sábado, 29 de diciembre de 2012

Поема дел desamor




Viento que hace de las suyas
En este final decembrino

Un tsunami es lo necesario
Barrer escombros, restos de una
Ilusión-amor ausente de convencionalismos
Hizo disco rayado sin pena
Al vibrar en permanencia infinita.

La risa no hizo sombra
Como pelotica de ping pong
Regresó al origen macabro  
De lo (des)humano, en silencio, tan opaca,
Imperceptible.






Caracas, 29 de diciembre de 2012.

martes, 25 de diciembre de 2012

IN STRICTO SENSU



A Jessica y Yasmín











Tengo la impresión de que la literatura amplió mi capacidad de compasión.
Susan Sontag







Las agujas del reloj giraban en sentido inverso. Ramón pensó que era antiestético. Su mujer recordó un antiguo amor, el verdadero, burlado una y otra vez. Volvió Ramón a pensar en lo estético pero, igual que Sontag, se negó a interpretar. Vio el coro de zamuros y  su negro cantar agorero que no indicaba carroña sino puro afán gregario inmerso en himno innoble.

El hombre lo dijo minutos después en el humilde granero. Lo que sabía y lo deducido desde años atrás. No era él el amado sino la negación de lo estético, de la interpretación, del coro, de los zamuros.

Una mañana, la horrenda ave se esforzó por llegar en vertical a su ventana. Esfuerzo impío. Gravedad desafiada. Su laxo cuello hacía esfuerzos humanos por aferrarse a la oxidada reja de antaño mientras extendía sus alas en una pretensión de poderío que poco intimidaba. Eso dijo Ramón para disimular el abandono planeado que esa noche, en el granero, llevó a cabo.

Nacemos con el azar o con el designio. O con ninguno de los anteriores lo cual nos remite a la época escolar. Signos opacos que irrumpen en la naturaleza que no es mujer sino lo que la cultura diga. Instantes del tiempo que no son vida. Vida es lo que permanece en stricto sensu



Caracas, 25 de diciembre de 2012.

sábado, 22 de diciembre de 2012

LA SEGUNDA Y SAGRADA FAMILIA

Inés Muñoz Aguirre

Ana T. Torres 










A Ivanka, por su afición al género negro

Según algunos autores de novela negra en nuestro país, en el mismo no existe "tradición" de este subgénero de la novela policial, en comparación con otros países de Latinoamérica. Nos interesa destacar que, dentro del género femenino, la escritora Ana T. Torres (Caracas, 1945) ha escrito novela policial (¿novela negra?) como es el caso de El Corazón del otro (2004) y La Fascinación de la víctima (2008). Ahora,  La segunda y sagrada familia (2012) de la escritora venezolana Inés Muñoz Aguirre, viene a acompañar a Torres para conferirle mayor vida a la novela negra. La segunda y sagrada familia prácticamente acaba de ser publicada por Ediciones B, inaugurando la serie (de novela negra) Vértigo, dirigida por la escritora, guionista y dramaturga Mónica Montañés (Caracas, 1966).

Es conocido el hecho de que la novela negra tiene como caldo de cultivo las situaciones de crisis política, social y/o económica en los diversos países. Aunque nuestro país no está exento de tales crisis, en especial con el tema de la violencia que ubica a Caracas como una de las capitales más peligrosas del planeta, la novela negra no presenta, como ya hemos afirmado, un mayor desarrollo, realidad que sigue siendo una interrogante sin respuesta satisfactoria para algunos de nuestros más conocidos escritores que trabajan el género. Lo que sí parece estar claro es que existen buenas expectativas de que se escriba (se edite y publique) más novela negra. En Latinoamérica, una de las particularidades más resaltante de este género es su utilización como forma de crítica y denuncia social. La segunda y sagrada familia no escapa de ello sobre todo en relación al tema de la ineficacia policial y al del lugar secundario en el que es posicionada la mujer en nuestra sociedad (y, muchas veces, en las que ella misma se sitúa).

