miércoles, 27 de agosto de 2025

Noche negra: novela de Pilar Quintana

 



Se trata de la más reciente novela de la escritora colombiana Pilar Quintana (Cali, 1972) quien, en 2021, ganó el premio Alfaguara con Los Abismos (2021) reseñada en este blog.

Fue publicada en agosto de este año. La leo en una versión digital.

Noche negra está ambientada en la región selvática de Cali, perteneciente al Departamento del Valle del Cauca  (al suroeste de Colombia), siendo la selva y el mar protagonistas indispensables.

Rosa, una mujer caleña, graduada en Trabajo Social, asociada de una agencia de mercadeo, decide irse a vivir a la selva con un irlandés llamado Gene, a quien tenía unos meses conociendo y con quien pensó que podía tener una buena relación de pareja.

La novela narra trozos esenciales de la vida de Rosa en la ciudad. Era hija ilegítima de un médico blanco para el que su mamá trabajaba desde hacía más de treinta años.

El trato de Rosa con su padre siempre fue distante, hasta el día que se graduó. El médico se sentía orgulloso ya que ella fue la única de sus hijas que logró hacerse universitaria.

Rosa vivió con su abuela –mujer de carácter fuerte y racista-, con su madre y con una joven llamada Emperatriz a la que contrataron para cuidar a su abuela que, al final de su vida, padeció de demencia senil. Su madre también padeció la enfermedad y ese era un tema, el de la locura, que preocupaba mucho a Rosa.

Menciono lo del racismo de la abuela porque ellas eran negras, excepto Rosa que era considerada “blanca”. Es el racismo dentro de la misma raza negra donde el menos negro se siente superior ante el más negro.

Rosa describe su etapa en la universidad. Allí había tenido una relación con un estudiante llamado Fermín (de quien se enamora). Se trataba de un revolucionario que tenía un estilo de vida cónsono con sus ideales. Fermín termina desaparecido (¿o muerto?) por los militares después de una revuelta en la universidad. Rosa nunca supo qué pasó a ciencia cierta con él pero lo recordaba con nostalgia.

Rosa compra un lote de terreno en la selva junto a Gene. La novela, narrada en cuatro días, inicia con la partida de Gene a un país vecino con la finalidad de sacar su visa de residente. Promete enviarle un mensaje a Rosa el miércoles en la tienda de Don José.

En esos cuatro días que se narra Noche Negra, marcados por la ida de Gene hasta el supuesto mensaje que le enviaría a Rosa el miércoles, ella narra su tesón por mantener la cabaña a la que aún le faltaba las puertas y tapaba con unos plásticos negros.

Los hombres más cercanos a la casa de Rosa eran Don Israel quien cuidaba una casa cercana y les enseñó, a ella y a Gene, aspectos básicos para sobrevivir en la selva. Don Israel les regaló tres pollitos: dos hembras y un macho a los que Rosa les puso nombre. El macho, ya gallo, se llamaba León y se pierde. Rosa lo busca con afán, con ansia pero no logra encontrarlo.

También está Nato, quien se encargaba de cortarles los árboles necesarios para lo cual contaba con una moto sierra. Nato quería comprarles un trapichero que consideraba de excelente calidad pero Rosa se negaba a venderlo.

Otros eran Rodrigo y el ingeniero. Este último le hacía algunas bromas libidinosas que preocupaban (no sin razón) a Rosa.

Rosa pasa sola por muchísimas vivencias: matar a una tarántula, intentar hacerlo con un murciélago que se colgaba del techo de su casa, lidiar con culebras, con jejenes que la atacaban sin piedad. Se la pasaba apertrechada con un machete y un cuchillo de cocina, no sólo por los peligros de la selva si no por el temor, casi paranoico, que desarrolla hacia los hombres más cercanos, agudizado por la ausencia de Gene.

Rosa pensaba que podía ser sujeto de violación por parte de los hombres, en especial, del ingeniero y de Nato.

Aparte de los evidentes peligros de la selva y el sentirse mirada y observada continuamente, también siente angustia ante la posibilidad real de que Gene no regrese. Pensaba que era posible que se hubiese ido con otra mujer.

