viernes, 6 de diciembre de 2024

Damas chinas



“Muchos estudiosos sostienen que el mareo de un perro en alta mar se debe a que no están colocados de manera correcta los listones que equilibran las embarcaciones.”

Mario Bellatin


Damas chinas (2006), publicada por editorial Anagrama, es una novela corta del escritor mexicano Mario Bellatin (1960). Bellatin tiene la particularidad de haber nacido sin su brazo derecho. Como hijo de peruanos, vivió muchos años en Perú.

El nombre de Bellatin no me resulta extraño. Cuando estaba en la maestría de Literatura Latinoamericana en la Universidad Simón Bolívar, estudiamos a este autor –así como a otros de tendencia parecida- en un taller que tenía por título “experiencia oblicua” con la profesora y poeta venezolana Gina Saraceni (1966).

Damas chinas tiene 98 páginas. Podríamos decir, grosso modo, que es una novela extraña que no “parece” tener ninguna finalidad. Es como cuando escribes y van saliendo puros relatos del inconsciente, algunos más o menos armados, con mayor o menor sentido. Aún así, te dejan pensando y es lógico porque es sabido que el inconsciente guarda lo reprimido.

Mientras voy leyendo la novela tengo que recordar, repetidas veces,  que no estoy leyendo una novela china, ni a un autor japonés. Me viene a la mente el nombre de Haruki Murakami. Tal vez sea por el título Damas chinas.

El protagonista es un médico gineco-obstetra, en la cincuentena de la vida. Hijo natural de una madre que se dedica a circunscribirle los pasos que deben guiar su vida. El padre del médico también era médico pero casado y con otros tres hijos.

El médico está casado (con una mujer dos años mayor que él), tenía dos hijos: una hija ya casada que le ha dado dos nietos y un hijo que había muerto. El médico piensa que la hija no es feliz en su matrimonio.

El médico habla de que si bien desde que estudiaba medicina tenía gran amor y dedicación a la misma, a medida que va transcurriendo el tiempo (y a pesar de su éxito) va sintiendo que ese sentimiento ya no es igual, que ha decaído.

El hombre habla de un niño que tenía una cabeza con cierto aspecto deforme, hijo de una paciente a quien trataba por un cáncer (le ponían la quimioterapia en su consultorio). El niño siempre acompañaba a su madre. Le habla al médico que un día se sentó a su lado en un sofá situado en  el consultorio.  El niño le hace un relato que solo conoceremos en la segunda parte de la novela. De pronto me pregunto si se trata del mismo niño.

El médico empieza a montar mujeres en su carro, a visitar hoteles, a ir a casas de citas.

El hijo del médico empieza a mostrar un comportamiento errático: hay noches que no llega a su casa, hay días en que aparece golpeado, hay días que se muestra agresivo con su madre, le exige dinero. La madre, quien coleccionaba joyas (las guardaba en una caja fuerte), empieza a notar que le están faltando (su hijo había descubierto la combinación de la caja fuerte) y es cuando habla con su marido. Realmente, la inacción de la pareja en relación a su hijo es notable. Es como si no tuvieran ningún tipo de sentimientos hacia su hijo y ante lo que le sucede.

Un día, la esposa del médico lo llama a su consultorio. Le pide que vaya urgente a la casa. El médico va y encuentra que su hijo ha causado destrozos en la casa y en su cuarto. Ve a su hijo como apaciguado en una esquina de su cuarto, se le acerca y decide ponerle una inyección para calmarlo (¡pero describe al hijo calmado!). Posterior a la inyección el hijo comienza a convulsionar y fallece. Lo que parece es que el padre lo mata. Preparan el funeral. La madre inicialmente algo afligida, luego regresa a su vida de gastos y más gastos.

La hija del médico se muestra mucho más afectada por la muerte de su hermano, tanto así que tuvo que ser internada en un sanatorio para que se recupere. El yerno del médico le comenta a éste si será que hay algún trastorno mental en su familia. Esto es algo que queda en suspenso.

La segunda parte de la novela es la historia que relata un niño. El niño que había hablado con el médico en su consultorio. No sabemos. Eso creemos.  

El niño pasa un día donde un tío paterno. A esa casa llega una carta dirigida al padre del niño (esto le parece raro al niño). El mensajero le explica al niño que, en vista de que la carta llegó con retraso, puede reclamar la devolución de parte del dinero que el remitente pagó para enviar la carta. El niño quiere recibir ese dinero. Le comenta al tío paterno sobre la situación y el tío paterno se pone a sacar unas cuentas haciéndole ver al niño que el dinero a recibir será mucho menor a lo pensado. El niño quiere recibir el dinero. Después de una serie de circunstancias que no parecen tener sentido, el niño llega a la oficina postal. Allí conoce a una señora muy estrafalaria quien le cuenta que ella no ha tenido hijos. La señora, quien también hace una cola en la oficina postal decide marcharse. El niño no tiene la certeza de que le darán ningún dinero. La señora de la cola, después de haber llegado a su casa, se devuelve a la oficina postal y encuentra al niño y se lo lleva a su casa. Lo encierra en un cuarto que parecía estar destinado a una niña. El niño se escapa y logra llegar a casa de su tío donde su padre lo va a buscar y, al iniciar el camino de vuelta a su casa, el niño comienza a hablar.

Lo poco que recuerdo sobre la “experiencia oblicua” en literatura, tiene que ver con narraciones que en forma indirecta tratan de mostrar, poner en evidencia lo que la “mirada hegemónica” deja de lado. En ese sentido, son narraciones que parecen no tener sentido (pero sí lo tienen), que les falta, que están como inconclusas.

La frase Damas chinas me hizo recordar de inmediato a mi mamá. Le encantaba este juego del que se hizo experta. Yo heredé dicho juego, es decir, lo tengo en mi casa.

Vale destacar que Damas chinas es un juego de mesa. Fue inventado en Alemania en 1892. El nombre se originó en EE. UU como un plan de marketing de Bill y Jack Presman en 1928, llamado originalmente Hop Ching.

He leído otras novelas de Mario Bellatin. Creo que vale la pena releerlas y ver qué sale de eso.



Mario Bellatin


Escrito y publicado por Libia Kancev D.

Caracas, 6 de diciembre de 2024. 

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