jueves, 30 de agosto de 2012

Entrevista a Jonathan Franzen (II)


4.- Jonathan, sé que es muy aficionado a las aves, ¿Cuáles vio en Más afuera?

La primera que vi fue un pequeño cinclodes de flancos grisáceos y varios halcones de Juan Fernández, que son dos de las cinco especies de aves terrestres de Más afuera. La isla es también el único lugar de cría de dos interesantes petreles y una de las aves canoras más raras del mundo, el rayadito de Más afuera, que yo tenía la esperanza de ver. . De hecho, al partir rumbo a Chile, observar nuevas especies de aves era la única actividad que podía asegurar que no me aburriría. La población de rayaditos, que en su mayoría vive a gran altitud en una pequeña zona de la isla llamada Los Inocentes, se calcula que puede haberse reducido hasta los quinientos ejemplares. Muy pocas personas han llegado a ver alguno… ¿y cuándo montó la carpa? Bueno resuelta que había una especie de casa de guardabosques pero mi idea era buscar agua, montar la carpa aunque las pequeñas comodidades de la choza me hicieron dudar, después de mucho caminar y sopesar pros y contras, me instalé en una hondonada que protegía un poco del viento y desde la que no se veía el refugio, y allí comí queso y salami. Llevaba cuatro horas solo. Planté la tienda, sujetando el armazón a las rocas mediante lazadas y afianzando las estaquillas con las piedras más pesadas que logré acarrear. Luego me preparé un café en mi pequeña cocinilla de gas.
Me veía tan incapaz de desprenderme de las comodidades del refugio como de las distracciones modernas de las que supuestamente pretendía huir yendo allí. Fui por otro odre de agua y utilicé la olla y  la estufa de propano para calentar agua con la que bañarme… Como ya había transigido tanto, me llevé uno de los colchones de espuma promontorio abajo y lo metí en la tienda.  —Pero ya está —me dije en voz alta—. Esto es todo. La frase “esto es todo” me recordó a David Foster. La leí en algún texto suyo…

5.- ¿Qué más puede decirnos de ese primer día, en el que usted estaba prácticamente sólo en Más afuera? Salvo por el zumbido de las moscas y algún que otro reclamo de cinclodes, en mi campamento reinaba un silencio absoluto. A veces la bruma se alzaba un poco, dejando al descubierto laderas rocosas y valles húmedos plagados de helechos hasta que el techo brumoso bajaba de nuevo. Saqué mi cuaderno y anoté lo que había hecho en las últimas siete horas…Pero cuando me propuse escribir algo a modo de confesión, en primera persona, me sentí cohibido. Por lo visto, en los últimos treinta y cinco años me había acostumbrado tanto a narrativizarme, a experimentar mi vida como un relato, que ahora podía usar los diarios personales sólo para la resolución de problemas y la auto investigación. Ni siquiera a los quince años, en Idaho, había escrito desde mi desesperación, sino sólo una vez superada ésta, y ahora, más aún, los relatos que me importaban eran aquellos narrados —seleccionados, esclarecidos— en retrospectiva.

6.- ¿Ante está dificultad qué pensó? Por los momentos no podía hacer nada más. Entonces pensé lo que haría al día siguiente.  Mi plan para el día siguiente era intentar ver un rayadito La isla me parecía interesante por el mero hecho de saber que el ave se hallaba allí. Cuando voy en pos de los vestigios de especies nuevas, lo que busco es una autenticidad en gran parte perdida, un mundo, aunque ahora plagado en gran medida de seres humanos, todavía hermosamente indiferente a nosotros; lograr ver un ave poco común que de algún modo persevera en su vida de reproducción y alimentación es un placer perdurablemente trascendental. ¿Y luego? Animado por la perspectiva de esta búsqueda no exenta de desafío, me preparé un tazón de frijoles y luego, aunque todavía quedaba luz del día, me encerré en la tienda. En el cómodo colchón, metido en un saco de dormir que conservaba desde el colegio y con una lámpara sujeta a la frente, me instalé a leer Robinson Crusoe (1719). Por primera vez ese día, me sentí feliz. 

