No es lo mismo hablar que escribir, así, tampoco, escuchar y leer. Órganos distintos involucrados. Efectos divergentes que, extrañamente, discurren en río precario. Allí se juntan las percepciones de lo vacío cuando su origen plagado estaba de naturaleza que se creía ardiente pero que realmente había fenecido en un mar pletórico de peces muertos. "La felicidad y el placer, o sea, aquel estado anímico extraordinario que suele considerarse la única recompensa por los sufrimientos terrenales" (Márai, 78-79).
¿Y la mirada? ¿Dónde queda la mirada que aunque extienda la red de la trampa oronda, resguarda el hilo ceniciento de eso que llamamos verdad?
¿Sabes?. Una afectación profunda, una tristeza inigualable ante lo ilusorio sin fin. Si no te hubiera dado por buena tus manos jamás hubieran rozado la piel desconocida hasta de mi misma. Tus palabras surgieron (y florecieron) como rosas huecas de colores vacíos. En cambio yo, te vi como lo sublime. Recorrerte en cada minuto canto de alegría plena unida con la esperanza de que más que ilusión ambigua era vida. Vida plena.
Serpientes y lenguas inhumanas lucharon por apartar. Pugna despiadada innecesaria que me encerró en el horror de lo que jamás conocí. Ahora lo sé y hubiera preferido desconocer lo habitual, las costumbres de adulteces que opté por no ser. Me prohibo aprender la lección de lo que parece cotidianidad amorosa. Me lo prohibo pues el amor supera a la biología y a la patraña psicológica del ser común. En realidad, aunque me lo hubiese propuesto no aprendería la lección.
Digo lo que pienso y siento, asumiéndolo. No huyo.
Hasta ahora asumí la responsabilidad de lo que ocurrió pues en mis tinieblas creí que eso correspondía.
Demasiadas desmesuras. Inaceptables, incomprensibles.
Escribo al vacío, sin esperar ya, desde hace algún tiempo, respuestas, pero el vacío responde sin reflexión, sin mínima autocrítica. Lo lleno vacío.
¿Duele?. ¿Le duele?. No creo. No creo que sepa en verdad lo que es esa experiencia.
¿Cómo se puede transgredir tanto?.
Se equivoca una y otra vez, una y otra vez.
Ni un segundo. Desilusión, Tristeza, Verdad, No inverdad. Pena. No inpena. Eso es.
Interior de una rama seca.
Elena Ruiz (Noviembre de 2010)
Publicado por: Libia Kancev.
Caracas, 26 de diciembre de 2013.
No hay comentarios:
Publicar un comentario