miércoles, 12 de noviembre de 2025

Tango satánico

 




“…los recuerdos rompían contra los acantilados de su consciencia como las olas enfurecidas del mar bramante” (114).

“…que comparto profundamente…el dolor de una desdichada madre, el duelo inextinguible, eternamente vivo de una madre…pues creo que no hace falta repetir que nada es comparable con la pesadumbre…de perder repentinamente, amigos, a nuestro ser más querido…” (134).

“Reconocer las cosas abiertamente equivale, bien lo saben ustedes, a una confesión. ¡Se purifica el alma, se libera la voluntad, se puede volver a levantar la cabeza!” (144).

 

 

László Krasznahorkai (Hungría, 1954) es el premio Nobel de literatura 2025.

Acabo de terminar de leer su primera novela intitulada Tango satánico (1985). La novela está compuesta por dos partes y cada una tiene seis capítulos.

La primera parte consta de: La noticia de que llegan; Resucitamos; Saber algo; La labor de las arañas I; Esto se descose y La labor de las arañas II y la segunda parte: Irimiás pronuncia un discurso; La perspectiva, vista de frente; ¿Ascensión? ¿Alucinación?; La perspectiva, vista de atrás: Solo preocupaciones, solo trabajo… y El círculo se cierra.

Entiendo que la novela está ambientada en Hungría. Trata sobre un grupo de hombres y mujeres (algunos casados) que viven en una “explotación” que se ha venido a menos. Tendrían allí unos siete años. La mayoría vive en una situación de pobreza y se menciona cierta promiscuidad entre ellos.

El medio ambiente también pasa a ser un personaje en la medida en que se describen lluvias frecuentes, mucho barro, ciénagas y vientos.

La mayoría se reúne en la fonda del pueblo, cuyo dueño, de nombre János, está muy pendiente de su negocio y de que no lo vayan a robar. Se menciona que la fonda se llena a cada rato de telarañas, que János las sacude con frecuencia y que no entiende cómo se forman ya que él no ha visto arañas en su local.

Entre los personajes están: el doctor, hombre que vive solo, obeso, alcohólico y que fuma sin parar. Vale destacar que el doctor es un hombre que se afana en la lectura y que lleva un diario de sus vecinos y de lo que acontece en el lugar.

El doctor enfermó y es llevado al hospital donde pasa un tiempo sin que ninguno de sus vecinos se entere.

También están: Futaki, que es cojo y parece ser uno de los hombres más pensantes de la zona. Los Schmidt (el hombre era un ser miserable. La señora era una mujer todavía joven, buena moza y tenía tendencia a la promiscuidad. Sin embargo, sólo al personaje de nombre Irimiás le daba valor como hombre). Los Halics, los Kráner (la mujer le limpiaba la casa al doctor cada cierto tiempo); Kerekes, quien era granjero; Keremen, que trabajaba como revisor; el director de la escuela (que ya no funcionaba), la familia Horgos (integrada por la madre, las hijas y un hijo varón llamado Sándor). Las hijas de la señora Horgos  eran prostitutas excepto la  hija menor, Estike (cuyo verdadero nombre era Erzsi)  que padecía de retraso mental y a la que no le prestaban ninguna atención).

La novela comienza con una descripción de Futaki (quien había dormido con la señora Schmidt) y que cree escuchar un sonido de campanas…

Luego, todos se reúnen en la fonda para repartirse un dinero que, al parecer, habían ganado juntos pero esto no queda claro.

Al poco se enteran que dos vagabundos (conocidos de ellos y a quienes creían muertos según se había rumoreado año y medio atrás) venían de regreso a la explotación. El sentimiento que los invade es de temor y de esperanza simultáneamente. Se llamaban Irimiás y Petrina. A Irimiás lo creían una especie de salvador, de mesías.

Cuando por fin llegan –Irimiás y Petrina- los consiguen a todos en la fonda muy emborrachados. Se da la circunstancia que habían encontrado muerta a Estike quien se había envenenado con veneno para ratas después de haber matado a su gato. Todo ello producto de una decepción con su hermano Sándor quien había hecho que ella le diera el dinero que tenía ahorrado con la idea de sembrarlo y así obtendrían un árbol de monedas y serían ricos). Resulta que Sándor le roba su dinero y Estique sufre una terrible decepción que la lleva al suicidio.

Irimiás les lanza un discurso sobre la muerte de la niña donde les hace ver que de alguna manera todos son responsables y, por otro lado, les ofrece otro discurso de esperanza donde los convence de que tiene un proyecto donde van a prosperar pero que se necesita dinero y todos les dan el dinero que habían acabado de recibir. Pocos son los que no participan de ello. Uno es János quien siente que, cuando la mayoría se vaya su negocio se vendría a pique y deberá irse a la ciudad y montar otro negocio.  

Irimiás les dice que se van a marchar a una especie de castillo y que iban a reconstruir la “explotación”. Se muestran muy contentos y ese mismo día recogen sus pertenencias para marcharse no sin antes destruir todo lo que pudieron de lo que quedaba de sus casas bajo el argumento de que nadie se iba a aprovechar de lo que había sido de ellos. Incluso, el director de la escuela, que une presume podía estar más allá de esas actitudes mezquinas, hace lo mismo con su casa.  El único que no actúa de esa manera es Futaki que, como he dicho antes, parecía un hombre más sensible e inteligente.