Ese miércoles también coincidía con la noche más negra por efectos del cambio de luna. Era Luna nueva que es la fase de la Luna que no es visible porque su cara iluminada no está orientada hacia la Tierra. Esto crea un cielo más negro y oscuro. Ese día fue más negro aún porque Gene no llamó ni le dejó ningún mensaje. Se había quedado sola y abandonada en la selva, con sus peligros reales y sus pensamientos angustiosos y hasta obsesivos.

Así, el título de la novela tiene que ver con una situación humana particular y con una situación geográfica o astronómica.

Noche negra está narrada en forma  trepidante y es muy coherente. Por momentos, una piensa que está allí (da miedo), que está viviendo lo que vive y padece Rosa.

Muy buena novela de Pilar Quintana. También la considero susceptible de variados puntos de interpretación.

 

Escrito y publicado por Libia Kancev D.

Caracas, 27 de agosto de 2025.

 

martes, 12 de agosto de 2025

Adiós Miss Venezuela

“La gente que conozco, incluyéndome, tiene un círculo de amigos, unos buenos, algunos regulares y otros malos. De cada uno tomas lo mejor y sigues adelante, no les pides lo que no tienen y no les das lo que no tienen capacidad para recibir” (255).

 



Adiós Miss Venezuela (2016) es una novela del escritor y abogado venezolano Francisco Suniaga (Isla de Margarita, 1954).

Leo un ejemplar de una segunda edición (2017) publicada por ediciones Dahbar que me prestó mi cuñada Julie González de Kancev. Éste, me dijo, sí me lo tienes que devolver porque me lo regaló Carlos y el otro ejemplar que tengo está autografiado por Suniaga.

La novela está ambientada en Caracas y la Isla de Margarita en el año 2017.

Relata el suicidio de una ex miss Venezuela, María Genoveva Herrera Becher  (MGHB) de cincuenta y cinco años de edad, conocida como Beba,  quien tenía diez años separada de su esposo y se había ido a vivir a Margarita.

María Genoveva estaba muy interesada en el arte y la cultura y pensaba estimularla en Margarita, para lo cual creó un proyecto llamado Quattrocento, buscando apoyo de empresarios, que permitiría mejorar la formación de los artistas margariteños pero el proyecto no dio los frutos que ella esperaba.

Beba era no sólo hermosa, sino inteligente y amable. Llegó a tener algunos amantes hasta que le viene a la mente la idea del suicidio, el cual llevó a cabo en la playa La Restinga, en una zona que desde que la conoció le pareció hermosa. Dejó una nota escueta, sin destinatario preciso donde hablaba del suicidio y su deseo de que nadie se culpase por el mismo.

María Genoveva su suicidó de un tiro en el corazón. Los objetos que llevaba consigo fueron robados y la policía judicial margariteña,  a cargo del  coronel  Salvador Sanabria, lo investigó como un homicidio pero su esposo Alfonzo Pérez Castillo encontró su nota pero no le aclaró nada a la policía y dejó que la investigación siguiera su curso.

En parte, el hecho de que Alfonzo Pérez Castillo no hablase del suicidio se debía al estigma que el mismo aún tiene. En una rueda de prensa que el Jefe de la policía ofrece, un periodista le preguntó si habían considerado la hipótesis del suicidio y el Comisario respondió “Insinuar eso es faltarle el respeto a la memoria de la víctima y a su familia. Eso está absolutamente descartado” (40).

Vale destacar que el padre de Beba había muerto años atrás, fallecimiento que la afectó mucho ya que lo amaba y admiraba sobremanera, mientras que su madre, Odilia, vivió más tiempo y luego vivió afectada por una demencia senil hasta su muerte. Odilia se casó al poco tiempo de la muerte de su esposo y se fue a vivir a París. Era una mujer obsesionada con la idea de hacer teatro aunque no poseía mayores cualidades.  La relación con su hija Beba fue complicada. Fue por su madre que Beba llegó a participar en el Miss Venezuela que, a la postre, ganó.

