“a contar lo que
nos ocurre –la manera más eficaz y drástica de involucrar-…”
“Es otro de los
inconvenientes de padecer una desgracia: al que la sufre los efectos le duran
mucho más de lo que dura la paciencia de quienes se muestran dispuestos a
escucharlo y acompañarlo, la incondicionalidad nunca es muy larga si se tiñe de
monotonía. Y así, tarde o temprano, la persona triste se queda sola cuando aún
no ha terminado su duelo o ya no se le consiente hablar más de lo que todavía
es su único mundo, porque ese mundo de congoja resulta insoportable y
ahuyenta.” (pág. 85).
“…´Tal como han ido
las cosas, debe de estar revolviéndose en su tumba´, sin aceptar del todo que
nadie levanta la cabeza nunca ni se revuelve en su tumba ni se entera de lo que
pasa en cuanto expira. Es como pensar que quien aún no ha nacido le pudiera
importar lo que sucede en el mundo, más o menos. A quien todavía no existe le
es todo tan indiferente, por fuerza, como al que ya se ha muerto. Ninguno de
los dos es nada, ninguno posee conciencia, el primero no puede ni presentir su
vida, el segundo no está capacitado para recordarla, como si no la hubiera
tenido. Están en el mismo plano, es decir, no están ni saben, aunque nos cueste
admitirlo…” (pág. 124).
“Es
una novela, y lo que ocurre en ellas da lo mismo y se olvida, una vez
terminadas. Lo interesante son las posibilidades e ideas que nos inoculan y traen a través de sus casos imaginarios, se
nos quedan con mayor nitidez que los sucesos reales y los tenemos más en cuenta”.
(pág. 166).
“…es increíble que
tras tantos siglos de incesantes charlas entre las personas no podamos saber
cuándo se nos dice la verdad. ´Sí´, se nos dice, y siempre puede ser ´No´.
´No´, se nos dice y siempre puede ser ´Sí´. Ni siquiera la ciencia ni los
infinitos avances técnicos nos permiten averiguarlo, no con seguridad”. (pág.
235).
Se trata de una
excelente novela en la cual un hombre es asesinado (Miguel). Una mujer, la
protagonista principal, María Dolz, conocía de vista al hombre asesinado y a su
esposa Luisa. Un día habla con la viuda quien se encontraba, auténticamente, en
un estado de desolación. Ese mismo día conocerá a Javier Díaz Varela el mejor
amigo del hombre asesinado y, del cual ella se enamora.
María parece descubrir
que el autor intelectual de la muerte de Miguel fue su amigo Javier el cual se
hallaba enamorado de Luisa y que el asesinato tuvo este motivo.
No obstante, lo
señalado en el párrafo previo no queda claro pues Javier le cuenta a María que
Miguel le había confesado que le diagnosticaron un cáncer avanzado, que tenía una
esperanza de vida muy corta y que el final sería muy catastrófico por lo cual
le había pedido que lo ayudara a bien morir (sin que le contara detalles de
cómo sería) y que después de ello no dejara sola ni a Luisa ni a sus hijos.
María reflexiona mucho
sobre la situación. ¿Javier planeó la muerte de Miguel por piedad o por el amor
que le tenía a Luisa? María decide quedarse callada aunque parece pensar que la
segunda opción es la más probable así que ni le cuenta a Luisa ni va a la
policía.
Javier y Luisa quedan
juntos.
Javier Marías demuestra
con Los enamoramientos (2011), que y una vez más, se trata de un
escritor de alta factura.
Escrito
y publicado por Libia Kancev.
Caracas,
16 de octubre de 2020.
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