Diez días resultan suficientes para narrar la historia de La segunda y sagrada familia. Se trata de un relato, en esencia, lineal y con una multiplicidad de personajes. Su  escritura tiene un estilo cinematográfico por la rapidez con que se relatan las escenas descritas. Creemos que ello explica algunas confusiones que nos obliga a volver atrás en ciertos momentos. La novela está ambientada en nuestra ciudad capital y se desarrolla en los días previos a unas elecciones presidenciales donde el candidato principal Emiro Castellanos tiene dos familias constituidas, hecho conocido públicamente. La primera familia, la “legal” y la segunda en donde Castellanos hace vida marital con una conocida periodista. Con cada una de sus parejas, Castellanos tiene tres hijos. Ambas mujeres, la esposa y la amante toleran la situación pero no sucede lo mismo con los hijos. En medio del período pre electoral, la esposa de Castellanos comienza a ser víctima de una serie de amenazas que  se materializarían en nueve días.

Así, día tras día y horas tras horas se van sucediendo una serie de acontecimientos que, de inicio, nos muestra a una policía que luce ineficaz para hallar al o a los responsables de las amenazas pero, cerca del final, se expone que no había tal ineficacia puesto que el caso se resuelve favorablemente. La conclusión de la trama está muy relacionada con la sagacidad e intuición de Carolina Larotta, la abogada y detective protagonista. Hay dos muertes en la novela: una que no llega a ser esclarecida y la de la asistente de la esposa de Castellanos que colaboraba con las amenazas pero no por interés directo sino por una relación amorosa que mantenía con uno de los involucrados en el hecho delictivo.
Un tema que no pasa por alto en la novela de Muñoz Aguirre es el de “la mujer”. Por un lado está el de una mujer que asume con firmeza un cargo que con gran frecuencia es ocupado por hombres; por otro lado, dos mujeres enamoradas de un mismo hombre y que lo justifican continuamente; otra mujer que se involucra en un delito (contra otra mujer) por mantener relaciones con un joven que podría ser su hijo. En este sentido, la novela puede servir como debate dentro del ámbito del feminismo en el país.

Pensamos que La segunda y sagrada familia está bien escrita, que en la misma hay un manejo adecuado del suspenso, que es difícil que un lector interesado no se formule hipótesis sobre los responsables del delito. También que una lectora no cuestione las posturas de los personajes femeninos más protagónicos.

En el marco del Segundo Encuentro Internacional de Narradores llevado a cabo recientemente en nuestro país, Muñoz Aguirre, quien además es comunicadora social y dramaturga de amplia trayectoria, mencionó que había escrito la novela en seis meses y que ya se aprestaba a escribir la siguiente.

La segunda y sagrada familia es una novela recomendable tanto para los amantes de la lectura en general como para los aficionados a la novela negra en particular.

Caracas, 21 de diciembre de 2012.

sábado, 15 de diciembre de 2012

EL BOSQUE DE LOS ABEDULES. ENZA GARCÍA ARREAZA


Abedul enano

El romper de una ola no puede explicar todo el mar.
VN



















Enza García Arreaza














La lectura del libro El bosque de los abedules (2010) de la escritora venezolana Enza García Arreaza (Puerto La Cruz, 1987) incluye un total de siete relatos. Desde un punto de vista general, la prosa de Arreaza, al menos la desplegada en este libro, incluye, a mi parecer, las siguientes características: inteligente con un evidente matiz de desparpajo y dureza; un nivel cultural claro. Hay varios temas ligados a la mujer, entre ellos, el tema de la sexualidad, el de la maternidad, el tema de la hostilidad hacia la madre (casi siempre ausente por abandono del hogar o porque no se le menciona o porque se lo hace de forma despectiva); el tema de la menstruación. También el tema de la amistad entre las mujeres, el amor entre ellas o, sencillamente la carencia del alma en las mismas. Es notorio que la figura del padre (aunque la narradora no lo haya conocido) ejerce un importante papel conductor. Incluso, el relato “Sauce con pájaros negros” (47) narra la historia de una relación incestuosa entre una hija adolescente y su padre, exenta de cualquier temor o autocrítica por parte de ninguno de ellos.

Hay un tema reiterativo ya previsto en el nombre de cada relato. Se trata del amor por los árboles: abedules, sauces, cedros y otros. Tema que no se considera común a la escritura llamada femenina y cuya explicación sería tarea pendiente.

García Arreaza toca otros temas; está el de nuestra ciudad capital; el de nuestra situación política actual. Habla sobre el cuento, sobre la finalidad de la poesía y lo que la literatura puede hacer: el tema de la crítica literaria también está presente. El de la filosofía platónica y el de la mitología nórdica o escandinava, en particular en el relato “Yggdrasil”.

