miércoles, 11 de diciembre de 2024

La vida conyugal

 A mi compadre, Gonzalo Nuñez.




Hace varios años tuve la oportunidad de conocer la novelística del escritor, traductor y diplomático mexicano Sergio Pitol (1933-2018), quien en vida recibió múltiples premios literarios, entre ellos, el Premio Cervantes 2005.

Fue mi amigo, compadre y primo, Gonzalo Nuñez, quien me lo dio a conocer prestándome, sucesivamente, varias novelas suyas que conservo en mi biblioteca ya que Gonzalo se fue a residir en Ciudad de México, hecho que, para esas fechas, no nos imaginábamos. Así es la vida.

Hace unos días, buscando qué leer, me topé con La vida conyugal (1991) de Pitol,  publicada por Anagrama. No tenía mi nombre ni el de mi compadre, ello me hizo sospechar que yo la había adquirido y que no la había leído ya que sólo le pongo mi nombre a los libros de literatura una vez que los he leído.

La vida conyugal es una novela corta (134 páginas). Trata sobre la vida de casados de Jacqueline Cascorro y Nicolás Lobato. La novela está ambientada en México: nombres como Coyoacán, Veracruz y Cuernavaca son mencionados.

Jacqueline y Nicolás se habían conocido en la universidad. Se suponía que él estudiaba Ciencias Políticas y ella Filosofía y Letras. Ninguno de los dos llegó a graduarse. Los intereses de él eran los hoteles y las mujeres.

Jacqueline venía de una familia pobre (situación que siempre detestó), formada por su madre, sus hermanas María Dorotea y María del Carmen y sus hermanos, Marcelo y Adrián. Jacqueline (cuyo verdadero nombre era María Magdalena y lo cambió por el de Jacqueline) siempre pensó que sus hermanos eran de “bajo nivel”.

Jacqueline y Nicolás llevaban una buena vida, lo que se traducía en que económicamente estaban muy bien. Nicolás era dueño de dos hoteles y había logrado comprar un gran terreno en Cuernavaca en el cual pensaba construir un gran complejo turístico. Era un sueño que logra hacer realidad.

Dentro de todo lo señalado en el párrafo anterior, había un detalle. Nicolás era un hombre muy mujeriego y Jacqueline se enteraba de sus continuas infidelidades. No sé las reclamaba pero  contaba  a todo el que podía el desconsuelo que eso representaba para ella. Era una mujer sufrida.

En la página 9 de La vida conyugal hay un párrafo que me parece interesante por lo que de controversial puede tener. El mismo hace referencia a una lectura que hace Jacqueline:

La lectura hecha al azar de unas cuantas páginas de La Fisiología del matrimonio de Balzac, la llevó a la conclusión de que la mayoría de las mujeres a los pocos años de casadas solo experimentan hacia sus maridos una profunda aversión, una repulsión casi absoluta, resultado típico de la tiranía a la que con tanta arbitrariedad han sido sometidas.

Leo en Google que, La Fisiología del matrimonio (1829), del gran escritor francés Honoré de Balzac (1799-1850), es considerada una obra maestra de la literatura francesa que explora los problemas y las alegrías que enfrentan las parejas casadas y que Balzac ofrece, en este texto, una visión honesta y realista de la vida conyugal en la Francia del siglo XIX desde el enamoramiento y la ceremonia de la boda hasta la lucha contra el aburrimiento y la infidelidad. Agrega que este libro es una obra esencial para todos los que buscan comprender mejor el matrimonio y las relaciones humanas.

No he tenido ocasión de leer La Fisiología del matrimonio pero, sin duda, la lectura o interpretación que hace Jacqueline seguramente hallará opiniones muy diversas.

Después de esta digresión, continuo.

Jacqueline disfrutaba con la literatura y con la cultura en general. Tenía una amiga, a quien consideraba como una hermana, llamada Márgara Armengol que acostumbraba a reunir en su casa, a escritores, pintores, etc. Jacqueline compartía ese mundo aunque sin dejar de narrar lo dolorosa que era su vida. Márgara llega a establecer en su casa una especie de Academia donde se dictaban diversos talleres de artes y Jacqueline lo apreciaba mucho. Por otra parte, Nicolás era un hombre ignorante y de poca sensibilidad, al menos eso era lo que pensaba Jacqueline de su esposo.

