martes, 15 de abril de 2025

Una nota de fuego y nada más




Me encuentro con una novela titulada Una nota de fuego y nada más (2025) de la escritora Elena Piedra (México, 1990).

Empiezo a leer como quien camina por un extenso paraje, agradable, sin temores pero con precaución inexplicable.

Una nota de fuego y nada más relata la historia de una familia -en Coyoacán-que se inicia con Pedro Solís, un hombre poseedor de tierras y muy trabajador quien se casa con Magdalena Reyes. Tuvieron una sola hija llamada María Ignacia a quien no le gustaba su nombre y se acostumbraron a decirle Nancy.

Nancy, que será la  madre, la abuela de los personajes de la narración era muy estudiosa y quería ser maestra de civismo en una escuela primaria. Tuvo una infancia feliz. Se enamora de un apuesto joven pero, por razones poco claras, no llegan a más. Nancy conoce a un hombre llamado Ramón (o El Güero) huérfano de padres y con 5 hermanos  que había migrado a la Ciudad de México desde Pachuca.

Nancy y Ramón se casan aunque Magdalena (madre de Nancy) siempre lo rechazó. Tuvieron 4 hijas cuyos nombres empezaban por I. 

Luego de la muerte del señor Solís y con una Magdalena enferma, Nancy decidió vender las propiedades heredadas de su padre y se mudaron a una colonia residencial llamada Villa Coapa.

Después de este contexto, vale destacar que la narradora protagonista de Una nota de fuego y nada más es una joven de 25 años, licenciada en Letras, quien se había ido a vivir fuera de su casa materna con la idea de independizarse en el sentido más amplio del término.  

Se trataba de una joven con claros rasgos obsesivos, con dificultades para relacionarse socialmente, que arrastraba frecuentes sentimientos de angustia y tristeza. Incluso había sufrido de anorexia en su adolescencia lo que atribuyó a un cuadro depresivo de su madre y a un diagnóstico de cáncer de su padre que, a la sazón y después de treinta años de matrimonio se habían divorciado. La joven tiene relación con su padre quien está pendiente de ella pero, en su fuero interno, ella lo considera un hombre débil. El trato entre la joven y su madre es muy problemático. Cuando discutían pasaban mucho tiempo sin hablarse, en especial era la madre quien mantenía esa conducta. Quería mucho a su madre pero creía que el sentimiento no era recíproco. La joven pasó tiempo en psicoterapia lo que la ayudó a sentirse algo estable.  

La joven pensaba que su estado emocional y de infelicidad permanente era consecuencia de su relación con su madre y de la forma de ser de todas sus tías y de su propia abuela materna (aunque estaba pendiente de saber de ella y de vez en cuando salían juntas). La joven empieza a pensar en cómo matarlas a todas (incluyéndose). Planea incendiar la casa materna y empieza a averiguar en cómo hacerlo trazando un plan súper metódico en consonancia con su carácter obsesivo.

La joven, con la idea del incendio le hace un guiño a la gran novela del escritor argentino Ernesto Sábato (1911-2011), Sobre Héroes y tumbas (1961) en la cual la joven Alejandra Vidal, perturbada mentalmente, incendia la casa de su familia muriendo ella también no sin antes matar a su padre disparándole varias veces.  

Mientras la joven ve pasar los días, empieza a escribir cartas sobre su experiencia de vida. Cartas muy dolorosas.

La joven empieza a hablar de estos familiares.

Inés: fue la primera hija de Nancy y Ramón. Su abuela Magdalena prácticamente se adueñó de ella y eso hizo que Ramón se alejara de su hija, aparte de que hubiera preferido un varón. Por otra parte, Nancy “…vivió con alivio la intromisión de Magdalena, dejando en sus manos las labores maternas, tanto las prácticas y operativas como las más intuitivamente afectivas” (39). A Inés “Desde muy chica se le instaló una sombra de aflicción en lo más transparente de la mirada. Infeliz infancia” (40).

Inés se graduó de licenciada en Psicología profesión que nunca ejerció a pesar de haber sido una estudiante muy aplicada. Se casó con Rodolfo (ingeniero civil) un tanto apresuradamente ya que estaba embarazada. Así, Inés y Rodolfo tuvieron a Laura quien “…heredó los enormes ojos de su madre, los labios carnosos de su padre y…la sombra de aflicción en lo más transparente de la mirada” (41).

Isabel: “Fue de todas las hijas la más cálida y la más cariñosa” (59). Se casó con un joven abogado llamado Agustín. Ambos eran muy religiosos. Isabel, cuando se casó, asumió su rol de ama de casa y se hizo más femenina (de adolescente no lo era tanto). Era bastante obsesiva.

