martes, 15 de abril de 2025

Una nota de fuego y nada más




Me encuentro con una novela titulada Una nota de fuego y nada más (2025) de la escritora Elena Piedra (México, 1990).

Empiezo a leer como quien camina por un extenso paraje, agradable, sin temores pero con precaución inexplicable.

Una nota de fuego y nada más relata la historia de una familia -en Coyoacán-que se inicia con Pedro Solís, un hombre poseedor de tierras y muy trabajador quien se casa con Magdalena Reyes. Tuvieron una sola hija llamada María Ignacia a quien no le gustaba su nombre y se acostumbraron a decirle Nancy.

Nancy, que será la  madre, la abuela de los personajes de la narración era muy estudiosa y quería ser maestra de civismo en una escuela primaria. Tuvo una infancia feliz. Se enamora de un apuesto joven pero, por razones poco claras, no llegan a más. Nancy conoce a un hombre llamado Ramón (o El Güero) huérfano de padres y con 5 hermanos  que había migrado a la Ciudad de México desde Pachuca.

Nancy y Ramón se casan aunque Magdalena (madre de Nancy) siempre lo rechazó. Tuvieron 4 hijas cuyos nombres empezaban por I. 

Luego de la muerte del señor Solís y con una Magdalena enferma, Nancy decidió vender las propiedades heredadas de su padre y se mudaron a una colonia residencial llamada Villa Coapa.

Después de este contexto, vale destacar que la narradora protagonista de Una nota de fuego y nada más es una joven de 25 años, licenciada en Letras, quien se había ido a vivir fuera de su casa materna con la idea de independizarse en el sentido más amplio del término.  

Se trataba de una joven con claros rasgos obsesivos, con dificultades para relacionarse socialmente, que arrastraba frecuentes sentimientos de angustia y tristeza. Incluso había sufrido de anorexia en su adolescencia lo que atribuyó a un cuadro depresivo de su madre y a un diagnóstico de cáncer de su padre que, a la sazón y después de treinta años de matrimonio se habían divorciado. La joven tiene relación con su padre quien está pendiente de ella pero, en su fuero interno, ella lo considera un hombre débil. El trato entre la joven y su madre es muy problemático. Cuando discutían pasaban mucho tiempo sin hablarse, en especial era la madre quien mantenía esa conducta. Quería mucho a su madre pero creía que el sentimiento no era recíproco. La joven pasó tiempo en psicoterapia lo que la ayudó a sentirse algo estable.  

La joven pensaba que su estado emocional y de infelicidad permanente era consecuencia de su relación con su madre y de la forma de ser de todas sus tías y de su propia abuela materna (aunque estaba pendiente de saber de ella y de vez en cuando salían juntas). La joven empieza a pensar en cómo matarlas a todas (incluyéndose). Planea incendiar la casa materna y empieza a averiguar en cómo hacerlo trazando un plan súper metódico en consonancia con su carácter obsesivo.

La joven, con la idea del incendio le hace un guiño a la gran novela del escritor argentino Ernesto Sábato (1911-2011), Sobre Héroes y tumbas (1961) en la cual la joven Alejandra Vidal, perturbada mentalmente, incendia la casa de su familia muriendo ella también no sin antes matar a su padre disparándole varias veces.  

Mientras la joven ve pasar los días, empieza a escribir cartas sobre su experiencia de vida. Cartas muy dolorosas.

La joven empieza a hablar de estos familiares.

Inés: fue la primera hija de Nancy y Ramón. Su abuela Magdalena prácticamente se adueñó de ella y eso hizo que Ramón se alejara de su hija, aparte de que hubiera preferido un varón. Por otra parte, Nancy “…vivió con alivio la intromisión de Magdalena, dejando en sus manos las labores maternas, tanto las prácticas y operativas como las más intuitivamente afectivas” (39). A Inés “Desde muy chica se le instaló una sombra de aflicción en lo más transparente de la mirada. Infeliz infancia” (40).

Inés se graduó de licenciada en Psicología profesión que nunca ejerció a pesar de haber sido una estudiante muy aplicada. Se casó con Rodolfo (ingeniero civil) un tanto apresuradamente ya que estaba embarazada. Así, Inés y Rodolfo tuvieron a Laura quien “…heredó los enormes ojos de su madre, los labios carnosos de su padre y…la sombra de aflicción en lo más transparente de la mirada” (41).

Isabel: “Fue de todas las hijas la más cálida y la más cariñosa” (59). Se casó con un joven abogado llamado Agustín. Ambos eran muy religiosos. Isabel, cuando se casó, asumió su rol de ama de casa y se hizo más femenina (de adolescente no lo era tanto). Era bastante obsesiva.

Isabel quedó embarazada después de cinco años de matrimonio. Tuvo una niña a quien llamó Guadalupe (nacida en 1987). Agustín había deseado un varón. A los pocos años de matrimonio, Agustín comenzó a alejarse. Isabel entró en una fuerte depresión (fue medicada). A la larga, Isabel y Agustín terminan divorciándose.

Isabel empieza a trabajar con un psiquiatra- sacerdote que había sido  su médico tratante llamado Salvador Vargas. Ella necesitaba empleo y él una secretaria. Empiezan a tener una relación amorosa. El hombre de alguna manera asume el rol de padre para con Guadalupe hasta que rompe la relación con Isabel  pues le dice que se había enamorado de una paciente y que iba a dejar los hábitos.  

