El nombre del escritor venezolano, Eduardo Sánchez Rugeles (Caracas,
1977), me resulta conocido desde hace unos años atrás, no obstante, no había
leído nada suyo aunque poseo un par de novelas de su autoría.
Hace como dos semanas, mi hija M.V. fue
a ver la película Jezabel, basada en la novela del mismo nombre,
escrita por Sánchez Rugeles y publicada en 2013. Llegó a casa contándome sobre
la película y el cine foro que se había realizado a continuación en la sala de
cine ubicada en el Centro Comercial El Tolón. Lo que me narró fue motivo
suficiente para leer Jezabel.
La lectura de las primeras páginas
de Jezabel (editada por Ediciones B -que tiene la acotación de que
se trata de la versión original sin censura- me atraparon y lo primero que se
me vino a la mente fue que Sánchez Rugeles era un escritor potente, certero.
Jezabel, en 166 páginas,
narra una historia con diversas vertientes, en la que, globalmente, se
destaca algo muy obvio: la gran singularidad de los seres humanos y lo
importante de la memoria y las distintas perspectivas ante los recuerdos. Sin
duda, no siempre recordamos y, mucho menos recordamos igual ante un determinado
hecho.
La historia gira alrededor de 4
adolescentes que estudiaron juntos el bachillerato, nacidos todos en este siglo
XXI y, al parecer, de clase media o media alta, que compartían un
mundo lleno de burlas, irrespetando a cualquier figura de autoridad, donde la
ingesta de alcohol y el consumo de drogas era cotidiano, aparte de compartir
una sexualidad irrefrenable y promiscua. Otro elemento en común era la vivencia
de un terrible aburrimiento y hastío por la Caracas en la que vivían, la cual
se hallaba inmersa en una situación política, económica y cultural bien
particular y conocida por la mayoría de los venezolanos.
Todos procedían de familias con un
grado de disfuncionalidad, careciendo, en la mayoría de los casos, de algún
tipo de supervisión tanto física como emocional por parte de un adulto. La
ausencia de proyectos de vida, al menos con algún nivel de solidez, también es
notable.
Alain Barral, Eliana Bloom (Eli),
Lorena López (Loló) y Carmen Casas (Cacá) son los protagonistas de esta novela,
siendo Alain el que la narra varios años después cuando cada uno ya había
tomado un rumbo distinto en sus vidas y se habían distanciado en forma
definitiva. Loló y Eli compartían una relación lésbica. Sabemos que Loló estaba
enamorada de Eli pero todos tenían relaciones sexuales con todos.
Como en todo grupo, parecía haber un
“líder” y era Cacá, que, en muchos momentos de la lectura, provocaba rechazo. El punto de inflexión que
rompe la relación patológica que vivían estos jóvenes es que Eliana muere por
un traumatismo en la cabeza que la deja inconsciente, haciendo un cuadro de
bronco aspiración, todo ello bajo los efectos de una sobredosis de drogas y
alcohol. El hecho se da posterior a haber estado compartiendo juntos unas horas
de desenfreno en la casa de Eliana. La muerte trágica de Eli y su atribución a
un profesor (Santiago Arismendi) -que fue tramado por los jóvenes- que llevó a
que el mismo fuera arrestado (sin pruebas) y linchado en la cárcel de Yare
(aunque luego se plantea que fue asesinado a golpes por la misma policía) marca
a los jóvenes y ya se iría revelando lo que cada quién quería o tenía que hacer
con sus vidas.
Estos jóvenes tenían un juego que
llamaban Mira-qué- triste la vida de…, el cual consistía en tomar a alguna
persona, usualmente un profesor (a) como objeto de burlas, no sólo verbales si
no que se podía materializar en actos que solían tener consecuencias muy
negativas para sus víctimas. También jugaban a la "botellita" que implicaba el
cumplimiento de penitencias groseras y osadas. Todos tenían desapego por los
estudios y graduarse de bachilleres hace sospechar de actos inconcebibles en el
centro educativo donde estudiaron.
Hay un aspecto que quiero señalar y que
tiene que ver con la relación (o ausencia de relación) entre el amor y el
placer sexual. Como si el amor muriera al consumarse el acto sexual. Es algo
que señala Alain y que pienso requeriría un mayor análisis.
El personaje/narrador, Alain, muestra
una personalidad llamativa, caracterizada por una especie de frialdad, de
dureza, de insensibilidad. Alain inicia, a los diecisiete años, una relación
con un hombre de 40 años a quien conoce en la galería de su madre. Después de
terminada dicha relación, conoce en su trabajo a un joven llamado Salvador
(reportero).
Salvador se enamora de Alain y empieza
a investigar sobre la muerte de Eliana (inicialmente a solicitud de Alain) con
el fin de escribir ese relato. Lo que Salvador va descubriendo fue una serie de
irregularidades en el manejo del caso e, incluso, la verdadera causa de muerte
de Eliana (según la policía y los medios, violación y homicidio) y la inocencia
del profesor Arismendi.