Como dijimos antes, Beba estaba casada con Alfonzo Pérez Castillo, dueño de la empresa de seguros más importante del país, llamada Seguros Populares. Él era mucho mayor que ella y al parecer, ella siempre lo vio  como una figura paterna y no como a un esposo. Tuvieron un hijo llamado Alfonzo Eduardo que se había dedicado al arte y vivía en Alemania. Beba visitaba a su hijo con cierta frecuencia y estaba satisfecha del hombre en el que se había convertido, bastante independiente y seguro de sí mismo.

Cuando se suicida Beba, casi un mes después estaba programado el concurso del Miss Venezuela de ese año en Margarita. El Miss Venezuela tenía tiempo viniéndose a menos y se había decidido realizar allí como forma de sacarlo a flote pero no fue sencillo con todos los problemas que aquejaban a la isla, no muy distintos a los del resto del país.

Por cierto, un grupo de mujeres, afectas al gobierno y bajo la premisa de que se trataba de un acto meramente capitalista, amenazaron con sabotear el concurso y al final, como veremos, lo hacen.

El director del concurso, desde hacía años, era Oscar Llabrés, conocido como el Rey de la Belleza. Llabrés había nacido en Cuba y desde adolescente su madre lo había mandado a Venezuela como una forma de protegerlo ya que, desde niño, había dado muestras de homosexualidad. Era un hombre que tenía una especie de don para convertir en bello todo lo que tocaba. Fue él quien planteó que el concurso se celebrara en Margarita.

Cuando Llabrés supo de la muerte de Beba se sintió muy afectado pues eran buenos amigos. Así, planteó hacerle un homenaje durante el evento, dándola a conocer como la Miss Venezuela Eterna.

No obstante, el conocido concurso estaba sufriendo grandes transformaciones y el cargo de Llabrés iba a cambiar. Inicialmente se sintió muy perturbado y pensó en oponerse pero luego lo aceptó. El pasaría a ser, por cinco años, una especie de embajador del certamen, ayudando a su globalización. 

De pronto entra en escena, el abogado margariteño, José Alberto Benitez quien es llamado a Caracas por el bufete de abogados WPM, a través de su director, el Dr. Álvaro Sosa para que se encargara de un trabajo. Benitez había sido, políticamente hablando, un hombre de izquierda y hacía años había trabajado en el bufete antes mencionado y compañero de estudios de Sosa.

La situación económica de Benitez  era precaria ya que la mayoría de sus casos eran de gente de clase media y pobre pero el caso para el que lo llama Sosa prometía una jugosa suma de dinero que serviría para solventar algunas deudas que tenía junto con su esposa Elvira en la Asunción, donde vivían.

Lo cierto es que el viudo de Beba, Alfonzo Pérez Castillo había encargado al bufete la investigación de la muerte de Beba aunque sabía perfectamente que se había tratado de un suicidio.

Pérez Alfonzo le pidió a Benitez que hablara con dos personas como parte de su averiguación: una era con la señora María Mercedes MacGregor Paúl  que había sido Miss Venezuela en 1965 (Pérez Castillo le dijo a Benitez, que esta mujer conocía los intríngulis del  Miss Venezuela y que se había relacionado con Beba) y con Oscar Llabrés que se encontraba en Margarita.

Benitez fue recibido por María Mercedes en el Country Club. Desde que la vio le pareció una mujer muy hermosa, empática y bella a pesar de los años. María Mercedes le contó que cuando estaba en el Miss Venezuela había intentado suicidarse. Que para la época estudiaba Filosofía y Letras en la Universidad Central de Venezuela (UCV) y que se había hecho novia de un joven que estudiaba Administración. Que el amor entre ellos fue intenso y que incluso ella le había entregado su virginidad pero que el joven resultó ser muy celoso con lo de la participación de ella en el concurso que finalmente ganó. Así, el joven le propuso que se suicidaran juntos. Ambos estuvieron de acuerdo. Habían planeado que la primera en morir sería ella (con un rifle) pero el disparo no la mató, ni le produjo una lesión muy grave. El joven, al verla herida, desistió de la idea y la llevó a una clínica de emergencia. María Mercedes se había salvado y siempre interpretó la conducta de su novio como un acto de valentía pero ya escasamente volvieron a verse. No obstante, María Mercedes le aseguró a Benitez que entre ellos, había quedado  un trato amable y cariñoso. Lo del intento del suicidio fue un secreto a voces en la Caracas de la época.