Al final Isabel y Guadalupe se quedan juntas. Isabel “permaneció en su casa, brindándose a su hija, como a un esposo; desdibujándose de su propia vida, como cualquier retrato olvidado, en la pared de una casa solitaria acechada por el sol” (63).

Irene: conoció a quien sería su esposo a los 12 años (Jaime). Irene se graduó de dentista pero prácticamente no ejerció la profesión. Empezó a trabajar como aeromoza por poco tiempo. Irene y Jaime se casaron “Aunque para Irene el matrimonio significó librarse del yugo paterno y la indolencia materna, su nociva inclinación al pasado se encargó de cerrar cientos de posibles caminos a la felicidad” (80)

Jaime e Irene tuvieron una hija. La llamaron Fernanda (¿es la narradora-protagonista?). A la larga, Isabel y Jaime se distanciaron y divorciaron. Fernanda se convirtió en la aliada de su madre (Irene).

Ingrid: es la última hija de Ramón y Nancy. Se crió muy consentida. Trabajó como aeromoza hasta que la empresa de aviación nacional quebró. Buscó una excusa para irse de su casa y se fue a vivir con un ingeniero italiano apodado Chano. Ingrid quedó embarazada pero perdió al bebé. Se alejó de Chano quien había perdido su trabajo. Ingrid regresó a la casa de su madre y se compró dos perritas. No hacía nada en la casa ni atendía para nada a Nancy cosa que le producía mucha rabia a la narradora protagonista. Ingrid también sufrió de depresión. 

La joven, ya decidida a llevar su plan a cabo, compró gasolina y logró entrar en casa de su abuela sin ser vista cuando la abuela (Nancy) fue a acompañar a su tía Ingrid a llevar a sus perritas al veterinario. Decidió convocar a su abuela, a sus tías y a su madre para un reencuentro en la casa materna el 2 de febrero, día de La Candelaria. Con la única que no pudo hablar fue con su madre (recordemos que habían discutido y era usual que su madre pasara tiempo sin hablarle como una forma de alargar su enojo o su victimización) pero todas las demás recibieron su invitación, con cierta extrañeza ya que tenían tiempo sin verse pero quedaron en ir. 

El día fijado fue tortuoso para la joven pero no se permitió dudar. La novela finaliza con la noticia de la muerte de siete miembros mujeres de una misma familia. Se adelanta que, en apariencia, se trató de un incendio provocado. Se agrega que “…aún no se ha podido determinar el móvil. ¿Locura? ¿Ajuste de cuentas? ¿Alguna herencia en disputa? Las únicas pistas al momento son un conjunto de cartas que se encontraron rotas y dispersas en el auto de una de las víctimas y la información que provea la única familiar que no estuvo en el lugar de los hechos” (121). Así, entendemos que la madre de la joven quedó viva, lo cual resulta paradójico, pues para la joven era la causante de todos sus males pero también podríamos interpretarlo como que su madre era lo más importante para ella, lo esencial en su vida.

Una nota de fuego y nada más me generó algunas interrogantes: ¿son los padres responsables –indefectiblemente responsables- del bienestar emocional de sus hijos tanto en la niñez, en la adolescencia como en la adultez?, ¿qué daños puede causar la depresión, en especial de la madre, sobre la psiquis de sus hijos?

Creo que Una nota de fuego y nada más tiene muchos elementos que valdría la pena analizar.

"En lo ancho de la vida van formando numerosos cruzamientos los senderos. ¿Por cuál

dirigiremos nuestros pasos?"

Efrén Hernández


Elena Piedra

Escrito y publicado por Libia Kancev D.

Caracas, 15 de abril de 2025.

 

lunes, 7 de abril de 2025

Soliluna: cuento de Ango Sakaguchi

“Algún día la historia me recordará como un gran fracaso”

Ango Sakaguchi


Hay textos literarios que a veces nos causan sorpresa o nos dejan pensando y pensando. Este año decidí leer textos de autores desconocidos para mí elegidos al azar. Así, tomé una novela del escritor japonés Ango (nacido Heigo) Sakaguchi (Japón, 1906 – 1955) que me llegó a través del chat Lecturas para reflexionar del que, por fortuna, formo parte.

El texto de Sakaguchi se titula En el bosque, bajo los cerezos en flor. Lo leo en una edición digital de 2013.

Lo que creo que es una novela, resulta ser tres cuentos cuya naturaleza me resulta muy particular. Por un instante, evoco a los escritores japoneses que he leído: Yukio Mishima (1925- 1970), Yasunari Kawabata (1899- 1972), Junichiro Tanizaki (1886- 1965) y Haruki Murakami (1949)…

Posterior a la lectura del texto de Sakaguchi y antes de que me dispusiera a escribir sobre esos cuentos, me topo, literalmente me doy de narices en Google con Soliluna (1949), otro cuento de Sakaguchi que me resulta sorprendente y del que les hablaré un poco ahora.

El relato narra la experiencia de un hombre –que parece ser escritor-  que se halla recluido en un hospital psiquiátrico. No sabemos el motivo. Comenta  que pronto empieza a correrse el rumor de que es adicto a las drogas aunque él precisa que sólo toma pastillas para dormir. De vez en cuando tiene permiso para salir del hospital y en una de esas salidas visita al escritor y guionista Yoshio Toyoshima (Japón, 1890-1955) quien le hace referencia a su adicción cosa que el hombre vuelve a negar.