Isabel quedó embarazada después de cinco años de matrimonio. Tuvo una niña a quien llamó Guadalupe (nacida en 1987). Agustín había deseado un varón. A los pocos años de matrimonio, Agustín comenzó a alejarse. Isabel entró en una fuerte depresión (fue medicada). A la larga, Isabel y Agustín terminan divorciándose.

Isabel empieza a trabajar con un psiquiatra- sacerdote que había sido  su médico tratante llamado Salvador Vargas. Ella necesitaba empleo y él una secretaria. Empiezan a tener una relación amorosa. El hombre de alguna manera asume el rol de padre para con Guadalupe hasta que rompe la relación con Isabel  pues le dice que se había enamorado de una paciente y que iba a dejar los hábitos.  

Al final Isabel y Guadalupe se quedan juntas. Isabel “permaneció en su casa, brindándose a su hija, como a un esposo; desdibujándose de su propia vida, como cualquier retrato olvidado, en la pared de una casa solitaria acechada por el sol” (63).

Irene: conoció a quien sería su esposo a los 12 años (Jaime). Irene se graduó de dentista pero prácticamente no ejerció la profesión. Empezó a trabajar como aeromoza por poco tiempo. Irene y Jaime se casaron “Aunque para Irene el matrimonio significó librarse del yugo paterno y la indolencia materna, su nociva inclinación al pasado se encargó de cerrar cientos de posibles caminos a la felicidad” (80)

Jaime e Irene tuvieron una hija. La llamaron Fernanda (¿es la narradora-protagonista?). A la larga, Isabel y Jaime se distanciaron y divorciaron. Fernanda se convirtió en la aliada de su madre (Irene).

Ingrid: es la última hija de Ramón y Nancy. Se crió muy consentida. Trabajó como aeromoza hasta que la empresa de aviación nacional quebró. Buscó una excusa para irse de su casa y se fue a vivir con un ingeniero italiano apodado Chano. Ingrid quedó embarazada pero perdió al bebé. Se alejó de Chano quien había perdido su trabajo. Ingrid regresó a la casa de su madre y se compró dos perritas. No hacía nada en la casa ni atendía para nada a Nancy cosa que le producía mucha rabia a la narradora protagonista. Ingrid también sufrió de depresión. 

La joven, ya decidida a llevar su plan a cabo, compró gasolina y logró entrar en casa de su abuela sin ser vista cuando la abuela (Nancy) fue a acompañar a su tía Ingrid a llevar a sus perritas al veterinario. Decidió convocar a su abuela, a sus tías y a su madre para un reencuentro en la casa materna el 2 de febrero, día de La Candelaria. Con la única que no pudo hablar fue con su madre (recordemos que habían discutido y era usual que su madre pasara tiempo sin hablarle como una forma de alargar su enojo o su victimización) pero todas las demás recibieron su invitación, con cierta extrañeza ya que tenían tiempo sin verse pero quedaron en ir. 

El día fijado fue tortuoso para la joven pero no se permitió dudar. La novela finaliza con la noticia de la muerte de siete miembros mujeres de una misma familia. Se adelanta que, en apariencia, se trató de un incendio provocado. Se agrega que “…aún no se ha podido determinar el móvil. ¿Locura? ¿Ajuste de cuentas? ¿Alguna herencia en disputa? Las únicas pistas al momento son un conjunto de cartas que se encontraron rotas y dispersas en el auto de una de las víctimas y la información que provea la única familiar que no estuvo en el lugar de los hechos” (121). Así, entendemos que la madre de la joven quedó viva, lo cual resulta paradójico, pues para la joven era la causante de todos sus males pero también podríamos interpretarlo como que su madre era lo más importante para ella, lo esencial en su vida.

Una nota de fuego y nada más me generó algunas interrogantes: ¿son los padres responsables –indefectiblemente responsables- del bienestar emocional de sus hijos tanto en la niñez, en la adolescencia como en la adultez?, ¿qué daños puede causar la depresión, en especial de la madre, sobre la psiquis de sus hijos?

Creo que Una nota de fuego y nada más tiene muchos elementos que valdría la pena analizar.

"En lo ancho de la vida van formando numerosos cruzamientos los senderos. ¿Por cuál

dirigiremos nuestros pasos?"

Efrén Hernández


Elena Piedra

Escrito y publicado por Libia Kancev D.

Caracas, 15 de abril de 2025.

 

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