Jonathan, debo decirle que no he leído Robinson Crusoe. Creo que tiene que ver con el hecho de que me atrae poco las novelas de aventuras, además de las de ciencia ficción. Aún así, ¿Qué puede decirme sobre la misma? Bueno… te recomiendo que en algún momento la leas. Te diré unas cuantas cosas… Uno de los primeros grandes admiradores de Robinson Crusoe fue Jean-Jacques Rousseau, quien, en su Emilio, propuso que fuera el texto primordial en la educación infantil. Siguiendo la excelente tradición francesa de la expurgación, Rousseau no tenía en mente todo el texto, sino sólo la larga sección central, en que el náufrago narra su supervivencia durante un cuarto de siglo en una isla desierta. Pocos lectores discutirían que ésta es la parte más atractiva de la novela, en comparación con la cual las aventuras de Robinson antes y después resultan desvaídas y mecánicas. Parte del atractivo de la historia de su supervivencia es la especificidad de las descripciones de Robinson: los «tres... sombreros, un gorro, y dos zapatos que no hacían pareja», que es lo único que queda de sus compañeros de barco ahogados, el catálogo de material útil que rescata del buque naufragado, las complejidades de su acoso a las cabras montesas que pueblan la isla, los aspectos prácticos de reinventar las artes domésticas para fabricar muebles, embarcaciones, loza y pan. Pero lo que realmente anima estas aventuras sin aventura, creando un sorprendente suspense, es su accesibilidad a la imaginación del lector corriente. leer acerca de las soluciones prácticas a los problemas del hambre, la intemperie, la enfermedad y la soledad es sentirse invitado a entrar en la narración, a imaginar qué haría uno si se encontrara aislado de  una manera similar, y a medir su propia resistencia, recursos e ingenio práctico en  comparación con los de él. Hasta que el mundo externo incide en el aislamiento de la isla, en forma de caníbales merodeadores, sólo estamos nosotros dos, Robinson y su lector, y es un espacio muy acogedor. En una narración con más acción, las páginas donde se describen las tareas cotidianas y las emociones del náufrago serían lo que el crítico Franco Moretti denomina mordazmente «de relleno». Pero, ¡ojo!, como Moretti observa, la prolongación dramática de esa clase de relleno fue justo la gran innovación de Defoe (1659 -1661/ 1731)esos relatos de lo cotidiano pasaron a ser un elemento fijo de la narrativa realista, en Austen y Flaubert tanto como en Updike y Carver. Eso que dices llama mucho mi atención ya que recientemente he escuchado sobre un tipo de literatura que pone su atención sobre lo cotidiano, aunque sobre lo cotidiano que usualmente resulta invisible, inaudible, intocable, es decir, pasado por alto y que buscaría cambiar esa situación… Sí, sé de que hablas, lo que afirmo vendría a ser una fase previa dentro del desarrollo de la literatura y de la novela en particular  que implica el fijarse y narrar lo cotidiano. Quiero agregar que, enmarcando y hasta cierto punto interpenetrándose con el «relleno» de Defoe, descubrimos elementos de otras importantes formas de prosa narrativa que lo precedieron: las antiguas novelas helenísticas, que incluían relatos de naufragios y esclavización; las autobiografías espirituales católicas y protestantes; las novelas de caballería, medievales y renacentistas, y la picaresca española. La novela de Defoe sigue asimismo la tradición de las narraciones denigrantemente basadas, o pretendidamente basadas, en la vida de personajes públicos reales; en el caso de Crusoe, el modelo fue Alexander Selkirk… Incluso se ha afirmado que Defoe quería que la novela fuese una obra de propaganda utopista, ensalzando las libertades religiosas y las oportunidades económicas de las colonias inglesas en el Nuevo Mundo.

7.- Por lo tanto, ¿Robinson Crusoe no podría considerarse como la primera novela que existió? Obviamente…La heterogeneidad de Robinson Crusoe revela la dificultad, incluso el absurdo, de hablar del «surgimiento de la novela» e identificar la obra de Defoe como el primer ejemplar de este género. Al fin y al cabo, Don Quijote (1605) se publicó más de un siglo antes y es sin lugar a dudas una novela. ¿Y por qué no llamar también novelas a los libros de caballería, si se publicaron y leyeron ampliamente en el siglo XVII y si, de hecho, la mayoría de las lenguas europeas no establece distinción entre libro de caballería y novela? Los primeros novelistas ingleses a menudo hicieron hincapié expresamente en que sus obras no eran «simples libros de caballería»; pero lo mismo habían dicho muchos autores de libros de caballería.




viernes, 24 de agosto de 2012

Entrevista a Jonathan Franzen (I)

Jonathan Franzen 
Isla Más Afuera (Chile) 

































Jonathan Franzen (Chicago, Illinois, 1959). Escritor y ensayista norteamericano

1.-Jonathan ¿por qué viajó usted recientemente a la isla de Más afuera?