Un día, el hombre recibe la visita de Kimigoro Oji, a quien llamaba traficante (porque llegó a vender productos en el llamado “mercado negro”) y que había conocido años atrás, durante la guerra, en un salón de go (el go es el juego de mesa más antiguo que se conoce donde dos jugadores luchan con el objetivo de controlar una mayor cantidad de territorio que su oponente).

Kimigoro era aficionado al juego pero era bastante inexperto y siempre terminaba derrotado y sin dinero.  La visita de Kimogoro lo sorprende y no entendía cómo había podido colarse en un hospital tan vigilado, incluso, cómo había entrado  en su habitación que estaba cerrada con llave.

Kimigoro lo saluda con afecto y le dice que vino a traerle algo. Se trataba de una ampolla de metanfetamina. Kimigoro le dice que imaginaba que estaría desesperado por consumirla. No obstante, el hombre le dice que no, que no es adicto a las drogas, que se trata de un mero rumor. Kimigoro añade que está bien y agrega “Usted llegó a este estado porque pensaba y se esforzaba, demasiado, sensei, pero pronto va a retomar su compostura”. Kimigoro le dice que cuando lo den de alta que vaya a visitarlo y le da su dirección que es en un barrio donde hay un salón de go, que no es su casa pero que pasa buena parte del día allí.

Cuando el hombre egresa del hospital, recuerda la invitación de Kimigoro y va en su búsqueda. Pregunta a unas mujeres (al parecer prostitutas) por él y éstas le dicen que Kimigoro debe estar en su local llamado café la Góndola. El hombre va al sitio y pregunta por él. Cuando lo llaman, lo hacen por el nombre de Kimi-chan. El hombre se extraña. En eso sale Kimigoro vestido de mujer. Al hombre le parece raro, se sorprende mucho pero ve a Kimigoro completamente tranquilo, sin ningún amaneramiento y sin dejo de vergüenza. Kimigoro le explica que le gusta vestirse así  “esta es la forma en que me gusta moverme por el mundo, sensei. No significa que me prostituya. No soy ese tipo de persona imprudente…Al principio fue sólo un juego, como en una fiesta de disfraces. Me intrigaba saber cómo lo tomarían los demás…”

Kimigoro lo invita a ir a una casa vecina, un ryokan (un albergue tradicional japonés) donde toman unos tragos hasta que llega una joven (Yoshiko) que ya el hombre había visto en el café. Kimigoro le dice que la joven había sido tatuadora pero que no había quedado conforme con un tatuaje que se hizo en su entrepierna y se lo arrancó lo cual daría “…cuenta de su personalidad: una artista hasta los huesos, alguien que se deja poseer por una obsesión endemoniada”. Komigoro agrega que la chica lo admira, que quiere dedicarse a la literatura y que quería que él fuera su mentor.

Al rato y después de una intensa conversación sobre el talento, el genio, los locos y otros temas que incluyen el título del relato (Soliluna), Kimigoro se va y deja solo al hombre y a Yoshiko que se retiran a uno de los cuartos de la casa. Acostados, el hombre le pregunta a Yoshiko por la experiencia del tatuaje y Yoshiko le dice, muerta de la risa,  que todo lo que le contó Kimigoro son mentiras  “-¿Cómo va a tomarse en serio lo que dice ese hombre? ¿Usted es estúpido…? ¡Él es el loco! Vestirse de mujer. Podría entenderlo de un pervertido, ¿pero de él?  Sea lo que sea, su cabeza funciona al revés que la del resto de las personas. ¿Cómo podría saber que yo tengo un tatuaje en mi muslo y que me lo arranqué? Es puro delirio suyo.

De seguida, Yoshiko le mostró sus muslos al hombre y, en efecto, no había ninguna cicatriz. También era falso que estuviese interesada en aprender literatura ni mucho menos.

El hombre, confundido, se quedó reflexionando sobre Kimigoro. Nunca había notado algún síntoma de locura en él “pero, claro, así son los locos: nadie sabe de su condición hasta que tienen convulsiones o un brote psicótico… Esto significa que, así como todos tenemos algo de criminal, también todos tenemos algo de loco. Que definir la locura es sólo una cuestión de límites arbitrarios”.

A la mañana siguiente, el hombre levantó a Yoshiko para que se fuera y durmió un rato más. La dueña de la casa le preparó desayuno y el hombre se puso a contarle sobre Komigoro y todo lo ocurrido el día anterior. La mujer, que tenía un porte de madama le comenta “No es que esté loco, es sólo su forma de locura…A todos, sin embargo, les cuenta la misma historia: esa de la chica que se arrancó un tatuaje del muslo. ¿No le habló también del sol y la luna?...” –Sí, respondió el hombre. Me dijo que “…el hombre es el sol y la mujer es la luna. Que juntos son un sol-y-luna”. El hombre le pidió a la madama que le explicara mejor eso y la mujer respondió “…un Soliluna. Así lo llama él. Es algo en lo que cree con un fervor religioso, un ser divino que es el resultado de la unión entre un hombre y una mujer. Aunque también cree que él puede convertirse en eso por su cuenta con sólo travestirse…Pobre, es un buen chico pero le falla la cabeza. Algunas personas dicen que en realidad fue él quien se arrancó un tatuaje del muslo. Es sólo un rumor, pero escuché que tenía una amante que lo volvía tan loco que, cuando ella le pidió unir plenamente sus cuerpos, él se cortó el muslo para dárselo de comer”.

