jueves, 28 de noviembre de 2024

Mujeres que matan




“La felicidad es un misterio tan profundo como la depresión” (25)

“La escritura se transforma a medida que se acerca a la muerte” (33)

“…que hacer siempre lo mismo nos impide crecer. Que la tradición a veces puede ser un obstáculo para el cambio”. (106).

Mujeres que matan (2018) es la quinta novela del escritor venezolano Alberto Barrera Tyszka (1960), editada por Ediciones Curiara.

También es la tercera novela que leo de él, ya que, recientemente, leí,  El fin de la tristeza (2024) que comenté hace un par de días en este blog.

Mujeres que matan está ambientada en Caracas y, como muchas novelas venezolanas producidas en lo que va del siglo XXI, expone la crítica situación por la que atraviesa el país: las protestas de carácter político (en especial las del 2017), el pésimo funcionamiento de los servicios públicos, el déficit de alimentos, de medicamentos; la terrible actuación de los cuerpos llamados “colectivos” y de los cuerpos de seguridad en general; el aumento de los presos políticos (detenidos sin mayores razones, en forma ilegal, torturados, violados); el tema brutal de la migración y el cada vez mayor talante autoritario del gobierno nacional que en la novela es llamado el “Alto Mando”.

Mujeres que matan es una novela de venganza, de muerte, de piedad, de falta de piedad.

Comienza con el suicidio de una mujer llamada Magaly Jiménez, en la cincuentena de la vida, odontóloga, viuda de Roberto Ruiz quien pasó muchos años postrado en una cama por una enfermedad crónica en fase terminal y que ya había fallecido. Magaly se suicida en la bañera de un hotel después de haber ingerido una dosis de alcohol y de ansiolíticos. La muerte fue por inmersión. Llegó a dejar varios papeles escritos dirigidos a su único hijo llamado Sebastián.

Sebastián regresa al país consternado por la muerte de su madre. No entiende. No logra entender. Había migrado a EE.UU por insistencia de su madre, después de haber estado preso por razones políticas y su madre logra sacarlo del país y que aproveche para hacer una maestría.

Sebastián se entera que su madre estaba pasando por un cuadro depresivo (por motivos diversos) y que estuvo yendo donde una terapeuta de tendencia psicoanalítica pero Magaly quería una terapia que produjera efectos más rápidos y la terapeuta le recomienda que entre a un Club de Lectura.

En el ínterin de los pocos días que Sebastián tenía en Caracas, una joven de nombre Elisa Naranjo, estudiante de Artes, se pone en contacto con él y le comenta que está haciendo un documental sobre mujeres suicidas,  muertes que no están siendo relatadas en los medios de comunicación. El Alto Mando quiere controlar todo, entre ello, noticias que puedan ser perjudiciales para el gobierno.

Sebastián emprende junto con Elisa una especie de labor investigativa para saber qué pasó con Magaly.

Al enterarse de que Magaly formó parte de un Club de Lectura liderado por una mujer de nombre Inés Sánchez (que era la de mayor edad, la conductora), Sebastián se pone en contacto con una hermana de una de las mujeres del Club llamada Anahí  Rosales. Anahí tenía años siendo paciente de Magaly y le recomienda el Club del que formaba parte su hermana Teresa Rosales. Sin embargo, Anahí se muestra reticente en darle información a Sebastián. Sólo le contó que su hermana era profesora universitaria, que había estado presa por participar en una marcha de protesta, que les costó mucho verla en la cárcel y que no sabía dónde estaba.

Magaly es aceptada en el Club previa aprobación de sus cuatro miembros. Elegían los libros a leer por votación pero todas podían proponer libros (leían dos libros al mes). Todo iba muy bien hasta que Leonor Manrique (compañera de trabajo de Inés), propone leer un libro de autoayuda titulado Te daría mi vida… ¡pero la estoy usando! de una tal Alma Briceño (no sé sabía si era su verdadero nombre). Se supone que el libro trataba “…sobre las mujeres y el amor” (106). La otra  miembro del Club era Adriana Muñoz.

Lo cierto es que cada una de estas mujeres habían pasado por experiencias dolorosas y que a ninguna se le había hecho justicia: a Inés  Sánchez, un miembro de un colectivo le mató a su hija Irina (18) cuando regresaba de una marcha con un grupo de compañeros. Inés vio el hecho desde una baranda de su casa. La vida le cambió ese día. Hizo miles de diligencias para obtener justicia por la muerte de su hija y nada.

