lunes, 28 de febrero de 2011

Nunca se dijeron sus nombres

Para quien me ha dado un gran apoyo y recomendado que elevara mi espíritu.


Tenía dos meses que no veía a mi amiga Maribel pero ese día me lo propuse. La invité a tomar un café y comenzamos a charlar como si nos hubiéramos visto el día anterior. Hablamos, en especial, sobre nuestros respectivos hijos, Maribel dijo como quien no quiere: "nunca supe su nombre". Cuando Maribel soltó esa frase intuí que algo que la había conmovido le sucedió. Por mi parte la apremié; -a ver cuenta, cuenta...

Maribel tenía 40 años y desde hacía cinco era una mujer divorciada. Tenía cuatro hijos y trabajaba como contadora en una empresa de mucho renombre. Era una mujer atractiva, dinámica, madre y amiga excelente. Desde que se divorció no había conocido a alguien que le interesara como para establecer una relación. Es más, ni siquiera lo pensaba ya que, se dedicaba en cuerpo y alma a la atención de sus hijos y a su trabajo. También era amante de la literatura, tanto que leer y escribir no eran un pasatiempo si no que se habían convertido para ella en una necesidad.

Comenzó su relato no sin cierto dejo de tristeza en su rostro: sabes que llevo a Eugenia a natación -¿verdad?. Sí, respondí impaciente. Bueno, lo cierto es que la llevo y hago lo de siempre. Voy y me tomo un café, me siento a leer. Observo como va Eugenia... Hay muchas mamás que llevan a sus hijos y forman un grupo y se ríen un montón. Tú sabes lo que me gusta leer así que no participaba de esas reuniones. Sí, lo sé -asentí. Bueno, resulta que hace cinco miércoles, casi acabando de sentarme y de haber abierto la novela de turno, Los premios, de Cortázar que me parecía muy buena, sentí que alguien posaba un dedo sobre mi antebrazo izquierdo y escuché una voz, con acento extranjero que me preguntaba por lo que leía. Al levantar la vista hacia mi interlocutor, me topé con un hombre joven, de tez negra, y con una de las sonrisas más hermosas que había visto en mi vida. Le mencioné el titulo de la novela. Él dijo: ¿-y de qué trata?. Se lo conté y de pronto me vi inmersa en una conversación sobre literatura, sobre el país, sobre los niveles de violencia y hasta de los médicos cubanos que aquí estaban. Maribel dice que tenía mucho tiempo que no lograba tal nivel de abstracción el cual fue interrumpido por su hija Eugenia quien le decía que la acompañara al vestuario para cambiarse. Eugenia tenía 6 años, poseía una clara inteligencia y precisamente la timidez y la paciencia no eran parte de sus atributos. En ese instante, se acercó un niño al hombre con el que había estado hablando y supo que él era su papá. Se despidieron abruptamente y Maribel se fue, llevando de la mano a Eugenia y pensando en lo que le acababa de suceder.

El miércoles siguiente sucedió igual. Él (a quién llamaremos Charles), le contó que era trinitario, que se hallaba de vacaciones en Venezuela, que había venido a pasar un tiempo con su hijo, que trabajaba en el Servicio Antidrogas de Trinidad y Tobago. Nuevamente, lo que los sacó a ambos de la conversación que mantenían y donde se rieron abiertamente fue la llegada de sus hijos. Y otro elemento que Maribel no pudo pasar por alto: la mirada de la pareja de Charles con quien antes había tenido algún trato. No sólo fue la mirada de ella, también la del grupo de mamás. Por vez primera, Maribel se puso a pensar que tal vez lo que hacia no estuviera bien y que la pareja de Charles podría estar molesta. Lo cierto es que el miércoles siguiente, Maribel decidió sentarse lejos y enterró, literalmente hablando, su cabeza en Luz de agosto, de Faulkner, novela que había leído un par de años atrás y de la cual quería escribir una reseña. Sólo por fracciones de segundos, levantó su rostro que se cruzó con el de Charles quien para nada conversaba con las mujeres que tenía a su alrededor. El miércoles siguiente tampoco se le acercó. Pero el último (ella no sabía que sería el último), se lo topó de frente y él la invitó ha sentarse. Ella lo hizo y él le dijo, sin tomar aliento lo siguiente: ¿sabes algo?. ¡Las mujeres que vienen acá le dijeron a mi pareja que debía tener mucho cuidado contigo!. Maribel se sorprendió por varios motivos pero en especial por la forma franca en que este hombre le hablaba. Él agregó: ¿sabes?, eso sucede en todos lados, la gente no para de rumiar (ese fue el verbo que utilizó en su bastante aceptable español). Maribel llegó a preguntar: ¿tuviste algún inconveniente por eso?. Él dijo: -no, para nada. Lo que te digo es que la gente es así, es inevitable y quería decirte que no te preocuparas por eso. Maribel, quien en otro momento se hubiera quedado callada, no perdió tiempo en iniciar una nueva conversación sobre lo que leía. Charles también le habló de lo que a él le gustaba leer: novelas policíacas e históricas. Súbitamente le dijo: -me marcho este viernes. Ella se sorprendió al oírse decir. -pero ¿no estarías cinco meses?. Charles le dijo que debía regresar pues lo necesitaban en su trabajo.

