Paisaje
Un cansancio de
tarde arrebujado en frío,
lleno de árboles
flacos, de sueño y de fastidio;
y un pino
taciturno
junto al desdén del río
humanamente
grave meditando un suicidio.
El grito tinte huraño del verde campesino
mancha un cielo sin luces, monótono, uniforme
.. .
y en medio del paisaje el tedio de un molino
enrollando el silencio sobre su rueda enorme
. ..
Sobre la carretera, un poste carcomido
crucifica el crepúsculo, sangrentado y dolido:
y su gran T mayúscula da un dolor de
calvario.
Una luna de
cuento amarilla y redonda
prepara sobre el
cielo su cotidiana ronda
¡Y a lo lejos,
se ahoga la voz de un campanario!
Ángel M. Queremel
De: Barro Florido,
Madrid, 1923.
Martirio y Muerte de la santa
quietud
Del aire y del
tiempo flor cercenada
cernido acero búscate sin descanso.
Todo el espacio
es sangre y muerte de voces.
Reos de luna y
sombra desaparecen.
Mareas de tres
mares alzan tus párpados
y cantos de sirena forjan tus rejas
de soledades blancas, enmohecidas,
en tu redonda celda de altos cerrojos.
Atada a tu
silencio-viva columna
pájaros, soles,
brisas, en largo espejo,
calcinada estadística
de sueños tuyos
copian, humo que
a altivo cielo fue reintegrado.
Vuelan insectos,
polvo, dueños del mundo.
Agua y viento
marchan con tu destino.
La flor de tu cabeza de humo y cabellos
Cae en el cesto
amargo de tus raíces.
¿Dónde la cruz
en vuelo, la golondrina?
¡Ay, libertad sin venas sobre los pulsos!
¡Ay, libertad sin nudos en las palabras!
Santa quietud,
imagen en dos partida:
una en mi pena.
Ángel M. Queremel
Santo y Seña,
1938.
.
TU VIAJE
HACIA LAS SOMBRAS
Sin darme tus
manos de nardo ¿hacia dónde caminas?
El húmedo soplo de la noche entre los árboles
te ausenta de la
tierra en donde mi voz te canta.
¿Hacia dónde
diriges tus pasos, hacia qué islas
viajas
despertando recuerdos de músicas celestes?
Oh niña, hija de
los sueños inmensos, rodeada
de frágiles murmullos, de ríos eternos y
montañas,
hoy estamos
ausentes, nos separan tantas cosas,
como fragmentos
de llantos ocultos en los muertos.
Que así nadie
nos mire, uno del otro ausente,
que todas las
almas límpidas crean en nuestro amor,
sobre todo las
que sueñan encontrar eternamente
la mirada de
Dios en el bosque y en el ruido del mar.
Sin darme tus
manos de nardo hacia dónde vas?
¡Ah, no puedo mirar
cómo te ausentas casi llorando
hacia lo desconocido, más allá de las frondas,
de los helados
pies de la muerte y de los fríos!
Dime, ¿qué rumbo
llevas hiriendo mis pálidas sienes?
¡Ah, no puedo ver hundirte en morados
misterios!
Ya
se siente el golpe que dará tu cuerpo al llegar :
te
espera un fondo gris como un adiós de invierno.
Allí tendrás que caer y quedarte confundida
entre esas mujeres que dieron su corazón al
otoño.
¡Ah, no puedo ver hundir tu alma en lo desconocido!
Sin
embargo, en el día y la noche, te miraré llegar
en el delgado viento que besa los apacibles
vergeles. (1939)
Otto De Sola, Carabobo, 1912- isla de Mallorca, España, 1975
Oh, alma errante en el
bosque (Vigilia del náufrago, 1937)
Todo
mi ser dormía en la celeste morada de los estanques
como
si en mí los días movieran un jardín encantado,
y
veía pasar las aldeas hacia un atardecer de olvido
en
un silencio vago de lirios y de ríos.
Tenía
el secreto de que la alondra lleva en su corazón al día
y que en su canto de cielo alguien puede
llorar.
Comprendí
que el mundo todo era un. secreto:
un
maravilloso y dolorido secreto,
en
que todo puede cesar con el vuelo de una estrella.
Silencioso
me hice como un viejo jardín lleno de sombras,
y
vi que los aires sangraban por la espina de la rosa,
y
el dolor se miraba en las fuentes dormidas,
cuando
los días pasaban bañando de lágrimas los rostros.
Oí
cantar los pastores y les vi caer en el día
bajo
los astros que la noche abandona.
Oí
el gemido de los niños rotos, como nardos,
vi
la muerte callada como árboles talados,
mientras
los días pasaban bañando de lágrimas los rostros.
Y
mucho más comprendí, inundándome de sombras
hacia mi bosque de sueños adulto de rumores,
como un amor que se engendra entre la tierra y
el cielo,
y
mi corazón se hizo entonces del tamaño del mundo.
Fui
el perseguido, el abandonado, el tremendo,
y
sobre mi cuerpo cayeron los árboles robustos,
pesados,
como tormentas, de inviernos y de estíos.
Pero alguien aun me llama desde la primavera
. .. .. .
Vicente Gerbasi. (Canoabo, 1913- 1992)
Poema de “Escala en la
Renunciación”
1
En soledad te
exaltas, i y te abate el dolor que te revela!
Con tus arcillas
colabora, hombre que te sentiste pequeño, no lo esperes todo de tu grito.
(Sangra tu pecho
en que brotan islas .... )
Pero tus ojos
están distantes.
2
Me restauran compensaciones.
La confianza, miel vertida,
colorea todos mis espejos.
A las áridas fuerzas,
como el erizo entre sus dardos,
topografías dóciles opongo.
3
Mes
pas ne seront plus trop grands ni trop petits. Jean MIlo.
Siento en mi
frente un ardor nuevo y
en el oído un
batir insigne
que no puede
resolverse en figura.
4
Golpeado de
interrogaciones,
no veo la Verdad
entre verdades,
aunque el humo
tiene sus héroes.
Números me
desvelan ....
Sin lentitud,
sin prisa, los persigo.
1938.
Rafael
Olivares Figueroa, Caracas, 1893- 1972. (Figueroa, al parecer, se dedicó, especialmente, a la poesía infantil, no obstante, no hemos encontrado ninguno para ofrecérselos aquí).
Que bueno "Paisaje" de Ángel Miguel.
ResponderEliminarSaludos
"Sin embargo, en el día y la noche, te miraré llegar
ResponderEliminaren el delgado viento que besa los apacibles vergeles". (1939)
maravillosas figuras literarias, sin duda. Exquisitos Poemas.