La lectura exhaustiva de El bosque de los abedules, me lleva a preguntarme si el “estilo” de García Arreaza ¿es femenino y, en ese sentido, si constituye un texto de escritura femenina?; ¿Cuáles serían los parámetros para definir ese estilo femenino?  O, ¿se tratará de un texto de escritura masculina? Esta última interrogante, se enmarca dentro de la consideración de la escritura que prevalece dentro del sistema hegemónico dominante donde nos movemos y del cual es muy difícil escapar.

“El bonsái de Macarena”. Este relato trata, básicamente, sobre una venganza. La que se comete sobre una mujer joven, maestra, por parte de otra, más joven, música, que le comenta sobre su ex novio, presa de la experiencia del desamor.  La maestra, de 29 años, llamada Macarena, le dijo al ex novio de la menor que ella había dicho que “él lo tenía pequeño”. El ex novio la espera un día, la invita a cenar, la golpea brutalmente y luego la deja en su casa. Y la menor se venga. Dice la narradora-protagonista que su madre le había advertido una vez “Mi madre me lo advirtió y yo no quise creerle: cuídate de las mujeres que sin ton ni son te convierten en su muñequita personal, porque tarde o temprano se aburren y te quitan la cabeza” (28)

Luego, la narradora se pregunta:

¿por qué las mujeres dedican tantos años de preparación en despreciar al resto de sus compañeras de sexo? A mí que no me vengan con ese cuento del amor materno, para empezar: conozco a más de una que detesta a las hijas por bellas, cultas o sencillamente por haber tenido mejor puntería a la hora de escoger marido. Y una vez que una mujer entiende que hasta su madre es fuente de hostilidad, es capaz de distinguir en las demás cualquier forma de agresión para la que, gracias al cielo, se ha preparado toda la vida para combatir…Aprende a pisotear a tú madre y el resto será una placentera continuación del matricidio. Lo otro es lo que decía Nietzsche: cada mujer es demasiado vanidosa como para no permitirse una cuota de desprecio por las demás (28).

En este texto también se hacen alusiones a la amistad entre las mujeres y al amor entre las mujeres “La amistad entre mujeres, además, es de oscuridades más salvajes. No sé quien dijo que las lesbianas venían al mundo después de decepcionarse de los hombres” (33). Otra cita es:

La mujer no tiene alma, o al menos su alma es demasiado positiva como para tener una forma propia…el alma de la mujer adopta la forma de aquello que ama: madre tierra, nunca filósofo. . . Una mujer no quiere saber por quién sufre su corazón, le basta con que su corazón sufra. . . Entonces digo yo: pon a dos mujeres a amarse y tendrás el caos. Dos animales sin arma y forma, tratando de hallarse a sí mismas en la otra. Aquí se cumple a cabalidad aquello de que el espejo te devolverá un monstruo (34)

La narradora lamenta haber quemado a un bonsái.

“Los pinos del patio”: una joven venezolana, Liliana y un joven de origen libanés, Charbel se enamoran. Ella queda embarazada y se casan. La familia del joven está muy molesta pero no les queda más remedio que aceptar a Liliana en su casa. Liliana era  muy silenciosa. Sufre la saña de su suegra y de las hermanas de ésta. Luego el padre de Charbel habla con ella y le da su apoyo. Tiene a su hijo a quien llaman como al abuelo paterno, Mikhael. Un día su suegro conversa con ella. Le cuenta una historia personal de amor al que tuvo que renunciar y también le habla de la maternidad (44).

“Sauce con pájaros negros”. Es un relato narrado a dos voces: padre e hija. Una niña (ya adolescente), Isabel, que vive sola con su padre Octavio desde que su madre los abandonó cuando ella tenía cinco años “…a partir del momento en que mi madre nos dejó por otro hombre” (52). Isabel agrega que no se asustó mucho cuando su madre se largó. Duermen juntos. El padre es todo para ella y la acompaña en sus procesos naturales del paso de niña a mujer (la menstruación). Isabel incita sexualmente a su padre e inician así unas relaciones incestuosas, no obstante, el padre se casa con una mujer (que sólo lo quiere por interés económico), llamada Juliana. Al final, el padre es asesinado por unos asaltantes y Juliana se queda tranquila disfrutando de los beneficios económicos heredados. Al parecer le había pedido a San Miguel Arcángel que la librara de Octavio y de su hija.

