miércoles, 3 de julio de 2013

Tres poemas tristes




Cautela

Los castaños florecen.
Tomo nota,

pero me abstengo de opinar.




Demasiado tarde para ser modestos
Habíamos puesto en orden la casa

y corrido las cortinas;
en el sótano teníamos provisiones suficientes,
carbón y fuelóleo,
y escondida en las arrugas de la cara
la muerte en ampollas.

Por el resquicio de la puerta vemos el mundo:
un gallo decapitado
que corre como loco por el patio.

Ha dado al traste con nuestras ilusiones.
Colgamos las sábanas de los balcones
y nos rendimos.



Inventario
Esta es mi gorra,

éste mi capote
y aquí están, en su bolsa,
los chismes de afeitar.

Esta lata vacía
es mi plato y mi vaso;
en su chapa he grabado
mi nombre.

Lo he grabado con este
clavo, que vale más
que el oro y que oculto
de miradas rapaces.

Un par de calcetines
de lana y otras cosas
que me callo las guardo
en el fardel del pan;

le sirve así de almohada
de noche a mi cabeza.
Entre la tierra y yo.
sólo hay este cartón.

La mina es lo que más
aprecio: por el día
me escribe los poemas
que pienso por la noche.

Esta es mi libreta
y éste mi toldo de lona;
ésta es mi toalla
y éste mi hilo de coser.





Günter Eich (Alemania, 1907-1972)




Publicado por Libia Kancev.


Caracas, 3 de julio de 2013.


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