viernes, 24 de febrero de 2012

Bartleby y compañía


Hace unos días, revisando las carpetas donde guardo muchos de los textos que he escrito, me hallé con éste que me había enviado, en el 2009, mi querida amiga Elena. El epígrafe también es de ella. Le encantaba la literatura de Clarice...Sé que se alegraría de que lo publique aquí.


Cuando no escribo, la vida se me vuelve intolerable”
Clarice Lispector                                                                                                        


¿Bartleby Yo?

Uno (uno de tres) de los obsequios que recibí en las recién pasadas festividades navideñas fue el libro Bartleby y compañía del escritor español Enrique Vila-Matas

Tal libro fue publicado en el 2000 y, de alguna manera, podría afirmar que me vino como anillo al dedo. Vila-Matas relata allí lo que dio en llamar (ignoro si es el primero que lo hace) síndrome de Bartleby para hacer referencia a una serie de escritores que o nunca publicaron nada o que, aún obteniendo éxito literario dejaron súbitamente de escribir por razones múltiples, casi todas ellas poco claras. Al parecer, la abrupta ausencia del quehacer literario vino aparejada de una especie de ausencia o retiro parcial de la vida social por parte del escritor. Los bartlebys, nos dice, “son unos seres en los que habita una profunda negación del mundo”. Son unos cuantos los escritores allí mencionados. Unos más conocidos y otros auténticos desconocidos. Kafka, Melville, Wilde, Rulfo, Juan Ramón Jiménez, Felisberto Hernández,  figuran entre los autores afectados por el síndrome de Bartleby, la literatura del No, “la pulsión negativa o la atracción por la nada…”.

Es de hacer notar que, los citados escritores tuvieron una buena producción. Por ello pienso que más que retirarse de la literatura, ésta tenía una singularidad: se trataba de una literatura que tendía a la tristeza, a los conflictos con la vida por decirlo de alguna manera. 

El nombre de síndrome de Bartleby viene del famoso relato de Herman Melville, escritor norteamericano, fallecido en Nueva York en 1.891 a los setenta y dos años de edad titulado Bartleby ((1.853).  Aunque Bartleby es un relato conocido y apreciado, su autor obtuvo reconocimiento literario mucho tiempo después de su muerte, lo cual no ha sido infrecuente en el mundo literario. Recordemos que Melville es el autor de excelentes novelas como Moby Dick (1.851), Benito Cereno, Billy Budd (novela publicada póstumamente) y otras.

La relectura de Bartleby, que realizo en estos primeros días del año 2009, me permite precisar que Bartleby era un amanuense, un secretario, un copista que había sido contratado por una especie de oficina que trataba asuntos legales. En ella, aparte del dueño, un importante abogado de la época, quien no sólo es el que narra la historia sino que juega un importante papel en ella, trabajan Turkey, Nippers, quienes se caracterizaban por mostrar comportamientos opuestos durante el día. Turkey era el hombre del día, es decir, hasta el mediodía tenía un excelente carácter, disposición, capacidad para el trabajo y jovialidad para luego cambiar radicalmente en las horas vespertinas. Con Nippers sucedía todo lo contrario. También laboraba en la oficina Ginger Nut, un joven aprendiz del oficio de las leyes.

Ahora bien, lo poco que se conoce de los antecedentes de Bartleby, me refiero dentro del mismo relato, no nos permite saber desde cuándo Barterbly tenía la personalidad que tenía. Era un hombre que “prefería no hacer”. El verbo preferir implica, como mínimo, la escogencia entre dos posibilidades, dos opciones pero, la frase  expresada por Bartleby ante los requerimientos habituales del trabajo para el que fue contratado significaba, más que una opción, una decisión irreversible por el "No" pues, al instársele a trabajar reitera, en forma inalterable, un “prefiero no hacerlo”, es decir, se trata de una respuesta que no se traduce en una posibilidad susceptible de cambio si no en una decisión que, aunque se lea como una alternativa es un no categórico de principio a fin. Pienso que sería interesante considerar que Bartleby no responde “no quiero” o “no deseo” hacerlo. Probablemente, en Bartleby había una gravísima inexistencia, la del no querer nada, la de no desear nada.

