiciones muy críticas. En total estuvo allí cuatro meses a partir de junio y no murió, a pesar de los pronósticos médicos. Era un hombre con una sólida formación musical y, aparte de escribir novelas, escribía poesía y piezas de teatro. Por otro lado, en el pabellón Ludwing (Am Steinhof) para enfermos mentales, se hallaba, en uno de sus tantos ingresos, Paul Wittgenstein. Paul estaba multi diagnosticado  como poseedor de una enfermedad mental, cuya categorización oscilaba entre depresión, manía, locura y demencia y había sido sometido a tratamientos de diversa índole. El narrador que, ya era un escritor que publicaba (recientemente le habían publicado una novela llamada Trastorno) lo conocía pero fue en el hospital donde, a través de una amiga común llamada Irina, estrechan una amistad que duró hasta el fallecimiento de Paul. El abreboca que estrechó la amistad de ambos fue una discusión sobre la Sinfonía Haffner  interpretada por la London Philarmonic bajo la dirección de Schuricht. Dice el narrador: "...lo que me vino muy bien, porque, lo mismo que mis interlocutores, un día antes de la discusión había escuchado a Schuricht dirigir esa sinfonía en la Musikverein y había tenido la impresión de no haber escuchado nunca, en toda mi existencia musical, un concierto más perfecto."


Digresión: La Sinfonía Haffner o Sinfonía No. 35 fue escrita por Mozart en 1.782.


Paul Wittgenstein era un hombre de una gran cultura artística, no sólo musical sino general; poseedor de conocimientos absolutamente extraordinarios, en especial con las grandes obras orquestales de Mozart y de Schumann; amante de la ópera; de las carreras de autos y de la vela. También lo caracterizaba un don de observación muy agudo. Paul había sido un gran bebedor. Apenas seis años antes de su muerte fue cuando dejó de beber. Tenía muy poca afición por el dinero y despilfarró el que había heredado, tanto así, que luego había tenido que trabajar en una empresa de seguros para mantenerse y a su mujer Edith. Ambos se adoraban aún cuando estuvieron la mayor parte del tiempo de su vida de casados, separados.

Digresión: La ópera preferida de Paul era La mujer sin sombra, escrita entre 1.911-1.915 por Strauss sobre un libreto del poeta Hugo von Hofmannsthal.

El narrador hace un análisis paralelo del motivo de la locura de Paul y del motivo de su propia enfermedad pulmonar. Paralelo pero que por esos vericuetos del lenguaje se tocan, se tocan para explicar esa amistad entre esos dos hombres, aunque la misma no dejó de tener sus bemoles. Pero "oigamos" al narrador: "Paul pereció por su enfermiza sobre estimación de sí mismo y del mundo, yo también pereceré, a la corta o a la larga, por mi propia sobre estimación enfermiza de mi mismo y del mundo."  Agrega que, Paul "...se enfrentó  con todo y, como es natural, se vio derribado."  El narrador afirma que Paul poseía una gran riqueza mental, a pesar de que la tiraba, aún así, dicha riqueza crecía ininterrumpidamente, hasta que su cabeza explotó. En una explicación casi loca pero no carente de un gran atractivo, explica: "La riqueza mental crece con mayor cuantía que la capacidad para tirarla...". Entonces se trataba de un exceso de producción ante una eliminación que, aunque alta, no lograba hacer mella sobre la primera. Agrega el narrador que, eso mismo le ocurrió a Nietsche.

