“…los recuerdos rompían
contra los acantilados de su consciencia como las olas enfurecidas del mar
bramante” (114).
“…que comparto
profundamente…el dolor de una desdichada madre, el duelo inextinguible,
eternamente vivo de una madre…pues creo que no hace falta repetir que nada es
comparable con la pesadumbre…de perder repentinamente, amigos, a nuestro ser más
querido…” (134).
“Reconocer las cosas
abiertamente equivale, bien lo saben ustedes, a una confesión. ¡Se purifica el
alma, se libera la voluntad, se puede volver a levantar la cabeza!” (144).
László Krasznahorkai
(Hungría, 1954) es el premio Nobel de literatura 2025.
Acabo de terminar de
leer su primera novela intitulada Tango
satánico (1985). La novela está compuesta por dos partes y cada una tiene
seis capítulos.
La primera parte
consta de: La noticia de que llegan; Resucitamos; Saber algo; La labor de las
arañas I; Esto se descose y La labor de las arañas II y la segunda parte:
Irimiás pronuncia un discurso; La perspectiva, vista de frente; ¿Ascensión?
¿Alucinación?; La perspectiva, vista de atrás: Solo preocupaciones, solo
trabajo… y El círculo se cierra.
Entiendo que la novela
está ambientada en Hungría. Trata sobre un grupo de hombres y mujeres (algunos
casados) que viven en una “explotación” que se ha venido a menos. Tendrían allí
unos siete años. La mayoría vive en una situación de pobreza y se menciona
cierta promiscuidad entre ellos.
El medio ambiente
también pasa a ser un personaje en la medida en que se describen lluvias
frecuentes, mucho barro, ciénagas y vientos.
La mayoría se reúne en
la fonda del pueblo, cuyo dueño, de nombre János, está muy pendiente de su
negocio y de que no lo vayan a robar. Se menciona que la fonda se llena a cada
rato de telarañas, que János las sacude con frecuencia y que no entiende cómo
se forman ya que él no ha visto arañas en su local.
Entre los personajes están:
el doctor, hombre que vive solo, obeso, alcohólico y que fuma sin parar. Vale
destacar que el doctor es un hombre que se afana en la lectura y que lleva un
diario de sus vecinos y de lo que acontece en el lugar.
El doctor enfermó y es
llevado al hospital donde pasa un tiempo sin que ninguno de sus vecinos se
entere.
También están: Futaki,
que es cojo y parece ser uno de los hombres más pensantes de la zona. Los
Schmidt (el hombre era un ser miserable. La señora era una mujer todavía joven,
buena moza y tenía tendencia a la promiscuidad. Sin embargo, sólo al personaje
de nombre Irimiás le daba valor como hombre). Los Halics, los Kráner (la mujer
le limpiaba la casa al doctor cada cierto tiempo); Kerekes, quien era granjero;
Keremen, que trabajaba como revisor; el director de la escuela (que ya no
funcionaba), la familia Horgos (integrada por la madre, las hijas y un hijo
varón llamado Sándor). Las hijas de la señora Horgos eran prostitutas excepto la hija menor, Estike (cuyo verdadero nombre era
Erzsi) que padecía de retraso mental y a
la que no le prestaban ninguna atención).
La novela comienza con
una descripción de Futaki (quien había dormido con la señora Schmidt) y que
cree escuchar un sonido de campanas…
Luego, todos se reúnen
en la fonda para repartirse un dinero que, al parecer, habían ganado juntos
pero esto no queda claro.
Al poco se enteran que
dos vagabundos (conocidos de ellos y a quienes creían muertos según se había
rumoreado año y medio atrás) venían de regreso a la explotación. El sentimiento
que los invade es de temor y de esperanza simultáneamente. Se llamaban Irimiás
y Petrina. A Irimiás lo creían una especie de salvador, de mesías.
Cuando por fin llegan
–Irimiás y Petrina- los consiguen a todos en la fonda muy emborrachados. Se da
la circunstancia que habían encontrado muerta a Estike quien se había
envenenado con veneno para ratas después de haber matado a su gato. Todo ello
producto de una decepción con su hermano Sándor quien había hecho que ella le
diera el dinero que tenía ahorrado con la idea de sembrarlo y así obtendrían un
árbol de monedas y serían ricos). Resulta que Sándor le roba su dinero y
Estique sufre una terrible decepción que la lleva al suicidio.
Irimiás les lanza un
discurso sobre la muerte de la niña donde les hace ver que de alguna manera
todos son responsables y, por otro lado, les ofrece otro discurso de esperanza
donde los convence de que tiene un proyecto donde van a prosperar pero que se
necesita dinero y todos les dan el dinero que habían acabado de recibir. Pocos
son los que no participan de ello. Uno es János quien siente que, cuando la
mayoría se vaya su negocio se vendría a pique y deberá irse a la ciudad y
montar otro negocio.
Irimiás les dice que se
van a marchar a una especie de castillo y que iban a reconstruir la
“explotación”. Se muestran muy contentos y ese mismo día recogen sus
pertenencias para marcharse no sin antes destruir todo lo que pudieron de lo
que quedaba de sus casas bajo el argumento de que nadie se iba a aprovechar de
lo que había sido de ellos. Incluso, el director de la escuela, que une presume
podía estar más allá de esas actitudes mezquinas, hace lo mismo con su casa. El único que no actúa de esa manera es Futaki
que, como he dicho antes, parecía un hombre más sensible e inteligente.