Bartleby es un hombre solo, “el hombre más desolado del mundo”, negado a dejarse ayudar y que, finalmente fallece anoréxico en una cárcel de Nueva York a la cual había sido conducido por negarse a dejar el espacio que ocupaba en la oficina donde no sólo trabajaba (hasta cierto tiempo cuando expresa que ya no copiará ningún documento) sino donde literalmente  vivía.

Tal vez, Bartleby no era más que un sujeto afectado por un cuadro melancólico severo.

Ahora bien, el libro de Vila-Matas, combina una mezcla de aparente historias reales y otra de naturaleza autobiográfica -en forma de diario- pues intercala sus vivencias diarias mientras va investigando y escribiendo el libro. Vila-Matas parece ser un hombre sólo y, aunque no puede ser considerado como afectado por el síndrome de Bartleby según sus propias categorizaciones (él ha sido un escritor que publica con asiduidad), en su vida personal pareciera un hombre sólo. Un hombre solitario que necesita y disfruta de su soledad.  En el libro menciona a un amigo llamado Juan, quien también le sirve de crítico a su libro. Creo que se trata de Juan Antonio Masoliver R. de quien he leído diversos escritos analíticos sobre la literatura de Vila-Matas. Simple conjetura de mi parte.

En el primer párrafo, hago referencia a que el obsequio del libro Bartleby y compañía me vino como anillo al dedo. Explico: desde hace muchísimos años escribo y excepcionalmente he dado a leer a alguien mis relatos.  Siempre me dije que escribía para mí, para mi drenaje emocional particular. Por otra lado, me embarga una especie de convicción de que lo que escribo no suscitaría interés en alguna persona. Ahora me interrogo: ¿será que padezco del síndrome de Bartleby?

Elena.

Enero, 2009.



Caracas, 23 de febrero de 2012.

miércoles, 22 de febrero de 2012

Pensando en Kafka



"No está permitido quitar nada a nadie con
engaños, ni siquiera al mundo, su victoria"

"Comprender la felicidad de que el suelo
sobre el que estás de pie no puede ser más grande que los dos pies que lo cubren"

 Franz Kafka










Josef  K. soñó:


Con su propia muerte. Más precisamente con su entierro. Había salido a dar un paseo y se vio en el cementerio. Lo atrajo un montón de tierra al lado del cual seguramente había una fosa. Caminó hasta allí. Un artista desgreñado escribía el epitafio. Llegó a ver parte de la inscripción: “Aquí yace…” en letras hermosas y áureas. El artista se puso furioso porque su trabajo era observado por el mismísimo muerto (vivo). Josef cayó en la fosa -y el artista continuo su trabajo satisfecho- y alcanzó  a ver  una  J. Entendió. Cuando se despertó del sueño se sintió feliz. Un deseo satisfecho en la más simple interpretación freudiana.

Una confusión cotidiana (que bien pudiera titularse un absurdo)


El joven A va a encontrarse con el joven B en el pueblo de éste, llamado H. Tiene que hacer los preparativos para cerrar un negocio. A tarda diez minutos en llegar a H.
Al día siguiente,  A  regresa a H pero esta vez tarda diez horas en hacer el trayecto. Está fatigado. Al llegar a H, B no está (le dicen que lo espere pero A decide regresar a su casa).
Al hacerlo, se entera que B está en su cuarto desde muy temprano y que, incluso, se cruzó con él en la mañana cuando salió. A sube corriendo las escaleras que conducen a su habitación pero se tuerce el tobillo. Siente mucho dolor, pero no se queja. Aguanta en silencio. Mientras tanto, B, cansado de esperar, baja corriendo las escaleras y se marcha, desapareciendo furioso, para siempre.