A finales del otoño pasado sentí la necesidad de ir muy lejos. Llevaba cuatro meses centrado en la promoción ininterrumpida de una novela, pasando de un punto a otro de mi agenda sin voluntad alguna, sintiéndome cada vez más como el rombo gráfico en la barra de progreso de un reproductor de medios… ¿Y aparte de esa necesidad? Bueno…también sentía un gran aburrimiento. Sí, aburrimiento era lo que yo padecía en ese momento. Cuanto más busca uno distracciones, menos eficaz es cualquier distracción concreta, y por eso al final elevé la dosis en varios grados hasta que, sin darme cuenta, acabé consultando mi e-mail cada diez minutos, mis mascadas de tabaco fueron cada vez más grandes, mis dos copas nocturnas se agravaron hasta convertirse en cuatro y alcancé tal dominio del solitario por ordenador que mi objetivo ya no era ganar una partida, sino dos o más consecutivas, una especie de metasolitario cuya fascinación no consistía en jugar a las cartas, sino en explorar las rachas de victorias y derrotas.

2.-¿Qué cosas concretas se planteó hacer allí?

Pensé que sería una buena idea, mientras es-tuviera allí, releer el libro considerado la novela inaugural inglesa. Robinson Crusoe fue el primer gran documento del individualismo radical, el relato de la supervivencia psíquica y práctica de una persona corriente en un profundo aislamiento. ¿Algo más?

También esparcir parte de las cenizas de mi amigo David Foster W. que me había dado su esposa y mi amiga Karen. ¿Y eso por qué Jonathan? Bueno…Karen sabía, porque yo se lo había explicado, que mi actual estado de huida de mí mismo había empezado poco después de la muerte de David, dos años antes. En aquel momento había tomado la decisión de no afrontar el horrible suicidio de alguien a quien quería mucho y, en cambio, refugiarme en la rabia y el trabajo. Sin embargo, ahora que el trabajo había concluido, era difícil pasar por alto la circunstancia de que posiblemente, en una interpretación de su suicidio, David había muerto de aburrimiento y por desesperación ante sus futuras novelas. El elemento de desesperación presente en mi reciente aburrimiento  ¿podía guardar relación con el hecho de que había incumplido una promesa hecha a mí mismo? ¿La promesa de que, después de acabar mi libro, me permitiría sentir algo más que un dolor fugaz y una rabia duradera por la muerte de David?

3.- ¿Qué hizo ese primer día en la isla?
Líquenes en  las Montañas Rocosas


Debo decir que después de instalar mi carpa, me percaté que estaba totalmente aislado y solo. 

Comí algo frente a ese inmenso mar y luego mis recuerdos, recuerdos de mi infancia y adolescencia se pusieron en marcha. ¿Puede comentarnos alguno?.  Sí… Lo primero fue cuando tuve mi primer contacto con Robinson Crusoe que me leyó mi padre. Junto con Los Miserables, era la única novela que significaba algo para él…Después la primera vez que fui de excursión. Fue el verano que cumplí los dieciséis, cuando convencí a mis padres de que me permitieran inscribirme en unas colonias llamadas «Acampadas en el Oeste». Mi amigo Weidman y yo, en un autobús repleto de adolescentes y monitores, nos marchamos durante dos semanas de «estudio» a las Rocosas. Yo llevaba la roja y obsoleta mochila Gerry de mi hermano y, para tomar apuntes sobre mi área de estudio (los líquenes, elegida un tanto a bulto), un cuaderno idéntico al de Tom. Al segundo día de una excursión a Sawtooth Wilderness, en Idaho, nos invitaron a todos a pasar veinticuatro horas solos. Mi monitor me llevó a un bosquecillo de pinos ponderosa poco denso y me dejó allí. Muy pronto, pese a que era un día soleado y nada amenazador, estaba encogido de miedo dentro de mi tienda. Por lo visto, para tomar conciencia del vacío y el horror de la existencia me bastó con verme privado unas horas de compañía humana. Al día siguiente me enteré de que Weidman, pese a ser ocho meses mayor que yo, se había sentido tan solo que había retrocedido hasta un lugar desde donde veía el campamento base. Lo que a mí me permitió resistir —y tener la sensación, además, de que podría haberme quedado solo más de un día— fue escribir. ¿Puede rememorar algo de lo que escribió aquel día? Puedo hacerlo puesto que aún lo conservo y de cuando en cuando lo releo.