Son muchos los temas que aborda el narrador: está una dura crítica hacia los médicos, en especial a los médicos psiquiatras. Menciona los diagnósticos erróneos de muchas enfermedades en general. De los médicos psiquiatras dice, entre otras cosas: que gozan de inmunidad ante sus errores; que usan métodos asesinos y letales; que son los verdaderos demonios de nuestra época; que son indolentes, despiadados, obtusos. Cita unas palabras de Paul después de una de sus tantas hospitalizaciones: "...con los médicos estuve en buenas relaciones mientras tuve dinero, decía, pero luego, cuando no lo tienes, te tratan a patadas, decía a menudo." Poco después, agrega el narrador:  "Se les puede reprochar todo a los médicos pero en el fondo...no quieren otra cosa que mejorar el estado de sus pacientes pero el paciente tiene que hacer lo que esté de su parte, y no socavar los esfuerzos de los médicos levantándose demasiado pronto (o demasiado tarde)..."  Ello parece una paradoja pero no lo es. Bernhard es certero; habla del tema de la muerte; de su experiencia como enfermo crónico, de por qué luchar y no dejarse morir de una vez;  de la relación entre un sujeto sano y uno enfermo; del "rechazo" hacia éste último por un temor, consciente o no hacia la propia muerte por parte del que está "sano"; sobre los cafés literarios vieneses; sobre el recibir premios literarios; sobre el mundo de los literatos: "...en el mundo de los literatos, o sea, en el más abominable de todos los mundos, en el mundo de los literatos vieneses y en su ciénaga intelectual." ; sobre la actitud que la familia Wittgenstein tiene hacia Paul, de rechazo, de infravaloración, al igual que lo tuvo hacia Ludwig. ( Ludwig fue el "filósofo desvergonzado"; Paul el "loco desvergonzado"). La familia Wittgenstein era  multimillonaria y se dedicó a la producción de armas y máquinas. Su riqueza creció, sustancialmente, durante la época del Imperio astro-húngaro y luego se estancó durante la República; sobre el desconocimiento que había en Austria de Ludwig y hasta del mismísimo Freud. Otras cosas se plantean en El Sobrino de... de gran interés...

El narrador dice que Paul casi nunca le habló de su tío Ludwig y que él no quiso preguntar. Pero que lo poco  que dijo le hizo pensar que había una empatía entre estos dos hombres.
El narrador hace un interesante análisis sobre por qué Ludwig se convirtió en filósofo y Paul en loco.

Veamos: Ludwig fue un  filósofo que hizo época;        Paul era loco.
              Ludwig también era loco                               Paul también era filósofo
              Famoso por su filosofía                                Famoso por su locura
              Era más filósofo                                           Era más loco
              Escribió su filosofía y reprimió                    Reprimió su filosofía y exhibió su locura
              su locura.
              Dio publicidad a su cerebro                         No dio publicidad a su cerebro
              Publicó su cerebro                                       Practicó su cerebro
              Persona y cerebro extraordinario               Persona y cerebro extraordinario.

Al parecer, para la familia Wittgenstein, ambos eran unos bufones y sólo merecieron su desprecio.

La amistad del narrador y Paul dura cerca de doce años. El narrador lo define como la persona más sensible que ha conocido. Además que, su amistad con  Paul se inició : "...en el momento que había comenzado a morirse, 12 años atrás y considera que había sacado provecho de esa muerte, que la había aprovechado con todas sus posibilidades; que fue testigo; que sacó fuerzas para su propia supervivencia durante esos doce años."


Una vez Paul le dijo: "Doscientos amigos asistirán a mi entierro y tú tendrás que pronunciar un discurso ante mi tumba".  Poco tiempo antes de la muerte de Paul y estando el narrador consciente de su estado pésimo, se "alejó" de él. Se ubicaba cerca de su casa pero no podía tolerar el deterioro de ese su mejor amigo, no podía soportar su tristeza. Paul murió en un Hospital de Linz. Su cuerpo reposa en el cementerio central de Viena. Lo cierto fue que al entierro de Paul sólo asitieron 8 ó 9 personas y el narrador estaba en Creta (Grecia), escribiendo una obra de teatro que le habían encargado. Finaliza el narrador: hasta hoy no he visitado su tumba.

