Salón de la Ópera de Hungría |
A Yasmin Mora, por su amistad.
“Cuando algo llega a su fin, siempre se impone un silencio extraño: tanto en el mundo como en el corazón de las personas”
“Cuando algo llega a su fin, siempre se impone un silencio extraño: tanto en el mundo como en el corazón de las personas”
“…no todo lo que
sucedía podía juzgarse con parámetros humanos”
“No. El hombre es impotente en su cuerpo. Sólo su alma puede discutir con Dios”
“…aunque ya sabes que
los encuentros con uno mismo son siempre los que más conmocionan”
“Porque sólo es
efectiva la magia que tiene lazos con una realidad en la que se ensamblan
elementos celestiales y cotidianos,…”
“La realidad, ya ves,
es más simple que la que nosotros, las personas, creamos a partir de ella en
nuestra alma…”
La lectura de textos
narrativos literarios, nos llevan, en algún punto, a pensar cuál sería el
final. ¿Cómo se resolvería tal o cual situación? Si se trata de una historia de
amor, ¿quedarán juntos los amantes? Y muchas otras interrogantes.
Al menos a mí me ocurre
así y no con poca frecuencia el final me sorprende y hubiera deseado otro pero
no somos él o la autora aunque, sin duda, nuestra lectura, esas interrogantes,
nos llevan a un diálogo íntimo con el autor del cual, muchas veces, éste ni se
entera.
La lectura de La Gaviota (2011) de S. Márai me ha
dejado una especie de desasosiego. Se trata de un texto interesante donde Márai,
se refiere a temas que ha tocado en otras novelas como en La Extraña: el amor de pareja; el tema del cuerpo; de las
religiones, de Dios, entre otros.
Un consejero político
(45 años) de Hungría, redacta un escrito que deberá llegar al más alto nivel en
el cual, parece, hace saber que, al día siguiente, el país entraría en guerra
(Segunda Guerra Mundial). El hombre, profundamente reflexivo, piensa en cómo
cambiará el país al día siguiente, piensa en la escasez, en el tiempo y escribe
¿Qué
sucedería al día siguiente cuando se divulgaran
aquellas palabras? ¿Y al otro? ¿Y cómo repercutiría en eso turbio y tangible
que, en términos cotidianos, suele denominarse tiempo y que posee la
peculiaridad de no soltar lo que agarra, como el amante enajenado rodea con un
abrazo mortal el cuerpo amado? Aquello que se inicia seguirá siendo presa del
tiempo… Y más allá, sumidos en la niebla, millones de personas, el país. Y
todavía más lejos, en medio de la bruma y el tiempo, otros países, capas que se
desvanecen y alzan sucesivamente en ese extraño elemento, el tiempo…Y en alguna
parte, mucho más lejos, más allá de la historia, el individuo con su
incomprensible destino: un chino va en camino de las tierras de labranza y,
entre dos bombardeos, trabaja sereno en los arrozales, sonriente y pensando en
un verso o un viejo proverbio…A continuación
pensó que algún día finalizaría la guerra, y que para entonces ya no sería un
hombre joven” (11-2).
Ese mismo día, una
joven que él no conoce pide verlo en su despacho. Cuando la recibe, su sorpresa
es indecible pues la joven se parece enormemente a una mujer que había amado
profundamente y que se había suicidado con la ingesta de cianuro, unos años
atrás.
La joven, de 22 años,
le dice que es finlandesa, que es maestra y que acude a él para conseguir un
visado, una beca, que desea quedarse en el país.
El consejero no sale de
su desconcierto y los recuerdos de Iliona resurgen como olas sin descanso. Es
como si el pasado regresara a él y quisiera jugarle una broma muy pesada.
La joven se llamaba Aino
que, en húngaro, significa Única y su apellido era Laine que en húngaro es Ola.
La joven le comenta que el nombre se lo puso su padre y que lo extrajo del Kalevala (poema épico, compilado por
Elías Lönnrot en el siglo XIX a partir de las fuentes folclóricas finlandesas.
