miércoles, 14 de mayo de 2025

Los girasoles ciegos


                          El miedo explica casi todo (67)


Pensando en el título del texto, Los girasoles ciegos, me viene a la mente algo que siempre he escuchado: que los girasoles se mueven en el sentido en el que sale y se oculta el sol, es decir de este a oeste. El fenómeno se llama heliotropismo, sin embargo, Google precisa que son sólo los girasoles jóvenes los que lo hacen y que por la noche regresan a su posición inicial para anticipar el amanecer.  Así, los girasoles ciegos no seguirían la luz solar, no se moverían, estarían estáticos y, en ese sentido, podríamos elucubrar que serían menos vivaces, “menos pensantes”, “menos sensibles”…

Hace unos días terminé de leer el libro Los girasoles ciegos (2004), publicada por editorial Anagrama, del escritor español Alberto Méndez (1941-2004).

Alberto Méndez fue galardonado con el Premio Nacional de Narrativa de España (2005) en forma póstuma. Para algunos, se trató del más famoso autor desconocido de España. Al parecer, Los girasoles ciegos fue el único libro que publicó.

Me lo prestó una amiga, Amneris Tovar que me comentó que le había gustado mucho como también a su ya fallecido esposo José Moreno quien fue un lector voraz aparte de un avezado economista.

Amneris me dice que todo lo subrayado y el doblez hecho en la punta de muchas de las hojas de los relatos que componen Los girasoles ciegos los hizo José.

Por esto último, durante mi lectura me lo he imaginado leyendo con atención, subrayando tanto a lapicero como a lápiz, saboreando una prosa hermosa, sensible que rezuma tristeza y dolor.

Los relatos de Los girasoles ciegos están ambientados durante la Guerra Civil española y los primeros años de la postguerra poniendo en evidencia el dolor que la experiencia produjo en muchas personas.

El primer relato de Los girasoles ciegos se titula: Primera derrota: 1939 o Si el corazón pensara dejara de latir. En él se nos narra la historia de Carlos Alegría (nacido en 1912. Estudio Derecho) quien se había unido al ejército sublevado en 1936, siendo destinado a la intendencia cargo que desempeño con mucha eficiencia. Lo cierto es que horas previas al triunfo del ejército alzado, el capitán Alegría, con las manos en alto, se entregó al bando republicano  diciendo “¡Soy un rendido!” (13).

El motivo por el cual el capitán Alegría se rinde tiene que ver con que consideraba al ejército republicano muy débil, que era una guerra muy desigual y oprobiosa “Con el tiempo, llegó a la conclusión de que era un ejército civil, que es lo mismo que ser un ave subterránea o una alimaña angélica” (15).

Carlos Alegría, ya en un calabozo republicano, es hallado por su ejército, juzgado por traición y condenado a muerte ante un pelotón de fusilamiento, no obstante, de milagro quedó vivo y logra salir de la fosa común donde había sido lanzado con otros muertos. Poco a poco se va recuperando e intenta regresar a su hogar en la provincia de Burgos. Fue recapturado y preso de nuevo. En la cárcel donde estuvo su conducta fue aislada y taciturna. Prácticamente no se relacionaba con nadie hasta que un día logró desarmar a uno de los guardias y se suicida de un tiro en la mandíbula esto es mencionado en el tercer relato).

El segundo relato es Segunda derrota: 1940 o manuscrito encontrado en el olvido (relato que fue finalista del Premio Internacional de Cuentos Max Aub 2002). Aquí se cuenta el intento de huida hacia Francia –por su pensamiento político- de un joven de 17/18 años quien  lo hace acompañado de su novia Elena (17/18 años) que se hallaba en avanzado estado de embarazo y no quiso escuchar las razones de sus padres para que se quedara en su casa.

Elena fallece en el parto. Nace un niño varón con no muy buena salud. El joven está devastado. Entierra a Elena a la sombra de un árbol cercano.  El joven atiende a su hijo en unas condiciones muy precarias, tanto de comida como climáticas por  la zona donde estaban (hacia el norte de España).  Después de unos meses de supervivencia, el joven padre le pone nombre a su hijo (Rafael, como su padre). El joven (que a la postre sabremos que se llamaba Eulalio Ceballos Suárez) escribía poesía y deja un registro escrito de la experiencia. Al final mueren padre e hijo y encuentran sus cadáveres en una especie de nido y el escrito bajo una piedra.

Más adelante sabremos que este relato tiene un punto importante de contacto con Los girasoles ciegos (el último y cuarto relato) ya que Elena resulta ser la hija adolescente de Ricardo Mazo y Elena y hermana del niño Lorenzo.