Caracas, 23 de junio de 2011.

sábado, 18 de junio de 2011

Entre Crónicas (Parte II)

Estampas Socialistas. Crónica escrita por Valentina Ruiz Leotaud. Narra la experiencia de un estudiante venezolano, Jorge Andrés Castillo, quien se hallaba en Alemania Occidental estudiando Diseño de la Comunicación y decide pasar un día en Alemania Oriental para retratar el todavía en pie -para la fecha- Muro de Berlín y otras imágenes. Le informan que sólo puede permanecer en esa de parte de Alemania hasta las 11:59 pm y que debe consumir todo el dinero que lleva. Era el 3 de abril de 1.989. El joven describe sus dudas, sus miedos antes de entrar. Al llegar percibe diversas sensaciones: "Soledad...Sensación de haber retrocedido en el tiempo, al descender en aquella tierra...en plena ciudad (11:15 am) y por la acera de adoquines grises no circulaba ni un alma...". Refiere que no hay letreros que indiquen direcciones y que, al parecer ello no es casual sino que lo hacen "...con el objeto de que la gente no abandonara los linderos de su comunidad." Jorge Andrés se sorprende ante la lentitud de los trámites burocráticos ("Velocidad socialista") ; los bajísimos precios; la visión de un grupo de oficinistas "Ninguno charló, ninguno sonrió, ninguno manoteó, todos portaban bolsas y cajitas genéricas, sin marcas..." Juan Andrés vio vidrieras en último estado y pensó en la "Estética socialista".  "Sin museos y bibliotecas a dónde ir, bordeó un silencioso puente...y merodeó frente a fachadas con gárgolas ladeadas, pintura manchada y descascarada y huecos no muy profundos, que sólo podían aludir a la guerra culminada hacia cuatro décadas..." Luego entró en un lugar a comer y al sentarse en una mesa vacía, le dijeron que tenía que ocupar una mesa donde había un grupo y todavía quedaban sillas vacías. Finalmente regresó a Alemania occidental. Cinco meses después cayó el muro y se narra lo feliz que estuvo.




La punzada de la derrota. Escrita por Yngrid Rojas. Narra un día de gran impacto en el país. El día del referendo sobre la reforma constitucional propuesta por el Presidente Hugo Chávez y avalada por una intensa campaña liderada por él mismo. El punto álgido: el de la reelección presidencial. Se trataba del 2 de diciembre de 2007. Se relata allí los intríngulis previos antes de conocerse los resultados oficiales que debían ser emitidos por el Consejo Nacional Electoral (CNE). Tales resultados fueron conocidos después de un tiempo de espera que se consideró injustificado. Se habla sobre diferentes versiones en relación a la tardanza que implicaba las reacciones que podrían darse en los distintos centros de campaña; el esperar o no los votos manuales, etc. Finalmente se supo, en voz de Tibisay Lucena, presidenta del CNE, que el gobierno nacional había perdido tal referendo. La reacción inicial del presidente Chávez, supuestamente serena (a mí no me lo pareció)  quien,  más temprano que tarde, es decir, el 4 de diciembre, ya catalogaba el triunfo de la oposición como "...una victoria de mierda."


Un temblor que no termina. Escrita por Mabel Sarmiento Garmendia. Esta crónica particularmente me ha gustado y no creo que se deba a su tema central que tiene que ver con el barrio El Cardón, enclavado en una alta montaña, al final de la calle principal de Gramoven, una de las comunidades más extensas de la parroquia Sucre donde habitan cerca de 50.000 personas. Tampoco por el hecho de que El Cardón esté atravesado por la falla de Tacagua, el accidente geológico más importante del área metropolitana de Caracas y cuya amenaza sísmica está latente en toda su longitud, al límite norte-oeste de la ciudad y  al sur del litoral. Ello hace que en este barrio tiemble continuamente. Menos porque en 2005 haya sido publicado el decreto 141 (gestión del ex alcalde Freddy Bernal) donde se señalaban las zonas de alto riesgo que incluía a El Cardón  y que no se hubiese hecho nada práctico al respecto (es decir, reubicación de los habitantes en viviendas seguras, con servicios públicos adecuados, fuentes de trabajo, etc.). Lo cierto es que en el Barrio El Cardón "lo normal es que se mueve". Para sus habitantes, la existencia de movimientos sísmicos es una rutina. Dichos movimientos hacen que, de tanto en tanto, la configuración del barrio cambie. No obstante, la gente que está allí, allí seguirá. Consideran que ese es su lugar y, que a pesar de los deslizamientos, derrumbes continuos, insalubridad (problemas de cloacas, ratas, etc), vías de acceso pésimas, el barrio es tranquilo, hay poca violencia. Para quien siempre será una novedad es para la narradora que lo visita cada cierto tiempo y considera que en El Cardón, "la normalidad no es real y que hay algo con vida propia, casi fantasmal que mantiene en movimiento sus calles, casas, escaleras, postes de luz y hasta las mismas matas de mango".  Ésta crónica me ha resultado muy instructiva y creo que lo que más me ha gustado es el espíritu de la gente del barrio El Cardón. ¡Dios los guarde y lo proteja!.


