“El terreno de la memoria es un sitio lóbrego, un depósito de recovecos oscuros, con tablones podridos y escaleras herrumbradas, donde a veces pierdes el tiempo revolviendo pertenencias abandonadas” (81).
Hace un par de meses
que leí En la orilla (2001) y que
acabo de terminar de releer, del Premio Nobel de Literatura 2021, el escritor
tanzano Abdulrazak Gurnah (Zanzíbar, 1948), quien, desde su juventud, reside en
Reino Unido donde ejerció, hasta hace algunos años, como profesor de literatura
a nivel universitario.
En
la orilla es la tercera novela que leo de Gurnah. La primera
fue Paraíso (1994) que me obsequió mi
hija mayor, María Victoria, quien me la trajo de un viaje que hizo a Bogotá y El Desertor (2005).
Evidentemente, las
novelas de este autor me han resultado muy interesantes. El tema preponderante
que plantea es el tema del colonialismo por parte del Imperio Británico en su
país pero hay muchos otros que tienen que ver con el aspecto religioso,
cultural y familiar.
Debo aclarar que no soy
fanática de los Premios Nobeles de Literatura pero, si está a mi alcance,
siempre me gusta leer alguna de las obras de los galardonados y saber de qué va
su escritura.
La relectura de En la orilla tuvo que ver con que sentí
que había detalles de las diversas historias que se entremezclan y que quería
conocer mejor.
Las tres novelas
mencionadas están ambientadas en Zanzíbar,
isla que posteriormente se unifica con Tanganica (en Asia oriental) para formar
Tanzania, sin embargo, En la orilla,
parte está ambientada en Zanzíbar y parte en Reino Unido. Tanzania fue
colonizada por varios países de Europa, siendo el último el Imperio Británico.
En
la orilla inicia con un relato que parte desde el presente
para luego ir al pasado y regresar al presente. Un hombre africano, de 65 años,
de profesión comerciante en especial en el área de la mueblería (en su juventud
había podido estudiar en una universidad de habla inglesa llamada Makerre
College) que viaja a Reino Unido con la intención de pedir asilo por considerar
que las condiciones en su país ponen su vida en peligro. Llega al aeropuerto de
Gatwich el 23 de noviembre probablemente del año 2000.
El hombre, quien dice
llamarse Rajab Shaaban Mahmud niega saber hablar inglés (una recomendación que
le hace la persona que le arregla los papeles para el viaje y que le vende el
boleto de avión). En el aeropuerto, uno de los encargados de migración le roba
una cajita donde traía ud-al-qamari que es una especie de incienso hecho con
madera de áloe infectado de hongo y que expelía un olor delicioso.
El hombre insiste en
que requiere asilo y es llevado a un centro de detención de refugiados y su
caso es tomado por una mujer llamada Rachel Howard quien es la consejera legal
de una organización de refugiados. De
alguna manera Rachel le toma cariño aunque no entiende por qué este hombre, a
su edad, decide pedir asilo. Ella lo saca del centro de detención y lo lleva a
una casa donde sólo tendría alojamiento y desayuno y estaría con pocas
personas. El hombre no se siente a gusto en esa casa. A los días, cuando Rachel
regresa para saber de él, el hombre le deja saber que habla inglés y ella,
después de la sorpresa inicial le dice que hasta había hecho contacto con un
profesor de la Universidad de Londres que conocía la región de donde él
provenía llamado Latif Mahmud para que le sirviera de intérprete. El anciano
afirma que lo conoce. Rachel le dice que ya no será necesario que lo vuelvan a
contactar puesto que hablaba inglés.
El ud-al-qamari que
traía el hombre había sido una especie de regalo hecho por un mercader persa
llamado Hussein con quien había hecho negocios y hasta le había prestado un
dinero por el cual Hussein le dio, como garantía, el título de propiedad de una
casa que pertenecía a un hombre llamado Rajab Shaaban Mahmud (que tenía esposa
–Asha y dos hijos, Hassan e Ismail) que también había hecho un negocio con
Hussein. Al final, Hussein, quien viajaba por mar para adquirir mercancía,
seduce al joven Hassan y se van juntos. Ni el anciano y el verdadero Rajab Shaaban
Mahmud vuelven a saber de Hussein.