Luego María Mercedes se había casado y tenido hijos pero insistía en contarle a Benitez que su primer novio fue el gran amor de su vida.

Cuando el abogado Benitez regresó a Margarita, habló con Oscar Llabrés, con una pareja que había tenido Beba, había podido visitar su apartamento, ir al sitio donde ella se había quitado la vida (lleno de flores producto del homenaje del Miss Venezuela). Realmente no había encontrado nada que le sirviera de explicación al suicidio de Beba.

Benitez tenía un amigo psiquiatra (que tenía también su pasado de izquierda), llamado Pedro Boadas, con quien establece interesantes conversaciones sobre el suicidio y también sobre la decadencia del país.

Benitez  se entera que un pescador, llamado Toribio Jiménez, de cerca de treinta años, había sido detenido por el homicidio de Beba. Pidió hablar con él.

El hombre le contó que había presenciado el suicidio de Beba. Que él se hallaba pescando cerca y que la había visto llevarse la pistola primero a la sien y luego al pecho. Le contó que había corrido para ver si llegaba a impedir que se matara pero no pudo. Agregó que la mujer le había apretado una mano antes de su último suspiro. Reconoció haberse llevado sus efectos personales, tales como su yesquero, la pistola y su bolso. Que llegó a vender la pistola a un delincuente y en un allanamiento que le hicieron a éste, se la decomisaron y que el hombre lo delató.

Llabrés había invitado a Benitez  a la gala del Miss Venezuela. Poco antes de la misma recibió el mensaje que Alfonzo Pérez Castillo estaba en Margarita, aunque habían quedado que él le mandaría los resultados de su investigación a través del bufete de Sosa pero que deseaba hablar con él.  

Los dos hombres se vieron en el apartamento de Beba que estaban desocupando.

Durante la conversación nos damos cuenta que Pérez Castillo sabía perfectamente que Beba estaba deprimida y que ese había sido el motivo de su suicidio. Resulta que estaba más interesado en saber lo que Benitez había conversado con María Mercedes MacGregor P. Benitez le narró lo de la historia de su suicidio fallido y sobre el gran amor de su vida. Para sorpresa de Benitez, lo que no le había dicho la mujer era que ese novio había sido el propio Pérez Castillo y que este llevaba una culpa inmensa desde lo ocurrido y que nunca había dejado de amarla.

En la gala del Miss Venezuela que se desarrollaba de manera bastante exitosa, de pronto irrumpieron un grupo de mujeres (como habíamos mencionado antes), que llevaron a sus propias participantes y destruyeron buena parte del escenario, del vestido de las mises y otros, haciendo que al final no se nombrara una miss Venezuela como parte del concurso.

Adiós Miss Venezuela es una muy buena novela que toma el tema del concurso como base para hablar del suicidio y de la situación crítica que vive nuestro querido país.

 


Francisco Suniaga


Escrito y publicado por Libia Kancev D.

Caracas, 12 de agosto de 2025.

viernes, 1 de agosto de 2025

La ciudad vencida

“La familia, por penuria  o exceso, por presencia o ausencia, nos define” (116).

Hace unos días terminé de leer la novela La ciudad vencida (2014) publicada por la editorial Libros del fuego, de la periodista y escritora venezolana (y colombiana) Yeniter Poleo.

La ciudad vencida es su primera novela y llegó a mis manos de manera azarosa. Me la prestó (¿o fue un obsequio?), mi cuñada Julie, esposa de mi hermano menor, Carlos.

Digo azarosa porque la muerte, aunque inevitable, es un acto impredecible al igual que lo es el nacimiento.

Julie y Carlos me convidaron a su casa en Bello Monte para compartir la comida favorita de Alexandra, pizza y pepsi cola. Alexandra, su hija menor (mi sobrina) tristemente fallecida el 7 de julio del año en curso.

El fallecimiento de Alexandra (alias La Gorda, Alexa) los ha sumido –nos ha sumido a todos- en un vacío insondable que ninguna explicación médica puede aliviar.