De noche


Como si fuera el vigilante, el velador del mundo. Me pregunto por  qué alguien tiene que estar allí. ¿Y su vida? ¿No vivirá su propia vida ese velador? ¡No!, morirá a los cuarenta años ese velador, hundido, literalmente, en la obsesión, no obstante, en el ínterin nos dejará impreso el absurdo de su vida. Literatura referencial. No quiso que así sucediese. Pidió que todo se consumiera en el fuego cuando su muerte se concretara pero el amigo del alma incumplió. Nos dejó una gran literatura menor, llamada así por convención. Algo extraordinario pero, no por ello menos doloroso.

Prometeo


Como sabemos o no sabemos, Prometeo –en la mitología griega- era un Titán, la cual, a su vez era una raza de poderosos griegos que dominaron en la aurea aetas. Prometeo era amigo de los mortales y, por ello, robó el fuego de los dioses en el tallo de una cañaheja (una planta). Zeus no tardó en castigarlo por tal atrevimiento.
A partir de lo anterior, han surgido varias interpretaciones o leyendas sobre Prometeo. Todas ellas conducen a descifrar lo indescifrable y eso indescifrable es una verdad que, al final resulta olvidada, como todo.
Vale destacar, un detalle sobre la aurea aetas. Esta edad (pues es una edad) fue considerada entre los llamados poetas como el tiempo en el que vivió el dios Saturno (¿o Crono?) y los hombres gozaron de una vida justa y feliz. ¿Cuándo regresará?

La verdad sobre Sancho Panza


En realidad, Sancho Panza se llamaba Miguel de Cervantes. Sancho Panza sólo fue un apodo y su regordeta figura una ilusión óptica con que han pretendido engañarnos desde hace muchísimos años.
Fue él, utilizando la escritura como exorcismo liberador quien escribió  El Quijote, hombre al que había conocido y cuya desapetencia por la vida lo tenía fuera de sí. Se inventó, entonces, miles de historias de caballerías teniendo como protagonista a ese hombre, con las que hizo reír al mundo (El Quijote rió, tímidamente, en una ocasión).  Tales historias se consideran,  hoy en día, el remedio más eficaz contra la melancolía. Aunque, se trataba de separarse,  de olvidarse de este  hombre que lo desesperaba, de este caballero harto triste, al final, Sancho Miguel, empezó a seguirlo en todas sus aventuras, metiéndose en sus historias por lo cual el papel en el que escribía terminaba todo magullado.  Aunque su propósito fue separar (se) lo que hizo fue unir (se) y así fue como Sancho Panza se convirtió en un hombre feliz y olvidó al Caballero de la triste figura como lo había bautizado.

El Gran Nadador


El hombre que había ganado la medalla de oro en los juegos olímpicos, llegó a su país.
Fue recibido con altos honores pero él se sentía muy extraño. Para empezar no comprendía absolutamente nada de lo que decían en los discursos pronunciados en su honor. El nadador se percató  que  el más alto representante del gobierno en la ciudad, mientras lo alababa, lloraba aunque hacía un gesto como si sólo se estuviera secando un intenso sudor que corría por su rostro. Pero eran lágrimas y no sudor.
Cuando al  nadador le tocó hablar les dijo: es cierto que  me enviaron a los juegos olímpicos, es cierto que gané una medalla aunque ignoro cómo pues nunca aprendí a nadar, siempre quise pero no pude, no entiendo nada de lo que dicen y creo que ustedes tampoco comprenden nada de lo que digo. Desconozco su lenguaje, así que prefiero se termine este acto. Deseo irme ya a mi casa, con los míos.
El nadador había nacido y vivido toda su vida en una pequeña aldea del país donde se hablaba un dialecto que era desconocido por el resto del país.


