Hace unos días, revisando las carpetas donde guardo muchos de los textos que he escrito, me hallé con éste que me había enviado, en el 2009, mi querida amiga Elena. El epígrafe también es de ella. Le encantaba la literatura de Clarice...Sé que se alegraría de que lo publique aquí.
“Cuando no escribo, la vida se me vuelve intolerable”
Clarice Lispector
¿Bartleby
Yo?
Uno (uno de tres) de los obsequios que
recibí en las recién pasadas festividades navideñas fue el libro Bartleby y compañía del escritor español Enrique
Vila-Matas.
Tal libro fue publicado en el 2000 y, de alguna manera, podría
afirmar que me vino como anillo al dedo. Vila-Matas relata allí lo que dio en
llamar (ignoro si es el primero que lo hace) síndrome de Bartleby para hacer
referencia a una serie de escritores que o nunca publicaron nada o que, aún obteniendo
éxito literario dejaron súbitamente de escribir por razones múltiples, casi todas ellas poco claras. Al parecer, la abrupta ausencia del quehacer
literario vino aparejada de una especie de ausencia o retiro parcial de la vida
social por parte del escritor. Los bartlebys, nos dice, “son unos seres en los
que habita una profunda negación del mundo”. Son unos cuantos los escritores
allí mencionados. Unos más conocidos y otros auténticos desconocidos. Kafka, Melville, Wilde, Rulfo, Juan Ramón
Jiménez, Felisberto Hernández, figuran entre los autores afectados por el
síndrome de Bartleby, la literatura del No, “la pulsión negativa o la atracción
por la nada…”.
Es de hacer notar que, los citados escritores tuvieron una buena producción. Por ello pienso que más que retirarse de la literatura, ésta tenía una singularidad: se trataba de una literatura que tendía a la tristeza, a los conflictos con la vida por decirlo de alguna manera.
El nombre de síndrome de Bartleby viene del famoso relato de Herman
Melville, escritor norteamericano, fallecido en Nueva York en 1.891 a los
setenta y dos años de edad titulado Bartleby
((1.853). Aunque Bartleby es un relato conocido y apreciado, su autor obtuvo reconocimiento literario mucho tiempo
después de su muerte, lo cual no ha sido infrecuente en el mundo literario.
Recordemos que Melville es el autor de excelentes novelas como Moby Dick
(1.851), Benito Cereno, Billy Budd (novela publicada póstumamente) y otras.
La relectura de Bartleby, que realizo en
estos primeros días del año 2009, me permite precisar que Bartleby era un
amanuense, un secretario, un copista que había sido contratado por una especie
de oficina que trataba asuntos legales. En ella, aparte del dueño, un
importante abogado de la época, quien no sólo es el que narra la historia sino
que juega un importante papel en ella, trabajan Turkey, Nippers, quienes se
caracterizaban por mostrar comportamientos opuestos durante el día. Turkey era
el hombre del día, es decir, hasta el mediodía tenía un excelente carácter,
disposición, capacidad para el trabajo y jovialidad para luego cambiar
radicalmente en las horas vespertinas. Con Nippers sucedía todo lo contrario.
También laboraba en la oficina Ginger Nut, un joven aprendiz del oficio de las
leyes.
Ahora bien, lo poco que se conoce de los
antecedentes de Bartleby, me refiero dentro del mismo relato, no nos permite
saber desde cuándo Barterbly tenía la personalidad que tenía. Era un hombre que
“prefería no hacer”. El verbo preferir implica, como mínimo, la escogencia entre dos
posibilidades, dos opciones pero, la frase
expresada por Bartleby ante los requerimientos habituales del trabajo
para el que fue contratado significaba, más que una opción, una decisión
irreversible por el "No" pues, al instársele a trabajar reitera, en forma inalterable,
un “prefiero no hacerlo”, es decir, se trata de una respuesta que no se
traduce en una posibilidad susceptible de cambio si no en una decisión que,
aunque se lea como una alternativa es un no categórico de principio a fin.
Pienso que sería interesante considerar que Bartleby no responde “no quiero” o
“no deseo” hacerlo. Probablemente, en Bartleby había una gravísima
inexistencia, la del no querer nada, la de no desear nada.
Bartleby es un hombre solo, “el hombre
más desolado del mundo”, negado a dejarse ayudar y que, finalmente fallece
anoréxico en una cárcel de Nueva York a la cual había sido conducido por
negarse a dejar el espacio que ocupaba en la oficina donde no sólo trabajaba
(hasta cierto tiempo cuando expresa que ya no copiará ningún documento) sino
donde literalmente vivía.
Tal vez, Bartleby no era más que un
sujeto afectado por un cuadro melancólico severo.
Ahora bien, el libro de Vila-Matas, combina una mezcla de aparente historias reales y otra de naturaleza
autobiográfica -en forma de diario- pues intercala sus vivencias
diarias mientras va investigando y escribiendo el libro. Vila-Matas parece ser
un hombre sólo y, aunque no puede ser considerado como afectado por el síndrome
de Bartleby según sus propias categorizaciones (él ha sido un escritor que
publica con asiduidad), en su vida personal pareciera un hombre sólo. Un hombre solitario que necesita y disfruta de su soledad.
En el libro menciona a un amigo llamado Juan, quien también le
sirve de crítico a su libro. Creo que se trata de Juan Antonio Masoliver R. de
quien he leído diversos escritos analíticos sobre la literatura de Vila-Matas.
Simple conjetura de mi parte.
En el primer párrafo, hago referencia a
que el obsequio del libro Bartleby y compañía me vino como anillo al dedo.
Explico: desde hace muchísimos años escribo y excepcionalmente he dado a
leer a alguien mis relatos. Siempre me dije que
escribía para mí, para mi drenaje emocional particular. Por otra lado, me
embarga una especie de convicción de que lo que escribo no suscitaría interés
en alguna persona. Ahora me interrogo: ¿será que padezco del síndrome de
Bartleby?
Elena.
Enero, 2009.
Caracas, 23 de febrero de 2012.
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