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Svetlana Alexiévich |
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Central Nuclear de Chernóbyl 1986 |
“He comprendido que en la vida las cosas más
terribles ocurren en silencio y de manera natural...”(86).
Zoya Danílovna Bruk, inspectora
“Si
hubiéramos vencido la catástrofe de Chernóbyl, se hablaría y se escribiría más
sobre ella. O si la hubiéramos comprendido. No sabemos cómo extraer un sentido
de este horror. No somos capaces. Porque no se lo puede comparar ni con nuestra
experiencia humana, ni con nuestro tiempo humano...Así pues, ¿qué es mejor?
¿Recordar u olvidar?” (47).
Yevgueni
Aleksándrovich Brovkin, profesor de la Universidad Estatal de
Gómel.
En todas partes se hablaba de la catástrofe: en
casa, en la escuela, en el autobús, en la calle. La comparaban con Hiroshima.
Pero nadie lo creía. ¿Cómo se puede creer en algo que no se comprende? Por
mucho que te esfuerces, por más que lo intentes comprender, es que no puedes. Recuerdo
que cuando nos marchábamos, el cielo estaba de un azul espléndido...(55).
Katia P en Monólogo sobre
que no sabemos vivir
sin Chéjov y sin Tolstói.
Palabras de Serguéi Gurin,
operador de cine [ante la vivencia de algunos de sacar ventaja de su posición
política] “El mecanismo del
mal funcionará incluso en el apocalipsis. Eso es lo que comprendí. La gente
sigue yendo con sus chivateos, sigue haciendo la pelota a los de arriba para
salvar su televisor o su abrigo de piel. Incluso ante el fin del mundo el
hombre seguirá siendo el mismo, igual que es ahora. Siempre” (59).
.
Del Monólogo de cómo una cosa completamente desconocida se va metiendo dentro
de ti:
“En todo esto se está borrando la
frontera entre lo real y lo irreal....[En relación a Chernóbyl] La zona es un mundo aparte... Otro mundo en
medio del resto de la tierra... La inventaron los hermanos Strugatski, (Arcadi
y Borís Strugatski -- los más célebres y destacados autores rusos de ciencia
ficción) pero la literatura no ha
superado la realidad... (65-68).
Voces de Chernóbyl
Este texto –en
digital- me llegó a través de alguien
que supo que me gustaba mucho la literatura. Realmente lo catalogué como “un
regalo extraordinario” y así lo agradecí.
Al parecer, Voces de Chernóbyl (1997) es el único
libro, traducido al español, de la más reciente premio Nobel de Literatura, Svetlana Alexievich (1948) escritora y periodista bielorrusa, quien
ha retratado el drama de gran parte de la población de la antigua URSS, así
como de Chernóbyl y la guerra de Afganistán.
Tengo
entendido que: “La Academia Sueca la elogió por sus escritos polifónicos, un
monumento al sufrimiento y valentía de nuestro tiempo” (Akbar). De eso hay
mucho en Voces de Chernóbyl. Hay otro
aspecto que se ha resaltado en el otorgamiento de este premio (a favor o en
contra) que tiene que ver con que se trata de una escritora de “no ficción”.
Este punto me
hizo recordar una clase de una profesora de la Escuela de Artes de nuestra
querida Universidad Central de Venezuela donde mencionaba que todo era, en
literatura, ficción. Su argumentación no carecía de lógica pero no dejaba de
preguntarme cómo podía ser así. ¿Sería que no había posibilidad de contar un
hecho que fuese real?; ¿dónde quedaba la literatura testimonial que siempre
había atribuido a pura realidad?
Hace poco, en
una entrevista realizada por Carlos Egaña al escritor Santiago Gamboa y
publicada el 5 de diciembre 2015 en Prodavinci,
éste afirmaba que: “El escritor es también una ficción”. El tema de lo
ficcional o no ficcional en literatura llama mucho mi atención pues pienso que
asegurar que un cuento, una novela, un poema, etc. es ficción o es real parte
de quién escribe: el escritor dirá “esto que escribí fue algo que (me) ocurrió
y lo escribo y describo tal cual”; el lector también puede considerarlo real si
hay una advertencia en el texto que” los hechos aquí narrados son verdaderos”.
De no existir esas palabras, un lector interesado puede acabar pensando que lo
escrito es real (o tiene elementos de realidad) si consigue textos de la vida
del autor o sobre él o los hechos presentados.