El hombre no dijo nada más. Pensó que en su primer día fuera del psiquiátrico había tenido una pesadilla por todo lo ocurrido y volvió a su casa.

Días después, leyó en el periódico que habían detenido al traficante de drogas Kimigoro Oji. El hombre termina diciendo que “Ese día empezó” este indetenible fluir de voces en su cabeza”.

Creo que de este cuento se puede deducir muchas ideas sobre la locura del ser humano. Quisiera intentar precisar algunos puntos:

1.- Que el hombre estaba loco: por eso estaba en un psiquiátrico aunque, no obstante, no todo paciente internado en un psiquiátrico es porque padezca de locura (o psicosis, en su terminología médica).

2.- Cuando, en las últimas palabras del cuento, el hombre dice: ese día empezó a escuchar “este indetenible fluir de voces”. ¿Ya las escuchaba antes? ¿O es que, después de la detención de Kimigoro es que se hacen imparables?

3.- ¿Es posible pensar que ni el hombre ni Kimigoro eran locos si no que tenían una “forma singular” de locura?

4.- Pienso en el poder de los rumores. El rumor de que el hombre era adicto a las drogas. Luego, el rumor de que Kimigoro se había arrancado un pedazo de muslo para unirse a una amada.

Vale mencionar que Ango Sakaguchi junto a Ozamu Dazai (1909-1948) y Sakunosuke Oda (1913-1947)  se les considera parte  unos burahia, un grupo de escritores disolutos que expresaron su ausencia de objetivos y crisis de identidad después de la Segunda Guerra Mundial

Dejo esta reseña, por ahora, hasta aquí pero sigo pensando que hay más que decir de Soliluna. La lectura de una escueta biografía del Sakaguchi nos permite pensar que hay elementos autobiográficos en Soliluna.

 

Ango Sakaguchi


Escrito y publicado por Libia Kancev D.

Caracas, 7 de abril de 2025 

martes, 1 de abril de 2025

El poder de la cultura: Caso Sudiksha Konanki

                                                                 


Sudiksha Konanki

Sudiksha Konanki tenía veintiún años. Era atractiva, de piel morena y un esbelto cabello negro que le caía por debajo de los hombros.

La India la vio nacer y, desde que tenía un año (2006) su familia emigró a los Estados Unidos (EE.UU.).  Sudiksha obtuvo una beca y así, estudiaba medicina en la Universidad de Pittsburgh  donde cursaba el tercer año.

El 3 de marzo de 2025, Sudiksha viajó con dos amigas (¿o con una o con tres?, la información es contradictoria) a República Dominicana para disfrutar de las vacaciones primaverales. Ya es conocido que esas vacaciones o spring break que disfrutan muchos jóvenes norteamericanos suelen ser desenfrenadas, con mucho alcohol y consumo de otras sustancias, ello unido a casos de violaciones, asesinatos y desapariciones que han quedado plasmados en múltiples películas y documentales.

Sudiksha y sus amigas llegaron a la zona de Bávaro –que es una zona de Punta Cana- en el oriente de República Dominicana,  hospedándose en el hotel  Riu, (de inversión española) catalogado como de cinco estrellas.

Tres días después de haberse instalado, es decir, el seis de marzo y en horas de la noche,  la joven y sus amigas fueron al bar del hotel con la finalidad de pasar una noche divertida. Empezaron a consumir alcohol sin ninguna previsión. En el ínterin, conocen a dos jóvenes norteamericanos que también habían venido de vacaciones y beben juntos. Las cámaras captan a los jóvenes, tomando, relacionándose y vomitando por momentos.

Sudiksha y uno de los jóvenes, llamado Joshua Steven Riibe, de veinticuatro años, estudiante del último año de Topografía en la Universidad Estatal de Minessota y luchador olímpico, comienzan a intimar y se los ve abrazados y muy ebrios.

Al parecer, todos deciden ir a la playa (eran cerca de las cuatro de la madrugada). Sudiksha y Joshua se ven caminando tomados de la cintura, haciendo eses uno y otro. El joven se tomaba selfies con la chica. No se sabe por qué, las amigas de Sudiksha y el amigo de Joshua deciden devolverse al hotel e irse a sus habitaciones.

Joshua y Sudiksha dejan sus pertenencias en las sillas de playa y se meten al mar donde se besan.

Horas después, hacia las cuatro de la tarde del día siguiente, las amigas buscan a Sudiksha en su habitación. Habían pensado  que se había quedado con Joshua. Al no hallarla, le enviaron un mensaje al amigo de Joshua.  Éste le preguntó a Joshua por Sudiksha y él respondió:

– No sé… Cuando estábamos en la playa nos alcanzó una gran ola que nos revolcó. No fue fácil mantenerse a flote - por momentos perdí el conocimiento-  pero la sostuve hasta que se puso de pie delante de mí. El agua le llegaba hasta las rodillas. Pensé que había salido y marchado a su habitación.  Yo salí y vomité ya que había tragado mucha agua, luego me quedé dormido en una silla. Me desperté por el sol y los mosquitos que me estaban picando. Me di cuenta que habían robado mis pertenencias. Regresé a mi habitación y me quedé dormido hasta ahora.

(Hay algo en el relato de Joshua que no cuadra. ¿Por qué no avisó al personal del hotel lo ocurrido en la playa?, ¿por qué no se cercioró que la joven había regresado al hotel?, ¿cómo entró a su habitación si le habían robado la llave?).