También, de repente, se acercó la pareja de Charles y sin aviso previó se le abalanzó encima y le estampó un sonoro beso en la boca. Maribel no pudo evitar pensar que esta mujer se comportaba como una hembra que marcaba su territorio.

Eugenia salió de la piscina. Maribel se levantó y le dio la mano a Charles deseándole un buen viaje y otro lugar común aunque plagado de autenticidad: -¡fue un placer conocerte!. Charles respondió con una mirada intensa: ¡digo igual, digo igual!. Maribel se marchó con Eugenia hacia el vestuario pero desde ya la acompañaba un dejo de tristeza, una historia inconclusa.

¿¡Y entonces!?, qué ocurrió después?. -nada, no ocurrió nada. Me fui con Eugenia pero...pero qué, espeté yo. Bueno...es que nunca nos dijimos nuestros nombres... Sí, eso no hubiera sido lo deseable. Si se hubieran dicho sus nombres, la historia hubiese sido más tangible pero ¿dime algo, Maribel?. Sentiste que ese hombre te gustaba?, ¿sentiste que te enamoraste?. Maribel respondió: creo que iba en camino...

Caracas, febrero 28 de 2011.

jueves, 24 de febrero de 2011

Hoy



La mañana lluviosa me sorprende
cielo cerrado
como diría mi abuela Andrea

tráfico inalterable sonidos de cornetas
por doquier murmullo humano
que avanza como ola indetenible

Es tarde

me niego a zigzaguear decido seguir el ritmo impuesto opto por mirar a mis hijos hacerles alguna chanza

Hoy no importa que sea tarde.



La magia no existe per se
a menos que nuestros ojos
la detecten en la naturaleza,
en otros ojos

hay que crearla
labor del Hombre

quién puede afirmar que
magia es

sí, es difícil
requiere de seres humanos
donde predomine
bondad y honestidad

los defectos, las costuras
allí estarán
siempre

imperfección implícita

la maldad humana
contrapartida palmaria
hay que matizarla
aunque sea con tempera de uso
escolar

reducirla a milimétrica expresión, creamos en la magia
creemos magia.

miércoles, 23 de febrero de 2011

Dos libros de Doris Lessing y un alerta



Aunque la finalidad de este blog pretende ser netamente literaria (sólo una humilde pretensión) y que esté a disposición de las personas que deseen leerlo, quiero aprovechar la ocasión y la situación para hacerles llegar un alerta: mi página de Facebook fue hackeada con fines inconfesables. Lo cierto es que no puedo acceder a esa página. Así que dos cosas: revisen la privacidad de su Facebook y, por otra, no intenten comunicarse conmigo por esa vía. Saludos.


La entrevista realizada a Doris Lessing, escritora inglesa, a raíz de que le fuera concedido el Nobel de Literatura 2007, nos presenta a una mujer jocosa, en la que seguro predomina el buen humor. Dijo, entre otras cosas y, exhibiendo cierta actitud infantil que, "...me encanta ganar premios".

La escritora ya tiene más de 90 años y no se halló en condiciones físicas adecuadas para recibir personalmente el premio del cual había sido eterna postulada.

Decidí leer algo de Doris Lessing. Recuerdo que fue en la ya extinta librería del Ateneo de Caracas, donde me topé con varios de sus títulos. Cautelosa, tanto por mi desconocimiento de la autora como por mi disponibilidad económica, opté por el libro más barato. Sí, creo que también el título llamó mi atención. El quinto hijo, publicado en 1.988.

Leo El quinto hijo en unas cuantas horas. Ello podría hacer pensar que fue suficientemente atractivo para mí lo que impidió que lo soltara hasta terminar pero creo que no fue así. La escritura de Lessing me impresiona sencilla, poco elaborada, directa, casi podría afirmar que se trata de literatura "poco literaria". El quinto hijo cuenta la historia de una pareja que se conoce y se enamora a primera vista. Deciden casarse, tener muchos hijos y ser felices. Asumen ésto último como un mandato, un porque sí; van a ser felices como sí eso dependiera exclusivamente de ellos. Compran una vieja y gran casa en las afueras de Londres como nido que acunara su felicidad y a los numerosos hijos que se proponían tener. La posición de Harriet y David no se corresponde con lo considerado lógico y adecuado por la sociedad inglesa de los años en que se desarrolla esta historia en relación a tener pocos hijos. Así, tienen casi en fila sus primeros cuatro hijos. El quinto embarazo se presenta para Harriet como absolutamente diferente a los anteriores. Tiene un embarazo doloroso, se siente invadida por una especie de monstruo que quiere destruirla, que literalmente la golpea, tanto así que llega a tomar sedantes que calmen al bebé. Harriet le plantea a su médico lo que le está ocurriendo y éste no le presta mayor atención, argumentando que ella está agotada por tantos embarazos seguidos, lo cual era opinión compartida por sus familiares cercanos. A los ocho meses, Harriet da a luz a un niño de casi cinco kilos, aparentemente sano. Sin embargo, desde que lo vio, ella supo que se trataba de un niño extraño. Así, desde pequeño el niño mostró una conducta agresiva, intolerable, un apetito desbordado y una fuerza física inusitada para su edad. Fue tanto que, David y los padres de éste le plantearon a Harriet la necesidad de recluir a Ben en una institución especializada. Era cierto que Harriet sentía que ven la estaba "matando" y accedió horrorizada aunque ni por un segundo dejaba de pensar en él. Ben es recluído en una institución y en poco tiempo se recuperó la tranquilidad familiar. No obstante, al poco tiempo Harriet decidió ir a verlo. Se encontró con que Ben estaba en una especie de depósito para niños anormales en donde lo tenían permanentemente sedado. Harriet sacó a Ben de allí y lo trajo de vuelta a casa. Su esposo y sus otros cuatro hijos rechazaron tanto tácita como explícitamente el regreso de Ben. La decisión de Harriet determinó un cambio en la vida familiar llevándola a su desintegración en mayor o menor grado. Harriet dedicaba gran parte de su tiempo a Ben. Sentía que era su deber a pesar de las consecuencias que eso trajera para ella misma, su relación conyugal y para el resto de sus hijos.