JUEVES 3 DE JULIO

Esta noche empiezo un cuaderno. Si alguien lo lee, espero que disculpe el uso excesivo de la primera persona. No puedo evitarlo. Soy yo quien lo escribe. Cuando volví junto a mi fogata hoy después de la cena, por un momento tuve la sensación de que mi taza de aluminio era mi amiga, que me observaba sentada en una roca... Esta tarde cierta mosca (al menos creo que era la misma) voló alrededor de mi cabeza un buen rato. Poco después dejé de verla como un insecto molesto y desagradable e inconscientemente empecé a pensar en ella como un enemigo por el que en realidad sentía bastante afecto y que simplemente jugábamos juntos. 

Además, esta tarde (ésta fue mi principal actividad) me senté en un saliente de roca para intentar expresar en forma de soneto las distintas finalidades de mi vida que he visto en distintos momentos (tres, como si fueran puntos de vista). Ahora, por supuesto, me doy cuenta de que no soy capaz de hacerlo ni siquiera en prosa, así que era realmente inútil. Sin embargo, mientras lo intentaba, llegué a convencerme de que la vida es una pérdida de tiempo, o algo así. Estaba tan triste y hundido que sólo sentía desesperación. Pero entonces observé unos líquenes y escribí sobre ellos y me calmé y llegué a la conclusión de que mi pena no se debía a una pérdida de finalidad, sino al hecho de que no sabía quién era yo ni por qué lo era y tampoco demostraba mi amor a mis padres. Me acercaba al tercer punto, pero mi siguiente pensamiento se desvió un poco de lo anterior. Llegué a la conclusión de que la razón de lo precedente era que el tiempo (la vida) es demasiado corto. Eso, por supuesto, es verdad, pero mi pena no la causaba todo eso. De pronto lo vi claro: echaba de menos a mi familia. En cuanto hube diagnosticado mi añoranza, pude encauzarla escribiendo cartas. Durante los días restantes de campamento escribí en mi diario todos los días y, sin darme cuenta, fui alejándome de Weidman y tendí hacia mis compañeras de acampada; nunca había tenido tanto éxito en mi vida social. Lo que me había faltado hasta entonces era cierto sentido más o menos claro de mi propia identidad, sentido que alcancé en la soledad plasmando en un papel frases en primera persona. Después, durante años, sentí deseos de emprender más excursiones, pero nunca tan intensos como para llevarlos a cabo. Al final, resultó que el  yo que estaba descubriendo gracias a la escritura no era tan idéntico al de Tom. Sí conservé su vieja mochila Gerry, aunque no era una bolsa de viaje útil en general, y mantuve vivos mis sueños respecto a la naturaleza comprando material de acampada barato, por ejemplo, un envase familiar del jabón a la menta Dr. Bronner, cuyas virtudes Tom elogiaba en ocasiones. Cuando cogí el autocar de regreso a la universidad para mi último curso, puse el jabón Dr. Bronner en la mochila, y el envase reventó en el viaje, empapando ropa y libros. Al intentar enjuagar la mochila en una ducha de la residencia, el tejido se desintegró entre mis manos.


Caracas, 24 de agosto de 2012.

lunes, 20 de agosto de 2012

Dos novelas negras de Eloi Yagüe J.


A continuación presentamos un resumen de dos novelas del periodista, profesor universitario y escritor Eloi Yagüe Jarque (Valencia, España, 1957). Ambas forman parte de una trilogía cuya tercera no ha sido publicada aún, según afirmaciones de Yagüe.

Inscritas dentro del llamado género negro, estas novelas resaltan, en especial, porque el género ha tenido poco desarrollo en nuestro país, lo cual no deja de ser paradójico pues es un género que florece en el marco de las crisis políticas, económicas, etc., Yagüe escribe dos textos (con el personaje del periodista Fernando Castelmar como principal y en serie), con un buen hilo narrativo y con la tensión necesaria para mantener el interés del lector. Por otra parte, el carácter de denuncia que tiene el género, especialmente en América Latina está claramente logrado. En Cuando amas debes partir, Yagüe incluye un triángulo amoroso que no se considera típico del género, no obstante, pienso que se trató de una buena elección; por otro lado también se nota una estructura híbrida pues se incluye el género epistolar y la poesía lo cual está acorde con las nuevas tendencias de la novela actual.