“La calle del abeto”: en este texto, una joven narra la experiencia de su embarazo, en su primera relación sexual con un joven (Álvaro Miller) que había prometido llevarla a la isla de Rodas. Pero él ya no estaba cuando ella se enteró de que iba a ser madre. Su padre, Alonso, la mandó a Oregón, con su hermana Lola y su esposo James y así hacer que el “escándalo” se olvidara “…mi embarazo era la noticia de sobremesa de los desayunos dominicales de varias familias en el valle” (62) La joven vivió en una casa aparte y sus tíos la apoyaron mucho para arreglarla. Un día vio un abeto en el que no se había fijado antes “…reparé en un abeto pequeño, como de la mitad de mi estatura, que me hizo mucha gracia…No pude aguantar y abracé al árbol” (63-4). Tuvo a Alejandro. Sus tíos sembraron el abeto en su jardín y el niño también aprendió a querer al abeto y decía que dentro de él había un niño que tenía pensamientos verdes. A todas éstas, la joven pensaba en estudiar letras:

Yo quería estudiar letras o algo parecido…Suponía que aún podía hacerlo,...No sabía si era miedo lo que me ataba a este rincón parsimonioso. No sabía si era la simple y llana imagen de mi hijo junto a un abeto robado lo que me adormecía en el umbral, descartando cualquier otra circunstancia, por más excitante que fuera…Yo no tenía nada más y no quería ser nada más. Mi vida giraba en torno a un árbol y al niño que jugaba a su alrededor… (66)  

Al final no se animaba aunque creía que sus tíos cuidarían a Alejandro. Alonso, en todo eso tiempo no se reconcilió con su hija que lo esperaba con ansias. Luego Alejandro murió arrollado por un camión queriendo proteger a unos abetos.  Después de la muerte de su hijo, la joven considera que ya nada importa. Se pregunta y se dice “¿Quién es Alonso? Ya no tengo a quién pedirle perdón por nada, ni qué milagros poner a la orden del patrón de Padua y de Lisboa. Alejandro y el equinoccio de primavera van quedando detrás de mí en la nieve…” (71)

En este relato, se describe el tema de la maternidad desde una postura digamos que tradicional. La mujer que después de tener un hijo no logra continuar experiencias de estudio, pero, en este caso se trata de que el niño la “llena” por completo pues ella sabe que su niño podría estar bien cuidado. Recordamos la afirmación de la crítica italiana, Carla Lonzi, “La maternidad es el momento en que la mujer, recorriendo las etapas iniciales de la vida en simbiosis con el hijo, se desculturiza” (39). Creo que Lonzi tiene mucha razón, aunque sabemos que esa “desculturización” puede verse paliada por diversos factores, tales como: el interés real de la mujer por continuar una carrera; la existencia de un apoyo eficaz en el cuido del hijo y otros.

“Yggdrasil”: es el fresno perenne, el árbol de la vida o fresno del universo en la mitología nórdica. Este relato narra la historia de un  fantasma. Se trataba del fantasma de un joven que se había suicidado colgándose de un árbol. El joven (que es el narrador) se había enamorado de una compañera de estudios llamada Flavia pero, ella se había casado con otro compañero llamado Adriano “Se casó con Adriano porque después de la noche en Galipán quedó embarazada” (77). Y él vivía en casa de ellos, haciendo interpretaciones basado en la mitología nórdica. El joven fantasma habla de su padre que el bautizó con el nombre de Asgard (ciudad gobernada por Odín) “Mi padre nació en el año del perro…su abuela lo encontró muerto de frío en una caja de zapatos, mientras la madre se pintaba los labios de rojo carmesí” (75). La primera vez que el joven vio a Flavia escuchó unas voces que también había oído su padre el día del entierro de su abuela. En una parte, el joven habla sobre el amor entre un hombre y una mujer y sobre sus almas:

Sobre el alma de Flavia, en cambio, Adriano discurría un poco menos: los hombres pueden amar hasta condenar la carne a la más feroz descomposición, pero pensar demasiado en el alma de la mujer escogida los arrima a un tártaro portátil que amenaza con pedir vísceras a cambio. En el fondo, los hombres sienten como un fracaso ante sí mismos el hecho de amar a una mujer. No como ellas, que creen derrocar el caos primordial cuando se entregan a su amo, como si eso respondiera todas sus preguntas (79)

Pareciera que el relato fuese un pase de factura a un profesor que no había dejado entrar a su clase al joven que posteriormente se suicidó.

