“la literatura permite ver a la gente de veras, aunque sea gente que no existe o que con suerte existirá para siempre, por eso nunca perderá su prestigio del todo”
Javier Marías
Acabo de terminar de
leer la novela Tomás Nevinson (2021)
del recientemente fallecido escritor español Javier Marías (1951-2022). Se supone que esta novela es continuación de Berta Isla (2017) y, de alguna manera,
lo es, pero para algunos puede leerse sin haber leído Berta Isla, no obstante, para los que leímos ésta, es difícil no
pensar que Marías hace una especie de recuento de lo que sucede en la primera
y, en ese sentido, se hace inicialmente un poco tediosa pero, para ser
sinceros, Marías se detiene en una serie de temas abordados un tanto
filosóficamente, como el del trato hacia las mujeres (cortés y delicado) que le
enseñaron desde su infancia, la muerte, el acto de matar, el de la postura ante
los hechos negativos que causamos a otros o los que nos causan a nosotros,
etc., y así podemos darnos cuenta, una vez más, de la gran calidad de narrador
que era Marías.
Tomás Nevinson había
regresado a Madrid en 1994 cuando Berta y sus dos hijos Elisa y Guillermo ya lo
creían cenizas. Recordemos que cuando apenas tenía 21 años y era estudiante en
Oxford lo captaron, bajo engaño, para trabajar en el Servicio Secreto de Reino Unido
en el cual permaneció por 25 años. En apenas un instante su vida cambió y no
sería sin consecuencias. Su relación como pareja de Berta ya no sería la misma al
igual que la relación con sus hijos que no podían más que considerarlo como un
familiar lejano.
Nevinson reinicia su
vida volviendo a trabajar en la Embajada inglesa en Madrid y se instala a vivir
cerca de la casa de Berta y sus hijos.
Cuando Nevinson creía
que su accionar como espía ya había terminado, recibe una llamada de quien
había sido su antiguo jefe, Tupra, quien le pide que se vean en Madrid y le
adelanta que quiere pedirle un favor para un amigo que allí vive y que está en
camino de ejercer un alto puesto en España. El amigo se llamaba Jorge
Machimbarrena.
Tupra y Nevinson se
encuentran y después de conversar un buen rato, Tupra le cuenta el favor que
necesita de él. Se trata de que localice a una mujer llamada Magdalena Orúe
O’Dea de la que tenían información que formaba parte de la organización
terrorista nacionalista vasca llamada Euskadi Ta Askatasuna ((ETA), frase
traducida como Patria Vasca y Libertad o del Ejército Republicano Irlandés
(IRA) y que había sido artífice de unos atentados ocurridos en 1987 en Zaragoza
y Barcelona y que habían dejado muertos y muchas víctimas de mutilaciones. Tupra
quiere que Nevinson vea las fotos de tres mujeres y que las investigue a las
tres y hallar a la que estuvo involucrada en esos terribles actos de terrorismo.
Una de ellas sería la terrorista y él debía descubrirla y hallar pruebas para
que fuese llevada ante la justicia (y, en última instancia, matarla. De esto
último se entera mucho después).
Pero Nevinson ya no es
un joven de 21 años, sabe que puede declinar la petición que le hace Tupra y,
en todo caso, no está dispuesto a participar en lo que le pide Tupra sin ser
absolutamente consciente de la situación y no sin antes recriminarle con
intensidad a Tupra el engaño del que había sido víctima 25 años atrás. Así,
Tupra debe emplearse a fondo para convencerlo.
Habiendo Nevinson ya
aceptado, se entera que una joven compañera de trabajo en la Embajada, con la
que tenía relaciones sexuales ocasionales, llamada Patricia Pérez Nuix también forma parte de los Servicios Secretos
y es ella la encargada de darle algunos datos sobre su misión y de decirle que,
si no consigue pruebas que permitan que la mujer que buscan sea llevada ante
los tribunales, él debería eliminarla, para lo cual Nevinson no está preparado.
Matar a una mujer no era algo pensable y ello influyó en el desenlace de la
novela.
