A Amneris Tovar por facilitarme ésta y otras novelas que, sin su gentileza, tal vez no hubiera podido leer...
Personas decentes (2022) es la más reciente novela del escritor cubano Leonardo Padura (1955), publicada por Tusquets Editores.
Esta novela, de 439
páginas, nos trae nuevamente al personaje de Mario Conde (creado por Padura) pero ya como ex policía y frisando
los 62 años. Conde, quien a la sazón se dedicaba a la compra y venta de libros,
seguía viviendo en el mismo círculo familiar de novelas anteriores, conformado por
Tamara (su pareja), Carlos (El Flaco), Josefina y muchos otros.
Conde consigue un
empleo como vigilante privado en un sitio nocturno (La Dulce Vida) regentado
por su buen amigo Yoyi el Palomo lo que le permitía un salario incomparable con
el que ganaba cuando era policía.
Padura nos narra, en
forma paralela, dos historias ambientadas en Cuba pero en periodos históricos
distintos: una en el año 1909/1910 y otra en el año 2016 cuando el ex
presidente norteamericano Barack Obama (1961) visitó la isla, siendo el primer
presidente norteamericano en hacerlo después de 88 años sin que ningún otro lo
hubiera hecho.
En la primera historia,
el joven policía Arturo Saborit es destacado para trabajar en La Habana, en
especial en el barrio San Isidro (donde se movía el más grande centro de
prostitución de Cuba) y conoce a Alberto Yarini, joven proveniente de una
familia adinerada, prácticamente dueño de la prostitución en La Habana y que tenía
aspiraciones presidenciales. Yarini, tal y como lo describe Saborit era un
hombre que irradiaba un influyo arrollador en muchas personas. El joven había
incursionado en la política y daba unos discursos donde exponía sus deseos de una
especie de refundación de la isla después de su liberación como colonia del
yugo español y a pesar del poder que seguían teniendo los americanos sobre
Cuba. Yarini tenía miles de seguidores.
Después del encuentro
entre Saborit y Yarini que en poco tiempo parece haberlos llevado a una
auténtica amistad, se suceden dos asesinatos (con 1 mes de diferencia) en
jóvenes prostitutas: una, Margarita Alcántara (joven española emigrada a la
isla) cuyo cuerpo fue descuartizado y otro el de la joven Josefina Gómez,
muerta de manera similar. Es Saborit quien, exhibiendo un gran olfato policial,
resuelve ambos casos. El primero fue cometido por el Dr. Anastasio Bencomo
quien había embarazado a Margarita y le había prometido sacarla del mundo de la
prostitución y el otro fue cometido por el corrupto capitán de policía Ezequiel
Fonseca quien era el chulo de la muchacha y la mata imitando el primer
crimen con el fin de confundir las
investigaciones policiales. Ambos terminaron fusilados en los fosos de la
fortaleza de La Cabaña.
Como dijimos antes, la
relación entre Yarini y Saborit se había fortalecido. Alberto lo invitaba con
frecuencia y Saborit lo acompañaba en el recorrido que realizaba rutinariamente
por sus burdeles aunque por ello Saborit no dejaba de preguntarse, en su fuero
interno, que qué quería realmente Yarini de él.
En este mundo de la
prostitución no sólo participaban los cubanos (Yarini) sino también estaban los
franceses al mando de Louis Lotot y otros extranjeros. Los franceses trajeron de
Francia a una joven llamada Bertha Fontaine a trabajar con ellos y, al parecer,
Yarini se enamora de ella y se la lleva a su casa, cosa que los franceses no le
perdonan. Al final, Lotot le
tiende una trampa a Yarini y lo hiere gravemente, mientras que Lotot y su concubina Janine Fontaine (hermana de Bertha) reciben un tiro de gracia por parte de Saborit.
En un acto elocuente de
demostración de amistad, Yarini, moribundo, deja
constancia de que él era el único responsable de la muerte de Lotot y de su
mujer librando a Saborit de sospechas y problemas posteriores.