Se considera una de las epopeyas más sugestivas y notables de Europa). El consejero la invita ese día a la
Ópera y ella acepta.
De aquí en adelante,
los recuerdos de Iliona fluyen incontenibles en la mente del consejero: cómo
era ella, la última vez que habían estado juntos, día que él jamás sospechó que
sería la última vez. También relata un encuentro que había tenido con el padre
de Iliona (que era farmacéutico) donde este le dice que ella se había suicidado
por el engaño del profesor G ya que ella lo amaba mucho. Este dato deja al
consejero muy perturbado pues desconocía que Iliona pudiese tener otra
relación. Ello lo hace ir a una conferencia del profesor G (quien era un
químico renombrado) y sacar sus propias conclusiones de él.
Márai nos hace conocer
ciertas posiciones sobre los hombres en la vida como por ejemplo, la similitud
física que existe entre muchos seres humanos, llegando a la conclusión que lo
que auténticamente nos diferencia es el alma; el distinto alcance que tienen
para el hombre y para la mujer el envejecimiento. A este respecto escribe
Eso
que a vosotras, a las mujeres, os hace sufrir tanto y apresuraros a la iglesia
y la peluquería para rogar a Dios y al esteticista, es decir, el momento en que
la juventud se acaba, a nosotros, los hombres en realidad no nos hace sufrir.
Tal vez finjamos despedirnos y nos pavoneemos un poco, pero, en el fondo del
corazón, sufrir, no sufrimos. Todo hombre suspira aliviado cuando se aleja la
juventud; suspira e incluso ríe a hurtadillas. No se trata de un rasgo sublime
del hombre, pero es la verdad (151-2).
También se refiere a la
atención que Dios presta bien sea al colectivo humano o cada ser individualmente.
En una conversación con Aino le dice
¿Quién
te envía? ¿Dios?...Pero ¿no es un signo de envanecimiento pensar que Dios, el
infinito, entre la infinidad de posibilidades, tenga tiempo y ganas de
entretenerse con nuestros dudosos e insignificantes destinos, de ocuparse de
detalles tan nimios? ¿O tal vez la verdadera fe, creencia y convicción piadosa
e irracional consiste justo en pensar que Dios, en el infinito, también se
ocupa de cada uno de nosotros, con tanto o más esmero del que dedica al
universo?(137).
Otros temas como lo que
llama, las leyes universales, en las que engloba a: Dios, la guerra, el amor,
la muerte, el nacimiento. Por otro lado, diserta sobre la personalidad del ser
humano, sobre el destino, sobre las palabras y los hechos , la muerte y hasta
el beso entre un hombre y una mujer, la personalidad y lo que él llama matices.
Aunque el consejero
trata a Aino con cierta desconfianza, resulta evidente que se enamora de ella y
desea que se quede con él pero al final, tengo la impresión de que la joven
resulta ser una espía y que ella también se enamora pero que decide marcharse,
como le dice, por el bien de él mismo.
Al igual que en La Extraña, reseñada recientemente en
este blog, La Gaviota merece su
relectura y el análisis individual y detallado de ciertos planteamientos de
Márai que nos lleva a pensar que la
novela no termina en la última página sino que la historia lo que hace es abrir
una y mil posibilidades de reflexión para poder decir que en verdad la leímos y
comprendimos.
Me uno a estas palabras
que encontré en un blog titulado El Placer de la lectura, referente a La Gaviota y a la literatura de Márai “La
literatura que nos ha entregado este prolífico autor…es un ejercicio permanente
de reflexión respecto de una realidad concreta, trascendente, de la que los
protagonistas se hacen cargo por razón de su cultura y de su inteligencia”
Textos citados
“La Gaviota - Sándor
Márai”. El Placer de la lectura. Web.
28 feb. 2014. http://www.elplacerdelalectura.com/2011/08/la-gaviota-sandor-marai.html
Márai, S. La Gaviota. Ediciones Salamandra, S.A. Barcelona.
2011.
Escrito por Libia Kancev,
Caracas, 28 de febrero de 2014.
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