Pocas veces vi a Alexandra, nuestros contactos no pasaban de un “¡Hola!, ¡bendición tía! Y un ¡Dios te bendiga!, seguido de un abrazo y un beso en el cachete.

La última vez que recuerdo haberla visto  fue en la fiesta del bautizo de una primita, Andrea Isabella, hija de mi prima Lorena, celebrada en Caraballeda (La Guaira) hace más de un año.

De ese día, surge y resurge en mi pensamiento la imagen de su rostro de perfil, con una semi sonrisa plagada de ternura y candidez. Así quiero recordarla.

Como tatuaje indeleble

Tu suave perfil se ha plasmado en mi memoria.

Una semi sonrisa

en un rostro tierno y cálido.



Alexandra con Luka Emiliano

 

En el ínterin de esas terribles horas previas al fallecimiento de Alexandra, ya con un diagnostico tan brutal como irreversible y estando en el piso seis de la Clínica El Ávila, mi hermano Nené recordaba el nacimiento de Alexandra en la ciudad de Maracay.

¡Cuéntame, hermano!, le dije.

Relató que Carlos estaba en un estado lejano del país por causas profesionales y lo llamó para pedirle  el favor a él (estaba en Caracas)  que fuese a buscar a Julie quien estaba en Maturín con A, C e I para ir con ella y los chamos a Maracay donde tenía previsto dar a luz en la clínica La Floresta, donde trabajaba su médico tratante.

Cuenta Nené que llegaron a Maracay el 28 de septiembre. El 29 Nené llevó a Julie para revisión con su médico. Todavía no había llegado el momento de que Alexandra se asomara a la vida, podían pasar unos días más… Pero esa misma noche, Julie sintió dolores de parto y fue ingresada a la clínica. En el transcurso de la mañana del 30 de septiembre de 1997 nació Alexandra María.

Nené resaltó que una enfermera, con Alexa en brazos, preguntó por el papá y que él respondió: el papá no está pero yo soy su tío y se la mostraron a él y se la llevaron al retén.

La lectura de La ciudad vencida, el tener el libro en mis manos, y aunque tal vez Alexandra nunca lo leyó, me hace sentir cercana su presencia, porque ella, de alguna manera, estuvo físicamente cerca de él.

La ciudad vencida ha resultado, dentro de las circunstancias, una grata sorpresa. Su calidad literaria es innegable. No dejo de preguntarme por qué no había leído nada de Yeniter Poleo, ni siquiera la había escuchado nombrar.

La novela está ambientada en Caracas entre 1988 y 1992, donde resaltan dos lamentables hechos históricos ocurridos en nuestro país en las dos últimas décadas del siglo XX, cuyas causas, impacto y consecuencias  no han sido, a mi entender, interpretadas en toda su extensión.

El primero fue el llamado Caracazo ocurrido el 28 de febrero de 1989, que tuvo como telón de fondo unas duras medidas económicas tomadas por el extinto presidente Carlos Andrés Pérez  (Rubio, 1922 – Miami, 2010) en su segundo mandato (1989-1993).

El Caracazo fue un estallido social caracterizado por disturbios, saqueos, destrucción de locales comerciales, etc. Aparte de la policía, las fuerzas armadas fueron llamadas para el  “control” del orden público lo que originó un considerable número de heridos y fallecidos provenientes–en particular- de los barrios pobres de la capital- que colapsaron hospitales y la morgue de Bello Monte.

Muchas personas fueron enterradas en fosas comunes sin haber sido siquiera identificadas. Las cifras oficiales fueron de 276 fallecidos pero reportes extraoficiales mencionan más de tres mil.

El otro hecho que narra La ciudad vencida, aunque en menor medida, fue el intento de golpe de Estado del 4 de febrero de 1992, liderado por el teniente coronel Hugo Chávez Frías (Barinas, 1954- Caracas, 2013) también contra el gobierno de Pérez.