Paulatinamente sus otros hijos se fueron alejando de la casa. No querían estar cerca de Ben. hasta que quedaron en la misma, Harriet, David, Paul y Ben. Paul y Ben se detestaban. Paul era el hijo inmediatamente anterior a Ben y ello hizo que no recibiera mayores cuidados maternos, así que fue creciendo con muchas carencias emocionales y percibía que Ben era responsable de eso, además, Ben era bastante agresivo y, en varias ocasiones estuvo a punto de hacerle daño grave a Paul.

Queda claro en la novela que para la época en que se desarrolla no habían mayores avances médicos en el diagnóstico y tratamiento de lo que padecía Ben. Por ello, Harriet actuaba con él según le dictaba su pulsión materna sin que por ello dejara de notar las graves incapacidades que Ben padecía. Al final Ben se va de la casa y ella sigue su vida con David, llegando a pensar que Ben les había llegado como un castigo por el hecho de que tanto ella como David se habían planteado ser felices como por decreto. Como si Ben fuese la prueba biológica de que la felicidad o la infelicidad de los seres humanos no depende de estos o que, al menos depende de distintos elementos, algunos de ellos imponderables.

Harriet nunca pareció ser comprendida por la decisión que había tomado con Ben, ni siquiera por David. Se sentía tratada como una delincuente, adjetivo que verbaliza reiteradamente.

De pronto pienso que la novela tiene más puntos de análisis de los que primero intuí. Lo que afecta a una familia tener un hijo "diferente". La falta de diagnostico y tratamiento adecuado y de instituciones aptas para atenderlos sin que su condición humana sea soslayada. La afectación de la madre y el apoyo que ella amerita ante situación tan dolorosa.

Después de terminar de leer El quinto hijo, me arriesgué con otra novela de Lessing que, entiendo, es continuación de la misma. Por cierto, en la escueta biografía de la escritora que aparece en Ben y el mundo, se la presenta como feminista. Me gustaría, a través de su lectura precisar lo que significa ser feminista, es decir, si es posible percibir en su lectura, rasgos del tal adjetivo.

En Ben y el mundo, Ben es un adolescente, aunque aparentara tener muchos años más, aparece en Brasil, viviendo en la calle como un indigente. Una anciana que vivía sola le da cobijo en su casa. Lo trata cariñosamente, dándole comida, ropa e incluso llegaba a bañarlo. Le plantea a Ben que debe obtener la certificación de desempleado para ser objeto del subsidio que el gobierno daba a los mismos pero, Ben desconoce sus datos personales a pesar de que Harriet se los había dado escritos en una tarjeta que él había roto. Ben va a la casa materna pero no se atreve a entrar. Regresa donde la anciana pero, al poco tiempo ésta se enferma, fallece y Ben queda otra vez desamparado. Conoce a una joven de la que se enamora, si es ese el término que podemos emplear. Mantienen relaciones sexuales que aunque muy rudas por parte de Ben son del agrado de la muchacha. Luego, Ben se ve envuelto en un lío de drogas pues fue utilizado como una especie de "mula" cosas que él ignoraba. Así, viajó a París sin ser descubierto, llegando a tener contacto con personas que de alguna u otra manera le tomaron aprecio. El grado de introspección que Ben llegó a tener era muy bajo. Apenas llegaba a tener instantes donde se daba cuenta que era muy distinto a los demás, aunque se interrogaba el por qué. Después de algunas historias donde se ve envuelto, Ben es descubierto por un mediocre director de cine. Regresan a Brasil con la idea de hacer una película pero Ben es visto por unos científicos que consideran su caso muy interesante y lo atrapan y lo enjaulan. Es salvado por la amante del director de cine y un joven latinoamericano que trabajaba en el laboratorio, llevándolo a un lugar seguro en Uruguay. En una ocasión, el joven le dice que ha visto personas como él y Ben se empeña en conocerlas y quedarse con quienes considera, entonces, su verdadera familia. Se trataba de unas imágenes que el joven había visto dibujadas en unas rocas en un cerro de Uruguay. El joven trató de explicarle que esas personas habían existido hacia muchísimos años. Lo llevan a ver las imágenes y si bien se siente identificado con ellas, se da cuenta, se percata de que no existen y de que él definitivamente está sólo. Ben se suicida. Acaba la historia.