Mucho gusto


Dos hombres se encontraban en la barra de un bar. Casi simultáneamente pidieron "una cerveza". Ello fue motivo suficiente para que se pusieran a conversar. Uno le dijo al otro: he tenido un día intenso de trabajo. Estoy cansado.  Ah, sí -respondió el otro. -¿En qué trabaja usted?. 
-Soy albañil -dijo el primero y usted ¿qué hace? -agregó.
-¿Yo?, soy escritor. He escrito muchos relatos en mi vida...
El albañil, se mostró impresionado ante la posibilidad de estar hablando con un "escritor" y espetó: ¿escritor?, nunca había conocido a ninguno y en verdad no tengo tiempo para leer...
El escritor agregó: bueno...no he escrito nada importante, es más, cuando muera quiero que todo lo que he escrito sea quemado. Ya quedé en eso con un amigo...
¡Caramba!, -dijo el albañil. ¡qué cosa tan rara! Bueno...ya debo irme, mi mujer me estará esperando. Acto seguido, el albañil se levantó de su asiento y le extendió la mano al escritor: -Ernesto Figueroa, un placer haber conversado con usted.
El escritor, poniéndose de pie dijo: -mucho gusto, Franz Kafka.



domingo, 19 de febrero de 2012

Recuento de 2666































“...la experiencia del dolor, cuando es de gran intensidad y significación, no puede ser reemplazada por la fantasía, que por su naturaleza misma es sugerente y, por eso, aproximativa e irrespetuosa.”
J. Donoso


                       
En la noche de ayer terminé de leer la última novela, publicada post mortem, de R. Bolaño (1.953-2003). La tituló 2666 (2004y, aparentemente, la comenzó a escribir en el dos mil. Algunos alegan que hay algunas referencias al año (o ¿simplemente cifra aleatoria?) en “Los Detectives Salvajes" y en otras. La novela consta de cinco capítulos y sigue el estilo de Los Detectives en el sentido de que parte de un tema central al cual se van encadenando una serie de historias que, fácilmente, pudieran dar origen a otras novelas. Tal vez ello haya sido también un motivo para que Bolaño haya querido se publicara cada capítulo como un libro individual, uno por año, en un período de cinco años y no por razones estrictamente económicas como se ha dicho. Por otra parte, por ahí he leído que su verdadero deseo era que fuese un sólo libro. Creo que, a este respecto, nunca sabremos qué era lo que realmente quería Bolaño.

Pienso que el tema central de 2666 son los asesinatos de mujeres que se han estado cometiendo en Ciudad Juárez desde 1.993.  No hay que olvidar el complejo enclave espacial que es Ciudad Juárez:  ubicada en la frontera entre México y Estados Unidos, la cual es al mismo tiempo  una de las rutas del narcotráfico y el “patio industrial" de Estados Unidos con el establecimiento y funcionamiento de las llamadas maquiladoras.                                         

En todos los capítulos el tema es tocado, acentuándose su desarrollo en el capítulo cuatro.

El primer capítulo, titulado La parte de los críticos se basa en la búsqueda de un escritor alemán que se inició en el arte, posterior a la segunda guerra mundial, por parte de un cuarteto de intelectuales muy interesados por sus libros. No obstante, excepcionalmente alguien lo había visto y ellos deseaban conocerlo. Dicho escritor, Benno von Archimboldi, cuyo nombre tomó prestado de un pintor italiano del año 1500, hasta había sido postulado para la obtención del premio Nobel de Literatura. Así los críticos: uno francés, un español, una inglesa y un italiano se plantean viajar a México donde alguien lo había visto en un hotel (precisamente, ese punto hace enlace con el final de la novela, como veremos más adelante). Sólo los tres primeros fueron a México puesto que, Piero Morini, el italiano, quien se hallaba postrado en una silla de ruedas, decide no viajar. Una vez en México, específicamente, en la ciudad de Santa Teresa (ciudad novelada de Bolaño) situada igualmente al norte y fronteriza con Arizona, la inglesa, Liz Norton, decide regresar. Ella, quien había compartido un verdadero triángulo amoroso con el francés y el español, termina viviendo con Morini. Entre el  francés y el español surge una auténtica amistad. Sus esfuerzos fueron infructuosos para localizar a Archimboldi. 
Estando en México se enteran de una serie de asesinatos que se venían cometiendo en Santa Teresa, sobre mujeres, generalmente niñas obreras empleadas en diversas maquiladoras norteamericanas y jóvenes, casi todas dedicadas al mundo de la prostitución. Así, el primer capítulo habla de una búsqueda fallida. Sus personajes también se entrelazan en múltiples historias de amor de parejas, de amor por los libros de Archimboldi, de viajes, de amistad y se toca el tema de los asesinatos como algo casi curioso, como algo tangencial. También aparecen otros personajes, en especial, un chileno, profesor de Filosofía de la Universidad de Santa Teresa al cual Bolaño le dedica el segundo capítulo.