Caracas, 18 de junio de 2011.

martes, 14 de junio de 2011

Entre Crónicas (parte I)




Tengo en mis manos el libro Desvelos y Devociones pulso y alma de la crónica en Venezuela 2010, editado por la Bigott.  El mismo es producto del V Seminario El Pulso y El Alma de la Crónica, realizado durante la semana del 7 al 11 de junio del pasado año. Me permito tomar tres crónicas un poco al azar (y no tanto), para comentárselas. Las mismas fueron escritas por periodistas o estudiantes de Comunicación Social, participantes del pre citado seminario. Las reseño acá por la excelente impresión que me han producido, además de aumentar mi confianza en nuestros jóvenes escritores y en la capacidad real de la literatura venezolana.                     

La primera: La Reina del Barrio más grande de Latinoamérica, escrita por Juan Carlos Figueroa: trata de una joven de 18 años llamada Ginarvit Méndez, quien había sido electa reina del carnaval en el barrio José Félix Ribas en Petare. La joven está contenta por el hecho. Además, hay antecedentes en su familia. Tanto su mamá como su abuela lo habían sido en años anteriores. Su madre -Gina- dice que la elección de su hija tiene que ver con una cuestión de actitud. Ginarvit no sólo disfruta de su elección. Le resulta imposible no hablar de la violencia, de la criminalidad, de la angustia que significa vivir en su barrio. Relata la muerte de un amigo dos años antes. Se menciona la cifra de 568 ciudadanos muertos en su municipio para 2009 y de 184 muertos en lo que iba para el momento en que fue escrita ésta excelente crónica. También se comenta, las diferencias del barrio en cuanto a número de habitantes y la violencia, entre la década del noventa y la actualidad. Al final, Ginarvit compite con otras jóvenes de los barrios que integran el municipio Sucre para la elección de la reina. Ginarvit no gana pero lo toma de la mejor manera. 

Por otro lado, tenemos una crónica escrita por la joven periodista Ariana Guevara Gómez, titulada La paciencia de Cecilia, en la cual narra la experiencia de una madre con su hijo autista. Cecilia tiene un parto de morochos. Una hembra y un varón. El nombre de él es Alfredo. Viven en Barinas. Cuando Cecilia se da cuenta de las diferencias de desarrollo demasiado obvias entre sus hijos, comienza a buscar ayuda. Los médicos que lo atienden no saben qué tiene Alfredo, el cual presenta convulsiones no diagnosticadas. Cecilia decide viajar a Caracas, Alfredo es evaluado. Es, por fin, en Sovenia cuando la Dra. Lilia Negrón le hace a Alfredo el diagnóstico de autismo moderado más el daño orgánico adicional causado por las convulsiones (que ya habían cedido). Cecilia se va a vivir a Caracas y así se inicia el tratamiento conductual de Alfredo. Se habla de la rutina que inicia Alfredo en una plaza cercana a su casa, acompañado por Cecilia: montar un "concierto" vestido de una manera muy particular. Ello lo realiza de lunes a viernes. Sólo cuando llueve o cuando Cecilia materialmente no puede llevarlo, la rutina se interrumpe: "En el suelo extiende dos sábanas y las rodea con retazos de una carpa vieja. Sobre eso forma un cuadrado con los palos de escoba y, en medio, coloca un tobo de plástico al revés, sobre el que se sienta. Lleva una falda hawaiana en la cabeza, a modo de peluca, y una bandera amarrada a la cintura. Sobre sus piernas descansa una guitarra pequeña y frente a él, un micrófono que se sostiene en una silla. Él se inclina un poco hacia adelante y canta un reguetón con voz ronca, mientras toca unas cuerdas desafinadas, ante un público de una persona: su mamá.". Intentar introducir algún cambio, por pequeño que fuese, en la rutina diaria de Alfredo se hace cuesta arriba. Destaca la crónica algo que no es de extrañar. Para esas fechas no existen cifras de personas autistas en Venezuela (década del noventa) y tampoco ahora, dice. Se dan las cifras de los Estados Unidos: un autista por cada 1.500 personas. Para 2007: 1 por cada 90 personas. Ya, de más edad, Alfredo empieza a padecer nuevamente de convulsiones y debe ser medicado. Cecilia decide que duerma con ella. Se pone en el tapete su preocupación  sobre el hecho de qué pasará con su hijo cuando ella ya no esté para cuidarlo: "Yo soy su mamá, y quien más que yo para tenerle paciencia. Cuando yo me muera, no sé quién lo va a llevar a la plaza.". Indudable el componente emocional de esta crónica, escrita intercalando ciertos tiempos lo cual le da un matiz literario particular.                             

