domingo, 3 de abril de 2011

INCLINANDO LA BALANZA HACIA EL BIEN



Señor, dame un corazón de niño y un gran coraje de vivir como adulto
Santa Catalina de Siena


A mi hija Mariana, con todo mi amor


Mi amiga Rosaura es una mujer ya cercana a la cincuentena. Es dinámica y multi funcional o, eso que llamamos todo terreno. Es cirujano general y lo que más le gusta operar son los pacientes de emergencia. Desde hace ya mas de tres años se haya separada de su esposo y vive con sus 3 hijos, los cuales tienen edades bastante disímiles, lo que hace que Rosaura intente mantenerse en continuo conocimiento de los intereses de una niña de 7 años, un varón de 14 y una ya mujer de 20 años.

La menor de sus hijos, que ya está finalizando el segundo grado, es una niña de clara inteligencia, teñida de cierta irreverencia, que no duda en preguntar y repreguntar cuando de saber algo que le interese se trate, tanto así que muchas veces Rosaura se siente que está siendo interrogada en la propia CICPC.

Rebeca es una niña muy desarrollada para su edad. Su piel es de un hermoso color canela, cabellos largos y rizados, ojos negros y es digna poseedora de una linda boca. Rosaura recuerda que desde que la vio, por vez primera, la belleza de su boca llamó poderosamente su atención.

Rebeca también es muy coqueta, sin embargo, lleva muy bien la falta de sus cuatro incisivos superiores que practicamente mudó de un sopetón (por supuesto, con la visita cuádruple del Ratón Pérez para dejarle el dinero respectivo por cada diente). Por cierto, cuando Rosaura le mencionó al Ratón Pérez, tuvo que responder a Rebeca un sin fin de interrogantes, entre ellas: ¿para qué quería el Ratón Pérez tantos dientes?. A Rosaura sólo se le ocurrió decirle que el Ratón Pérez estaba enamorado de una ratoncita muy pretenciosa que le exigía, como condición para casarse con él, un larguísimo collar formado por todos los dientes de los niños que mudaran en el mundo; la otra pregunta, fácilmente predecible, pero que Rosaura no previó al inventar la primera respuesta: mamá -pero si el Ratón Pérez tiene que ir buscando por todas las casas donde haya niños que estén mudando sus dientes, ¿cuándo se irá a casar con la ratoncita? Rebeca no pierde tiempo para agregar que esa ratoncita es una avara y una aprovechada y que, seguramente, no quiere de verdad al pobre Ratón Pérez.

En el día de hoy, que se inició para Rosaura a las 4 am. y, después de haber preparado el desayuno, el almuerzo que Rebeca se lleva para la escuela, de dejar a Manuel y a Rebeca en el colegio y a Victoria en la universidad, ir a su trabajo, ver a 20 pacientes, operar a uno de ellos, regresar a su casa, terminar de preparar el almuerzo para Manuel y Victoria (almorzar juntos), Rosaura decide tomar un descanso antes de buscar a Rebeca quien hoy tiene clase de natación. Ya eran como las 2 y 40 pm.

Rosaura es amante de la lectura. Se acuesta y toma de su mesa de noche una de las tres novelas que lee. Se trata de Papá Goriot de Honoré de Balzac. Lee cerca de diez páginas y, de pronto, el sueño la va venciendo. Cierra a Balzac, pone la alarma de su teléfono a las 4 y 25 pm y duerme. Rosaura ignora cuanto tiempo ha transcurrido pues, de súbito, es despertada por el sonido insensible de la alarma. Rosaura no quiere oírla (piensa que no ha descansado nada) pero, sabe que debe ir a buscar a su hija.

Rosaura llega al colegio pasadas las 5 pm. La tradicional y aberrante cola caraqueña no la ha perdonado. Rebeca luce contenta y desde que se monta en el carro comienza a narrarle su día. Ella la escucha con la atención que puede tomando en cuenta que está manejando. Cuando Rosaura está a punto de tomar el Paseo Colón, milagrosamente siempre libre de tráfico en sentido hacia el centro, Rebeca, cuyo colegio pertenece a la orden de los luteranos, le dice con un tono de voz distinto al que tenía hasta ese instante: -mami, yo creía que cuando a alguien le disparan Dios lo protegía para que no muriera.

La voz de Rebeca está pincelada de tristeza, de desazón. Rosaura la mira por segundos. A ver, ¿por qué dices eso? -pregunta Rosaura. Es que yo sé que si a una persona le disparan se muere y yo pensaba que Dios no permitía que eso pasara... Rosaura no sabe qué decir. Pero intuye que debe darle una adecuada respuesta a su hija, que su creencia católica, la que ella le enseña aunque muy afincada en la realidad, puede ponerse en entre dicho y se dice: ¡piensa! Rosaura, ¡piensa!
A Rosaura le viene a la cabeza mencionar que no siempre que una persona recibe un tiro, muere...Rebeca, quien continúa con el rostro compungido, la interrumpe: - ¿¡Dios no está pendiente para que no nos pase nada malo!?.

Rosaura no quiere decir nada que complique las cosas y agrega: lo que ocurre es que Dios representa al Bien pero, lamentablemente, existe el Mal, que lo representa el Diablo. Que Dios hace un esfuerzo por protegernos a todos pero que cada uno, cada quien debe colaborar para intentar evitar que le sucedan cosas malas y que entre el poder de Dios y el esfuerzo de uno, se suman poderes (Rosaura aprovecha el uso de los verbos sumar y multiplicar que ya son del dominio de Rebeca) para evitar, lo más posible, lo malo. Es decir, se suman las fuerzas buenas por un lado y las malas por otro y buscamos que ganen las buenas.

Rosaura mira de reojo a Rebeca. Ve que su rostro se ha relajado y se queda callada. Rebeca agrega: -¿cómo una balanza donde gana el bien?. Sí hija, responde Rosaura, ¡es como una balanza y tenemos que esforzarnos por inclinarla hacia el bien!.

Caracas, 4 de abril de 2011.

2 comentarios:

  1. Así es Rebeca es super pilas se parecerá a su tía......, como dice Rosaura?, tú tienes un cúmulo de conocimiento y fortaleza para llevar a tus hijos adelante

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  2. Sí. A veces pasamos ciertos apuros con los hijos. ¡Qué le vamos a hacer!.

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