La tercera derrota: 1941 o El idioma de los muertos, narra la vivencia de Juan Serna Sama (nacido en 1906. Trabajaba en un conservatorio y estudiaba tercer año de medicina). Se había unido al grupo republicano. Fue apresado. Vivió la dura experiencia que incluía los juicios sumarísimos y el traslado, en camiones, de  los sentenciados a muerte por fusilamiento.

La orden de fusilamiento de Juan se va retardando, en principio por razones que desconoce pero luego se da cuenta. Resulta que en uno de los interrogatorios, le preguntan si conoció a Miguel Eymar. En efecto, lo había conocido. Miguel Eymar era hijo del coronel Eymar que presidia el tribunal. Miguel Eymar había muerto. El coronel y su esposa quieren saber cómo había estado su hijo en la época que Juan lo conoce. Inicialmente, Juan decide mentirles y les dice que su hijo era bueno, honesto y valiente, prácticamente un héroe.

Los padres de Miguel quieren saber más de él y, así, Juan va ganando tiempo, el cual aprovecha  para escribirle a su hermano de 17 años. Le dice que aún sigue vivo y que cuando deje de recibir cartas suyas es que habrá sido fusilado. Le aconseja que estudie, que se prepare.

Cuando Juan cree haberle escrito  todo a su hermano y después de haber presenciado el suicidio del Capitán Alegría, del que se habla en el primer relato y con quien Juan compartió celda, decide decirle a los padres de Miguel  la verdad sobre su hijo: que este había sido un delincuente, un ladrón y un delator. Posterior a esto, Juan es fusilado.

El último relato, que le da título al texto es Cuarta derrota: 1942 o Los girasoles ciegos, narra la persecución política a la que es sometido Ricardo Mazo, profesor de literatura, comunista activo, en especial en el área de la cultura.

Mazo estaba casado con Elena y tenían dos hijos, Elena (mencionada en el segundo relato) y Lorenzo de siete años.

En vista de la persecución, Ricardo vivía encerrado en un armario oculto dentro de su casa en la que vivía con Elena y Lorenzo. Salía cuando se podía y se escondía apenas sonaba el timbre de su casa.

Lorenzo iba a un colegio católico (aunque sus padres no eran creyentes) y era un niño inteligente, adelantado para su edad. Sin embargo, Lorenzo era un niño triste y entendía (o no entendía) el por qué no debía decir que su padre estaba vivo y mucho menos que estaba en su casa.

En el colegio había un diácono joven llamado hermano Salvador quien empieza a fijarse en Lorenzo, no sólo por su inteligencia. También observaba que el niño no cantaba el  Cara al sol  (el himno de la Falange Española de las JONS, compuesto en 1935 y que tras el fin de la Guerra Civil pasó a hacer uno de los himnos oficiales franquistas) como hacían sus compañeros y que era obligatorio. Lorenzo empieza a decir en casa que no quiere ir más al colegio, que el hermano Salvador lo acosa.

El hermano Salvador conoce a Elena. Queda impactado con ella y empieza a perseguirla, a asediarla, a investigarla. Le pregunta a Lorenzo por su padre y éste le dice que su padre está muerto. El hermano Salvador piensa que él será el hombre ideal para ella y le dice a Elena que el niño puede entrar al seminario donde recibirá una excelente educación. Nada más alejado del pensamiento de Elena.

Un día, posterior a que Elena había reportado a Lorenzo como enfermo por una amigdalitis y que sería operado, - lo que era, en realidad, la preparación para que Ricardo, Elena y Lorenzo pudieran huir fuera de España- el hermano Salvador se presenta en la casa de Elena. Ricardo, que se hallaba trabajando en unas traducciones, debe esconderse abruptamente. El hermano Salvador, va al cuarto de Lorenzo y le pregunta por su salud. El hermano Salvador trata de abusar de Elena y Ricardo sale del armario y lo evita. Salvador, sorprendido, pregunta que quién es ese hombre y llama a la policía. Ricardo salta por una de las ventanas de la casa como una forma de acabar con su vida y terminar con el sufrimiento que pensaba acarreaba a Elena y a Lorenzo. 

Este relato, como los otros, consta de momentos epistolares. En Los girasoles ciegos, Salvador escribe la parte de su historia hasta que se confiesa, creyendo que ello sería suficiente para seguir su vida como si nada.  

Vale destacar que este último relato fue llevado al cine en el año 2008 con gran éxito de taquilla. La película fue dirigida por el director, guionista y productor de cine español José Luis Cuerda (1947-2020). Los girasoles ciegos gano varios premios, entre ellos el Goya  al mejor guión adaptado.

 

Alberto Méndez


Escrito y publicado por Libia Kancev D.

Caracas, 14 de mayo de 2025. 

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