El anciano, cuyo
verdadero nombre era Saleh Ornar y, como ya hemos señalado, había recibido de
Hussein el título de propiedad de la casa de Rajab Shaaban Mahmud, se ve en
apuros económicos y le plantea un negocio a Rajab Shaaban Mahmud de manera que
éste no perdiera su casa y de que Ornar pudiera reactivarse económicamente pero
Rajab Shaaban Mahmud se niega y Ornar tuvo que hacer posesión de la casa y Rajab
Shaaban Mahmud tuvo que irse a vivir
alquilado con su esposa e hijos (menos con Hassan que se había fugado con Hussein).
Para el momento que se
hace efectivo el embargo de la casa de Rajab Shaaban Mahmud, Ornar (32 años) estaba
en vísperas de casarse, cosa que lleva a cabo. A su esposa, llamada Salha (19
años), le cuesta mucho quedar embarazada pero al final lo logra y tienen una
hija a quien llaman Ruqiya.
Esta circunstancia (lo
de la casa), hizo que Rajab Shaaban Mahmud le tomara odio a Ornar. Por otra parte, Shaaban
Mahmud que trabajaba en el Departamento de Obras Públicas y tenía una vida
disoluta y al cual su esposa engañaba con amantes y aparte de la pérdida de su
hijo Hassan, hace que se torne muy religioso.
En el ínterin de todas
estas historias y al cumplir Ismail 18 años, logra una beca para estudiar
odontología en la RDA (ello fue producto de la influencia de un Ministro con
quien su madre tenía una relación de amante). Después de algunas peripecias,
Ismail llega a Reino Unido como refugiado. Llega a estudiar y se convierte en
profesor de letras de la Universidad de Londres.
La historia hace como
un aparte para narrar sobre Jaafar Musa, un comerciante de mucho prestigio. Era
viudo de Mariam Kufah con quien tuvo 3 hijos: 2 mujeres (Bi Sara y Bi Mariam y
un varón llamado Shaaban, quien dilapida el dinero del padre. Este Shaaban resulta ser el padre de Rajab Shaaban Mahmud
y abuelo de Ismail (Latif) Mahmud.
Pero seguimos…El
anciano es llevado a vivir a un pequeño apartamento y Rachel le cuenta los
planes para con él. Le insiste que tenga un teléfono pero él se niega con
vehemencia.
Por otro lado, Latif
Mahmud (de niño Ismail y que había cambiado su nombre) cuando fue contactado
para que sirviera de intérprete y le mencionan el nombre del anciano, se queda
sorprendido, pues se trata del nombre de su propio padre que había muerto
muchísimos años atrás al igual que su madre. Así, Latif se comunica con Rachel
y le dice que quiere entrevistarse con el hombre que dice llamarse Rajab
Shaaban Mahmud y acuerdan que Latif iría a visitarlo. Lo cierto es que los
hombres se conocían. Rajab resulta ser el comerciante Saleh Ornar por el que
pierden su casa Latif y su familia.
En el primer encuentro
Latif se muestra duro y le reprocha muchas cosas al hombre. Le pregunta que por
qué tomó el nombre de su padre. El
anciano le responde que dentro de las cosas que había encontrado en la casa embargada
estaba la partida de nacimiento de su padre y que él la había guardado y que
años después le sirvió para que le hicieran un pasaporte falso y salir del
país. El anciano le cuenta de cuando se había casado y de la muerte de su
esposa y su hija estando él preso (once años en total) producto de una venganza
que tanto su padre como su madre emprendieron contra él.
Las conversaciones que
mantienen Ornar y Latif son bastante duras pero Latif sabe, recuerda que
algunas cosas que le cuenta Ornar son verdaderas. Por cierto, de alguna manera
Ornar y Latif resultan tener un nivel de parentesco ya que la madrastra de
Ornar, llamada Bi Maryam, era hermana del padre de Rajab Shaaban Mahmud (padre
de Latif). El hombre le dice que antes de que saliera del país, Hassan (el
hermano de Latif) había regresado a Zanzíbar para reclamar la herencia que le
correspondía por parte de sus padres.
A medida que los
hombres conversan, se van distendiendo muchas cosas entre ellos y uno presume
que, al final, la relación entre Saleh Ornar y Latif Mahmud mejora y se produce
como una especie de reencuentro entre estos dos hombres.
En la orilla, ¡interesante novela!.
Escrito y publicado por
Libia Kancev D.
Caracas, 10 de enero de
2024.
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