El amigo contestó –pues, la chica no regresó a su habitación.

En la playa, llamada  Arena Gorda, se encontró la escueta vestimenta de Sudiksha: una camisa playera y sus cholas.

Luego de  lo anterior, Joshua es retenido en el hotel por funcionarios policiales, siendo considerado como “persona de interés” en vista de que fue el último en haberla visto con vida. Múltiples medios de comunicación se hicieron eco del caso, tanto dominicanos como internacionales. Los dominicanos hacían mención de que la desaparición de la joven podía perjudicar el turismo de República Dominicana. También señalaron la poca seguridad que había en ese hotel y en otros y resaltaban el trato que se le estaba dando a Joshua. Que la denominación “persona de interés” no estaba dentro de la terminología policial dominicana y que al joven nunca lo habían esposado y se le había tratado con “mano suave”, cosa que no habría ocurrido de haberse tratado de un dominicano que habría sido considerado sospechoso de inmediato y sin decirlo explícitamente, golpeado hasta que confesara.

Por otra parte, ni las amigas de Sudiksha ni el amigo de Joshua fueron interrogados y pronto se marcharon a Estados Unidos. Desde allá, una de las amigas declaró que le había dicho a Sudiksha que estaba muy ebria al igual que Joshua. Que era mejor que regresara a su habitación y que en la mañana podía verlo y conocerlo mejor pero que ella se negó.

Aunque se desató una intensa búsqueda de la joven -posiblemente la mayor que se ha hecho en ese país por una persona desaparecida-, hasta la hora de escribir este texto, la joven india, residenciada en EE.UU, no ha sido hallada, ni viva ni muerta.

La imagen de un gigantesco signo de interrogación se pintó en el cielo de Punta Cana, donde se encuentra el hotel Riu. El ambiente se puso pesado, oscuro, tenebroso…

Los padres de Sudiksha viajaron a República Dominicana y, a las cuarenta y ocho horas regresaron a EE.UU. (Por supuesto, se les veía acongojados, en especial, la madre). Los padres enviaron una misiva a las autoridades dominicanas en donde señalaban que asumían que su hija se había ahogado. Que el joven Joshua había tratado de salvarla (al parecer, conversaron personalmente con él). Lo otro que pidieron era que declararan a su hija legalmente fallecida.

La carta volvió a encender a los medios que no dejaban de preguntarse cómo era posible que los padres de la joven pidieran eso y en tan poco tiempo, aparte, se habían barajado otras hipótesis como que se hubiese tratado de un homicidio por parte de Joshua o de un secuestro donde pudiesen estar involucrados ciudadanos haitianos.

Por cierto, este lamentable y misterioso caso, me llevó a escuchar sobre las enemistades entre República Dominicana y Haití, hecho que desconocía. Como sabemos, conforman una isla en las Antillas Mayores llamada La Española, estando República Dominicana hacia el este y Haití al oeste. Las diatribas entre estos dos países son antiguas, lo que llevó a que en febrero de 2023 Republicana Dominicana comenzara a construir un muro fronterizo que ya alcanza 164 kilómetros de los 392 de frontera con Haití.

Los señores Konanki alegaban también que era necesario que dieran a su hija oficialmente muerta  para que  ellos pudieran seguir con sus vidas. No hubo quien dejara de alegar que tal vez hubo alguna transacción económica entre ellos y el padre de Joshua quien, en apariencia, se trata de un hombre acaudalado.

Joshua Steven Riibe ya está de vuelta con su familia, no obstante, y según he entendido, a la joven no la pueden dar por muerta  si no por desaparecida, según las leyes de República Dominicana.

El caso de Sudiksha ha dado pie para muchos comentarios de diversa naturaleza, entre ellos, como hemos señalado, el trato que la policía da a los dominicanos ante situaciones similares. La evidente consideración hacia el joven Joshua Riibe por ser norteamericano es algo que se ha destacado. Y por último y no menos importante es que el índice de personas desaparecidas en República Dominicana es un problema muy serio al que no se le ha dado, por parte del Estado Dominicano, el abordaje necesario para afrontarlo.

En estos días,  escucho en un portal de youtube dominicano, llamado Una nueva mañana mencionar que, según la página del portal Transparencia de la Procuraduría General de la República Dominicana, entre 2018 y 2024 se han reportado 1600 personas desaparecidas, siendo más frecuente en la zona norte del país.

En una entrevista realizada a una mujer experta en  cultura india, residenciada en Dominicana,  (Bali, mentora existencial), ella señala, en relación a la carta de los Konanki, algunos elementos que nos deja pensando en el poder de la cultura, tanto en un país Occidental (EE. UU) como en uno de Oriente (la India). La experta comenta que para los indios, el señor Konanki falló en su deber de proteger a su hija ya que es el patriarca de su familia, aparte de que también falló ante la sociedad en su rol de protector.

Comenta que al haber estado viviendo en los EE.UU -adonde Sudiksha llegó cuando tenía un año de edad como hemos escrito antes-  y posiblemente en una edad de rebeldía, bajo las leyes norteamericanas era más libre y ya el padre no podía ejercer autoridad sobre ella lo que le permitió viajar a República Dominicana (aunque ignoramos si la joven viajó con o sin permiso de sus padres) más lo ocurrido (estar en un bar, beber alcohol sin control, estar fuera de su casa a altas horas de la noche y además con un joven desconocido) y su desaparición. Todo ello, para la concepción de los valores indios, implica que la joven deshonró a su familia.