Lo anterior me
lleva a pensar que lo ficcional o no ficcional, la inclusión en una determinada
categoría parte de quién lo afirma: del autor, del lector o del Otro que, por
ejemplo, hace crítica literaria o enseña literatura.
Voces de Chernóbyl
consta de tres capítulos (“La Tierra de
los muertos”-que incluye un “Coro de soldados”; “La corona de la creación –con
su “Coro del pueblo”, y “La Admiración de la tristeza” (con su “Coro de niños”),
respectivamente. A su vez, cada capítulo tiene diversos monólogos con
testimonios del desastre de Chernóbyl).
La estructura de
Voces de Chernóbyl, con sus monólogos
y sus coros recuerda a la de las tragedias y comedias griegas aunque aquí todo
fue y es tragedia. Por otra parte, cabe destacar que Alexievich : “no es ajena al cine. Uno de los monólogos de…Voces de
Chernóbil,...fue la base para un cortometraje titulado “The Door”
realizado por la irlandesa Juanita Wilson. El cortometraje tuvo mucho éxito y
fue nominado incluso al premio Oscar“ (Thays).
El tema de la
memoria, de la incertidumbre entre olvidar o recordar; de la analogía de la
tragedia con la guerra: “Un engaño tan increíble, semejante cantidad de
mentiras asociadas a Chernóbyl en nuestra conciencia, sólo había podido darse
durante la guerra” (75), del engaño de
un gobierno, de un sistema que promocionaba el mito del héroe: “Hasta en aquel
infierno la propaganda defendía nuestros mitos: podemos sobrevivir en cualquier
lugar, hasta en una tierra muerta...”
(82) y de la confrontación
política mundial: “como pueden comprobar, las emisoras occidentales siembran el
pánico, difunden descarados infundios sobre la avería” (75), del terrible
sufrimiento humano, las enfermedades inmediatas, del futuro mediato y lejano, la
muerte, del tema del desconocimiento y la ignorancia resaltan por doquier.
Lo que consideré
un “regalo extraordinario” se ha transformado en tristeza e incredulidad. Tenía
25 años cuando ocurrió el peor accidente de la Historia de la Energía Nuclear
el 26 de abril de 1986 debido al sobrecalentamiento y explosión del reactor
número 4 de la Central Nuclear de Chernóbyl situada en la ciudad de Prípiat, al
norte de Ucrania y cercana a la frontera con Bielorrusia.
Imagínense
ustedes que al buscar en Internet sobre la ciudad de Prípiat se la define como;
“ciudad fantasma…”. ¿¡Ciudad fantasma!?,¿¡Ciudad fantasma!?
Mis recuerdos acerca
de estos hechos son muy vagos, en aquel momento no recuerdo haber leído nada
del tema, sólo supe que había pasado y que era algo terrible. Punto y aparte. Y
es en este noviembre-diciembre de 2015 que vengo a enterarme de la magnitud de
los daños, de los sufrimientos causados a tantas personas, tanto así que
leer Voces de Chernóbyl me ha costado
un mundo, diría que me ha dolido. Continuar y finalizar su lectura, de a poco,
dejando pasar días de intermedio fue una especie de acto de solidaridad, era como
si no continuar fuese negar la existencia de las personas que murieron, negar
la existencia de tanto sufrimiento. Suscribo la afirmación de Edmundo Paz
Soldán: “Los libros de Alexievich
son tan abrumadores, tan agotadores –en más de un sentido- que es mejor leerlos
de a poco: cuatro o cinco testimonios una noche, un par de días de descanso…” (Prodavinci).
Voces de Chernóbyl
son las Voces de una tragedia de magnitudes incalculables.
Textos consultados
AKBAR, Arifa. “Un Nobel para un género despreciado”. La Jornada. [en línea). 9 octubre 2015.
17 noviembre 2015. Disponible en: >http://www.jornada.unam.mx/2015/10/09/cultura/a07n1cul>
#333333;"> >
Paz Soldán, E. “El método Alexiévich”. Prodavinci. Web. 23 noviembre 2015. 23
noviembre 2015. http://prodavinci.com/2015/11/23/artes/el-metodo-alexievich-por-edmundo-paz-soldan-2/?utm_source=feedburner&utm_medium=email&utm_campaign=Feed%3A+Prodavinci+%28Prodavinci%29
Thays, I. “Vuelta alrededor de Svetlana
Alexiévich”. Babelia. 16 octubre 2015. 17 octubre 2015. http://cultura.elpais.com/cultura/2015/10/14/babelia/1444821424_919891.html
Por Libia Kancev
Caracas, 12 de diciembre de 2015