Después de la muerte de
Yarini, Saborit se retira de la policía y le pide matrimonio a una prostituta
de la que se había enamorado y viven muchos años juntos y felizmente casados.
La segunda historia,
ambientada en 2016, empieza con la solicitud que le hace el teniente coronel
Manuel Palacios, antiguo compañero y amigo de Conde, para que lo ayude en la
resolución del asesinato de un antiguo censor del régimen en el área de la
cultura llamado Reynaldo Quevedo conocido como el Abominable y al que le habían
cortado el pene y tres dedos de una mano.
Para el momento del
asesinato de Quevedo, La Habana se hallaba muy agitada ante la visita de Obama
y los cuerpos policiales se hallaban exigidos al máximo.
Así, entre el trabajo
de Conde como vigilante nocturno y la ayuda que le presta a Palacios, aparte de
la relación que mantiene con sus amigos de siempre, Padura nos narra una trama
que incluye el encuentro del cadáver enterrado de Marcel Robaina, ex yerno de
Quevedo, y al que también le habían cortado el pene. Ambos hombres se habían
beneficiado de las actividades de Quevedo años atrás, las que incluían el robo
de obras de arte, en especial de pinturas de renombrados pintores cubanos que
ahora vendían a clientes fuera de Cuba y les permitía tener una vida cómoda.
Entre los pintores que,
al parecer, sufrieron persecución por parte del régimen cubano se mencionan a:
Servando Cabrera Moreno (1923-1981), Raúl Martínez (1927- 1995), Raúl Milián
(1914-1984), Secundino Bermúdez y Delgado (1914-2008), conocido como Cundo
Bermúdez.
Vale destacar que
Padura menciona en Personas decentes
a escritores de la talla de José Lezama Lima (1910-1976) y a Virgilio Piñera (1912-1979)
como víctimas del régimen.
Padura pone en
evidencia, una vez más, las grandes dotes que todavía tiene Mario Conde como
policía y así nos pasea por una serie de hechos pasados y recientes que
involucran el nombre y algunos objetos del mismísimo Emperador Napoleón Bonaparte (Córcega, 1769- Isla
Santa Elena, 1821).
Finalmente, el caso de
estos asesinatos se resuelve con la detención de José José Pérez Pérez historiador,
quien se había casado en secreto con una joven poeta llamada Natalia Poblet.
Natalia no logró resistir el maltrato, el daño que le habían hecho por órdenes
de Quevedo y se suicida. Ambos habían sido víctimas de Quevedo. Cuarenta años
después del suicidio de Natalia, José Pérez (quien aparentemente había seguido
con su vida) comete los asesinatos (Quevedo y Robaina) que considera un acto de
justicia más que de venganza.
Aparte de la trama
policial de ambas historias, Padura nos pasea por lo que era La Habana en
1909/1910 que, aunque no exenta de males, parecía que podía llegar a
convertirse en la Niza de América como pensaba Alberto Yarini. También lo hace
con lo que es La Habana en 2016 ensalzada con su conocimiento de Cuba, con una
Cuba supuestamente revolucionaria y orientada en la consecución del “Hombre
Nuevo”. Una Cuba llena de limitaciones, de escasez, de corrupción,
prostitución, narcotráfico, expropiaciones, de familias separadas por el ansia
de escapar a mejores destinos, gente beneficiada con el ejercicio del poder en
lo que se supone una ideología basada en el bienestar del pueblo, en la
igualdad.
Por momentos y para mí,
como venezolana, leer a Padura se hace muy preocupante. Hay muchas narraciones
que presentan analogías con lo que sucede en Venezuela y uno piensa ¿cómo
escapar de ese destino? Y no lo pienso solo a nivel individual sino también a nivel colectivo.
Escrito y publicado por Libia Kancev
Caracas, 26 de junio de 2023
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