Cuando afirmo que la escritura de Lessing es sencilla, "poco literaria", no lo hago en un sentido despectivo pues, resulta muy palmario que los temas que trata en las dos novelas antes mencionadas son importantes: el nacimiento de un hijo "diferente" a los otros. La falta de preparación tanto familiar como institucional que pueda prestar respaldo al mismo sujeto "distinto", a los padres y hermanos. Resulto obvio que el buen trato y el cariño son esenciales. El otro aspecto relevante es el de la soledad, el de la imposibilidad para sentirse perteneciente a un grupo que, al final lleva a Ben al suicidio.

Caracas, febrero de 2011.

sábado, 19 de febrero de 2011

La sala de espera




"No escribo sobre aquello que pasa por mi cabeza.
Más bien escribo sobre aquello por lo que mi cabeza
pasa..." J.C.



La sala de espera hacinada. Una señora, de mediana edad, lo que deduzco por el tono de su voz, se queja furiosa de que es ahora que le informan que el médico llegará tarde o no vendrá, no sé, no escuché bien. Al final, antes de irse dando un portazo, espeta -¡nadie se queja, por eso es que nos patean a todos!.

Frente a mí, un poco hacia la izquierda, un señor lee el periódico Meridiano -añejo tabloide deportivo- y comenta entre dientes: -¿qué quiere esa señora?, ¡acaso que hagamos una manifestación, además es sólo ella la del problema!...

Yo espero (im)paciente en esa sala de espera hacinada, cuyo aire intuyo ya impuro. Afortunadamente, conseguí una silla desocupada. Puse mi orina de veinticuatro horas entre mis piernas, esperando a que me llamaran. Sí, mi orina de 24 horas, recogida con cuidado para que no se derramara ni una sola gota, luego metiendo el frasco en la nevera para que no se dañara. ¿Orina dañada? ¡Fetidez segura!. Reflexiono sobre el cuerpo humano como proveedor de muestras de laboratorio: sangre, heces, orina, flujos, sudor, piel, etc, etc, etc. Muchas sustancias y sentimientos ofrece nuestro cuerpo.

Saco una novela de mi cartera, Perdido el Paraíso de Cees Nooteboom, escritor holandés. Buena novela. Hasta ahora la disfruto ampliamente, aunque aquí sentada, en esta sala hacinada me cuesta concentrarme en su lectura. La lectura requiere de cierta soledad.

También frente a mí, un poco hacia la derecha, un hombre que, por su aspecto tendrá entre cincuenta a sesenta años, moreno, parcialmente calvo y con canas en los que le quedan. Lleva unos gruesos lentes de carey, color negro. Este hombre -digo- empieza, sin son ni ton, a dar un sermón religioso, supuestamente a otro hombre que tiene a su lado. Se trata de un sermón pues su voz se impone a lo que ya se trata de una contaminación sónica en la sala hacinada. El de al lado parece aprobarlo pues, asiente reiteradamente con la cabeza. Pude captar que la próstata de ambos está enferma y hasta de cáncer llegan a hablar. Procuro que la cantata, cuyo valor no desestimo, no prive sobre mí lectura. No es sencillo. El hombre moreno dice, finalmente, que pertenece a la Iglesia Bautista Filadelfia, ubicada en la avenida Lecuna, que allí está a la orden de todos los que le escuchan. Sí, sabía que no se trataba de una simple conversación, era un sermón por todo lo alto.

Siempre ha llamado mi atención que el discurso de éste tipo de personas supera en vehemencia a los de los religiosos formales, es decir, curas, sacerdotes, obispos, monseñores, etc. Hablan en la calle, en el metro, en una buseta, en una sala de espera hacinada o no con un matiz lleno de certeza, de carácter indiscutible, de como que lo que dicen y afirman es cierto y punto.

En la sala de espera hacinada se oyen múltiples conversaciones, golpes de tos, estornudos, un recién nacido llora como reclamando su venida a éste mundo sin haberle consultado antes -pienso en la LOPNA-, otro niño desplaza un camioncito por el piso. Llega un anciano, luce dolorido, se sostiene con un bastón de gruesa y pulida madera. La secretaria le informa que el médico que solicita llegará a la una y media. Casi automáticamente, veo el reloj, apenas son las nueve y media. El rostro del anciano exhibe una cara de tal incredulidad que lastima. Con voz temblorosa pregunta si puede verlo otro médico. La secretaria responde entusiasta que sí. Bueno..., dice el anciano. La secretaria agrega, no hay problema sólo que el doctor Ferrer está haciendo unos estudios y tiene seis pacientes por delante...No pude seguir mirándolo, tampoco escuché más su voz ...se habrá ido -pensé.

Caracas, febrero de 2011.

lunes, 14 de febrero de 2011

Para el día de hoy y siempre....