En un trayecto muy pesado, se van todos. Futaki se rezaga porque llevaba dos maletas muy pesadas que le lastimaban fuertemente la espalda. Al fin llegan a donde les había dicho Irimiás.

Desde un principio están como decepcionados porque el sitio estaba en pésimas condiciones. Por otro lado, amanece e Irimiás no llega y empiezan a sospechar que los había engañado.

Por otro lado, Irimiás y Petrina (junto con el chico Horgos que se había unido a ellos lleno de admiración hacia Irimiás), tenían otros planes hacia una zona distinta. El plan no está claro y parece que no iba a dárseles.

En su trayecto ven el cadáver de Estique levitando, se asustan pero luego  piensan que se trata de una alucinación.  

Lo cierto es que Irimiás va al viejo castillo donde, de entrada, se da cuenta que habían sospechado de él. Irimiás les dice que no podrán llevar a cabo los planes iniciales pero que lo harán más adelante y que deben dividirse, es decir, que se irán a diversas partes (donde tendrían alojamiento y trabajo) y que él les mandaría dinero mensualmente. Además, tendrían una función de vigilancia de los alrededores donde vivirían, lo cual sería esencial para que lograran convertir el proyecto en una realidad. La mayoría reacciona con alegría ante lo que les dice Irimiás, excepto Futaki quien le dice a Irimiás que no irá con ellos.

Futaki parece regresarse a donde vivía no sin antes deshacerse de una de sus maletas.

El final de Tango satánico me resulta sorpresivo pero muy interesante. Resulta que el doctor, quien había regresado a su casa desde el  hospital, aunque no querían darlo de alta, la encuentra en el mismo estado en que la dejó. Había pensado que tal vez la señora Kráner había limpiado y botado cosas pero no fue así.

El doctor, más temprano que tarde, vuelve a sus rutinas habituales: beber, fumar, alimentarse mal. Recordemos que también leía y llevaba un diario. Al doctor no le sorprendió el hecho de que no se había topado con ninguno de sus vecinos, lo cual atribuyó al mal tiempo.

Así, volvió a tomar su diario (también tenía cuadernos donde escribía de cada vecino en particular). Empezó a escribir sobre algunos de ellos, pero no sobre circunstancias que estuviera presenciando u observando directamente sino imaginándolas). ¡Este hecho lo sorprendió! Poder escribir  sin observar lo que estaba ocurriendo  y se dijo “o bien me he vuelto loco o bien esta tarde me he dado cuenta por la gracia de Dios de que poseo una fuerza magnética. Sólo con las palabras soy capaz de determinar la estructura de los hechos que se producen a mí alrededor. Por el momento, sin embargo, ni siquiera intuyo lo que he de hacer. O me he vuelto loco” (222).

Creo que no exagero al afirmar que Tango satánico nos narra el descubrimiento de la capacidad de imaginar de un hombre y de llevarlo al papel. Por supuesto, la historia narrada por el doctor: la relación de un grupo de personas que viven en una “explotación”, la forma cómo se relacionan, la pobreza, la falta de valor para cambiar su situación, la admiración hacia un hombre que, aunque sagaz, termina siendo un vagabundo y un aprovechador es interesante y merecedora de análisis, no obstante, lo que hace Krasznahorkai, es plantearnos que el doctor está escribiendo una novela que el mismo no percibe como tal pues escribía lo que veía y deducía, hasta que se da cuenta que puede escribir I M A G I N A N D O. Ese descubrimiento me parece maravilloso.

De alguna manera, el doctor nos hace saber que el escribir requiere un espacio de soledad ya que busca unos clavos y los clava en la puerta de entrada de su casa para que nadie lo interrumpa (claro, el doctor no sabía que la mayoría de sus vecinos se habían marchado).

Leemos en Tango satánico “El doctor suspiró nervioso, preparó otra mixtura…y paseó inquieto la mirada por la habitación  Con un sentimiento entre el temor y la duda, volvió a formularlo para sus adentros: No hay nada que hacer, a partir de un determinado nivel  de concentración yo mismo puedo determinar lo que ha de suceder en la explotación. Pues sólo ocurre lo que se formula” (222).

Antes de que el doctor se encerrara en su casa, hubo un momento que escuchó unas campanas y estuvo mucho rato pendiente por si las volvía a escuchar. Le parecía algo raro porque no había iglesias cercanas. Luego, las volvió a escuchar y salió de su casa para saber de dónde provenía el sonido y logró identificar su procedencia. Venía de una ermita solitaria que había sido destruida durante la guerra. El doctor ve allí a un hombrecillo anciano, asustadizo, que le parece proceder de algún psiquiátrico. También vio la campana.

Lo cierto es que el doctor se puso a escribir el capítulo inicial por el que comienza Tango satánico que comienza hablando del reflexivo Futaki, quien también había escuchado el tañer de la campana.

Excelente novela que nos explica cómo se escribe una y la vitalidad de la imaginación.

Tango satánico fue llevada al cine en 1994 por el cineasta húngaro Béla Tarr.

 

László Krasznahorkai


Escrito y publicado por Libia Kancev D.

Caracas, 12 de noviembre de 2025.

 

 

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