La lectura de éstas dos novelas me ha generado sólo dos dudas y que tienen que ver con la muerte del inspector Dávila en Las alfombras gastadas…ya que Dávila sigue siendo un personaje en Cuando amas debes…y la mención (incluso se habla de una foto) y recuerdos de Aida en Las alfombras gastadas…cuando ella es un personaje nuevo en Cuando amas debes… que Castelmar conoció en su trabajo.    

Las alfombras gastadas del Gran Hotel Venezuela (1999)

Está narrada en primera persona y consta de 25 capítulos.

Las alfombras gastadas…fue incluida en la primera selección de novelas que se hiciera para el Premio de Novela Rómulo Gallegos en el año 2001.

El periodista de sucesos del diario La República, Fernando Castelmar se va de vacaciones tras doce años de trabajo ininterrumpido,  teniendo previsto escribir, durante las mismas, una novela negra. Decide irse al pueblo de Cacaocal (“el pueblo que se negó a morir”), ubicado más allá de Maracay, y alojarse en el Gran Hotel Venezuela. Cuando llegó al mismo, se encontró con un hotel en pésimas condiciones y con muy escaso personal. Castelmar reflexionó “El cacao de la zona llegó a ser famoso y muy apreciado en las cortes europeas. Pero la irrupción del petróleo en la economía del país lo cambió todo. Y Cacaotal inició su indetenible declive”  

La edificación había sido construida durante la dictadura de Pérez Jiménez “…como parte de un ambicioso proyecto de ejecución de infraestructura que debería convertir al país en una potencia turística, cosa que nunca llegó a ocurrir” (18)

En el hotel, había una joven recepcionista, Democracia Vargas (hija del alcalde), una camarera Flor Debora López (con su hija Misleidys de 5 años); un barman, Antonio Agraz, con el que, desde un principio, tiene una buena relación. Lo conocía de su época de estudiante y aún más atrás pero el hombre no pareció reconocerlo; también estaba un vigilante, apodado El Búho.

El aire acondicionado del cuarto asignado a Castelmar no servía y el agua de la poceta quedaba botándose. 

Se quejó y le mandaron a un plomero de apellido Camargo. A Castelmar le causó mala impresión. Resultó ser un ex presidiario (que había salido gracias al Gerente del hotel) y era el padre de Misleidys. Al final, no resultó ser un mal hombre y Castelmar logró que se fuera de la zona con su mujer y su hija.

Castelmar tenía hábitos alcohólicos bastante desarrollados y, desde un primer momento, el bar fue su lugar predilecto. En el hotel también estaba alojada una turista sueca llamada Inga Bergström quien se la pasaba acompañada del joven Wilfredo Márquez) que hacía las veces de guía turístico y que se enamora de la joven que a la postre resulta asesinada dentro del mismo hotel por un maleante de la zona apodado El Muñeco.

Castelmar es invitado a compartir en la mansión del Gerente General del Hotel, Wolfgang Términus. Agraz lo previene diciéndole que es un hombre que le gusta comprar a la gente y que es muy peligroso. Le anuncia que algún día le contará algunas cosas que sabe de él. También hablan sobre el pésimo estado del hotel. 

Castelmar dice que: “…en cuarenta años la democracia no había ejecutado obras públicas tan importantes como las construidas en los casi seis años de la dictadura. Caracas fue definida casi por completo durante el gobierno militar…pero sin libertades políticas…Posteriormente la democracia decidió…eliminar cualquier prueba del último gobierno dictatorial…todo fue dejándose deteriorar sin importar su interés público” (25-26)

Agraz lo escucha con atención. Luego le recuerda que Términus es un hombre peligroso.

Castelmar va a la mansión de Términus. Allí conoce al alcalde Procopio Vargas, al comandante de la policía municipal, Frank Marín y al párroco Santos Martín. Su olfato periodístico le dice que Términus debe tener comprado a todos estos hombres. Términus le explica que el Gran Hotel está en ese estado porque no llega el presupuesto (luego sabemos que Términus lo robaba).

Dentro de la conversa que mantiene Términus con Castelmar hablan de problemas ya crónicos en el país y cuya solución parece casi imposible. También hablan de la privatización, de la centralización, etc.