Soy de las personas que piensan que no se necesita un día especial para celebrar la existencia del Amor y de la Amistad...no obstante, con la vida atareada que llevamos, a veces dejamos pasar decirlo. Así que, ¡está bien!, creo que está bien que haya un día singular para eso. De entrada FELIZ DÍA DEL AMOR y LA AMISTAD PARA TODA MI FAMILIA, MIS AMIGOS....

Aquí, dejo éstos 3 poemas que escribí para las tres personas que, en esencia, hacen que mi corazón lata cada día:



Mañi

Eres como vela
cuya llama flamea
incesante,
dinámica, cuestionadora
del mundo que tienes
delante

No te quedas atrás con las palabras
y si de actos se trata
ejerces cruzadas
sin par

Eres the love como
te digo desde que te
vi

Eres de ojos negros
labios perfectos,
cabellos encrespados y rebeldes
como tú propia
irreverencia y, ese color moreno de tú piel
que evidencia la presencia
y sabiduría de tus
antepasados

Eres the love.



Kurk

Llegaste como terremoto
a éste mundo
lo recuerdo bien

Con premura naciste
para luego
hacernos saber que tendrías
tú propio espacio

Tú papá y yo
haciendo proezas para incluirte siempre

Cuando dices...dices no...

Lo que no has
podido eludir
es esa ternura preñada
de ingenuidad
esa emoción por las historias de amor,
esa sonrisa hermosa
que me reconcilia
con la vida.



Cotu

La primera, la
que me hizo mamá

La que escucha, la paciente,
la amiga de sus hermanos,
la amiga de sus amigos

La que me enseñó
que es mi hija, pero
que es un ser individual
que no teme pedir ayuda

Con tus temores,
con tus ambigüedades
dispuesta siempre
a seguir el camino trazado

Apenas dejando la adolescencia
detrás
eres ejemplo para tus hermanos
y para mí misma.

sábado, 12 de febrero de 2011

Ciruela


Para que se vayan enterando, en los Estados Unidos de Norteamérica, un joven negro, Shadrack, creó el Día Nacional del Suicidio, el cual se celebraría todos los tres de enero, a partir de 1.920. Shadrack, quien participó en la Primera Guerra Mundial, peleando en Francia y, de la cual regresó discapacitado tanto física como mentalmente, pensó que todas las personas debían aprovechar tal día para morir libremente y así, que la muerte no fuese un acto azaroso sino que fuéramos nosotros quienes tuviéramos poder de decisión ante evento tan magno. No obstante, aunque Shadrack salía religiosamente todos los tres de enero a recordarle a la gente de la comunidad donde creció y vivió la ocasión, nadie le prestaba la menor atención.

La historia anterior es una de las narradas en la novela Sula (1.973), de la escritora norteamericana Chloe Anthony Wafford, nacida en 1.931 en Lorain, Ohio, de raza negra y origen modesto. El nombre literario de la misma es Toni Morrison. Además, Morrison fue galardonada con el Premio Nobel de Literatura en 1.993..

El trasfondo literario de Sula, tiene que ver con la lamentable historia del racismo en los EEUU pero hay otros elementos trascendentes. La relación de madres e hijos, la amistad, las premoniciones, la guerra, la vida y la muerte. Hay una, en especial, que quiero contar y es la siguiente: Eva Peace, mujer negra, amputada de su pierna izquierda en lo que pareció ser un acto provocado, tuvo tres hijos y crió a otros niños. Su esposo la abandonó teniendo el menor, Ralph, a quien le decían Plum (que significa ciruela) meses de nacido. Eva era una mujer de esas que podríamos llamar valiente y luchadora. No había ninguna duda que amaba a sus hijos, aún así, Eva mata a Plum, quien, al regresar de la guerra viene convertido en una auténtica piltrafa humana, hundido en el mundo del alcohol y las drogas. Ver a su hijo en ese estado resultó insoportable para Eva. Un día, posterior a abrazarlo y acunarlo como le hacía Eva de pequeño, Eva prende fuego en el cuarto de Plum y lo deja encerrado. Plum muere quemado. El dolor de Eva es muy grande pero, había tomado una decisión. Tiempo después, cuando su hija mayor, Hannah (madre de la protagonista que sirve de título a la novela), le pregunta por qué lo hizo, ella responde lo siguiente: "...-Me hizo pasar tan mal rato. Tan mal rato. No pareció tener ni ganas de nacer. Pero al final nació. Los chicos son algo especial. Tú no puedes saberlo, es así. Fue una tarea tan grande hacerlo nacer y mantenerlo vivo. Sólo para conseguir que su corazoncito siguiera latiendo y no se le taparan los pulmoncitos, y cuando volvió de esa guerra parecía como si quisiera volver a meterse dentro. Después de tanto trabajo, sólo para hacerlo salir y mantenerlo vivo, quería volver a meterse en mi vientre y, bueno..., ya no tengo sitio para él aunque pudiera hacerlo. No tenía sitio para él en mi vientre. Y él se arrastraba intentando volver a meterse dentro. Con su inutilidad y sus pensamientos de niño, sus sueños de niño y ensuciándose otra vez en los pantalones y siempre sonriente. Tenía espacio de sobra en mi corazón, pero no en mi vientre, ya no. Lo parí una vez y no podía volver a hacerlo. Era un hombre crecido, grande y viejo. Dioseapiadedemí. No podía parirlo dos veces. Me pasaba la noche aquí tumbada y él estaba abajo, en ese cuarto, pero cuando cerraba los ojos le veía...con su metro ochenta, sonriendo y subiendo calladito por la escalera para que no le oyera y abriendo la puerta, despacito para que no le oyera y metiéndose en mi cama para intentar abrirme las piernas, intentando meterse otra vez en mi vientre. Era un hombre, niña, un hombre grande y crecido. Yo no tenía tanto sitio. No paraba de soñar lo mismo. Lo soñaba y sabía que era cierto. Una noche no sería un sueño. Sería verdad y yo lo hubiera permitido; le habría dejado hacerlo si hubiera tenido sitio, pero un hombre mayor no puede seguir siendo un niño acurrucado en el vientre de su mamá: se ahogaría. Había hecho cuanto podía para que se alejara de mí y viviera su vida y fuera un hombre, pero él no quería y yo tenía que impedir que se me metiera dentro y por eso pensé en una manera para que pudiera morir como un hombre, no hecho un ovillo dentro de mi vientre, sino como un hombre...Eva no podía ver a Hannah por culpa de las lágrimas...Pero primero lo abracé fuerte. Mi dulce ciruela. Mi niñito."