La tercera crónica a reseñar en esta ocasión: Diario de una pasante, escrita por Francesca Copello. Aquí se narra la experiencia de una joven pasante en el Diario Panorama de Maracaibo. En primer término, relata la historia de Carlos, un hombre casado, con dos hijos, quien no está dispuesto a pagar "vacuna" y está viviendo su primera amenaza al respecto. Carlos se niega a pagar, es un hombre humilde. Decide denunciar el caso a la policía y nada. Va a el Diario ya que cree que la revelación de la denuncia puede hacer que los maleantes lo dejen tranquilo. La pasante cuenta que, además de las pautas asignadas, le tocó atender las llamadas noticias de plantas, las cuales son elaboradas a partir de las denuncias o anuncios que hacen las personas directamente en el Diario y que tal actividad la hizo sentir más como una terapista que como una periodista. La primera pauta que atendió fue una protesta de más de 40 ancianos ante la oficina de Recursos Humanos de la Gobernación del Zulia (dice que fue acompañada por la periodista de políticas Priselen Martínez quien conocía a los ancianos y viceversa y se trataban como si fuesen amigos entrañables). Esa protesta se hace reiterativa. Sólo cambia el lugar. Luego, la joven atiende a personas que desean que se les haga alguna publicidad y que, usualmente se trata de personas aduladoras que acostumbran a dejar muestras de lo que desean les sea publicitado. El último caso reseñado es el de José Francisco Matheus, quien, hacia diez años atrás fue detenido (y desalojado de su casa) por la policía regional del estado Zulia, acusado de estar involucrado en el secuestro de la Dra. Maritza Serizawa. Refiere haber sido torturado durante 11 días. Que la violencia policial le quitó su vida. Posteriormente se supo que no había tenido nada que ver con tal secuestro. El señor Matheus fue acompañado al Diario por Rodolfo Rico (Red de Apoyo por la justicia y la paz). Ese día su caso había sido pospuesto otra vez, después de treinta ocasiones anteriores. 

Continuará. ¡Vale la pena leerlas!

Caracas, 14 de junio de 2011.






sábado, 4 de junio de 2011

Cormac MacCarthy


"Los libros se hacen de libros. La vida de una novela depende de las que ya han sido escritas. Siempre ha sido así".


"Nunca sabes cuando necesitarás a los que has despreciado".
C.M.

Sí, es cierto que para los amantes de la literatura un libro, un ensayo, etc. lleva a otro estableciéndose una cadena que muchas veces suele ser interminable.