A Teresa Rosales la detuvieron en una marcha y la violaron múltiples veces. Una mujer militar organizaba sus violaciones en la cárcel. Leonor Manrique mantenía una relación de amante con su jefe, el cual había alquilado un apartamento para sus encuentros. Un día llegó a su trabajo y de inmediato se dio cuenta que algo ocurría. Se entera por otra empleada que su jefe la había grabado mientras ella le hacía una felonía y había enviado el video a los ejecutivos de la empresa.

Así, Leonor Manrique mata a su jefe en un ataque de furia. Cuenta el hecho en el Club y todas acuerdan ayudarla para hacer desaparecer el cadáver. Este acto actúa como una mecha y el libro de Alma Briceño parece servirles como de sustento teórico para infundirles ánimos y decisión ante lo que consideran situaciones terribles e injustas en sus vidas.

Teresa Rosales cuenta lo que le ocurrió mientras estuvo presa y que tiene todos los datos sobre la mujer militar que permitió que la violaran. Entre todas la secuestran y Teresa la mata de un disparo.

Magaly cuenta el sufrimiento de su esposo Roberto quien le había dicho que no quería que lo trasladase más al hospital si se descompensaba, no quería medidas heroicas para con él. Así, organizan todo para que Adriana se introduzca en el cuarto de la clínica donde estaba Roberto hospitalizado contra su voluntad y le inyecta una dosis mortal de insulina. Tal vez esta muerte y/o las otras en las que Magaly había colaborado la impulsaron al suicidio.

Al final del relato, Sebastián junto con Elisa, de quien se había enamorado, ubica a Inés Sánchez. Ella es la que relata todo y le cuenta sobre su dolor por la muerte de su hija. Elisa, quien tenía una postura singular sobre la vida, se queda impactada con el relato y percibe el dolor profundo en el que está sumergida Inés y que, a diferencia de sus compañeras del Club, no había podido saciar su sed de justicia. Con frecuencia, Inés veía en las cercanías de su edificio a la persona que había asesinado con vileza a su hija pero no podía hacer nada al respecto.

Sebastián le propone a Elisa que se vayan juntos a EE.UU y para su sorpresa, ella acepta pero con una condición. Lo último que sucede es que, Inés recibe una llamada y le dicen que se asome a su balcón. Ve bajar de una camionetica a una mujer con el pelo largo y frondoso. La mujer se acerca a un grupo (colectivo) donde estaba el hombre que había matado a Irina y le dispara y lo mata. Es decir, Elisa mató por la serenidad de Inés. Inés bendice a Sebastián y a Elisa.

En primera instancia, uno pudiera pensar que Mujeres que matan puede ser una novela que instiga al odio, a la venganza. También podríamos verla como las cosas que no debieran pasar para que no ocurran otras peores. Es algo para reflexionar y, en ese sentido, esta novela me ha llevado a eso, a reflexionar.

La novela también podría ser como una metáfora de la decadencia de un país, no sólo en su aspecto económico y social si no también en el ético, en el moral. Todo lo anterior regido por el ansia desmedida de poder y control de una sociedad.

Nota: Mujeres que matan está conformada por los siguientes capítulos (los cuales están entre paréntesis lo que me llama la atención pues creo que ello debe significar algo en particular, tal vez, la postura moral del autor ante su propia escritura:

1.- (Unas palabras en el agua); 2.- (Los suicidas siempre avisan); 3.- (Escuchar a los muertos); 4.- (Teoría y práctica de la desesperación); 5.-  (Vestidos y faldas); 6.- (Las dementes); 7.-  (Sobre las formas de organizar el dolor); 8.- (Los libros te salvan) (Y viceversa); 9.-  (A propósito de la importancia de las cicatrices); 10.-  (La regadera de Heráclito); 11.- (Violencia en la cama); 12.-  (El pasado detenido); 13.- (Oficios femeninos: limpiar las sobras); 14.-  (El miedo a las cucarachas); 15.- (Maneras de mover las sombras); 16.- (La paciencia en la escalera); 17.- (Peces y jeringas); 18.-  (Tantas veces, muerte) y 19.- (Un libro en el aire).

 

Alberto Barrera Tyszka

Escrito y publicado por Libia Kancev D.

Caracas, 28 de noviembre de 2024

  

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