Lo contenido en la cita anterior me impresiona como el desgarrador relato de una madre que entiende, con increíble inteligencia, cómo debe ser el proceso de crecimiento verdadero de su hijo varón. La prohibición del incesto como condición indispensable para que su hijo sea, en realidad, un hombre. Ella le dio las herramientas para que lo fuera, él, con su propia estructura y abonado por las vivencias malignas de la guerra sufrió una paralización para hundirse en un abismo indetenible. Por supuesto que, inconscientemente, él quería "salvarse" regresando al vientre materno. No tenía elementos de lucha, de supervivencia. La interpretación y la decisión de Eva, dura, dolorosa, castigable, juzgable, tiene, a mi entender, un fuerte sustrato psicológico que, sería innegable en el mundo de la psicología humana. Creo que valdría la pena analizarlo.

Por cierto, recuerdo ahora las palabras de una persona sobre la relación de padres e hijos. Me lo dijo con una gran sencillez y por muy obvias que parezcan, pensé que era la primera vez que escuchaba tal significancia: los padres siempre intentamos darle a nuestros hijos lo mejor de nosotros mismos y lo hacemos con la esperanza de que ellos lo tomen, lo incorporen dentro de sí. No es algo que podamos garantizar pues de ellos depende de que eso sea así..

Después de la lectura de Sula, hallada en un librero de viejo y tomada al azar, supe que Sula no sería la única novela que leería de Morrison y, en efecto, Sula sólo fue un abre boca, una entrada excelente. Así, leí sucesivamente Ojos azules (1.970, su primera novela) y Beloved (1.987). Ésta última, particularmente cruda, revela a una notable escritora, quien maneja el tema del racismo y el de la esclavitud en los Estados Unidos con maestría y extraordinaria sensibilidad. Sus historias, la mayoría sustentadas en personajes femeninos, revelan un profundo conocimiento de la vida psicológica, en especial, del tema sobre la relación entre madres e hijos. Así, se evidencia en las tres novelas mencionadas anteriormente. Morrison le da un giro a éstas relaciones que pocas veces he visto abordar con tanta claridad e inteligencia. El "paisaje" de fondo, como ya dije, es el racismo y la esclavitud pero, el tema medular, es el amor, ese que es capaz de sobrepasarnos, de doblegarnos ante nosotros mismos, incluso de enloquecernos, de hasta morir por mantener la integridad del ser amado y que, únicamente puede tener como protagonistas a la madre y a los hijos.

Toni Morrisosn ha sido para mí todo un descubrimiento y una prueba más de que leer nunca será tiempo perdido como en una ocasión me dijo una profesora de bioquímica que tuve en mi primer semestre de medicina al obsequiarme el libro Hojas de hierba de Whitman.

Caracas, febrero de 2008.

jueves, 10 de febrero de 2011

BORGES Y SU ALEPH


En diferentes ocasiones, he escuchado y leído que Jorge Luis Borges es "difícil de entender", también que "es maravilloso". Me pregunto cómo puede un escritor ser maravilloso si no se le entiende. Me planteo que, probablemente, quienes así opinan son gente muy instruida, muy cultivada, que sí lo comprenden y les parece, en conclusión, un escritor extraordinario.

Mi conocimiento literario de Borges es escaso. Ahora sólo podría decir que, era argentino, ciego, que siempre utilizaba un bastón, que se casó con una mujer llamada María Kodama, que nunca ganó el Nobel de Literatura, que murió ya viejo. ¡Ah!, otra cosa, que escribió un libro llamado Ficciones, otro titulado El libro de arena (1.975). Éste último lo leí cuando tenía como diecisiete años. Su portada era de color marrón claro tirando a ocre. Contiene trece relatos cortos, el primero de los cuales se llama "El otro", cuyo tema es el de un hombre ya mayor (Borges) que se encuentra sentado en un banco de un parque frente a un río y, en el lado opuesto del banco, está sentado otro hombre que es él mismo, pero más joven. Una especie de imagen especular.