Este primer capítulo comparte un aire similar a los Detectives Salvajes. Ambos centrados en la búsqueda de seres misteriosos pertenecientes al mundo literario. Por una parte, Cesárea Tinajero, autora de un único poema y fundadora del realvisceralismo, por otra, Benno von Archimboldi, novelista.

El segundo capítulo: La parte de Amalfitano, como la subtitula Bolaño, nos habla de un personaje que tiene un toque particular, un matiz singular (como entiendo que lo tenemos todos) aunque a las primeras de cambio parece un ser fracasado. Incluso, es la primera impresión que tienen los intelectuales que llegan a Santa Teresa descrita en el primer capítulo, basada en el hecho de que Oscar Amalfitano había estado trabajando en La Universidad de Barcelona en España y había terminado en la de una ciudad gris como Santa Teresa. Por cierto, la aparición de Amalfitano es en calidad de anfitrión de los críticos, designado por el decano de su Facultad ya que era experto en la literatura de Archimboldi, sin embargo, Amalfitano no considera la tal superioridad de Archimboldi como escritor como la ven y sienten los críticos pero, los ayuda en su búsqueda. Amalfitano parece un hombre triste y la descripción de su vida, que hace Bolaño, de alguna manera, así lo confirma. Su mujer, una española llamada Lola lo abandona a él y a su hija Rosa quien apenas contaba unos meses de edad, bajo el argumento de la búsqueda de un poeta del cual adoraba sus libros (aunque se va con otra mujer). Luego veremos que también desea tener un hijo del poeta. Bolaño se entretiene en la vida que lleva Lola en varias ciudades de Europa. Lola mantiene una relación epistolar con Amalfitano y  luego aparece tras varios años sin saberse de ella. Lola regresa para verlos a él y a su hija Rosa y les cuenta que está enferma de sida y que se marcha nuevamente pues tiene otro hijo. Amalfitano no vuelve a tener pareja sexual desde la ida de su esposa y la relación con su hija es buena aunque un tanto fría. En éste capítulo, se describe una escena en la que Amalfitano invita a almorzar a su casa a el francés y al español y que éstos, mientras esperan la comida van hacia el patio trasero de la casa de Amalfitano y encuentran un libro colgado en el tendedero de ropa, titulado "Testamento geométrico" de un autor español, gallego, llamado Rafael Dieste. Amalfitano observa la escena a través de la ventana de la cocina. Aquí, en ese preciso instante, Amalfitano está triste. Parece una escena descrita al voleo, sin mayor significación, pero a mí, particularmente, me llama la atención. Algo lo enlaza con ese libro y con el acto de su colgadura, expuesto al aire libre, a los embates de la naturaleza. Principios versus Naturaleza, ¿quién resiste más?

En éste capítulo también se describe una relación extraña entre Amalfitano y el hijo del decano de la Facultad de Filosofía, llamado Marco Antonio Guerra. Hasta los críticos llegaron a pensar que Amalfitano compartía una relación homosexual con este joven, lo cual nunca se evidencia. Juntos toman, en el bar Los Zancudos, mezcal "Los suicidas" que, por cierto, también es mencionado en Los Detectives (págs. 129-130). Finalmente, en el capítulo, se comienza a tocar la preocupación, la angustia de Amalfitano por el problema de los asesinatos en Santa Teresa y sobre qué hacer para salvaguardar  la seguridad de su hija Rosa.

