Hace unos días terminé de leer la novela La noche de los tiempos (2009), publicada por la editorial Seix Barral del escritor español Antonio Muñoz Molina (1956). Esta novela consta de 958 páginas.
Quiero comentar que cuando
mi amiga Amneris Tovar me la prestó hace como 1 mes, me creó cierto resquemor
pues me pareció una novela muy larga y se me hizo consciente de que quería leer
novelas más cortas y así ampliar posibilidades de leer a más autores. Por
ejemplo, hace poco leí la novela Hombres
puros (2024) del escritor senegalés Mohamed Mbougar Sarr (Dakar, 1990), que
no conocía y me pareció excelente.
Así las cosas, tomé entre
mis manos esa especie de ladrillo y acostada, que es como acostumbro a leer
novelas o todo lo que sea literatura, empecé con La noche
de los tiempos.
Por cierto, me han indicado
que no debo leer acostada ya que ello produce dolor en el cuello y en los
brazos. Nunca antes había experimentado esos síntomas pero desde septiembre del
año pasado, los vengo sintiendo. Me cuesta mucho seguir esas indicaciones. ¡Qué
terquedad la mía!...
Después de esta pequeña
digresión, comento que más temprano que tarde me sentí atrapada por La noche de los tiempos...
Está ambientada en Madrid
entre 1935 y 1936, es decir, entre la fase previa al inicio de la Guerra Civil
Española (GCE: 1936-1939) y el inicio en sí de la misma.
Unos años antes de la GCE se
había proclamado la llamada Segunda República Española (SRE), específicamente el
14 de abril de 1931. Se trató de un régimen democrático que sustituyó a la
monarquía de Alfonzo XIII (Madrid, 1886- Roma, 1941) y que duró hasta el 1 de
abril de 1939, cuando el golpe de estado liderado por Francisco Franco
(1892-1975) se instauró definitivamente en el poder hasta el fallecimiento de
Franco en 1975.
Se ha planteado que las
causas de la GCE fueron multifactoriales. El partido que estaba en el poder
cuando se inició la GCE era de carácter socialista.
El protagonista esencial de
esta novela es Ignacio Abel, un arquitecto, hijo único proveniente de una
familia de clase pobre: el padre trabajó como albañil y maestro de obras (ahorraba
en secreto para que su hijo pudiera hacer estudios universitarios) y la madre
trabajaba como portera. Los padres de Ignacio Abel habían fallecido mucho
tiempo atrás.
El padre de Ignacio fue
miembro del partido socialista e Ignacio también estaba afiliado y, de alguna
manera, compartía esa ideología.
Ignacio Abel se había casado
con una mujer –Adela- algo mayor que él,
proveniente de una familia pudiente, conservadora y católica y tenían dos
hijos, Lita y Miguel. A través de la familia de Adela, Ignacio había logrado
posicionarse para obtener el diseño de obras importantes en Madrid y había
podido adquirir un apartamento en esa capital. Los padres de Adela tenían una
especie de finca en la Sierra de Guadarrama donde vacacionaban.
Hay que saber que Ignacio
Abel, aunque provenía de una familia pobre y que había ascendido socialmente
por haber tenido ocasión de haber hecho una carrera universitaria, se había adherido
al comportamiento social de la familia de su esposa, a pesar de que tuvieran
diferencias que no siempre confrontaba directamente.
A Ignacio Abel (47-48 años)
le encargan el diseño de la Ciudad Universitaria de Madrid, actividad en la que
trabaja con pasión. En una ocasión, va a la Residencia de Estudiantes (Madrid) para
conversar con José Moreno Villa, (España, 1887- México, 1955: director del
Archivo del Palacio Nacional de España),
que vivía en la Residencia y del cual era amigo. En la Residencia ve,
por un segundo, a una mujer que le atrae
mucho. Luego, en una conferencia sobre arquitectura que dicta en la Residencia,
la mujer le es presentada. Se llamaba Judith Biely (29 años), una joven
americana, hija de padres rusos que habían emigrado a EE. UU. mucho antes de la
Revolución Rusa. La única de los hijos que había nacido en Norteamérica fue Judith
y su madre la impulsa para que estudie cosa que Judith hace. Al terminar sus
estudios, Judith se casa y se divorcia al poco tiempo y su madre la apoya para
que vaya a Europa y complete su educación aunque podía haber hecho antes un
doctorado en EE. UU. Judith también tenía deseos de ser escritora. Antes de
llegar a España –país con el que se siente muy identificada- Judith había
estado en Londres y en París.
Lo cierto es que Ignacio Abel
y Judith Biely se enamoran y viven su romance en zonas de Madrid donde Ignacio
pensaba que no serían descubiertos. Realmente les costaba mucho estar separados
y se escribían con frecuencia.
Un amigo norteamericano de Judith,
llamado Philip Van Doren, procedente de una rica familia, le ofrece a Ignacio
un contrato para que diseñe una biblioteca en Nueva York. Esta propuesta,
Ignacio la piensa y la piensa. La comenta con Adela y sus hijos y, de alguna
manera, les hace creer que irían juntos, cosa que él realmente no pensaba.
Debemos recalcar que la
esposa de Ignacio parecía darse cuenta de que algo le pasaba a Ignacio y
también su hijo Miguel que, aunque no le iba muy bien en el colegio y era un
niño débil físicamente, era muy
observador e intuitivo.
Un día, Adela se da cuenta
que Ignacio había dejado puesta, en una de las gavetas de su escritorio,
ubicado en el despacho donde trabajaba en su casa, una pequeña llave (allí era
donde Ignacio guardaba fotos y las cartas que le enviaba Judith) y se decide a
abrirla. Así, Adela se entera, sin ninguna posibilidad de duda, que Ignacio
tenía una amante e intenta suicidarse dejándose caer en una especie de cisterna
de agua que estaba cerca de la finca de Guadarrama.