También se ha comentado y es sólo eso, un comentario, que la joven habría viajado a República Dominicana con la finalidad de huir de un matrimonio que su familia había concertado según las costumbres en la India.

La entrevistada habla de que la mujer en la India, como en algunos otros países, está en un lugar de inferioridad con respecto al hombre. Que son ciudadanas de segunda que están bajo la entera responsabilidad de sus padres y que una vez que se casan son propiedad de su pareja. Agrega que, a partir de las ocho de la noche una mujer no puede estar sola en la calle y que si la violan o la matan sería su culpa.

El padre de Sudiksha en sus declaraciones a la prensa dijo “Nosotros tenemos más hijos, en edades muy jóvenes, dos más…nosotros necesitamos cerrar este tema y seguir adelante con la familia, sanar y para eso, nosotros necesitamos privacidad, necesitamos recoger todo esto para vivirlo en nuestros términos…”.  La experta  señaló que la desaparición de Sudiksha, al convertirse en un caso mediático y el que constantemente se mencione y quede abierto indefinidamente, implica que el alma de ella no se puede elevar, no se puede liberar y, en ese sentido tampoco puede reencarnar, según lo plantea el hinduismo.

Lo cierto es que la desaparición -y/o el fallecimiento-  de Sudiksha Konanki es muy lamentable. El hecho ha despertado una serie de temas que vale la pena considerar y analizar, entre ellos, el poder de la cultura.

   

                             

                  Playa Arena Gorda en República Dominicana

 

 

                                                         

Escrito y publicado por Libia Kancev

Caracas, 1 de abril de 2025. 







martes, 21 de enero de 2025

Patria o Muerte

 


“Hay algo en esos rayos brilladores

que juegan por la atmósfera azulada,

que me habla de ternuras y de amores

de una dicha pasada,…”

 

Juan Antonio Pérez Bonalde

 

A Alberto Barrera Tyszka  (Caracas, 1960) lo conozco por sus artículos de opinión publicados en el diario El Nacional  (embargado en 2021) y por haber leído su segunda novela, La Enfermedad (2006), ganadora del Premio Herralde de ese año.

Puedo decir que La Enfermedad me pareció bien escrita pero que me dejó un sin sabor que ahora no sabría argumentar bien por qué.  Sólo puedo decir que ello no resultó motivador para buscar y leer otras novelas suyas.

No obstante y por razones azarosas, he leído tres novelas de Barrera Tyszka desde el último trimestre de 2024 hasta hoy: El fin de la tristeza (2024), Mujeres que matan (2018) y Patria o Muerte (2015), la cual resultó ganadora de la XI edición del Premio Tusquets.  De las dos primeras novelas ya he comentado en este blog.

La narración de Patria o Muerte está situada entre los años 2011 y 2013, período en el cual el ya extinto presidente Hugo Chávez F. (1954-2013) es diagnosticado con cáncer, sometido a tratamiento quirúrgico y quimioterapia en Cuba hasta la fecha de su fallecimiento oficial en el Hospital Militar (en Caracas), el 5 de marzo de 2013.

Escribo “fallecimiento oficial” ya que surgieron rumores de que Chávez había fallecido antes en La Habana.  Recordemos que Chávez había ganado las elecciones el 7 de octubre de 2012 para un cuarto mandato consecutivo, es decir, murió como presidente en funciones.

La novela se desarrolla entretejida en una serie de narraciones particulares que ponen en evidencia no sólo las características singulares de Hugo Chávez, en especial, su carisma y su carácter siempre militarista, sino situaciones que demuestran la debacle en la que va cayendo nuestro país. Entre ellas tenemos: el poder que va ejerciendo Cuba en Venezuela. El desarrollo de la sospecha continua entre uno y otro venezolano, la ruptura de familias (chavistas y opositores o “escuálidos” como los llamó Chávez); la pérdida de inmuebles alquilados por sus dueños; el tema de la inseguridad y la violencia en las calles; la corrupción.

Llegando al final de Patria o Muerte, recuerdo, súbitamente, La Enfermedad. El final es parecido -con las distancias correspondientes a temas distintos- un final vacío, como si el autor hubiese decidido, de pronto, escribir una gran interrogante en el cielo. Se trata de dos personajes, dos niños: María  y Rodrigo que se han hecho novios por Internet y que planean huir juntos (a alguna parte, a cualquier parte) ya que a ella se la quieren llevar a San Cristóbal posterior a la muerte de su madre (asesinada de dos balas en las calles de Caracas para robarla). Así termina Patria o Muerte, como con un plantón abrupto ante el borde de un precipicio que no se había visto, que ni siquiera nos hubiésemos imaginado que podía estar.

Me detengo un poco en el título de la novela Patria o Muerte. Sabemos que la palabra Patria hace referencia al lugar de origen o adopción de una persona y al que se siente ligado por vínculos históricos, jurídicos y afectivos. La palabra, proveniente del latín “terra patria” significa, literalmente, “tierra de los padres”. El término ha tenido diferentes connotaciones según la época. Por ejemplo, durante la Ilustración (siglos XVII y XVIII)  la palabra se asoció con la libertad y la constitución.  Por otra parte, la palabra Muerte hace referencia a la cesación o termino de la vida. Para el pensamiento tradicional, la muerte implica la separación del cuerpo y el alma.