El tercer capítulo, titulado La parte de Fate, me resulta bien interesante aunque pareciera ser el menos relacionado con el resto de la novela. Aquí Bolaño comienza con un punto de oscuridad al mencionar a un hombre ("Rodeado de fantasmas", pág. 295) llamado Quincy Williams, de treinta años a quien le avisan a su trabajo que su madre (Edna Miller) a muerto (en el instante que leí ésta parte, recordé El extranjero  de Camus).Williams no le dice a nadie y se retira para hacer los preparativos del funeral. Deja las cenizas de su madre en casa de ésta, al lado del televisor. Este hombre, después es llamado Oscar Fate, periodista negro que trabaja para la revista "Amanecer Negro". Fate escribe para la sección de artículos sociales centrado en personalidades negras. Fate vive en Nueva York y es enviado a Detroit a entrevistar a un viejo negro llamado Barry Seaman fundador de  "Los Panteras Negras", una especie de grupo político, creado para la autodefensa del pueblo. Está presente en una conferencia de Seaman que trata sobre la vida, en el sentido más filosófico del término, haciendo mención a la cocina y a la alimentación como un arte. ¡Verdaderamente brillante! Posteriormente, le piden que se dirija a Santa Teresa para cubrir una pelea de boxeo (pues, el periodista encargado de la sección deportiva había fallecido en las afueras de Chicago asesinado posterior a un lío de faldas) entre un mejicano y un estadounidense que resulta ganado por este último sin ninguna complicación. Bolaño describe una serie de experiencias, un tanto oscuras, entre periodistas, prostitución, alcoholismo y drogas. Fate se entera de los asesinatos en serie en Santa Teresa y pide a su jefe lo deje cubrir la noticia pero éste le exige volver a Nueva York de inmediato. También conoce a una periodista mexicana a quien le han encargado, desde su periódico, la investigación de las muertes y que está muy asustada pues su antecesor había sido asesinado. Dicha periodista tiene una cita para entrevistar a la única persona presa (aquí nos enteramos que hay alguien preso por los asesinatos, un alemán nacionalizado norteamericano, llamado Klaus Haas) y le pide que la acompañe para realizar la misma.  En el ínterin conoce a Rosa Amalfitano de quien se enamora y cuyo padre le pide llevársela con él a los Estados Unidos. Fate y Rosa acompañan a la periodista, llamada Guadalupe, a realizar la entrevista cuya descripción queda en suspenso y luego Fate y Rosa se van a Nueva York.

El cuarto capítulo se titula, La parte de los crímenes. Bolaño se detiene a hacer una descripción detallada de todos y cada uno de los mismos. Retrata de manera cabal y minuciosa –como si nos encontráramos viendo un documental - la  serie de muertes, por un lado, y por otro, los procedimientos llevados a cabo por la policía para entorpecer el esclarecimiento de la verdad. Bolaño critica de este modo la ineficacia y la corrupción de las instituciones: no solo la policía local, en un principio, sino que también al gobierno de la capital. 

Los crímenes revisten un cierto patrón caracterizado por violaciones vaginales y anales, estrangulamientos y torturas, además de ciertas características físicas similares entre las mujeres asesinadas. Queda evidenciado en el capítulo, la gran negligencia de la policía mexicana con fallas a todos los niveles. La mayoría de los cadáveres terminan enterrados en fosas comunes. La relación entre violencia institucionalizada y ciudad es, en el caso de Ciudad Juárez, directa y evidente.                                                     
Sin embargo, la investigación de uno de los crímenes ya había concluido  con la detención de un alemán nacionalizado norteamericano (cuya personalidad no está exenta, definitivamente, de algo perverso) al que pretenden achacarle todos los crímenes, los cuales se siguen sucediendo aún después de estar este detenido. Luego, los miembros de dos bandas también resultan detenidos pero sin que se llegue a conclusiones firmes de responsabilidad o culpabilidad en los asesinatos. En el capítulo destaca, la historia sobre la desaparición de una amiga de la periodista y diputada del PRI (llamada Azucena Esquivel Plata) quien se la cuenta al periodista Sergio González R. quien también es nombrado en el capítulo anterior muy colateralmente y que revela la incidencia maligna que sobre la política tiene el poder económico, las drogas y el mundo de la prostitución.

