martes, 30 de julio de 2019

La literatura de Leonardo Padura Fuentes




Leonardo Padura Fuentes



La lectura, casi en seguidilla de Pasado perfecto (1991), Vientos de cuaresma (1994), Máscaras (1997), Paisaje de otoño (1998), Adiós, Hemingway (2001), La Neblina del ayer (2005), La Novela de mi vida (2002), La Transparencia del tiempo (2018) y Herejes (2013) del escritor cubano Leonardo Padura Fuentes (1955) ha constituido toda una experiencia literaria para mí.

Padura es muy buen  escritor. La frase anterior puede parecer retórica, pero no, no se trata de retórica sino de una verdad insoslayable pues su literatura goza  de inteligencia, coherencia, produce un interés persistente durante toda la lectura y, otro aspecto muy importante, conocimiento que, independientemente del grado ficcional que contienen estas obras, sabemos que hay elementos de realidad que, literalmente,  pueden helarte la sangre (punto del que hablaré más adelante).

Padura ha sido clasificado como un escritor de novela negra y, es cierto, todo lo que he leído de él es novela negra, hasta La Novela de mi vida que, en paralelo, narra la vida del llamado Poeta Nacional de Cuba, el gran José María Heredia y la vida de Fernando Terry, un cubano que optó por exiliarse y que luego regresó a Cuba con el fin de dilucidar ciertos aspectos de su vida que lo atormentaban y buscar la “novela de la vida” de Heredia que no encuentra pero que, simultáneamente sí pues la conocemos a través de esta gran experiencia de lectura.

Es interesante recordar que la novela negra latinoamericana tiene, entre sus características, el hecho de ser una fuente de denuncia y Padura lo hace de una manera que me impresiona como “natural”, lo cual quiere decir que lo que denuncia es imposible de no denunciar porque forma parte de su vida. Padura ha vivido toda su vida en Cuba, aunque España le concedió la nacionalidad española, sin embargo, el también autor de El hombre que amaba a los perros (2009) declaró, en una entrevista, que necesitaba estar en Cuba para poder escribir.

Ahora no puedo afirmar que leí El Hombre que amaba a los perros que, pienso, es la novela que me hizo conocido a Padura. Sé que la compré (cuando se podían comprar libros en Venezuela), de qué trata en general y que la obsequié a un cuñado atraído por la literatura, así que, desde ya pienso en su rescate puesto que mi cuñado se fue a vivir a Madrid y no creo que se la haya llevado.

Como sabemos, Padura es el creador del personaje detectivesco Mario Conde. Se trata de un hombre inteligente, de grandes intuiciones y premoniciones, con un sólido concepto de la amistad, bebedor y fumador empedernido, con un deseo que, hasta las novelas ya mencionadas, no ha podido lograr, como lo es dedicarse a la escritura, (escribir un “relato escuálido y conmovedor”), vivir en una casita frente al mar y pescar.

En la novela Paisaje de otoño, Conde se retira de su trabajo como policía, trabajo ejercido con grandes logros, en las subsiguientes novelas es buscado para ayudar en la resolución de casos como en Adiós, Hemingway, La Neblina del ayer, en La Transparencia del tiempo y en Herejes, es decir que, Conde es un detective por naturaleza y de pronto pienso si esa característica no tiene mucho que ver con el gusto por la lectura y la escritura. Posterior al trabajo policial, Conde se dedica al negocio de  búsqueda y compra- venta de libros.

Hay un tema dentro de las novelas de Padura que es imposible pasar por alto y más dentro de mi condición de venezolana que vive en Venezuela. La escritura de Padura, aparte de los hechos detectivescos medulares que relata, también hace referencia, en muchas ocasiones, a cómo es la vida en Cuba. Entre ellos, señala la cuestión de las dificultades de alimentación del cubano común (sustentado por la llamada tarjeta de alimentación); la decadencia de las casas y edificaciones, el tema de la migración, no sólo de los cubanos que salieron de Cuba con la llegada al poder de Fidel Castro en 1959 sino los que han salido después arriesgando fuertemente sus vidas: la corrupción y, al fin y al cabo del tema del socialismo que, en definitiva, parece ser una gran farsa de vida. Una vida triste…

Padura, hace decir a Conde sobre su pertenencia (y la de sus amigos) a la llamada “generación engañada”. La generación engañada hace referencia a aquella generación de cubanos que no pudieron ser lo que deseaban sino lo que se supone que debían ser según las necesidades del país, obligándolos a responder a una supuesta necesidad histórica.

Muchas de las cosas que narra Conde ya han sucedido en Venezuela. Ojalá podamos, más temprano que tarde escapar de ese destino que la literatura de Padura muestra.
Leonardo Padura ha obtenido diversos premios, entre ellos, el Hammett en dos ocasiones, en 1998 y en el 2006. Dicho premio, es otorgado a la mejor novela policial escrita en español.


Escrito y publicado por Libia Kancev.

Caracas, 29 de julio de 2019

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