La vida conyugal transcurre con una quejosa Jacqueline. El autor precisa:

Todo marchó bien hasta el instante en que al quebrar una pata de cangrejo y oír descorchar a sus espaldas una botella de champaña se dejó poseer por un mal pensamiento… (Continúa) Fue como si un relámpago la recorriera, cargándola de energía: le brillaron los ojos, le temblaron las manos, su corazón batió con desmesura. Y aquel pensamiento la visitaría de manera intermitente por el resto de su vida, convirtiéndola, ya para siempre, en una mujer no de malas sino de pésimas ideas  (28).

La cita anterior, repetida en varias ocasiones en la novela, sirvió de preámbulo o de disparador  para que,  de un día para otro, Jacqueline comenzara a tener amantes (Gaspar Rivero –un primo lejano, en proceso de divorcio, con otra amante); David Carranza  -supuestamente interesado en la política; Gianni Ferraris -un profesor de arte italiano, con ciertos trastornos nerviosos, que había conocido en la Academia de Márgara.

Lo cierto es que con cada uno de estos hombres, una Jacqueline con una  vitalidad sexual exacerbada hacia su marido cada vez que tenía un amante, planea  matar a Nicolás para vengarse de él, por sus infidelidades, y quedarse con su dinero. Todos los intentos de asesinato fueron fallidos, con la salvedad de que Jacqueline salía herida en mayor o menor medida, llegando –incluso- a perder dos dedos de una mano. También quedaba muy afectada emocionalmente tuviendo que ser hospitalizada en diversas ocasiones.

Sólo del último intento se enteró Nicolás y lo hizo por la prensa. El profesor Ferraris  (quien confesó el plan de matar a Nicolás) y Jacqueline estuvieron unas semanas presos pero la situación no fue más allá. Cuando Jacqueline sale de la cárcel, se entera de que Nicolás había huido del país –hacia España- acusado de estafa y también que estaba casi en la ruina. La casa donde vivía estaba hipotecada y su venta sólo le permitió adquirir un modesto apartamento. Jacqueline le escribe varias veces a Nicolás pero éste no le contesta.

Márgara, a raíz del escándalo donde estuvo envuelta Jacqueline se aleja de ella. Le “saca el cuerpo” como se dice.

La situación con Jacqueline y sus amantes, los planes para matar a su esposo, la ignorancia de Nicolás de lo que se tramaba contra él y el malestar físico y mental sufrido por Jacqueline con cada intento de asesinato, hacen de La vida conyugal una tragicomedia.

Tiempo después, Jacqueline empieza a trabajar en una librería especializada en libros esotéricos y eso hace que en algo retome el ritmo de su vida aunque ya no era la misma de antes y se va descuidando, en especial en su aspecto físico.  

Un día, una prima de Nicolás, que había sido su empleada, le cuenta que Nicolás había regresado a México, que había solucionado sus problemas económicos y había comprado una ferretería. Jacqueline va a buscarlo y, aunque una pudiera pensar que él la rechazaría, no fue así. Nicolás la recibe y le dice que está restaurando una casa para ambos y la invita a retomar su vida juntos (de hecho, nunca se habían divorciado).  

Más temprano que tarde, Jacqueline vuelve a planear la muerte de Nicolás. La escena, como tal, no es relatada. Sólo la visión de unos jóvenes marineros brasileños en un restaurante donde había ido con Nicolás, parece revivir su idea de matar a Nicolás. Es algo que intuimos ya que el capítulo final (inmediatamente después de la narración de la observación que hace Jacqueline de los marineros) se nos presenta  a una Jacqueline en silla de ruedas, paralítica,  siendo conducida amorosamente por Nicolás, entrando a un restaurante. Lo anterior nos hace suponer que Jacqueline ideó un nuevo intento de asesinato y ella salió, una vez más, perjudicada.   

La vida conyugal podría prestarse para muchos análisis, entre ellos: la vida matrimonial, el ansia de pertenecer a una clase social más alta, el amor por el dinero, etc.

Sergio Pitol es uno de los mejores escritores latinoamericanos que he leído.

Vale mencionar que La vida conyugal fue llevada al cine en 1993, dirigida por el director de cine y guionista mexicano Carlos Carrera (1962) alcanzando éxito.

Agrego estas palabras de Pitol sobre la lectura:

“Nadie lee de la misma manera. Me abochorna enunciar semejante trivialidad, pero no desisto: la diversa formación cultural, la especialización, las tradiciones, las modas académicas, el temperamento personal, sobre todo, pueden decidir que un libro produzca impresiones distintas en lectores diferentes.”

Sergio Pitol


Escrito y publicado por Libia Kancev D.

Caracas, 11 de diciembre de 2024.

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