Sobre lo poco que he leído de Borges, aclaro, ¡todo he tenido que releerlo!, que buscar el diccionario, que emplearme a fondo para hallarle sentido e incluso concluir que no tiene sentido o que el mismo no me ha sido dado a conocer. Muchas de mis interpretaciones las he visto cuestionadas por otras y, en muchos casos, absolutamente antagónicas. Pareciera que Borges nada, con esplendor, en lo paradójico, en un mundo de retórica y erudición que, a mi entender, lo mantuvo alejado de la vida, ajeno a cualquier compromiso vital. Nunca había leído, hasta ayer, alguien que criticara a Borges ni abierta ni solapadamente. En el libro de ensayos de Enrique Vila-Matas, "Extrañas notas de laboratorio", hallo uno titulado "Lecturas Andinas". Haciendo abstracción de la idea global del relato, Vila-Matas cita un libro: El factor Borges de Nicolás Helft y Alan Pauls. Dice el escritor barcelonés: " En el libro hay capítulos geniales, como el dedicado al parasitismo literario del autor del Aleph. Ahí se cuenta cómo un tal Ramón Doll, en 1.933, en su libro Policía intelectual, criticó la escritura de Borges acusándola de abusar de las cosas ajenas y de reiterar y degradar lo que repetía, acusó a Borges de parásito literario." No conozco "El factor Borges" pero me llama la atención la mención que hace Vila-Matas, Premio Rómulo Gallegos año 2000. Sospecho que Vila-Matas, de alguna forma, se hace eco de la historia mencionada.

El Aleph, el mejor relato de Borges, he escuchado decir innumerables veces. En éstos días releía un escrito de Sergio Pitol, titulado "La herida del tiempo" que comienza con el primer párrafo de El Aleph. En las últimas líneas del mismo, Pitol agrega: "El Aleph, ese inmenso milagro con que Jorge Luis Borges ha enriquecido nuestras vidas.". Leí dicho cuento meses atrás y quedé en releerlo, pues, de entrada, me pareció confuso. Las palabras de elogio de Pitol apresuraron el compromiso de la vuelta al cuento, a un posible análisis...

El Aleph, para comenzar, es definido como uno de los puntos del espacio que contiene todos los puntos. Parece que, según la concepción espiritual de etnias y religiones hay diferentes aleph(s) así que la palabra da para mucho. Éste concepto me trae de inmediato a la memoria la palabra panóptico, que se me antoja relacionada de alguna manera. Panóptico significa, según mi pequeño Larousse ilustrado: "...dícese del edificio construido de tal modo que se puede ver todo su interior desde un sólo punto."

Una historia. Tres protagonistas. El narrador, eterno enamorado de Beatriz Viterbo y, su primo hermano, Carlos Argentino Daneri que copa la mayor parte del cuento. Pero el aleph toca varios temas: el de la muerte resignada, sin aspavientos de Beatriz aunado al hecho obvio de que la vida sigue inexorablemente. Sólo queda una sucesión de fotos como constatación de que existió y el recuerdo que el narrador hace de ella, visitando su casa cada treinta de abril, que era el día de su cumpleaños. El narrador asume vanagloriarla sin humillaciones, ahora con mayor facilidad pues, está muerta, lo que suena contradictorio y nos hace pensar que ella, en vida, no aceptaba su cariño, su amor. Las visitas del narrador (que no es otro que Borges) a la casa de Beatriz, le lleva a auto imponerse la presencia de Carlos quien le revela que está escribiendo un poema titulado La Tierra en el que se proponía versificar toda la redondez del planeta, además, en su prólogo hablaría de la modernidad del hombre de esos años. Borges lo considera altamente tedioso. Carlos le pide interceder para que un conocido hombre de letras le prologue su poema. Piensa que es seguro que lo logre ya que su poema está basado en la perfección formal y el rigor científico.

Borges piensa que hay cierto ramalazo de locura en éste hombre y decide que pase el tiempo hasta que a Argentino Daneri se le olvide el asunto. Un día, Carlos lo llama, muy angustiado, para decirle que van a demoler su casa que, por cierto, era una casa alquilada y que haría hasta lo imposible por evitar lo que consideraba un desastre y le impediría terminar su poema. Le cuenta a Borges que en el sótano de la casa se encontraba el aleph que era lo que le permitía escribir ese grandioso poema. Lo había descubierto desde niño cuando sus tíos le dijeron que en el sótano había "un mundo". Resulta curioso. Pareciera que Daneri, tomó, se impregnó de esa frase, en forma literal, como la totalización típica del psicótico y, para él ese mundo era el aleph. Borges bajó al sótano después de soportar lo que consideraba relatos impertinentes de Daneri, reiterándole, a cada instante, las cosas que debía hacer para verlo. En caso contrario, sólo su incapacidad explicaría el hecho de no verlo y no la falsedad de lo señalado por Daneri. Borges se angustia por la visión del aleph. Luego hace precisiones teóricas sobre el mismo: Aleph, primera letra del alfabeto de la lengua sagrada (se pregunta de dónde habrá sacado Daneri ese nombre); su relación con la ilimitada y pura divinidad (según La Cábala) y que tiene forma de hombre que señala, simultáneamente, la Tierra y el cielo. La Tierra es el mundo inferior, siendo el espejo y el mapa del mundo superior que es el cielo.