“El aliento de los cedros”: Una joven caraqueña, hija de padres separados, va a Estados Unidos (donde vive su madre) a solicitud de una amiga de años llamada Emily. Paula llega, está poco tiempo con su madre a quien literalmente detesta “Mi mamá es una mancha en mi infancia, una mancha que se va decolorando,…” (86). Agrega que “Venir a San Diego a visitarla es una tortura sin precedentes” (83) y se dirige a ver a Emily. Se habían conocido cuando ambas tenían 12 años, al igual que a un libanés llamado Khalil. Paula encontró a Emily avejentada. Resulta que Emily y Khalil se habían enamorado y un cedro legendario era su punto de encuentro. Sin embargo, Khalil tuvo que regresar al Líbano para casarse con una joven siria con la cual sus padres lo habían comprometido. Él regresó a EEUU al año de casado y su esposa ya estaba embarazada de su primer hijo, luego se mudaron a la ciudad donde vivía Emily. Se veían pero era un amor que no llegó a consumarse nunca. El cedro seguía siendo el lugar donde se encontraban. Emily le contó a Paula que Khalil había muerto y que ese día era el entierro y que quería que ella la acompañara. Emily se derrumbó en el entierro.

Hay otra referencia a la madre que es muy dura “Mi mamá es una puta. Ella no se enamoró de un californiano y defendió la verdad. Ella dejó a mi padre porque lo odiaba, odiaba la manera en que él le rendía tributo y porque no era capaz de verla como realmente es” (95)

“Pero entiendo, tú mamá es un ser despreciable… -Yes, she is” (90).

En este texto, la narradora, Paula hace mención a la finalidad de la poesía:

pensé que entonces para eso servía la poesía: otra vez para pedir perdón por las disonancias que teníamos con el mundo. Para que el dolor de los otros fuera la medida de la propia desolación, acaso de la eternidad, a la que cada uno aspiraba en secreto. Supongo que la poesía espera que también nos volvamos bondadosos. Lo suficiente para que ella misma alcance el perdón (98).

También toca el tema de su visión de nuestra ciudad capital y del gobernante actual del país.

Otro tema: el del amor por los árboles (88, 91).

“El bosque de los abedules”: es una narración en primera persona. Una joven, ya universitaria (que no había conocido a su padre inglés, aunque se expresa bien de él), y que trabajaba en una librería, tenía una gran devoción por los árboles “Pero lo cierto es que no alcanzo a tener la fuerza para no pensar que una vida debe estar poblada de árboles, al menos la mía” (100). “Entonces volví a pensar en los abedules” (101). Un día se topa con un gato negro de grandes ojos amarillos. Se lo lleva a su habitación. La joven tenía gran afición por los árboles, en especial por los abedules. La primera noche de tener el gato con ella, tiene una “visita”, se trata de un fantasma que es experto en mariposas (Navókov) y cuyo hermano murió en un campo de concentración (el hermano de Navókov, Serguéi, murió, efectivamente, en un campo de concentración en 1944). La joven cree que se trata de un sueño porque el gato, a quien le había puesto el nombre de Montejo no se había asustado. Tenía una amiga llamada Fabiana que la llamó para contarle que había ido donde una “bruja” en Sebucán. Resulta que a la señora, llamada Dolores, se le había perdido su gato. Antes de devolverlo la joven vuelve a tener la visita del fantasma y sueña con su padre al que nunca conoció. El fantasma le lee. Anna devuelve al gato que resulta ser la reencarnación de Vladimir Nabókov (Rusia, 1899-Suiza, 1977). Dolores, era la protagonista de su libro Lolita. Luchó por quedarse con el gato pero no pudo.

En este relato resalta la vida de una joven sin padre pero sueña con él. La madre es apenas nombrada. Amor por los árboles y por la literatura, en especial, Montejo, Vladimir Nobókov. Habla sobre el cuento.También habla de nuestro actual gobernante, de nuestra ciudad y sus consabidas colas.

Textos citados

García Arreaza, Enza. El bosque de los abedules. Miranda: Equinoccio. 2010. Impreso.

Lonzi, Carla. Escupamos sobre Hegel: Escritos de “Rivolta Femminile”. fem-e-libros. México. 2004. www.creatividadfeminista.org



jueves, 13 de diciembre de 2012

No quiero que nadie me regale...


