Leonardo Padura Fuentes
La lectura, casi en
seguidilla de Pasado perfecto (1991),
Vientos de cuaresma (1994), Máscaras (1997), Paisaje de otoño (1998), Adiós,
Hemingway (2001), La Neblina del ayer
(2005), La Novela de mi vida (2002), La Transparencia del tiempo (2018) y Herejes (2013) del escritor cubano
Leonardo Padura Fuentes (1955) ha constituido toda una experiencia literaria
para mí.
Padura es muy buen escritor. La frase anterior puede parecer
retórica, pero no, no se trata de retórica sino de una verdad insoslayable pues
su literatura goza de inteligencia,
coherencia, produce un interés persistente durante toda la lectura y, otro aspecto
muy importante, conocimiento que, independientemente del grado ficcional que
contienen estas obras, sabemos que hay elementos de realidad que,
literalmente, pueden helarte la sangre
(punto del que hablaré más adelante).
Padura ha sido
clasificado como un escritor de novela negra y, es cierto, todo lo que he leído
de él es novela negra, hasta La Novela de
mi vida que, en paralelo, narra la vida del llamado Poeta Nacional de Cuba,
el gran José María Heredia y la vida de Fernando Terry, un cubano que optó por
exiliarse y que luego regresó a Cuba con el fin de dilucidar ciertos aspectos
de su vida que lo atormentaban y buscar la “novela de la vida” de Heredia que
no encuentra pero que, simultáneamente sí pues la conocemos a través de esta
gran experiencia de lectura.
Es interesante recordar
que la novela negra latinoamericana tiene, entre sus características, el hecho
de ser una fuente de denuncia y Padura lo hace de una manera que me impresiona
como “natural”, lo cual quiere decir que lo que denuncia es imposible de no
denunciar porque forma parte de su vida. Padura ha vivido toda su vida en Cuba,
aunque España le concedió la nacionalidad española, sin embargo, el también
autor de El hombre que amaba a los perros
(2009) declaró, en una entrevista, que necesitaba estar en Cuba para poder
escribir.
Ahora no puedo afirmar
que leí El Hombre que amaba a los perros
que, pienso, es la novela que me hizo conocido a Padura. Sé que la compré
(cuando se podían comprar libros en Venezuela), de qué trata en general y que
la obsequié a un cuñado atraído por la literatura, así que, desde ya pienso en
su rescate puesto que mi cuñado se fue a vivir a Madrid y no creo que se la
haya llevado.
Como sabemos, Padura es
el creador del personaje detectivesco Mario Conde. Se trata de un hombre
inteligente, de grandes intuiciones y premoniciones, con un sólido concepto de
la amistad, bebedor y fumador empedernido, con un deseo que, hasta las novelas
ya mencionadas, no ha podido lograr, como lo es dedicarse a la escritura,
(escribir un “relato escuálido y conmovedor”), vivir en una casita frente al
mar y pescar.
En la novela Paisaje de otoño, Conde se retira de su
trabajo como policía, trabajo ejercido con grandes logros, en las subsiguientes
novelas es buscado para ayudar en la resolución de casos como en Adiós, Hemingway, La Neblina del ayer, en La
Transparencia del tiempo y en Herejes,
es decir que, Conde es un detective por naturaleza y de pronto pienso si esa
característica no tiene mucho que ver con el gusto por la lectura y la
escritura. Posterior al trabajo policial, Conde se dedica al negocio de búsqueda y compra- venta de libros.
Hay un tema dentro de
las novelas de Padura que es imposible pasar por alto y más dentro de mi
condición de venezolana que vive en Venezuela. La escritura de Padura, aparte
de los hechos detectivescos medulares que relata, también hace referencia, en
muchas ocasiones, a cómo es la vida en Cuba. Entre ellos, señala la cuestión de
las dificultades de alimentación del cubano común (sustentado por la llamada
tarjeta de alimentación); la decadencia de las casas y edificaciones, el tema
de la migración, no sólo de los cubanos que salieron de Cuba con la llegada al
poder de Fidel Castro en 1959 sino los que han salido después arriesgando
fuertemente sus vidas: la corrupción y, al fin y al cabo del tema del
socialismo que, en definitiva, parece ser una gran farsa de vida. Una vida
triste…
Padura, hace decir a
Conde sobre su pertenencia (y la de sus amigos) a la llamada “generación
engañada”. La generación engañada hace referencia a aquella generación de
cubanos que no pudieron ser lo que deseaban sino lo que se supone que debían
ser según las necesidades del país, obligándolos a responder a una supuesta
necesidad histórica.
Muchas de las cosas que
narra Conde ya han sucedido en Venezuela. Ojalá podamos, más temprano que tarde
escapar de ese destino que la literatura de Padura muestra.
Leonardo Padura ha
obtenido diversos premios, entre ellos, el Hammett en dos ocasiones, en 1998 y
en el 2006. Dicho premio, es otorgado a la mejor novela policial escrita en
español.
Escrito y publicado por
Libia Kancev.
Caracas, 29 de julio de 2019
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