A los pocos días Agraz aparece muerto. Castelmar se siente muy afectado por esta muerte más cuando de entrada las “autoridades” no protegen la escena y afirman, sin más, que fue un suicidio, debido a que Agraz padecía de una cirrosis hepática terminal. El médico del pueblo es llamado (Cohen) quien afirma que sí, que es un suicidio. Se llevan el cuerpo pero cuando Castelmar va al cementerio, un viejo vigilante le dice que no han enterrado a nadie allí en los últimos tres días. A partir de aquí, Castelmar empieza a indagar sobre qué pasó con el cuerpo de Agraz (al final de la novela sabemos que Agraz estuvo casado con la madre de Castelmar cuando él y su madre estaban recién llegados de España. Se divorciaron a los dos años pero los recuerdos que Castelmar tenía de Agraz eran buenos. Luego se lo volvió a encontrar  años después cuando Castelmar estudiaba Comunicación Social en la Universidad). Castelmar no estaba dispuesto a dejar la muerte de Agraz así y comienza a investigar. Estando un día en el bar, se percató de una botella que parecía estar llena. Al abrirla se encontró con una foto de Términus, el General Pérez Jiménez y, a un lado, en su labor de mesonero estaba Agraz. También había otros papeles que inculpaban a Términus en hechos de corrupción administrativa, siendo el robo del dinero para la reposición de las alfombras del hotel lo mínimo.

Una noche, Términus le manda a Castelmar (como parte de su intento de compra) a una joven (Verónica Suniaga) con una botella de champaña.

De cuando en cuando, el reportero recordaba su propósito en Cacaotal pero, entre lo sucedido, el estado del hotel, el calor y los mosquitos no lograba escribir.

Poco después ocurre el asesinato de la turista sueca. Castelmar va con el joven y lloroso Wilfredo a la casa de Términus. Éste está en un estado como de trance. Tiene dos perros Doberman que los atacan. Castelmar mata a los perros (iba armado) y Términus les dispara, lanza una bomba en su casa y logra huir. La mansión se incendia.  

El periodista llama al inspector y gran amigo Dávila ante la muerte de la turista. Resuelven el caso con la detención de El muñeco, joven de 18 a 19 años que ya tenía varios muertos encima. Wilfredo lo golpea por el asesinato de la mujer que amaba y El Muñeco lo amenaza de muerte, cosa que cumplió meses después cuando fue dejado libre y que por falta de pruebas. Así que Wilfredo murió pero su padre mató a tiros a El Muñeco. Castelmar logra hablar con El Muñeco y le pregunta que quién había matado a Agraz y éste le dice que fue El Búho, por órdenes de Términus.

Después de la muerte de la turista, Castelmar escribe lo que sería el primer reportaje de una serie y se lo envía a su jefe, el Cojo Parra. Planeó escribir lo que llamaría el caso Términus pues había descubierto las muchas irregularidades cometidas por este hombre, entre ellos varias muertes ordenadas por él. Los cadáveres estaban en el sótano de la mansión. Términus se había enriquecido con muchos negocios ilícitos amparado por cada autoridad de turno.  

Castelmar se ve forzado a regresar a Caracas por un cuadro febril. Quien lo lleva es Cohen, quien le confiesa que era un neurocirujano afamado en Caracas pero se había convertido en adicto a  la heroína y había sido acusado por varios casos de negligencia. Por supuesto quien lo había librado de caer preso había sido Términus y su función era dar fe de lo que Términus determinara.

Por sus reportajes, Castelmar gana el premio como mejor periodista de sucesos del año

Ya en Caracas y, recuperado, Castelmar sigue con sus reportajes. Términus le envía a Verónica para que lo seduzca y lo drogue y luego matarlo. Ella falló en esto último y Términus envía a su guarda espalda Eulogio para que se encargue. Eulogio lo saca de su apartamento. Saliendo se encuentran con el detective Chacón (subalterno de Dávila pero también amigo de Castelmar). Chacón lo saluda pero Castelmar, drogado, no lo reconoce. Chacón decide perseguir al vehículo y avisarle a Dávila. Eulogio empujó a Castelmar dentro de un carro donde también estaba Santos Martín. Lo llevan a un lugar apartado en la carretera vieja Caracas-La Guaira, por donde había grandes depósitos de gasolina. A la zona van llegando en helicóptero Marín y dos policías más. Eulogio mata a Santos. Chacón responde para evitar que mate a Castelmar. Dávila le dispara al helicóptero. Éste cae y se produce un gran incendio.

Castelmar tuvo que ser hospitalizado por las heridas que recibió y dentro de la misma clínica Verónica intenta otra vez matarlo. La detienen. Al final, Verónica muere a raíz de una riña en la cárcel de mujeres a donde había sido enviada.