(...) Me di cuenta de que tenía que revolucionar; aprender cosas nuevas para no quedarme atrás. Me di cuenta y me rebelé.
Jaime Sabines








No quiero que nadie me regale…

Empiezo este escrito con un lugar común, la comunicación humana es difícil. Siempre he creído que eso es cierto. Pienso ahora en una de las profesiones y de las funciones que me merecen mayor respeto: se trata de ser maestro, docente, profesor. En cualquier escala, ejercer esta profesión requiere cualidades particulares. Primero: deseo de enseñar; segundo: el tener la capacidad para hacerlo; tercero: el ser considerado; el ser equitativo.

Yo no quiero que nadie me regale…

Las relaciones humanas pueden ser difíciles (otro lugar común), sencillas o plagadas de indiferencia o de otros sentimientos de diversas intensidades. En el ámbito de la docencia, dichas relaciones son variables y me parece inobjetable que puedan darse situaciones de empatía entre alumnos y profesores o todo lo contrario.  Pero yo no quiero que nadie me regale…

Dependiendo de cada quien, una apreciación, en especial la de un profesor hacia un alumno más cuando se consideran amigos, hay que tener mayor cuidado a la hora de evaluar.

Percibir que hay alumnos cuyos comentarios son aprobados a priori; que se hagan "apuestas" sobre quiénes tendrán la nota máxima y, acertar, es sencillamente terrible y eso desmerita tanto al alumno como al profesor, mucho más, pensamos, a este último. 

Yo no quiero que nadie me regale…

Alguien me decía que eso sucedía en todas partes. Sí, probablemente es cierto pero da pena que suceda. La reiteración no nos dice mucho. Es como decir que todo el mundo roba; que todo el mundo es reposero, que todo el mundo. ..El bendito decir que todo el mundo…

Yo no quiero que nadie me regale.

Cuando estudiaba Medicina la formación fue muy exigente. Yo no vi las prebendas. No digo que no las hubiese pero no las vi. Tuve la fortuna de estar en un grupo que siempre catalogué de excelente. Había notables diferencias económicas, es decir, la mayoría eran parte de la llamada “clase alta”, con el agregado que eran hijos de médicos, o sobrinos, etc. Una minoría proveníamos de los llamados sectores populares pero había mucho amor al saber y lo que yo llamaría una competencia sana.

Yo no quiero que nadie me regale…

Aunque estudié Medicina, la literatura siempre fue parte de mí. De dónde provino ese interés por la literatura no sabría decirlo. Pero desde el día que leí mi primera novela sin que nadie me la mandara a leer ya nunca más paré: la recuerdo bien, Buenos días tristeza de Françoise Sagan; luego Demian de Hesse; luego La madre de Gorki, luego Sybil, (no recuerdo el nombre de la autora pero sé que era una mujer). No sé cuántas veces la leí: trataba de una joven que tenía 16 personalidades. Recuerdo que la llevaron al cine y que fui a verla: de esa experiencia aprendí que las películas hechas a partir de una novela, nunca sería lo mismo que leer la novela. Como decía, ya nunca paré. Casi todas las novelas que leía estaban en la biblioteca de mi casa y, hasta ahora me ha quedado la duda de cómo vinieron a parar allí.

Mi padre leía. No sé cuántas veces le escuché fragmentos de El Capital y El Manifiesto del Partido Comunista. Porque mi padre era comunista. Tenía un tío materno que era un apasionado de la Historia de la Revolución Francesa  y de los poemas de Darío. “Juventud divino tesoro, ya te vas para no volver, cuando quiero llorar no lloro y a veces lloro sin querer…”

Resulta que a veces no logramos explicarnos el amor por algo pero el amor florece y hay un deseo que, como todo deseo, nos guía. Lacan decía que no debíamos traicionar nuestro deseo. Lo que sé de literatura lo “aprendí” leyendo. No hay otra forma de aprenderla y valorarla.

Digo: yo no quiero que nadie me regale…

Creo que el trabajo docente requiere equilibrio y equidad. No hacerlo es un flaco servicio que se le hace al proceso de aprendizaje. Es dañino.

Amo al saber y no niego que hay gente que ama el saber por el saber pero, en el acto pedagógico, ese saber debe trascender. Si ese saber se queda en un regodeo personal que en su transmisión sólo pretende demostrar que se sabe, malo, malo.

Sí “premio” lo que no debería ser premiado, malo, malo.

Yo, por mi parte, no quiero que nadie me regale… Seguiré leyendo literatura (ahora sé que no se sabe bien qué es la literatura), seguiré leyendo aunque “la vida” sea así como, al parecer, siempre ha sido.


Caracas, 12 de diciembre de 2012.