jueves, 4 de enero de 2024

La nieta del señor Linh

                                                                                                          

 A Cherry Nuñez

 




Esta novela corta, La nieta del señor Linh (2005), me llegó a través del chat de literatura Lectura y Reflexión del que afortunadamente formo parte desde el año pasado. La persona que lo envió acotaba que era una recomendación de la periodista y escritora venezolana Milagros Socorro.

Creo que también decidí leerla porque su autor, el escritor, director y guionista francés Philippe Claudel (1962) me resultaba desconocido y quise apostar por conocer algo de su escritura.

La nieta del señor Linh narra la historia de un anciano que proviene de un país asiático, tal vez, Vietnam, que se ve forzado a migrar (huir tal vez sea la palabra más apropiada) junto con su nieta recién nacida posterior a que su aldea es arrasada por una guerra y su único hijo y su nuera mueren, quedando milagrosamente viva su nieta. La niña se llamaba Sang Diu que en su país significa Mañana dulce.

El barco donde viaja el anciano junto con otras personas de su país parece llegar a un puerto de Francia. El anciano (junto con su nieta) es llevado a un centro de refugiados donde comparte con una familia paisana que lo tratan con desdén, incluso burlándose del cuido fervoroso que le dispensa a su nieta.

El señor Linh se siente perdido en ese lugar y también en la ciudad a la que ha llegado con el agravante de que desconoce el idioma del país y lo único que le da esperanzas para seguir adelante es su nieta: una niña que come, que no llora nunca, que duerme todo el tiempo.

En una ocasión decide salir del refugio, con mucho cuidado, temeroso de perderse. Sale con la niña. La ciudad, la gente, los comercios, los carros, le pintan un mundo que jamás imaginó que pudiera existir. Extraña su aldea y los recuerdos surgen uno tras otro. Llega a un banco de madera, ubicado frente a una especie de parque infantil y se sienta. De pronto, un hombre alto, fuerte, se acerca al banco y se sienta. Ninguno conoce el idioma del otro, pero el hombre se muestra gentil y habla de su vida, melancólica ya que hacía un par de meses se había quedado viudo. El hombre, llamado Bark fuma en forma empedernida. Al poco se despiden, pero el anciano siente que el señor Bark es un hombre al que quiere seguir viendo, la primera persona que lo “mira”, que le presta atención a él y a su nieta desde que llegó de su país.

En el transcurso de los días, el señor Linh y el señor Bark siguen encontrándose. Bark le obsequia un vestido para Sang Diu y el señor Linh le regala cigarrillos que, aunque él no fuma, los pide en el centro de refugiados y se los obsequia a Bark. Ha nacido una amistad entre los dos hombres.

El señor Bark invita al señor Linh a un restaurante, van juntos a ver el mar, etc.

Al poco tiempo, el señor Linh es trasladado con su nieta para otro lugar donde le dicen que estará mejor. Él no quiere, en especial, pues dejará de ver al señor Bark y ni siquiera sabe cómo avisarle. El señor Bark se ha convertido en alguien vital en su vida, en un asidero emocional en ese país desconocido para él.

El señor Linh es llevado a lo que parece ser un hospital o asilo psiquiátrico y no entiende el por qué. Allí hay otros ancianos como él, aunque lucen como sedados todo el tiempo. El señor Linh decide fugarse y después de un primer intento fallido le inyectan un sedante que lo hace dormir por horas. Realiza un segundo intento. Lo logra y escapa con su nieta. Necesita encontrar al señor Bark a quien presume sentado en el banco donde se conocieron. Así comienza una larga travesía donde se siente, abrumado, agotado, perdido.

Por otra parte, nos enteramos que el señor Bark había hecho múltiples diligencias por encontrarlo, pero todo había sido infructuoso. El afecto entre estos dos hombres era mutuo.

Después de mucho caminar, ya casi sin fuerzas, el señor Linh ve el parque de diversiones frente al cual se encontraba el banco de madera y su alegría es indescriptible y empieza a llamar al señor Bark por la única frase que había aprendido “buenos días, buenos días”. El señor Bark reconoce su voz y ve al anciano de lejos y también se emociona, se levanta del banco. Llama al anciano por el que creía que era su nombre “Tao Lai, Tao Lai” y le grita diciéndole que se espere pues pasaban muchos carros por el lugar, pero el señor Linh no lo escucha y es atropellado por un carro. Bark se acerca acongojado pues piensa que el anciano ha muerto. Bark ve a Sang Diu a unos metros de distancia. Sang Diu resulta ser una muñeca. El señor Linh parece medio reponerse y Bark le dice que aguante, que ya viene la ambulancia.

El final de La nieta del señor Linh es abierto. No sabemos si sobrevive o no. De ser lo primero, imaginamos que se queda viviendo con Bark. Dos almas, de distintos países, que se comunican por gestos, que se escuchan sin entenderse lo cual no constituye ningún obstáculo para que surja un amor fraterno.

El hecho de que Sang Diu sea una muñeca no constituye una sorpresa ya que la descripción que se hace de ella, es la de casi un objeto: una niña que nunca llora, que duerme todo el tiempo, que no “expresa” ninguna necesidad ante las variaciones del clima, etc. pero es real para el señor Linh y esa muñeca le da esperanzas.

El tema del desarraigo es obvio en esta novela, más para un anciano que llevaba un estilo de vida absolutamente distinto, no obstante, el mensaje final parece ser lo que el amor es capaz de hacer en los seres humanos.

El estilo narrativo de La nieta del señor Linh es sencillo, raso, pero, no por ello deja de transmitir sentimientos muy profundos.

 

Escrito y publicado por Libia Kancev D.

Caracas, 4 de enero de 2024.

 

  

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