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El indigente
Siglo XXI, al norte del ecuador
[línea imaginaria.
Un hombre indigente, semidesnudo,
sentado en el suelo, recuesta su espalda,
su ser, sobre la blanca pared.
Lo rodean restos de comida que supongo, son restos
[de restos.
Nutrido de indiferencia, ve a su alrededor.
Aunque el hombre de tez negra sigue recostado
sobre la blanca pared, los transeúntes no lo miran.
Para los otros, él no es.
Por la televisión se escucha la ya vacía consigna
“el Pueblo es el que manda”.
En la degeneración del término, el Pueblo es
quien menos tiene o nada tiene.
¡Qué manda el hombre indigente, semidesnudo
que recuesta su espalda, su ser, sobre la blanca
pared!
¡Qué manda el hombre indigente que come los restos
de los restos de comida!.
Agujas de reloj infatigables.
En el transcurso de siete lunas
el hombre indigente continúa extendido
en el suelo infame.
Visión incongruente que la palabra al decir, calla.
Por instantes, lleva los restos a su emaciada boca,
su mano los sostiene sin afán.
Gira La Tierra y
el hombre indigente, el Pueblo, yace postrado.
En horizontalidad vergonzosa
el hombre indigente que no es
no sabe que él es el que manda.
Libia Kancev D.
Caracas, 14 de mayo de 2013.
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