A
Anneris Tovar, por su gentileza…
Nuevamente la gentileza
de Anneris Tovar, profesora jubilada de la Universidad Central de Venezuela, me
permitió la lectura de una novela. El turno fue para El hombre que amaba a los perros (2009) del escritor Leonardo
Padura (La Habana, 1955).
Esta novela es,
probablemente, la que ha hecho más famoso a Padura aunque otras protagonizadas
por el personaje Mario Conde son, todas, bien interesantes.
El
hombre que amaba a los perros me pareció, en un
principio, algo enrevesada pero, paso a paso, la lectura se me fue haciendo más
clara.
Podríamos decir que el
tema central es la historia de vida de Ramón Mercader (España, 1913-Cuba, 1978),
espía español, entrenado para asesinar al revolucionario León Trosky (Ucrania,
1879-México, 1940) acto que Mercader lleva a cabo y por el cual estuvo veinte
años preso en diversas cárceles mexicanas. Es decir, la novela está basada en
un hecho real, no obstante, sabemos que no se trata de una novela histórica
sino que sigue siendo literatura, haciéndonos recordar esas controversias de
hasta dónde es historia, hasta dónde es literatura, hasta dónde es ficción,
hasta dónde es realidad.
A pesar de lo anterior,
la novela también nos narra la vida de Trosky, gestor y propulsor de la llamada
Revolución bolchevique junto a Lenin (Rusia, 1870-1924). A través de El hombre que amaba a los perros, se nos
revela a un hombre de recia personalidad, persistente, luchador, de clarísima
inteligencia, con una impresionante capacidad para soportar sufrimientos muy
particulares de la vida, como es la muerte de los hijos, algunos de los cuales
fueron asesinados.
Recordemos que Trosky y
Iósif Stalin (1878-1953) sufrieron graves divergencias políticas. Trosky es
expulsado de Rusia y, prácticamente, desde ese instante (o ya antes) su vida
estaba sentenciada. Es conocido que Stalin lo manda a matar.
Hay varios aspectos que
particularmente me llaman la atención en esta novela. Entre ellos, la fortaleza
de Trosky y su cierta capacidad de autocensura en relación a cómo ayudó a
liderar una Revolución y ciertos errores cometidos, entre ellos, la muerte de
muchísimos soviéticos, la ley impuesta por Lenin sobre el hecho de que el
Partido Comunista no podía tener líneas de pensamiento distintas sino que ha
debido dejarse libertad de pensamiento tanto para que otros comunistas
expusieran otras ideas, así como para que el pueblo ruso pudiera hacerlo.
El comunismo no es más
que una utopía, intrínsecamente irrealizable, eso pienso, porque los seres
humanos no somos iguales. He dicho, muchas veces que, somos iguales pero somos
diferentes.
Otro aspecto
interesante, tiene que ver con la vida de Mercader y la relación con su madre,
sin la que, tal vez, Ramón Mercader no se hubiera convertido en un asesino. La
relación es de carácter amor-odio con un contenido erótico importante.
Recordemos los besos que le daba su madre en la comisura de sus labios
dejándole siempre un sabor particular. Guardando las distancias, me atrevería a
pensar que es como si el complejo de Edipo nunca se hubiese cortado, más aún
ante la presencia de un padre maltratador, en especial de la madre.
Otro aspecto
insoslayable es la maestría de Padura para dejar plasmada la caída de un ideal
que, hasta la fecha, ha demostrado ser, tanto en lo individual como en lo
colectivo, muy dañino. Nos referimos al comunismo, en este caso, en Rusia
(convertida en la Unión Soviética, para luego dividirse) como en Cuba.
Imposible evitar que se nos hiele la sangre al ver, al vivir lo que sucede en
Venezuela.
Otro aspecto curioso es
la correlación del título que parte de un cuento del escritor norteamericano
Raymond Chandler (1888-1959) con el amor que le tenían a los perros tanto
Trosky como Mercader.
El
hombre que amaba a los perros, una muy buena novela
que vale la pena leer.
Escrito y publicado por
Libia Kancev.
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