Agrega Borges que el aleph es el símbolo de los números transfinitos, en los que el todo no es mayor que alguna de sus partes, reflexión lógica ya que el aleph tenía 2 ó 3 centímetros de diámetro y a través de el se veía todo el mundo. Éste punto lo aprovecha Borges para hablar del infinito o de lo infinito, tema muy constante en él y del olvido. Borges le aconseja a Daneri que se vaya de la casa, para su tranquilidad emocional. Específicamente le dice que, el campo y la seguridad son dos grandes médicos. La casa es demolida en 1.943, 14 años después de la muerte de Beatriz. Ese mismo año, el poema de Daneri recibe el segundo lugar del Premio Nacional de Literatura quedando el libro de Borges, titulado Los Naipes del Tahúr, totalmente fuera. Ambos hechos dejan a Borges sorprendido, además de que se vislumbran nuevas publicaciones de Daneri quien siguió escribiendo sin la ayuda de su aleph. No queda claro el por qué Borges dice que el aleph de la casa Garay era un falso aleph, que hay o había otro aleph, exponiendo una serie de antecedentes históricos que podían sustentar esa afirmación.

Así veo el aleph de Borges.

Caracas, febrero 10 de 2011.

jueves, 3 de febrero de 2011

Pinturas de Teresa



Carta a Teresa


Querida Teresa:

No vayas a pensar que cuando te dije que escribiría sobre tus pinturas era un decir. No. No soy así. Tengo que plasmar aquí el suave escalofrío que me recorrió desde que comencé a mirarlas, porque no se trató sólo que las vi sino que las miré. Paulatinamente me fui llenando de una emoción inefable pero, te aseguro, muy real.

No pude evitar evocar nuestra amistad que viene desde la niñez. Cuando yo iba a tú casa y tú a la mía. Yo decía Teresaaaaaaaaaaaaaa y literalmente te saltaba encima llena de alegría.

Sabía que pintabas pero fue hace como un mes que me invitaste a ver lo que hacías, advirtiéndome, de antemano, el intensísimo carácter subjetivo de las mismas. También agregaste que no pintabas para vender cosa que viniendo de ti no me resultó sorpresivo, aunque, como dice la frase "no sólo de pan vive el hombre".

Sabes que no sé nada de pinturas pero todos los cuadros me parecieron realmente hermosos y aún algunos de ellos, en apariencia sencillos, como las pinturas de nubes, las percibí profundas, cargadas de gran intimidad, cargadas de ti misma. No creo haber visto unas nubes mejor pintadas que esas...

Casi apenas de haber llegado a tú casa, empecé a tomar fotos de todas las pinturas que veía. Desayunamos y después de pasar un buen rato poniéndonos al día, de contarte sobre mí, de traer al presente el pasado particular y el común, nos fuimos a tú taller. Me dí el lujo de detallar casi todo lo que has pintado y lo que tienes en proyecto. Eras tú plasmada en esos espacios materiales llamados lienzos.

No te sabría decir cuál me gustó más: está el cuadro que tiene una flor (Girasol) cuyo círculo central es una cara con los ojos cerrados y cuya mitad izquierda (vista de frente) está sombreada; está tú preferido: una niña, un niño; está "Corazón" dedicado a Alí; "Papagayo", que me trajo reminiscencias de El Caribe cuando volaba papagayos; está el otro donde se ve la cara de Jesús, aunque algo me hizo pensar que ese no fue tú propósito (eso pensé); está el del recuerdo infantil con el fondo de la Escuela Miguel Antonio Caro" que, por cierto, lo puse como pantalla de mi celular, ¡¡¡imagínate si me gustó!!!; está en el que vemos a tú mamá (la señora María Cuberos de Pelayo) a quien todos sus hijos le decían "Mamaíta", ¿recuerdas? y debajo una niña(¿serías tú buscando la protección materna?).

En verdad me sentí privilegiada de haber estado allí. No logro evitar una pregunta: por qué no expones tus cuadros? (aparte de que pienso que no debe ser nada fácil montar una exposición de pinturas en este país) como me he preguntado a mí misma, por qué no he intentado publicar algo de lo que escribo?. Creo que la respuesta está en una frase de Proust que alguien me citó recientemente: "El arte verdadero no tiene que hacer tantas proclamaciones y se realiza en silencio.". Así, evoco ahora parte de una canción de Serrat que estoy segura conoces: "Nunca perseguí la gloria, ni dejar en la memoria de los hombres mi canción..."

Gracias por permitirme mirar lo que intuyo es un gran tesoro en tú vida...

Un abrazo, Libia.

Caracas, 3 de febrero de 2011.