Los militares, alzados en armas, fueron apresados pero después de un tiempo relativamente corto, fueron indultados en el segundo gobierno del Dr. Rafael Caldera (Yaracuy, 1916 – Caracas, 2009). Aunque el golpe fue fallido, sirvió para catapultar a Chávez F. llevándolo a la presidencia de la República en las elecciones democráticas de 1998 y, en ese sentido, también  llevó a nuestro país a lo que es hoy en día. Una Venezuela hundida en la más deplorable corrupción, miseria, con ausencia del Estado de Derecho, hundimiento de los servicios públicos, una migración brutal, etc.

Los personajes centrales de La ciudad vencida son el cronista Bernardo Guanipa (Bernard Guaní), un hombre ya cincuentón, muy cuidadoso y formal en el vestir y amante de la música de Felipe Pirela, Tito Rodríguez y otros.  Guaní era el encargado de la sección Sociedad o Fiesta del diario La Verdad.

Bernard, al trabajar en esa sección, había tenido la oportunidad de conocer a muchas personas de la “alta” sociedad caraqueña y también de la farándula. Había hecho amistades, muchas de ellas auténticas.

Por otro lado, estaba la pasante asignada a la sección de Guaní, llamada Cariú.

Cabe destacar que a Bernard no le duraban las pasantes ya que se trataba de una persona muy exigente  y algo áspera  pero Cariú se lo fue ganando poco a poco aunque discrepaba de la superficialidad de los actos sociales a los que debía acudir y reseñar.

Cariú tenía 18 años, estudiaba Comunicación Social en la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) por medio de una beca. Vivía en Antímano y provenía de una familia pobre formada por su mamá quien trabajaba en una oficina ubicada en las Torres de El Silencio o Torres del Centro Simón Bolívar. Era la mayor de tres hermanos: Carla (15) y Urbano (10).

Sin embargo, Cariú era una joven entusiasta, carismática, trabajadora y con muchas ganas de salir adelante y lograr mejorar su nivel de vida y el de su familia.  

Como hemos dicho, la relación entre Bernard y Cariú, inicialmente tensa, fue mejorando por la tenacidad de la muchacha y el reconocimiento que de ella Bernard va haciendo hasta convertirse en una relación de afecto y amistad.

A tanto llegó la amistad que Cariú le regaló un perrito al que Bernard llamó Marcial y al que tomó cariño a pesar de que Marcial le hacía “la vida –y su apartamento- de cuadritos” y Bernard le obsequió a Cariú un pasaje para que pudiera viajar al exterior y hacer un curso de inglés.

Durante los eventos del Caracazo, Cariú desaparece en el marco de una cobertura sobre denuncias del nefasto accionar de los militares en la barriada de Petare. 

Cariú logró hacer la entrevista pero la agarró el toque de queda. En la novela se describe su encuentro con un soldado que vivía cerca de su casa y que estaba enamorado (encaprichado) de ella, no obstante, Cariú nunca le había prestado atención.  Lo narrado allí, el odio destilado por el soldado, nos hace pensar que posiblemente la asesinó por  venganza, por un profundo rencor.

Bernard busca a Cariú por hospitales, en la morgue, en el cementerio General del Sur, quedando atrapado bajo una gran tristeza y desolación. Un día se topa con Carla (¡creyó que era Cariú!) para enterarse que la familia de Cariú había hecho lo propio y que tampoco la habían hallado.

A raíz de ese encuentro, deciden realizar una protesta tanto escrita en el periódico (por supuesto que con el desconocimiento del jefe de Bernard) y con familiares de desaparecidos durante el Caracazo.  

La novela de Poleo hace una descripción bien acogedora sobre la Caracas de la década del sesenta aproximadamente y en adelante. Inevitablemente se contrasta dicha época con la degradación de la ciudad hacia finales del siglo XX. Constituye un recorrido por sus aspectos culturales en el área del teatro, de la televisión, de la música, de espacios icónicos de nuestra capital. Esta narración constituye una especie de redondeo que le da un mayor valor literario a La ciudad vencida y que moviliza recuerdos y emociones, sobre todo para los caraqueños nacidos en las décadas del cincuenta y sesenta.

Bien vale la pena leerla.

P.D.: termino esta reseña y sigo recordando a Alexandra…

 

 

Escrito y publicado por Libia Kancev D.

Caracas, 1 de agosto de 2025.