Me pregunto, ¿por qué tener que escoger entre una (Patria) u otra (Muerte) opción?  La frase se le atribuye a Ernesto Guevara (Argentina, 1928-Bolivia, 1967) y es utilizada por grupos procastristas.  Por cierto, en 2011 el mismo presidente Chávez pidió quitar la palabra Muerte del eslogan que le servía de arenga y sustituirlo por ¡Patria socialista y victoria!, ¡Viviremos y venceremos! Yo propongo: ¡Patria y Vida!

Patria o Muerte es una buena novela. Cuenta hechos que cualquier venezolano ha conocido por noticias o ha vivido en carne propia, etc. Lo que cuenta de Chávez, su personalidad, el arrastre indudable que llegó a tener en buena parte de la población venezolana también es conocido. En lo personal, el tema de su enfermedad, cómo la vivió, cómo la sufrió, creo que es algo que no llegaremos a saber con exactitud. De no ser pura ficción lo que cuentan de cómo lo vivió en la novela, sólo puedo decir que, como dicen, el miedo es libre.

Lo que queda claro es que Chávez era un hombre, un ser de carne y hueso, que vivió, que murió.

 

Alberto Barrera Tyszka



Escrito y publicado por Libia Kancev D.

Caracas, 21 de enero de 2025.

 

jueves, 16 de enero de 2025

Necesitamos nombres nuevos



Formo parte de un chat al que llegué por azar. Allí envían novelas, cuentos, poemas, artículos de cultura en general. Con cierta frecuencia intercambiamos opiniones, damos sugerencias de lecturas, etc.  Ha sido para mí un espacio maravilloso.

A veces me quedo pensando en la cantidad de libros que se producen y que, aunque queramos, no podremos leer. Tienden al infinito.

Recientemente enviaron una novela que llamó, en especial, mi atención: la portada, el título (Necesitamos nombres nuevos, 2013), de la autora NoViolet Bulawayo que me sonó a africano y lo descargué.

NoViolet Bulawayo es el seudónimo de la escritora zimbabuense Elizabeth Zandile Tshele (1981). Al parecer, el seudónimo fue escogido en honor a su madre (que murió cuando Elizabeth tenía dieciocho meses) y Bulawayo (segunda ciudad en importancia de Zimbabue, situada al suroeste) ciudad donde se crió.

Elizabeth Zandile Tshele emigró a EE.UU. a los dieciocho años. Allí completó su bachillerato y sus estudios universitarios. Desde 2018 es profesora en el Departamento de Ingles en la Universidad de Cornell. Necesitamos nombres nuevos fue finalista del Premio Booker 2013, convirtiendo a la autora en la primera mujer africana y a la primera zimbabuense en ser finalista de tal premio.

Necesitamos nombres nuevos está ambientada en algún lugar de  Zimbabue (país que nunca nombran) situado en el sureste de África y cuya capital es Harare. Zimbabue fue colonia inglesa desde finales del siglo XIX hasta 1980 cuando se independizó.

Necesitamos nombres nuevos está formada por los siguientes capítulos: Asalto a Budapest, Darling en la montaña, El juego de los países, El cambio real, Cómo aparecieron, Necesitamos nombres nuevos, Chist, Blak Power, Esto no es un juego, Cómo se marcharon, Destroyedmichygen, La Boda, Ángel, Esta película contiene escenas que podrán herir su sensibilidad, Asalto a Crossroads, Cómo vivían, Mi América y Escrito en la pared.

La narradora es una niña llamada Darling, de 10 años. Darling tiene su grupo de amigos y viven todos en Paraíso, zona pobre formada por chabolas. Los amigos de Darling se llaman: Bastardo (11), Chipo (11. Está embarazada), Sabediós (10), Shbo (9) y Stina. Los niños no van a la escuela porque no hay, inventan juegos, salen juntos a buscar comida, particularmente guayabas que les encanta y les sirve para matar el hambre. También comparten ilusiones como irse de su país, por ejemplo, Darling quiere irse a EE.UU., donde vive su tía Fostalina.

Darling vive con su madre y con su abuela paterna (Madre de Huesos). Del padre de Darling hace mucho tiempo que no se sabe nada. Se graduó en la universidad, emigró a Sudáfrica y durante bastante tiempo no supieron de él. La madre de Darling trabaja lejos y está ausente del hogar por días. Se comenta que el abuelo de Darling era terrorista, que por eso lo mataron y que al no poder encontrar su cuerpo para enterrarlo, su espíritu entró en Darling y el profeta del pueblo (Revelaciones Bitchington Mborro) ha intentado sacárselo.

Darling va obligada a misa por su abuela. Ella no cree en Dios puesto que no aparece cuando lo necesitan.  En una escena del profeta, pretendiéndole sacar un mal espíritu a una “mala” mujer del pueblo, se le monta encima, en ese instante, Chipo (que también estaba en la misa) que tenía tiempo sin pronunciar palabra, le dice a Darling que su abuelo también se le montó encima, de tal manera que nos enteramos que Chipo fue violada y quedó embarazada de su abuelo.

Darling y sus amigos se entretienen con diversos juegos. Uno de ellos es el juego de países. Así, nombran a China, EE.UU., Inglaterra. Los niños van a Shanghái (entendemos que es otra localidad) a buscar a un pariente de uno de ellos. No lo encuentran. Llegan a un centro comercial chino. Hablan de lo organizado que es y de la pobreza de África. También se topan con Organizaciones no gubernamentales (ONG) a quienes consideran como organizaciones que sólo les ofrecen dádivas, que les toman fotos como si ellos fueran fotografiables por ser negros y pobres.

