Me encuentro con una novela titulada Una nota de fuego y nada más (2025) de la escritora Elena Piedra (México, 1990).
Empiezo a leer como
quien camina por un extenso paraje, agradable, sin temores pero con precaución
inexplicable.
Una
nota de fuego y nada más relata la historia de una familia -en
Coyoacán-que se inicia con Pedro Solís, un hombre poseedor de tierras y muy
trabajador quien se casa con Magdalena Reyes. Tuvieron una sola hija llamada
María Ignacia a quien no le gustaba su nombre y se acostumbraron a decirle
Nancy.
Nancy, que será la madre, la abuela de los personajes de la
narración era muy estudiosa y quería ser maestra de civismo en una escuela
primaria. Tuvo una infancia feliz. Se enamora de un apuesto joven pero, por
razones poco claras, no llegan a más. Nancy conoce a un hombre llamado Ramón (o
El Güero) huérfano de padres y con 5 hermanos que había migrado a la Ciudad de México desde
Pachuca.
Nancy y Ramón se casan
aunque Magdalena (madre de Nancy) siempre lo rechazó. Tuvieron 4 hijas cuyos
nombres empezaban por I.
Luego de la muerte del
señor Solís y con una Magdalena enferma, Nancy decidió vender las propiedades
heredadas de su padre y se mudaron a una colonia residencial llamada Villa
Coapa.
Después de este
contexto, vale destacar que la narradora protagonista de Una nota de fuego y nada más es una joven de 25 años, licenciada en
Letras, quien se había ido a vivir fuera de su casa materna con la idea de
independizarse en el sentido más amplio del término.
Se trataba de una joven
con claros rasgos obsesivos, con dificultades para relacionarse socialmente,
que arrastraba frecuentes sentimientos de angustia y tristeza. Incluso había
sufrido de anorexia en su adolescencia lo que atribuyó a un cuadro depresivo de
su madre y a un diagnóstico de cáncer de su padre que, a la sazón y después de
treinta años de matrimonio se habían divorciado. La joven tiene relación con su
padre quien está pendiente de ella pero, en su fuero interno, ella lo considera
un hombre débil. El trato entre la joven y su madre es muy problemático. Cuando
discutían pasaban mucho tiempo sin hablarse, en especial era la madre quien
mantenía esa conducta. Quería mucho a su madre pero creía que el sentimiento no
era recíproco. La joven pasó tiempo en psicoterapia lo que la ayudó a sentirse
algo estable.
La joven pensaba que su
estado emocional y de infelicidad permanente era consecuencia de su relación
con su madre y de la forma de ser de todas sus tías y de su propia abuela
materna (aunque estaba pendiente de saber de ella y de vez en cuando salían
juntas). La joven empieza a pensar en cómo matarlas a todas (incluyéndose). Planea
incendiar la casa materna y empieza a averiguar en cómo hacerlo trazando un
plan súper metódico en consonancia con su carácter obsesivo.
La joven, con la idea
del incendio le hace un guiño a la gran novela del escritor argentino Ernesto Sábato (1911-2011), Sobre
Héroes y tumbas (1961) en la cual la joven Alejandra Vidal, perturbada
mentalmente, incendia la casa de su familia muriendo ella también no sin antes
matar a su padre disparándole varias veces.
Mientras la joven ve
pasar los días, empieza a escribir cartas sobre su experiencia de vida. Cartas
muy dolorosas.
La joven empieza a
hablar de estos familiares.
Inés:
fue la primera hija de Nancy y Ramón. Su abuela Magdalena prácticamente se
adueñó de ella y eso hizo que Ramón se alejara de su hija, aparte de que
hubiera preferido un varón. Por otra parte, Nancy “…vivió con alivio la intromisión
de Magdalena, dejando en sus manos las labores maternas, tanto las prácticas y
operativas como las más intuitivamente afectivas” (39). A Inés “Desde muy chica
se le instaló una sombra de aflicción en lo más transparente de la mirada.
Infeliz infancia” (40).
Inés se graduó de
licenciada en Psicología profesión que nunca ejerció a pesar de haber sido una
estudiante muy aplicada. Se casó con Rodolfo (ingeniero civil) un tanto
apresuradamente ya que estaba embarazada. Así, Inés y Rodolfo tuvieron a Laura
quien “…heredó los enormes ojos de su madre, los labios carnosos de su padre y…la
sombra de aflicción en lo más transparente de la mirada” (41).