Dávila consigue unas fotos eróticas de Verónica y el Ministro del Interior. Quiere que su jefe lo apoye para destapar la olla del caso Términus pero su jefe se niega alegando que eso sería poner en riesgo a la institución. Cuando Dávila se marcha, al intentar entrar en su carro el mismo explota. Dávila murió en el acto. 

El grave problema de la corrupción policial y judicial es otro que resalta en esta novela. Castelmar estaba tremendamente afectado. Luego recibe una invitación de Términus para encontrarse en la supuesta reinauguración del Gran Hotel Venezuela. Era una trampa. Castelmar intenta defenderse y en el ínterin le relata su vida. Al final Camargo mata a Términus, diciéndole que creía que Términus quería morir, como si el mismo no soportara todo lo malo que había hecho en su vida, además, según Camargo, Términus amaba auténticamente a Verónica y ella había muerto.

Cuando amas debes partir (2006)

Está narrada en primera persona y consta de varias partes tituladas: Preludio panfletario, Primera parte: Castelmar, Papeles póstumos de Prometeo (4), Los Goldstein: Raquel, Segunda parte: Aída, Tercera parte: W.C., Los Goldstein: Rebeca, Los Goldstein: Mordecai, Duro golpe para la familia de La República (un obituario), Triste y solitario final, Carta de una señorita en París, Canción dichosa, Los Goldstein: Eliécer, Cocktail Montgomery (Martini extra dry) y  Epílogo.

Se relata la vida (y las peripecias) del periodista Fernando Castelmar, dedicado, por más de veinte, al periodismo de sucesos en el diario La República, considerado el más importante del país.

Cuando amas debes partir relata diversos hechos tristemente históricos para el país aparte de “…la crisis existencial de… Castelmar que llega a los 40 años y siente que no ha hecho nada importante en su vida, puesto que no tiene familia y sus ideales de juventud ya no lo acompañan” (ABN ).

La narración parte de los sucesos de 27 de febrero de 1989, el llamado Caracazo cuya motivación se centró en las fuertes medidas económicas impuestas por el segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez  en anuencia con el Fondo Monetario Internacional. Se resalta una cantidad de muertos y desaparecidos muy superior a las cifras oficiales. El periodista vivencia los saqueos y el abuso policial y pone en evidencia la actitud negativa de los medios de comunicación que, más que informar, se dedicaron a desinformar sobre la gravedad de lo ocurrido en el país para la fecha.

Se interesa por la muerte de una menor de 16 años cuyo caso fue engavetado bajo el nombre de Yulaiza X (la joven había sido violada y estrangulada. No tenía identificación y nadie reclamó sus restos).  Castelmar logra presuponer quien fue el asesino (incluso halla la presunta arma homicida), un “superministro” que además era músico y pederasta.

La novela se desarrolla en varios tiempos pues Castelmar, quien vivía sólo y era alcohólico, narra sus conversaciones con el Jefe de Redacción del periódico, antiguo compañero de clases y de lucha política, llamado por las iniciales WC. Castelmar describe las diversas cobardías de WC en épocas pasadas, el hecho de que se hubiera vuelto un corrupto y que hubiera “trabajado”  al dueño del periódico para casarse con su hija y alcanzar la posición que hoy en día tenía.

WC, bajo el supuesto de una renovación del periódico,  cambia a Castelmar a las páginas de Sociales. Castelmar se indigna, lo considera un despido indirecto (lo que en efecto es). No obstante, va a cubrir el cumpleaños número trece de Eliécer Goldstein el hijo único de Rebeca y WC. Castelmar entrevista a la abuela materna de Eliécer, Raquel. Ésta le dice que ni su hija ni WC seguían los ritos judíos. Que después de la muerte de su esposo Aaron Goldstein, que era el dueño de La República, su aliciente era su nieto. Castelmar lo conoció y le llamó la atención que el adolescente no se presentara con el apellido de su padre. 

Ni Rebeca ni WC asistieron al evento.

Castelmar nunca llega a escribir esa crónica social pero, a través de la conversación con doña Raquel profundiza más sus conocimientos sobre WC. Castelmar establece contacto con una joven pasante del periódico llamada Aída. La había visto con anterioridad y le había llamado mucho la atención pero nunca habían hablado. Aída tenía 20 años. Ella y Castelmar se enamoran, sin embargo, Aída tenía ideas muy liberales y también mantenía relaciones íntimas con WC. WC se dio cuenta de lo que ocurría entre la joven y Castelmar y un día le envió un vídeo pornográfico anónimo a Castelmar donde se veía a Aída manteniendo relaciones con él. Castelmar se decepciona mucho y se lo reclama a la joven.

