Termino de leer El tango de la Guardia Vieja (Alfaguara, 2012) del escritor español Arturo Pérez- Reverte (1951).
Pérez-Reverte nunca
llamó mi atención. Tuve en mis manos varios libros suyos y no los adquiría. Una
amiga, amante de la literatura, me ha prestado algunas de sus novelas. Dentro
de ellas, la que más me ha gustado es su segunda novela titulada El maestro de esgrima (1988).
Sin duda, Pérez-Reverte
ha escrito y publicado una buena cantidad de libros y entiendo que en España,
en Latinoamérica y en muchos otros países, donde sus libros han sido
traducidos, es bastante leído. Este autor me recuerda un poco a la chilena
Isabel Allende (Perú, 1942) cuya producción es extensa y según leí en Google es
la autora, de habla hispana, más leída.
Cuando digo que
Pérez-Reverte me recuerda a Isabel Allende tiene que ver un poco con eso: la
alta publicación de novelas que tienen y, además, porque no son, precisamente,
escritores de mi mayor preferencia. Lo anterior no quiere decir que no pueda
leer algo de ellos y que pueda resultarme satisfactorio, como me pasó con la
más reciente novela de Allende, El viento
conoce mi nombre (2023) que me gustó e incluso reseñé en este blog.
El
tango de la Guardia Vieja nos narra la historia de Max Costa,
un hombre nacido en una barriada de Buenos Aires, emigrando luego a España y que va aprendiendo, a través de diversos
trabajos, las formas y los modales de personas de la clase alta. Max también aprende a ser un excelente
bailarín de tangos.
En 1928, viaja en el
transatlántico Cap Polonio, con destino a Argentina, contratado como
bailarín para hacer de pareja de mujeres que quisieran
bailar y distraerse durante la travesía. En este barco conoce a Armando de Troeye (quien era un compositor
afamado) y a su esposa Mecha Inzunza.
Inmediatamente entre
Max y Mecha se establece una sutil atracción
que tiene como medio el tango que ambos bailaban maravillosamente bien.
A medida que transcurre el viaje, Max va intimando con la pareja. Armando
viajaba con la intención de componer un tango por una apuesta que había hecho
con el gran compositor francés Joseph Ravel (1875-1937) del cual era amigo y le
propone a Max que, cuando lleguen a Buenos Aires, los lleve a sitios populares
donde se baile tango, el cual, para la época y en Europa ya había sufrido una
serie de modificaciones en comparación con sus inicios. Max complace a los de Troeye no sin antes
advertirles de los peligros que podían presentarse los cuales logran sortear.
Pero Max Costa, además
de ser bailarín de tangos también era un estafador, “trabajo” en el que se desenvolvía muy bien aunque no por ello dejó de tener
algunos problemas legales en diversos países. De hecho, en su experiencia con
los de Troeye en Argentina termina robándole un collar de perlas a Mecha que vende
en Uruguay.
Después de esta
vivencia, Max y Mecha se reencuentran 9 años después en Niza (al sur de Francia)
donde él es contratado por el servicio secreto italiano para robar unos
documentos a un empresario español que demostraban el apoyo de Italia a Francisco
Franco durante la guerra civil española. Simultáneamente, un español, supuestamente
republicano, lo aborda pues también está interesado en los documentos que iba a
robar. En el ínterin, se reencuentra con Mecha en una recepción en la casa de
Susana Ferriol (hermana del empresario cuyos documentos debía robar y que se
encontraban en casa de ella). Mecha y Susana eran muy amigas.
Mecha y Max conversan.
Ella le reclama el robo del collar (que por cierto había recuperado) y le
cuenta que su esposo estaba preso en España (del cual sabemos después que fue asesinado).
El reencuentro es intenso y mantienen relaciones íntimas con una fuerte carga
de erotismo. En realidad se percibe que ellos estaban enamorados. Algo me hace
pensar que Max sentía que no estaba a la altura de Mecha.
Después que Max roba
los papeles y va a entregárselos a los agentes italianos (a los cuales les
había tomado un cierto afecto), se encuentra con que habían sido asesinados por
el español, situación que le cae mal a Max. El español quiere que le entregue
los papeles a él, pelean y Max termina matándolo. Posterior a esta situación,
Max se va de Niza y pasarán más de 20 años para que él y Mecha vuelvan a verse.
El reencuentro se da en
el sur de Italia donde Max trabajaba de chófer de un médico que pasaba
temporadas en Italia. Un día, Max, que a la postre ya tiene 64 años, ve a Mecha
de lejos acompañada de un muchacho y una muchacha. Se entera que el joven es
Jorge Keller, gran ajedrecista que viene a un torneo de ajedrez y que la joven
es su novia. Supuestamente, el joven era fruto del segundo matrimonio de Mecha
con un diplomático chileno a quien conoció en Niza.
Resulta ser que el
joven es hijo de Max, noticia que Mecha no le revela en el momento en que se
ven si no cuando Mecha considera que sería bueno que su hijo pueda tener el
libro de ajedrez del campeón ruso (Solokov) y le pide a Max que lo robe para
ella. Max lo hace asumiendo grandes riesgos, incluso, cuando los rusos se
enteran del robo, encuentran a Max y lo torturan pero Max no cede. Queda la
idea que Max le dice a Mecha donde está el libro y al final se va de Italia sin
despedirse.
Max y Mecha habían
vivido un amor muy particular, sin embargo, parecía que su destino no era que
estuvieran juntos.
Por cierto, El tango de la Guardia Vieja, compuesto
por Armando de Troeye resultó ser todo un éxito.
Debo decir que me gustó
esta novela de Arturo Pérez-Reverte.
Escrito y publicado por Libia Kancev
Caracas, 18 de septiembre de 2023.
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