Se narra que ocurren unas elecciones (un día 28) y que los adultos están enorgullecidos del acto de votar. Darling comenta que antes tuvo una casa de verdad pero que las derrumbaron junto a otras y no les quedó más que construir, con lo que pudieron, esas chabolas en Paraíso. A veces, Darling lucha por no dormirse ya que le viene a la mente la escena de la destrucción de las casas en sueños y ella no quiere volver a soñar con eso. Vale destacar que quién ordena la destrucción de casas son negros y no los blancos, lo cual consideran peor “Es mejor que te robe un ladrón blanco que tú propio hermano negro. Mejor un maldito ladrón blanco” (58). Como sabemos, para esa época ya Zimbabue se había independizado,  tenía un presidente negro después de haber tenido muchísimos blancos por años.

Ante la ausencia del padre de Darling, su madre consigue un amante que viene a su casa de noche para estar con ella. La madre tapa a Darling quien finge dormir. Nunca logra verle la cara al hombre pero si percibe el acto sexual que su madre realiza con él.

En un acto de inocencia, de amistad, las chicas, Sbho, Perdón (que es recién llegada a la zona) y Darling salen con Chipo para practicarle un aborto después que se enteran que una mujer de Paraíso muere dando a luz. No quieren que Chipo muera, aunque no tienen la menor idea de cómo hacerle el aborto. MadreAmor se topa con ellas e impide que lleguen a hacer nada con Chipo quien, luego da a luz a una niña a quien le pone el nombre de Darling.

En algún momento de Necesitamos nombres nuevos el padre de Darling regresa a casa. Está muy enfermo y a Darling le cuesta reconocerlo de lo flaco y huesudo que está.  A pesar del abandono al que el padre las sometió, la madre lo recibe, lo atiende, lo cuida, teniendo que hacerlo Darling cuando su madre sale a trabajar y Madre de Huesos va a la iglesia a rezar por la salud de su hijo. Darling no quiere que sus amigos se enteren que su padre está en mal estado y debe quedarse en casa para cuidarlo, así que se aleja de sus amigos con diversas excusas aunque siente que no es justo, siente rabia. Resulta que ya la gente de Paraíso sabe que el padre de Darling tiene Sida (eso parece). Un día, los amigos de Darling entran en su chabola y escenifican un acto de ternura con el padre de Darling que hace que ella también se conmueva.

La novela describe una escena donde Darling y sus amigos salen de Paraíso hacia Budapest (un barrio de blancos) para buscar guayabas (se está terminando la temporada y tienen hambre). Se encuentran con un vigilante (negro) de una casa de blancos y el vigilante les dice que se vayan de allí de forma bastante despectiva. De pronto aparece una banda de hombres negros (los niños se esconden subiéndose a un árbol) y presencian el momento donde una pareja blanca es injuriada por los negros. El hombre blanco alega que es su casa, que tiene los papeles, que también es de ese país, que nació allí. Aún así, la banda entra a la casa, desvalijándola y se llevan a la pareja (presumimos que los matan). Después de este hecho, los niños entran a la casa donde ven objetos que jamás habían visto y se encuentran con una nevera llena de comida. Comen casi hasta reventar.

Luego se relata el funeral de NacidoLibre (entendemos que era un líder negro que lucha por la libertad de su país) que había sido asesinado.

Darling se va para EE. UU. con su tía Fostalina (hermana gemela de su madre) quien había emigrado tiempo atrás, aún así, no hablaba bien el inglés. Fostalina trabaja bastante y, en sus ratos libres, se la pasa haciendo ejercicios para adelgazar (aunque está delgada) que ve  en la televisión. La tía vivía con un hombre llamado Kojo, oriundo de Ghana (país de África Occidental).  Kojo tenía un hijo –TK- cuya madre era norteamericana. TK es un niño blanco, obeso, adicto a los videojuegos que, finalmente, se alista en el ejército y lo envían a Afganistán lo cual afecta profundamente a su padre.

Darling va narrando sus vivencias en EE.UU., empieza a ir al colegio, extraña a su familia y amigos, se percata de lo distinto que es ese país en relación al suyo, empieza a tener contacto con temas que nunca hubiera imaginado, estudia, luego estudia y trabaja para poder entrar a una universidad. Darling describe sus impresiones sobre la abundancia que hay en EE.UU., el tema de los inmigrantes ilegales, el distanciamiento progresivo de sus costumbres, de su misma esencia.

La novela de NoViolet Bulawayo nos narra la historia del colonialismo de un país africano como otras que hemos leído, por ejemplo, Paraíso (1994) del escritor tanzano Abdulrazak Gurnah, premio Nobel de Literatura 2021. Hablar del colonialismo en África resulta ser la narración de historias de  pobreza, injusticia, racismo, desarraigo, abusos, migración.

Los nombres de los personajes de Necesitamos nombres nuevos son muy particulares, tales como: Bastardo, Chipo, Sabediós, Nacidolibre, MadreAmor, Madre de Huesos, etc, nombres que implican un sentimiento específico, con algo de amor pero más de dolor.

 

NoViolet Bulawayo



Escrito y publicado por Libia Kancev D.

Caracas, 16 de enero de 2025