Eliécer aparece muerto. Castelmar se enteró por el obituario del periódico. Investiga el caso y supuestamente el joven había muerto de un accidente cerebro vascular (ese era el diagnóstico oficial) pero resulta que el niño había sido asesinado de la misma forma que Yulaiza X. La familia Goldstein  (básicamente Mordecai, el tío materno y primogénito de los Goldstein, cuya única afición era jugar al golf) quiere ocultar el asesinato. El asesino de ambos había sido Andújar Vivaldi.

Castelmar va a visitar a Rebeca a la que conocía desde sus tiempos de novia con WC (en una ocasión tuvieron relaciones íntimas). Le da el pésame. Rebeca le habla del fracaso de su matrimonio, de la infidelidad de WC, del hecho de que su padre Aaron había arreglado ese matrimonio, el cual, si se separaba implicaría que ella quedaría desheredada. Rebeca le dice a Castelmar que Eliécer era su hijo, que WC era infértil.

Castelmar va a hablar con Andújar y le dice que sabe de los asesinatos. Éste lo manda a golpear.
En la novela se narran sucesivos monólogos de Castelmar con un WC que parecía estar muerto. Pero, se menciona que Castelmar quiere matarlo y el día que se decide y cree haber matado a WC resulta que el policía encargado del caso, Dávila, determina que ninguna de las múltiples balas que Castelmar había disparado había dado en el blanco. Quien mató a WC fue Aída instigada por el mismo WC.

Al final Aída y Castelmar planean irse a vivir a París. En realidad, Castelmar le hizo creer a Aída que se iba con ella pero había decidió que no. La joven llora y le suplica pero al final se va. Castelmar le da una carta de recomendación para un amigo pintor que tenía en París llamado Eugenio.

Después de la muerte de WC, Castelmar presiona al dueño del periódico Mordecai Goldstein para que lo nombre Jefe de Redacción. Y éste accede. Castelmar escribe una nota sobre el difunto WC (Wilson Corrales) bajo los parámetros conservadores e hipócritas respectivos.  Castelmar asume la misma forma de ser de WC. Impulsa la renovación del periódico, despidiendo a los viejos periodistas y contratando a jóvenes (cosa que antes había criticado). Se viste como WC, se arregla como WC. Pero, vemos un matiz, al final de la historia Castelmar piensa vengar la muerte de su hijo Eliécer y esa vez espera no errar los tiros dirigidos hacia el miserable Vivaldi Andújar.

Textos citados
 Ø     Yagüe Jarque, Eloi. Cuando amas debes partir. Fundación Editorial el perro y la rana. Caracas. 2010.
 Ø    Yagüe Jarque, Eloi. Las alfombras gastadas del Gran Hotel Venezuela. Editorial Planeta Venezolana.     
         Caracas. 1999.


     Caracas, 20 de agosto de 2012.

jueves, 16 de agosto de 2012

No pretendo escribir un poema




No pretendo escribir un poema. Tan sólo robarle unos minutos al tiempo que se ha ido por oscuros senderos. Que se fue y ya no estoy, no soy.

No pretendo escribir un poema pues nunca supe lo qué es la vida hasta hace poco cuando una luz me arropó. ¿Sino? Entonces creí descubrir lo que era la vida y mi entusiasmo de antaño desplegado en el rol materno- mis crías amorosas- y en eso de aliviar a otros- mi trabajo amoroso- dirigió su vista por vez primera hacia un camino donde creí ver bandadas de sonrisas, posibilidades, solidaridad, mi mano en otra. Otra mano en la mía. Soñé. Y amor…Sí, el amor. Creí.

No pretendo escribir un poema.

Me quedé en el recodo esperando que la luz regresara. Intenté transitar por el único camino que conocía, el de las palabras que sellaría con mis actos.

Alguien quiso convencerme que esa luz no era. Que había sido una quimera. Luces artificiales llenas de oquedad. Me hablaron de los cantos de sirenas…Seguí en el recodo dispuesta a esperar una eternidad. Me extravié.

Otro me increpó. Habló de mi valor, de mi lucha diaria. Sí, también de un volver al camino abandonado. Dije no.  No es posible que la vida que creí descubrir fuera eso: una ilusión con tenues asideros.


Caracas, 15 de agosto de 2012.