El tema educativo también es
resaltante: el desinterés absoluto por la formación académica, la invalidación
del maestro (a) como vehículo de aprendizaje, siendo convertido en centro de
burlas, la aplicación irracional de la Ley Orgánica para la protección de
niños, niñas y adolescentes (LOPNNA), decretada en diciembre de 2007.
Evidentemente que se trata de una ley hecha para la defensa de niños, niñas y adolescentes, sí, pero allí no sólo se
establecen derechos, también hay deberes que deben cumplir. Por otro lado, la
LOPNNA establece, como debe ser, grandes responsabilidades para padres, madres,
la familia en general y el mismo Estado quien debe GARANTIZAR una serie de
aspectos como la salud y la educación de esos niños, niñas y adolescentes. La
gran pregunta es si ¿esas responsabilidades, en especial las del Estado, se
están cumpliendo?
En un momento de la narración, y ante
la burla que hicieron en la realización de un examen, Alain escribe:
“Muchas veces intentaron sancionarnos
por ese tipo de burlas pero, para fortuna nuestra, existía la Lopna. Aquella
estúpida ley nos la sabíamos de memoria, de atrás para adelante. A su lado, el
reglamento colegial era un papel inoperante. Las ridiculeces de la Revolución,
en su preocupación por la salud mental de los niñitos, niñitas, adolescentes
y adolescentas, fueron nuestra tapadera. Hacíamos lo que nos daba
la gana. Éramos intocables”. (51)
Hay muchos otros aspectos de Jezabel que
nos hacen pensar en lo que ha devenido nuestro país. Revolotea en mi mente el
término: degradación.
Más adelante en la novela, nos
enteramos que el papá de Loló enferma gravemente y que eso, además de la
investigación realizada por Salvador, hace que ésta regrese de Estados Unidos,
a donde había emigrado, para acompañar a su padre y también para hablar con
Alain, ya que Salvador la había contactado (al igual que a Cacá) para hablar
sobre lo ocurrido con Eliana). Loló le dice:
”Un periodista llamó a mi papá, dijo
que era amigo tuyo. Quiso saber cosas sobre la muerte de Eliana. Salvador no sé
qué. No sé de dónde salió. Hablé con Cacá… El maldito también la llamó. Carmen
lo amenazó con un abogado y, al parecer dejó de molestarla…Después de la muerte
de Eli, ella (Cacá) y yo no volvimos a hablarnos. Nos vimos en Nueva York hace
un par de años. Ninguna se reconoció, éramos extrañas. Al final, hablamos de
Eliana. Hablamos de ti… (Más adelante,
Loló agrega)…Mírame a los ojos, maldito. Te lo juro…Te voy a destruir la
vida. Si descubriste lo que significa la palabra remordimiento, entonces haz
algo más práctico: pégate un tiro…pero déjanos en paz. Ya hiciste demasiado
daño, ya nos jodiste la vida. ¿Sabes cuál fue tú error? Siempre pensaste que
éramos como tú, estabas convencido de que disfrutábamos de nuestro esclavismo,
de tus manipulaciones y tus juegos. ¿Sabes cuál es la verdad?, la única
verdad? Cacá te odiaba, Eliana te odiaba, yo te odiaba…Pero sí, qué
coño, el temor a tus represalias era más fuerte, Todo lo que hicimos lo hicimos
para complacerte, todo lo que perdimos fue por temor a tus arrebatos, a tus
ataques, a tus golpes, a tus penitencias… (153-154).
La conversación anterior entre Alain y
Loló da una especie de giro a la historia. Resulta que el “líder” del grupo no
había sido Cacá sino Alain, el que incitó tanto comportamiento denigrante había
sido él. Sin duda, Alain queda perturbado después de hablar con Loló. Pone en
duda, sin mucha fuerza, sus afirmaciones. Pero, queda alterado e incluso hace
un amago de suicidio.
Posterior a la conversación entre Alain
y Loló, se describe una brutal escena entre Alain y Salvador. Alain lo viola,
lo patea, lo echa de su casa.
Parece estar claro que en Alain no
cabía ni iba a caber ningún tipo de reflexión ni sobre su pasado y mucho menos
sobre su presente y futuro. Al final de la novela, Alain escribe “El universo
es un plagio. Los seres humanos son un fraude. Sé que no debo quejarme. En el
fondo soy un privilegiado por no tener que padecer el infortunio de amar”
(166).
¿No amaba Alain? ¿No tenía la capacidad
de amar y de allí su tipo de vida, que esparcía dolor y perversión? Es esa
incapacidad de amar, como factor individual, lo que lo hace ser cómo es o se
trata de una confluencia de elementos?
Creo que esta novela me ha impactado
particularmente y pienso que lo ha hecho pues aunque es ficcional, algo me dice
que mucho de lo que cuenta, es posible y ello me resulta dramático, lamentable.
Escrito y publicado por Libia Kancev
Caracas, 30 de agosto de 2022