El quinto y último capítulo, La parte de Archimboldi, es sobre la vida de Hans Reiter, alemán, nacido en 1920 (auto llamado Benno von Archimboldi, como se menciona en el primer capítulo.) Aquí se describe, desde el nacimiento de Hans Reiter, la vida de sus padres: una madre tuerta y un padre cojo, el nacimiento de su hermana Lotte (diez años menor que él), la afición de Hans por el mar, su vida escolar fracasada, su alistamiento para la segunda guerra mundial, sus deserciones, los supuestos o reales problemas derivados de su altura física. Luego, diversas experiencias inmersas en la guerra. Hay un hecho que, a mi entender, constituye el gran impulso de Hans para hacerse escritor que es el hallazgo de unos papeles (o cuaderno) oculto detrás de la chimenea de la isba (cabaña) que llegó a ocupar durante el transcurso de la guerra y que encuentra azarosamente, los cuales pertenecían a Borís Ansky, un joven judío que pensaba que " La realidad -en ocasiones- es el puro deseo." (pág. 894). Historias, vivencias, que Hans leía con gran gozo y que empezaron a acompañarlo a todas partes. Luego, Bolaño comienza a contar la experiencia de Reiter en el arte de la escritura que, coincide con su mayor amor, una joven que había conocido muchos años atrás (Ingeborg Bauer) y que le había hecho prometer (jurando por los aztecas) que nunca la olvidaría y que, finalmente, muere de tuberculosis. Reiter pasa muchos sinsabores para encontrar alguna editorial que publique sus novelas hasta que se topa con un editor alemán, el señor Bubis, al que le encantan sus novelas y decide publicarlo siempre y proteger el afán de Hans por mantener su anonimato. En éste capítulo también se cuenta la vida que llevó Lotte, su matrimonio, el nacimiento de su hijo, la ida de éste a los Estados Unidos, su viudez y luego su tesón para viajar a México cuando se entera que su hijo está preso acusado por asesinato de mujeres. Es en el  viaje a México cuando, casualmente, se entera Lotte que su hermano se había convertido en escritor (tenía tiempo sin saber de él).  Establece contacto con él y le pide ayuda para su hijo.

Debo decir que en el transcurso de la lectura de 2666 estuve recordando mucho a La Montaña Mágica de Thomas Mann. ¿Qué analogías pudieran haber entre Thomas Mann y Roberto Bolaño?

Por algunas noticias que he leído sobre éste libro de Bolaño, me entero que ya ha ganado el premio Salambó en su cuarta edición (2004) en España. Entiendo que, básicamente, es un premio simbólico que no tiene implicaciones económicas. Al parecer, 12 de 15 escritores votaron por él y en ese contexto la escritora Rosa Montero lo califica como un libro excepcional aunque menciona sobre ciertas fallas del libro pero y, a su vez, destaca la presencia de historias verdaderamente monumentales. Otro premio, el de Ciudad de Barcelona. Seguramente vendrán muchos más. Con respecto, a reseñas de la novela como tal, hay un comentario reiterativo, el carácter inacabado de la novela. Me pregunto, ¿por qué lo piensan así? La novela culmina con un viaje a México que haría al día siguiente Archimboldi (pág.1119) con el fin, luce muy palmario, de saber qué ocurre con su sobrino Hans, el único hijo de Lotte, preso en la cárcel de Santa Teresa. En el primer capítulo se constata esa llegada de Archimboldi a México, incluso ya allí se le menciona por su verdadero nombre aunque quienes lo mencionan no lo saben a ciencia cierta. Queda claro que Archimboldi viaja a Hermosillo para luego ir a Santa Teresa. ¿Se dice inacabada porque no se identifica, categóricamente, el asesino de mujeres? ¿.Es que acaso en la realidad, es así? Para nada me parece una novela inacabada. ¿Cómo novelar un final ante un horror real vigente?

Creo que hay todavía mucha tela que cortar en 2666.

Julio, 2005