Isabel quedó embarazada
después de cinco años de matrimonio. Tuvo una niña a quien llamó Guadalupe
(nacida en 1987). Agustín había deseado un varón. A los pocos años de
matrimonio, Agustín comenzó a alejarse. Isabel entró en una fuerte depresión
(fue medicada). A la larga, Isabel y Agustín terminan divorciándose.
Isabel empieza a
trabajar con un psiquiatra- sacerdote que había sido su médico tratante llamado Salvador Vargas.
Ella necesitaba empleo y él una secretaria. Empiezan a tener una relación
amorosa. El hombre de alguna manera asume el rol de padre para con Guadalupe
hasta que rompe la relación con Isabel pues le dice que se había enamorado de una
paciente y que iba a dejar los hábitos.
Al final Isabel y
Guadalupe se quedan juntas. Isabel “permaneció en su casa, brindándose a su
hija, como a un esposo; desdibujándose de su propia vida, como cualquier
retrato olvidado, en la pared de una casa solitaria acechada por el sol” (63).
Irene:
conoció a quien sería su esposo a los 12 años (Jaime). Irene se graduó de
dentista pero prácticamente no ejerció la profesión. Empezó a trabajar como aeromoza
por poco tiempo. Irene y Jaime se casaron “Aunque para Irene el matrimonio
significó librarse del yugo paterno y la indolencia materna, su nociva
inclinación al pasado se encargó de cerrar cientos de posibles caminos a la
felicidad” (80)
Jaime e Irene tuvieron
una hija. La llamaron Fernanda (¿es la narradora-protagonista?). A la larga,
Isabel y Jaime se distanciaron y divorciaron. Fernanda se convirtió en la
aliada de su madre (Irene).
Ingrid:
es la última hija de Ramón y Nancy. Se crió muy consentida. Trabajó como aeromoza
hasta que la empresa de aviación nacional quebró. Buscó una excusa para irse de
su casa y se fue a vivir con un ingeniero italiano apodado Chano. Ingrid quedó
embarazada pero perdió al bebé. Se alejó de Chano quien había perdido su
trabajo. Ingrid regresó a la casa de su madre y se compró dos perritas. No
hacía nada en la casa ni atendía para nada a Nancy cosa que le producía mucha
rabia a la narradora protagonista. Ingrid también sufrió de depresión.
La joven, ya decidida a
llevar su plan a cabo, compró gasolina y logró entrar en casa de su abuela sin
ser vista cuando la abuela (Nancy) fue a acompañar a su tía Ingrid a llevar a
sus perritas al veterinario. Decidió convocar a su abuela, a sus tías y a su
madre para un reencuentro en la casa materna el 2 de febrero, día de La
Candelaria. Con la única que no pudo hablar fue con su madre (recordemos que
habían discutido y era usual que su madre pasara tiempo sin hablarle como una
forma de alargar su enojo o su victimización) pero todas las demás recibieron
su invitación, con cierta extrañeza ya que tenían tiempo sin verse pero
quedaron en ir.
El día fijado fue
tortuoso para la joven pero no se permitió dudar. La novela finaliza con la
noticia de la muerte de siete miembros mujeres de una misma familia. Se
adelanta que, en apariencia, se trató de un incendio provocado. Se agrega que
“…aún no se ha podido determinar el móvil. ¿Locura? ¿Ajuste de cuentas? ¿Alguna
herencia en disputa? Las únicas pistas al momento son un conjunto de cartas que
se encontraron rotas y dispersas en el auto de una de las víctimas y la
información que provea la única familiar que no estuvo en el lugar de los
hechos” (121). Así, entendemos que la madre de la joven quedó viva, lo cual
resulta paradójico, pues para la joven era la causante de todos sus males pero
también podríamos interpretarlo como que su madre era lo más importante para
ella, lo esencial en su vida.
Una
nota de fuego y nada más me generó algunas interrogantes:
¿son los padres responsables –indefectiblemente responsables- del bienestar
emocional de sus hijos tanto en la niñez, en la adolescencia como en la adultez?,
¿qué daños puede causar la depresión, en especial de la madre, sobre la psiquis
de sus hijos?
Creo que Una nota de fuego y nada más tiene muchos elementos que valdría la pena analizar.
"En lo ancho de la vida van formando numerosos cruzamientos los senderos. ¿Por cuál
dirigiremos nuestros pasos?"
Efrén Hernández
Escrito y publicado por Libia Kancev D.
Caracas, 15 de abril de
2025.