Supe de Cormac MacCarthy a raíz de la lectura de una entrevista que le hicieran a David Foster W. donde la típica pregunta sobre los autores que le habían influído fue formulada. Entre otros, Foster W. mencionó a MacCarthy. A partir de allí, leí casi en serie todos los libros de MacCarthy que encontraba hasta el último, La Carretera (2.006), libro de ficción que lo hizo acreedor al premio Pulitzer de Novela (2007). No obstante, no hallaba el primero de una serie que daba inicio a la llamada Trilogía de la frontera que incluía a: Todos los hermosos caballos (1.992), con el cual MacCarthy obtuvo el prestigioso National Book Award; En la frontera (1.994) y Ciudades de la llanura (1.998). Otros títulos: Suttree (1.979: su cuarta novela, considerada por muchos como lo mejor que ha escrito); No es país para viejos (2.005): Meridiano de sangre (1.985: novela ruda y dotada de un hermoso lenguaje); Hijo de Dios (1.973): La oscuridad exterior (1.968) y El Guardián del vergel (1.965: su primera novela).

Antes de continuar, debo decir que Cormac MacCarthy nació en Providence, Rhode Island, el 20 de julio de 1.933. Está considerado como uno de los cuatro mayores novelistas norteamericanos de su tiempo junto a T. Pynchon, Don DeLillo y Phillip Roth.
MacCarthy ha tenido una vida bastante particular. Se ha casado en tres ocasiones, su tercer y actual matrimonio fue en 1.998, del cual tiene un hijo; fue desheredado por su padre quien deseaba que fuera abogado. Protege celosamente su intimidad y rara vez concede entrevistas. En la primera de las únicas tres entrevistas que ha concedido en su vida, dada al diario The New York Times en 1.992, el cronista dijo que sería difícil pensar en otro escritor mayor que haya participado menos de la vida literaria. Nunca ha enseñado literatura, ni ha dado talleres, ni ha escrito periodismo, ni ha dado lecturas o charlas, ni ha reseñado libros. Dijo que escribe poco sobre las mujeres porque "...son duras y no pretende entenderlas."

Pienso que la fuerza narrativa de MacCarthy como escritor, no sólo reside en unos personajes sencillos, de pocas palabras pero de acciones certeras sino en la capacidad que tiene para incluir el ambiente físico del norte de México (en los casos en que se ambientan allí) caracterizado por llanuras inmensas, desiertos, montañas, valles, ríos, de tal manera que esa descripción no se hace pesada, para nada. El ambiente es, dentro de la narrativa de MacCarthy, un personaje vital.

Acabo de concluir la lectura de Todos los hermosos caballos que encontré en la librería El Buscón cuando ya no lo buscaba. MacCarthy es un narrador excepcional y lo expreso sin dudas. En Todos los hermosos caballos se cuenta la historia de un recio joven de dieciséis años llamado John Grady Cole, fruto de la unión de unos padres que se separan. La madre (proveniente de la familia Grady) había abandonado al padre, el cual parece hallarse enfermo. John se crió bajo la tutela del abuelo quien había sido el mayor de ocho varones y el único que había alcanzado los 25 años de edad. Vivían en una granja ubicada al oeste de Texas.

