viernes, 4 de enero de 2013

LA HORA DE LA ESTRELLA. CLARICE LISPECTOR

Clarice Lispector 















Asilo santa leopoldina

Todos los días vuelvo a Maceió.
Llego en navíos desaparecidos, en trenes sedientos.
En aviones ciegos que sólo aterrizan al anochecer.
En los estrados de las plazas blancas pasean cangrejos.
Entre las piedras de las calles escurren ríos de azúcar
fluyendo dulcemente de los sacos almacenados
en los trapiches
y clarean la sangre vieja de los asesinados.
Luego que desembarco tomo el camino del hospicio.
En la ciudad donde mis ancestros reposan en
cementerios marinos
sólo los locos de mi infancia continúan vivos a mi espera.
Todos me reconocen y me saludan con gruñidos
y gestos obscenos o ruidosos.
Cerca, en el cuartel. La corneta que chilla
separa la puesta del sol de la noche estrellada.
Los locos lánguidos bailan y cantan entre las gradas
. ¡Aleluya! ¡Aleluya! Más allá de la piedad
el orden del mundo brilla como una espada.
Y el viento del mar océano inunda mis ojos de lágrimas.

Lêdo Ivo 


LA HORA DE LA ESTRELLA (1977)

La hora de la estrella –última novela de Clarice Lispector-  fue publicada meses antes de su muerte producto de un cáncer de ovario.

El título (¿uno más? ¿O el preferido por la autora?) está seguido de otros que parecen reflejar sus dudas sobre la escogencia de cuál sería el más pertinente para dar el toque final a su obra literaria. En cualquier caso, la multiplicidad de opciones, podría significar su miedo. Miedo y angustia ante la inminencia de la (su) muerte. Destaca en La hora la pretensión –lograda- de Clarice de interactuar con el lector “Escribo en este instante  con cierto pudor previo por estar invadiéndolos con semejante narrativa tan exterior, tan explícita” (13). Por otro lado, se interroga (y nos interroga) sobre la omnipotencia del escritor para narrar una historia, quedando implícito el tema de la realidad-ficción “¿Cómo es que yo sé todo lo que seguirá y que todavía desconozco, ya que nunca lo viví? (13). También se refiere a las dificultades por las que pasa un escritor para escribir una novela, sobre sus tensiones para elegir los caminos por el que transitarán los personajes. Clarice nos revela, de inicio, el número de personajes que tendrá su texto, su decisión sobre el uso de palabras sencillas y su escogencia en relación a la estructura discursiva “Por todo esto experimentaré contra mis hábitos una historia con comienzo, medio y `gran finale`” (13)

Otro elemento interesante tiene que ver con el estilo narrativo de Lispector: su escritura parece un puro desbordar de emociones y sensaciones tal y como podemos apreciar en su excelente Agua viva (1973). En los inicios de La hora leemos “Pensar es un acto. Sentir es un hecho” (12) Se trata de dos frases extrañas que, un poco más adelante son ampliadas. El narrador precisa que en su historia “hay hechos”, que se ha apasionado por los hechos “sin literatura” “los hechos son piedras duras y actuar me está interesando más que pensar, de los hechos no hay cómo huir” (17), es decir, Lispector reitera que su escritura es un sentir, como siempre pero, en La hora la narración está enmarcada dentro de una temática más precisa.

Más temprano que tarde, el título distintivo queda aparentemente claro “Pues en la hora de la muerte las personas se vuelven brillantes estrellas de cine, es el instante de gloria de cada uno y es como cuando en el canto coral se oyen agudos sibilantes” (29).  La novela pone en la palestra a la muerte, tanto la muerte real, como la muerte en vida. El narrador, Rodrigo S.M. -escritor mediocre y quien confiesa su miedo de escribir la historia, es explícito “La muerte que es, en esta historia, mi personaje favorito”- (92), utiliza como excusa la vida triste de una joven nordestina, de diecinueve años que, aunque escribía mal, trabajaba como dactilógrafa. La joven era flaca, flacucha, de cabellos ralos. Se llamaba Macabea y había nacido en el sertón de Alagoas. Huérfana de padres desde los dos años de edad fue criada por la única pariente que le quedaba, una tía malvada. De Alagoas pasaron a Maceió y finalmente vivieron en Río de Janeiro. Antes de morir, la tía le consiguió trabajo en una tienda.

Rodrigo S.M., nos aclara sobre lo que no debemos esperar de su texto “Que no esperen, entonces, estrellas en lo que sigue: no habrá centelleos sino la materia opaca y, por su propia naturaleza, despreciable por todos” (16). Es decir, se tratará de una historia que contará sobre una vida casi inexistente, que no llama la atención de los otros, que sólo a través de la escritura tomará cuerpo. Una historia demasiado simple “Lo que me propongo contar parece fácil y al alcance de todos. Pero su elaboración es muy difícil pues tengo que volver nítido lo que está casi borrado y que apenas puedo ver. . . palpar lo invisible en el barro mismo” (20). La crítica social expresada sobre el destino de muchas jóvenes pobres, sin posibilidades de educación, subsistiendo con un mísero trabajo, se desliza casi sin darnos cuenta. La forma en que está escrita La hora de la estrella nos impide distinguir entre lo qué es literatura y lo que es vida aunque estamos claros de la irrelevancia de esa distinción.

Sertón de Alagoas
Una ingenuidad proverbial y una crasa ignorancia son los elementos que caracterizan a la joven cuya única pasión en su vida era el “dulce de guayaba con queso” (28). En otro instante, el narrador la describe así “ella era café frío” (28). Al final de la historia le es presagiada una vida feliz (después de tanta tristeza). Conocería y se casaría con un rico gringo llamado Hans, tendría lujos, aumentaría de peso. Esa predicción resulta ser su único instante de felicidad pero hasta en eso su vida fue un error, ya que minutos después de formulado su “futuro” la joven muere atropellada por un auto, sin siquiera recibir ayuda de los curiosos que se ubican a su alrededor.

A pesar de  una historia si se quiere común, La hora de la estrella es un texto profundo. Trata de la muerte, también de la literatura construida con “restos de lo real” como dice Florencia Garramuño. Por otra parte, es un claro ejemplo de literatura menor, según Deleuze y Guattari, en tanto muestra un claro coeficiente de desterritorialización; un carácter colectivo (partiendo de una historia individual) y en ese sentido, es política. 

Clarice Lispector (Ucrania,1920- Río de Janeiro,1977): escritora brasileña. Perteneció a la llamada Generación del 45 (tercera fase del modernismo brasileño). Clarice definía su estilo literario como un no estilo.

Lispector, Clarice. La hora de la estrella. Biblioteca Lispector. 1977.


Caracas, 4 de enero de 2013.


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