Así Nevinson le
comunica a Bertha que debe ausentarse por un tiempo no preciso y ella sabe que
él definitivamente no puede alejarse del mundo del espionaje. Tomás se instala
en una ciudad del noroeste a la que llama Ruán con el nombre encubierto de
Miguel Centurión y bajo la figura de un profesor de inglés en un colegio
cercano de donde vive, justo frente a la vivienda de una de las tres mujeres llamada
Inés Marzán (38). Inés destacaba por su gran altura y la dimensión de las
partes de su cuerpo. Era divorciada y tenía una hija cuyo ex exposo no se la dejaba
ver. Inés también era dueña de un restaurante llamado La Demanda. Es con Inés
que Tomás (Miguel) logra intimar. En la casa de las otras dos mujeres, el
Servicio Secreto había instalado micrófonos, al parecer en sitios inadecuados
que poco le permitían a Miguel enterarse mayormente de las cosas que ocurrían
en esas casas.
Las otras dos mujeres
eran, Celia Bayo (41/42), esposa de un concejal del pueblo. Era profesora de
geografía e historia y tenían dos hijos. La otra era María Viana (40/41),
casada con un empresario acaudalado y madre de un par de mellizos, llamados
Nicolás y Alejandra. El esposo de María no la trataba nada bien.
Nevinson había pasado 5
o 6 meses en Ruán y realmente no era mucho lo que había logrado averiguar de
las mujeres, aunque la que más podía ser Magdalena era Inés y, en segundo
lugar, María. Tomás recibía llamadas de Patricia quien lo presionaba para que
cumpliera con su trabajo hasta que un día lo llama Tupra y le pide ir a Londres
para reunirse con él. Tupra le da un par de semanas de plazo para que diga
quién es Magdalena y agrega que si no matarían a las tres. La sola posibilidad
de que esto ocurra escandaliza a
Nevinson. Por otra parte, en su vida como espía había matado a dos hombres por
estricta necesidad pero no se imaginaba matando a una mujer (como decíamos
antes) ni mucho menos a tres.
De regreso de Londres,
Nevinson pasa por Madrid para ver a Bertha (los hijos estaban fuera) y pasan un
rato agradable aunque Berta lo nota ansioso y angustiado. Nevinson piensa, por
vez primera, en volver a ser quien era desde adolescente, como novio de Berta y
retomar su vida junto a ella y sus hijos.
Nevinson regresa a Ruán
y no es mucho más lo que logra averiguar sobre las tres mujeres pero, en la
conversación con Tupra éste le dice que seguramente se trata de Inés. Tomás
piensa y repiensa y decide lo que para él siempre fue algo impensable, matar a
una mujer. Así, logra citarse con Inés para pasar una noche de copas y sexo. Él
coloca un sedante fuerte en la bebida de ella y entre ese efecto y lo cansada
que ella estaba pues se hallaban en temporada alta y tenía muchísimo trabajo en
su restaurante, la sumerge en la ducha con la finalidad de que se ahogue pero,
Nevinson no puede y después de unos minutos decide sacarla, la lleva a su cama,
la seca y la deja dormida.
Al día siguiente, Inés
lo llama para preguntarle qué había pasado pues no recordaba nada y él le
explica que ella se había quedado dormida.
Así que las cosas
quedaron allí a pesar de la molestia de Tupra y de Patricia Pérez Nuix.
Nevinson regresa a
Madrid enterándose poco después que Inés había vendido su casa y su local en
Ruán y que no se sabía nada de su paradero. Nevinson, aunque satisfecho con la
decisión que había tomado con respecto a Inés, decisión muy coherente con su
auténtico ser, no puede evitar estar
atento a cualquier acto terrorista, en especial, los llevados a cabo por ETA
y/o por el IRA. Tiempo después hubo otro atentado y luego las cosas se fueron
apaciguando.
Tomás
Nevinson, otra buena novela de Javier Marías.
Escrito y publicado por Libia Kancev
Caracas, 14 de junio de 2023.
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