La novela comienza con el velorio del abuelo y la decisión de John de irse a México, posterior a su intento de convencer a su madre que no vendiera la granja, que él se encargaría de la misma. Pero la madre no accede y John abandona la escuela y se marcha con su mejor amigo Lacey Rawlins. Desde ya hay que resaltar que Jonh amaba, literalmente, a los caballos ( era un gran conocedor de los mismos) y lo que amaba en ellos era lo que amaba en los hombres: "Lo que amaba en los caballos era lo que amaba en los hombres, la sangre y el calor de la sangre que los recorría. Toda su reverencia y todo su afecto y todas las tendencias de su vida se inclinaban hacia los ardientes de corazón, siempre sería así y nunca de otro modo". Así que John y Lacey -apenas un año mayor- inician viaje hacia México con sus caballos. El de John se llamaba Redbo y el de Lacey, Junior. Durante la travesía se topan con un joven llamado Jimmy Blevins que aparentaba 14 años, poseía un gran caballo bayo y era un excelente tirador. Blevins les pidió ir con ellos. Él y Lacey discutían con frecuencia y un día, bajo una tormenta, se enteran que Blevins le tenía fobia a los rayos. En su familia había toda una larga historia de muertos fulminados por rayos y él pensaba que la única manera de escapar de un rayo era siendo más rápido que el rayo. En una escena le roban el caballo a Blevins y John y Lacey lo ayudan a buscarlo. Blevins era muy testaduro y aunque John ideó un plan para recuperarlo una vez ubicada la casa donde lo tenían, Blevins lo recuperó a su manera. Los tres tuvieron que salir huyendo, siendo perseguidos por un grupo de hombres. Deciden separarse y durante mucho tiempo John y Lacey no vuelven a saber de Blevins. Continuán su camino y consiguen trabajo, como domadores de caballos, en una hacienda llamada Nuestra Señora de la Purísima Concepción, ubicada en Coahuila. Inicialmente les va muy bien hasta que John conoce y se enamora de Alejandra, hija del dueño de la hacienda, Héctor Rocha. Alejandra corresponde a ese amor y ella y John comienzan a encontrarse a escondidas. En la hacienda también vivía, la dueña Alfonza, tía abuela y madrina de Alejandra quien al enterarse lo que estaba sucediendo entre los jóvenes llamó a John y le advirtió que se alejara de su sobrina.

Cuando el padre de Alejandra se entera de la relación hace que se lleven presos a John y a Lacey los cuales, después de varios días de viaje, son llevados a una cárcel donde se hallan con Blevins "Flaco, andrajoso y sucio", acusado de haber matado a un hombre y como sabían que Blevins no había estado sólo cuando "robó" a su propio caballo, asumieron que John y Lacey habían sido cómplices de él.

A Blevins terminan matándolo cruelmente. John y Lacey no pueden hacer nada por ayudarlo pero sienten auténtica pena por él. Antes de que se lleven a Blevins, éste, intuyendo su destino, le da el poco dinero que tiene a John: " Blevins se había quitado una bota y rebuscaba en su interior. Sacó la plantilla negra y sudada, la tiró y volvió a meter la mano... Toma, murmuró...Le puso en la mano un fajo de billetes de peso, sucios y arrugados...La bota había caído al suelo".. Luego se los llevan a El Saltillo a la prisión de Castelar donde fueron tratados salvajemente. Pero ellos, con gran valentía, se disponen a resistir. Lacey es herido de gravedad y John se ve obligado a matar a un hombre que intentó matarlo (ello será un peso sobre su consciencia a pesar de las circunstancias). Ambos sobreviven y son sacados de la cárcel por influencia de la dueña Alfonza. Alejandra convino con su tía que si salvaba a John ella se alejaría de él. Una vez fuera de la cárcel, Lacey regresa a Texas y John decide ir a ver a Alejandra y recuperar su caballo, el de Rawlins y el de Blevins. Cuando John llega a Nuestra Señora de la Purísima se entera que Alejandra está en Ciudad de México. Logra conversar con la dueña Alfonza quien le reitera que debe alejarse de Alejandra. Es de resaltar que durante ésta conversación, la dueña Alfonza le narra a John su historia de amor frustrado con Gustavo Madero, hermano de Francisco Indalecio Madero, quien llegó a ser elegido Presidente de México en 1.911. Depuesto y asesinado por Victoriano Huerta en 1.913 tras la llamada Decena Trágica. Para mí, se trató de un hermoso relato, donde lo real es mezclado con lo que parece ser imaginario, de forma magistral. Finalmente John y Alejandra, quien debía regresar por unos días a la hacienda, se encuentran en Zacatecas. Viven un día de plena pasión amorosa y John le pide que se vaya con él a Texas pero ella le dice que no es posible. Ella sigue su camino y John, después de recuperar a los caballos, exponiendo su vida, regresa también a casa. Durante el regreso presiente que su padre a muerto, cosa que resulta cierta. Se encuentra con Lacey, le entrega su caballo y éste le dice: "¿Qué vas a hacer?". John responde: "Largarme", "¿Adónde?", agrega Lacey, "No lo sé...Éste no es mi país".


Caracas, 5 de junio de 2.011.