En un trayecto muy
pesado, se van todos. Futaki se rezaga porque llevaba dos maletas muy pesadas
que le lastimaban fuertemente la espalda. Al fin llegan a donde les había dicho
Irimiás.
Desde un principio
están como decepcionados porque el sitio estaba en pésimas condiciones. Por
otro lado, amanece e Irimiás no llega y empiezan a sospechar que los había
engañado.
Por otro lado, Irimiás
y Petrina (junto con el chico Horgos que se había unido a ellos lleno de
admiración hacia Irimiás), tenían otros planes hacia una zona distinta. El plan
no está claro y parece que no iba a dárseles.
En su trayecto ven el
cadáver de Estique levitando, se asustan pero luego piensan que se trata de una alucinación.
Lo cierto es que Irimiás
va al viejo castillo donde, de entrada, se da cuenta que habían sospechado de
él. Irimiás les dice que no podrán llevar a cabo los planes iniciales pero que
lo harán más adelante y que deben dividirse, es decir, que se irán a diversas
partes (donde tendrían alojamiento y trabajo) y que él les mandaría dinero
mensualmente. Además, tendrían una función de vigilancia de los alrededores
donde vivirían, lo cual sería esencial para que lograran convertir el proyecto
en una realidad. La mayoría reacciona con alegría ante lo que les dice Irimiás,
excepto Futaki quien le dice a Irimiás que no irá con ellos.
Futaki parece
regresarse a donde vivía no sin antes deshacerse de una de sus maletas.
El final de Tango satánico me resulta sorpresivo
pero muy interesante. Resulta que el doctor, quien había regresado a su casa
desde el hospital, aunque no querían
darlo de alta, la encuentra en el mismo estado en que la dejó. Había pensado
que tal vez la señora Kráner había limpiado y botado cosas pero no fue así.
El doctor, más temprano
que tarde, vuelve a sus rutinas habituales: beber, fumar, alimentarse mal.
Recordemos que también leía y llevaba un diario. Al doctor no le sorprendió el
hecho de que no se había topado con ninguno de sus vecinos, lo cual atribuyó al
mal tiempo.
Así, volvió a tomar su
diario (también tenía cuadernos donde escribía de cada vecino en particular).
Empezó a escribir sobre algunos de ellos, pero no sobre circunstancias que
estuviera presenciando u observando directamente sino imaginándolas). ¡Este
hecho lo sorprendió! Poder escribir sin
observar lo que estaba ocurriendo y se
dijo “o bien me he vuelto loco o bien esta tarde me he dado cuenta por la
gracia de Dios de que poseo una fuerza magnética. Sólo con las palabras soy
capaz de determinar la estructura de los hechos que se producen a mí alrededor.
Por el momento, sin embargo, ni siquiera intuyo lo que he de hacer. O me he
vuelto loco” (222).
Creo que no exagero al
afirmar que Tango satánico nos narra
el descubrimiento de la capacidad de imaginar de un hombre y de llevarlo al
papel. Por supuesto, la historia narrada por el doctor: la relación de un grupo
de personas que viven en una “explotación”, la forma cómo se relacionan, la
pobreza, la falta de valor para cambiar su situación, la admiración hacia un
hombre que, aunque sagaz, termina siendo un vagabundo y un aprovechador es
interesante y merecedora de análisis, no obstante, lo que hace Krasznahorkai, es
plantearnos que el doctor está escribiendo una novela que el mismo no percibe
como tal pues escribía lo que veía y deducía, hasta que se da cuenta que puede
escribir I M A G I N A N D O. Ese descubrimiento me parece maravilloso.
De alguna manera, el
doctor nos hace saber que el escribir requiere un espacio de soledad ya que
busca unos clavos y los clava en la puerta de entrada de su casa para que nadie
lo interrumpa (claro, el doctor no sabía que la mayoría de sus vecinos se
habían marchado).
Leemos en Tango satánico “El doctor suspiró
nervioso, preparó otra mixtura…y paseó inquieto la mirada por la habitación Con un sentimiento entre el temor y la duda,
volvió a formularlo para sus adentros: No hay nada que hacer, a partir de un determinado
nivel de concentración yo mismo puedo
determinar lo que ha de suceder en la explotación. Pues sólo ocurre lo que se
formula” (222).
Antes de que el doctor
se encerrara en su casa, hubo un momento que escuchó unas campanas y estuvo
mucho rato pendiente por si las volvía a escuchar. Le parecía algo raro porque
no había iglesias cercanas. Luego, las volvió a escuchar y salió de su casa
para saber de dónde provenía el sonido y logró identificar su procedencia. Venía
de una ermita solitaria que había sido destruida durante la guerra. El doctor
ve allí a un hombrecillo anciano, asustadizo, que le parece proceder de algún
psiquiátrico. También vio la campana.
Lo cierto es que el
doctor se puso a escribir el capítulo inicial por el que comienza Tango satánico que comienza hablando del
reflexivo Futaki, quien también había escuchado el tañer de la campana.
Excelente novela que
nos explica cómo se escribe una y la vitalidad de la imaginación.
Tango
satánico fue llevada al cine en 1994 por el cineasta húngaro
Béla Tarr.
Escrito y publicado por Libia Kancev D.
Caracas, 12 de
noviembre de 2025.