Adela sobrevive de
casualidad y, al ser dada de alta, la relación entre Adela e Ignacio se hace
imposible (aunque resulta claro que Adela quería quedarse con Ignacio, ella lo
amaba y era el padre de sus hijos pero es obvio que quiere manejar esa
permanencia en base a la culpa). La
familia de ella, extremadamente conservadora, se entera del motivo del intento
del suicidio y Víctor, hermano de Adela y quien nunca se había llevado bien con
Ignacio, lo detesta aún más. Ese rechazo previo tenía que ver con la
procedencia de Ignacio y el hecho de que Víctor formaba parte de la Falange Española,
partido de ultraderecha que jugó un papel determinante en la GCE.
Posterior al intento de
suicidio de Adela, Judith cita a Abel y le dice que no puede seguir teniendo
ninguna relación con él.
La guerra civil que, como
hemos dicho, fue iniciada por militares insurrectos se hace cada día más
inminente. Ignacio hace una descripción de lo mal preparados que estaban los
milicianos españoles. Mal preparados desde varios puntos de vista, como por
ejemplo, armamento caduco, desconocimiento de su uso y asoma una clara falta de
consciencia del porqué están luchando. También describe las actuaciones de los
grupos falangistas que disparaban desde carros en marcha y como
francotiradores.
Después del regreso de Adela
a la finca de Guadarrama, Ignacio aduce que debe ir a su trabajo en Madrid.
Realmente quería buscar a Judith para conversar sobre su relación que él no deseaba
terminar.
Ignacio queda atrapado en
Madrid y busca a Judith desesperadamente. Durante esa etapa, toma más
consciencia de lo que está ocurriendo en esa guerra, del asesinato sin sentido
de diversas personas, entre ellas la del profesor Rossman, quien le había dado
clases cuando él estuvo por casi un año en Alemania como parte de la
consolidación de su formación como arquitecto.
El profesor Rossman había
emigrado de Alemania hacia España con su hija. Su situación económica era
bastante crítica e Ignacio no le prestó mayor ayuda cuando estaba en
condiciones de hacerlo y cuando empieza a buscarlo, después de que su hija va a
su apartamento para decirle que se lo habían llevado detenido y que ella no
tenía idea de dónde estaba. Ignacio lo buscó y se dirigió a varias personas
solicitando ayuda, entre ellas al escritor José Bergamín (1895-1983) que
presidía la Alianza de Intelectuales. Bergamín le dijo que si habían detenido
al profesor Rossman era porque seguro había hecho algo que justificara su
detención. Bergamín le aseguró que se encargaría de averiguar pero en realidad
no hizo nada. Por cierto, sobre Bergamín, quien era comunista, se han tejido
una serie de historias muy negativas sobre su comportamiento en la GCE.
Ignacio también conversó con
el doctor Juan Negrín (España, 1892- París, 1956) que fungía como secretario de
Obras Públicas, luego fue nombrado Ministro de Hacienda. Y hasta llegó a ocupar
la Presidencia. Negrín, quien era médico, es descrito en la novela como un
hombre íntegro y luchador.
Ignacio Abel encuentra al
profesor Rossman en un depósito de cadáveres “Sobre la mesa del depósito el profesor
Rossman no llevaba sus gafas pero sí una de sus zapatillas de fieltro, sujeta
con una goma que le ceñía el empeine del pie derecho. Tenía un ojo abierto y el
otro casi cerrado, la cara vuelta hacia un lado, el labio superior contraído,
mostrando las encías con unos pocos dientes desiguales, con una expresión como
de sonrisa congelada o sorpresa” (788/789).
Hay que mencionar que el
profesor Rossman fue asesinado por el bando republicano.
Ignacio va en busca de la
señorita Rossman para decirle que su padre está muerto pero no la consigue.
Intuimos que también es asesinada.
Posterior a todo lo
anterior, Ignacio, que no había podido establecer ningún contacto ni con Adela
ni con sus hijos, ni hallaba a Judith y presumía que se había marchado de
España, decide aceptar el ofrecimiento de Van Doren para ir
a América, cosa que hace después de una serie de diligencias. Antes de embarcar hacia América, Ignacio se
encuentra con Van Doren – que estaba por abandonar España- y le pregunta por
Judith pero éste no le da ninguna información sobre ella.
Después de muchas penurias,
Ignacio Abel llega a Nueva York donde lo recibe Van Doren y lo lleva a una casa
donde vivirá temporalmente y cerca del lugar destinado a la construcción de la
biblioteca.
Ignacio sufre las extrañezas
de estar fuera de España pero nunca deja de pensar en Judith. Poco después, Van
Doren le dice que Judith está trabajando –dando clases- cerca de allí. Ignacio
piensa en buscarla pero Judith va antes a verlo. Se sienten extraños, Judith le
dice una cantidad de cosas que pensaba de él y que nunca antes le había dicho.
Ella le dice que se va para España para incorporarse a la lucha del bando
republicano. Ignacio intenta disuadirla con una cantidad de argumentos que
llaman mucho a la reflexión pero aún así no logra convencerla. Pasan esa noche
juntos pero Judith se va. Ignacio sabe que no tiene sentido insistirle que se
quede con él.
Suponemos que Ignacio Abel
no regresa más nunca a España. No sabremos qué pasa con Judith ni con los hijos
de Ignacio Abel.
Excelente novela de Antonio
Muñoz Molina.
Escrito y publicado por Libia Kancev D.
Caracas, 14 de mayo de 2024.
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