miércoles, 11 de diciembre de 2013

El perro tendrá su día y el perro lo tuvo: J.C. Onetti

Juan Carlos Onetti


“…cada uno cumpla su sueño”

“…para sentir el calor de una persona, atravesando las ropas, porque eso era más importante y más fuerte que cosa alguna”

“Con la cabeza gacha escuchaba el silencio buscando interpretarlo, guiarse entre sus corrientes de intensidad diversa como si persiguiera rastros en un monte”

“…cerrando los ojos para huir sin destino, para quedar aislado en un aire cualquiera donde acariciar en paz nada más que palabras unidas de manera inexplicable al desconocido amor”

“…buscando nuevas palabras para repetir lo mismo…”

“…dejaba de estar en ninguna parte”

Cuando leo alguno de los cuentos o de las novelas del escritor uruguayo Juan Carlos Onetti (Montevideo, 1909- Madrid, 1994) no puedo dejar de pensar en su excelente calidad literaria. Lo defino así porque lo escrito por Onetti está lleno de una intensa profundidad psicológica que no es muy común. Lo más reciente que he leído de este hombre cuya vida, al parecer, no estuvo exenta de intensos sufrimientos, es la novela Para esta noche (1943). Durante toda su lectura también venía a mi mente el recuerdo de otro grande de la literatura, el norteamericano William Faulkner (1897- 1962). Creo que esta asociación tenía que ver con que Faulkner también poseía esa misma característica al escribir. Además, no hace tanto tiempo que leí  El Villorrio (1940) que demuestra, como en otras novelas del Premio Nobel de Literatura de 1949 esa misma intensidad.

Para esta noche parece estar ambientada  en Uruguay o en Argentina y nos narra una especie de historia de traición política y moral. Ossorio, de aparente origen humilde, era integrante de un partido político liderado por Barcala que luchaba contra el gobierno de turno. Barcala sufre una gran decepción que lo hace separarse del partido pero sus miembros no parecen aceptar ese retiro. Barcala, a su vez, tiene una cantidad de boletos para huir del país en barco, el Bouver pero, él mismo no piensa irse y, por otra parte estaba enfermo.

Ossorio, quien era buscado por la policía, logra que Barcala le dé dos boletos aunque Ossorio le dice que uno es suficiente. Barcala insiste en que sean dos. Avanzada la lectura sabemos el por qué de esa insistencia de Barcala.

En el único encuentro entre Ossorio y Barcala que se narra y en el cual Ossorio tiene como objetivo que Barcala le dé un boleto para huir argumentando que hay que sacar a la gente que se pueda, como vía de salvación de las ideas del partido, Ossorio le dice a Barcala, ante la pregunta de éste sobre para qué lo buscan (se refiere a la gente del partido):

-Lo conozco –le dijo-. Dudar de usted en relación al Partido es absurdo. Pero nadie puede entender esto que pasa con usted. Precisamente en el fin, después de años de guerra. No me hago ilusiones sobre el fin. Pero una derrota está hecha con mil detalles en los que se puede presentar batalla y ganar o dejar cosas ganadas para una batalla futura. Es para eso que lo necesitamos”  (70).

Ante eso, Barcala responde:

-Era así -…Sí, es el final y todo queda enterrado. Yo era esto, es cierto. Hay gente sucia y hay gente limpia. Yo soy limpio, una persona limpia que había hecho su vida con esto, que era esto. Hubo una etapa de ese trabajo que se hace totalmente, cuando hay una relación entre él y el tiempo que exige y es posible hablar de lo cotidiano, la propaganda, despertar a la gente, sacudir y despertar, sacudir y despertar. Se acabó y viene otra etapa. Están los perros, en el otro lado, al lado nuestro, están ellos golpeando y verdaderamente golpeando para dormir o matar al despierto y al que iba a despertar. Ya no se puede sentir armonía entre el trabajo y el tiempo que necesitamos,…Y estamos contentos porque nuestra tarea es la buena, y la tarea de ellos es la maldita…[sólo hay] dos tareas, la nuestra que es la de todos los hombres y la naturaleza, la que está colocada en el sentido de la vida y el universo, y la de ellos que es la tarea del hombre de cerebro podrido que busca muchas cuentas y se enfrenta y se resuelve a matar contra la vida y el universo” (71-72).

Luego Barcala continúa explicando el motivo de su desazón y Ossorio piensa que Barcala se ha vuelto loco y que debe matarlo. Matarlo por el bienestar del partido y sus fines.
Ossorio traiciona a Barcala haciendo una llamada anónima al jefe de la policía secreta, Morasán, quien parece haber pertenecido al partido y era ex amigo de Barcala.

En la narración, Onetti hace gala de un gran dominio del manejo del presente, del pasado y del futuro, mezclando en el presente recuerdos, reminiscencias, planes futuros. Y lo hace como un auténtico maestro.
Casi al final de la historia cuando Barcala ya estaría muerto o a punto de morir, a Ossorio le es dejada una niña que era cuidada por otro miembro del partido. Se trataba de Victoria, una niña de once ó doce años, hija de Barcala. A Ossorio le parecía una gran ironía, un grave problema pero  piensa huir, embarcarse con ella aunque asaltado por la idea de dejarla en cualquier momento. Bajo una gran persecución policial, con disparos y bombas, Ossorio intenta llegar al barco con Victoria pero resulta mortalmente herido al igual que Victoria. Historia de luchas, de delaciones a pesar de lo cual, lo moral no deja de asediar a varios de los protagonistas.

Onetti, muchas veces al referirse a Morasán, lo ubica con el recuerdo de una mujer llamada Beatriz, de la que Morasán estaba muy enamorado. Pero se tratan de recuerdos tristes, recuerdos de un amor inútil.

Para esta noche es, sin duda, una novela política en muy diversos sentidos, donde parece haber una lucha intrincada entre el autoritarismo (de aparente derecha, políticamente hablando) y lo que vendría a ser, el socialismo aunque el término nunca es mencionado. Me pone a reflexionar, una vez más, sobre el capitalismo inhumano y un socialismo intrínsecamente ligado al “hombre bueno”, al hombre de “buena conciencia siempre preocupado por el bienestar de los otros”. Porque el tema capitalismo versus socialismo da mucho para reflexionar y ahora sólo quiero agregar que son ilusorios porque, como una vez dijo Sábato: “el capitalismo sólo ve al individuo mientras que el socialismo al colectivo”, añadía el escritor argentino que de lo que se trataba era de buscar un punto intermedio.

En el “Prólogo de la primera edición” de Para esta noche, afirma Onetti que la novela es “un cínico intento de liberación” (7). De liberación personal, al ver desde la lejanía luchas, sufrimientos de torturas y otros de las que él no participó.

En el “Prólogo a la segunda edición”, Onetti nos cuenta que la novela tuvo otro título (inicialmente) El perro tendrá su día y el perro lo tuvo pero para 1943 el editor optó por quedarse sin novela pero con su editorial. Señala Onetti que la primera edición de Para esta noche fue reducida y da fe que las supresiones fueron responsabilidad absoluta del de él, es decir, la novela tuvo censura y autocensura.

Texto:

Onetti, J.C. Para esta noche. Narradores de Arca. Uruguay. Tercera edición. Sin año de publicación.

Realizado por: Libia Kancev D.



Caracas, 11 de diciembre de 2013.

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